True Colors [Viktor]

Las cosas iban de mal en peor con su vida. Después de perder su hogar y a su novio había intentado reconstruir su vida en Rodorio. Se había conseguido un trabajo para conseguirse un lugar más agradable que las chozas de entrenamiento. Decidió que si iba a vivir en Rodorio lo iba a hacer del mismo modo en el que lo hacían los habitantes, ya no como un aspirante a caballero con goteras en el techo sobre su cabeza. Todo fue bien durante dos meses hasta que su nueva casa se incendió, lo despidieron y tuvo un problema de depresión. Había escapado de Rodorio con sus escasos ahorros, yendo de motel en motel, intentando calmar la voz en su cabeza que le decía que era un perdedor con grandes dosis de alcohol.

Terminó cayendo muy bajo: estaba durmiendo en el callejón de un bar bajo una pila de periódicos. Nunca tuvo muchas cosas, pero jamás había caído en la categoría de sin hogar. Era un nuevo nivel de bajeza que él no conocía. Ya nada le importaba. El amor de su vida ya no estaba, cada vez que quería rehacer su vida el destino decidía que él no podía hacerlo porque su misión en la vida no era ser como todos los demás del mundo que sí podían vivir vidas propias. Lo único que quería era despertar en su cama al lado de Alexius. Deseaba volver a aspirar el perfume de su cuerpo. Ya no quería buscar sustitutos en otros hombres como lo había hecho desde que él se desvaneció.

Sintió miedo cuando el hombre extraño lo tomó por las muñecas. Él era muy fuerte y agresivo, desatando todas las alarmas en la mente de Tsukiya. Ese hombre podía violarlo, herirlo, matarlo y tirarlo en un contenedor de basura. Había esuchado muchas historias de sujetos que encajaban con el perfil de ese hombre: atractivo, adinerado, violento. Muchos chicos que rondaban solos en las calles a altas horas de la noche eran atacados por tipos como ese y desaparecidos a la mañana siguiente.

Los ojos del castaño se llenaron de lágrimas, pensando que ese era su final. Había escuchado la explicación del peliplata, pero la resaca hizo que procesara la información tarde, asustándose primero y poniendo en orden los datos nuevos para después, tal como sus maestros en el campo de entrenamiento de Athena le enseñaron: actúa por instinto, los pensamientos sólo estorban.

Cuando el hombre dijo que pediría otra habitación, Tsukiya se apresuró a cubrirse con la sábana. Sus ojos estaban húmedos y su nariz fría por el moco. -Espera...- dijo, débilmente, tan rojo como las orejas del hombre que tenía frente a él. Arrojó la sábana y se recostó en la cama de espaldas, abriendo sus piernas en el aire para dejar a la vista su entrada. Se lamió el dedo índice antes de introducirlo despacio en su cavidad.

-Podrías... ¿verme a los ojos mientras me preparo? Es algo íntimo. A mi novio le gustaba verlo- comentó, dispuesto a usar su cuerpo para pagar por esa habitación y las atenciones que ese hombre había tenido para con él. No tenía fuerzas para pelear, pero podía sostener una noche apasionada con el desconocido con tal de que no volviera a comportarse violento. -Haré lo que sea para pagarte por tu amabilidad, lo que sea.. Si quieres saciar tu sed conmigo, estoy listo para ayudarte.- No quería discutir, sólo dormir en una cama caliente y sentirse seguro por una noche.

Cerró sus ojos, esperando que al abrirlos ese hombre dejara de mirarlo con deseo. Fue una mala idea, ya que con eso sólo consiguió que el albino desviara su mirada hacia otras partes de su cuerpo.-¡Prometiste que me mirarías a los ojos!- exclamó el menor, cubriendo su miembro con una de sus manos mientras continuaba estimulando su entrada con la otra. Era mentira, el desconocido nunca había acordado verbalmente que no vería su entrepierna.

Quiso patearlo lejos, pero recordó por qué estaba haciendo eso. Sólo quería pagar su deuda y dormir en esa cama de hotel hasta la mañana siguiente, que ese hombre adinerado le comprara el desayuno y le diera ropa nueva. Era algo interesado de su parte, pero tenía que aprovecharse de él todo lo que pudiera.

Su plan se vino abajo cuando el sujeto le dijo hermoso.-¿Her-hermoso? ¿De verdad crees que soy hermoso?- dijo con voz temblorosa. Su cuerpo entero se estremeció cuando el desconocido le pellizcó uno de sus pezones.-¡No lo hagas! Son muy sensibles- dijo el menor con su ojo izquierdo cerrado y una pequeña lágrima saliendo de él.

Pensaba que iba a correrse en cualquier momento, aunque ya lo había hecho antes. Era un suceso extraño, ya que sólo con Alexius había tenido más de un orgasmo sin necesitar mucho tiempo de recuperación. No quería reconocerlo, pero ese hombre lo excitaba demasiado.

Tsukiya apretó sus músculos pélvicos todo lo que pudo, pero ni así fue capaz de contenerlo-¡No, no puedo seguir soportando! ¡Aaaahh... aaahh!- una segunda eyaculación menos potente que la primera manchó los perfectos abdominales del ruso.-Lo siento tanto... por eso no quería que tocaras mis pezones- dijo en tono de disculpa, cubriéndose el rostro con una almohada.

-Aún no estoy listo- respondió tímidamente, cubriendo su pene con una de sus manos. Nuevamente su amigo estaba levantado después de dar un vistazo al trasero voluptuoso y firme del buen caballero. Se resistió un poco, pero al final terminó cediendo ante el carisma envolvente del hombre de cabellos plateados. Aún en esas condiciones, no podía negar que su voz seductora y su mirada azul cerúleo lo convertían en una persona irresistible para el castaño. -Está bien. Por favor, sé amable conmigo...- fue todo lo que pudo decir antes de sentir el roce del miembro ajeno en su entrada. No fue doloroso como supuso al principio, pensando que su cuerpo estaba suficientemente relajado como para dejar al ruso entrar.

Tsukiya rodeó la cadera de Viktor con sus piernas, abrazándose al mayor por el cuello para facilitar la penetración. El castaño movió su cuerpo de arriba a abajo, besando al hombre cuando él se encontraba completamente dentro. El menor luchaba por retrasar el final, tensando los músculos cada vez que sentía que iba a correrse.

-¿Cuál es tu nombre?- Preguntó el muchacho en medio del acto, pensando que ni siquiera se lo había preguntado. Lo único que hizo fue acusarlo de intentar propasarse con él y aceptar un encuentro casual para pagar la deuda que tenía. Le sorprendía continuar vivo a esas alturas de la vida si accedía a hacerlo con alguien sólo para dormir en una cama cómoda por una noche.

El joven presionó sus labios cuando se quedó sentado sobre el hombre, demasiado cansado como para seguir moviéndose-Aaaaahhh... Si no lo dije antes... yo me llamo Tsukiya- dijo después de expresar un gemido que definitivamente escucharían en la habitación contigua. Agradecía que era un hotel costoso y que cada una de esas habitaciones era como un departamento amplio. Sus piernas le dolían por el esfuerzo de abrazar con ellas la cadera del hombre, permitiendo que éste manejara su cuerpo a su gusto. No iba a poner más resistencia. Había bajado todas sus defensas, quedando a la merced de ese hermoso ángel de cabello platinado.

El castaño se quedó dormido en los brazos del Ruso después de que el sexo terminó. Fue despertado por el sonido de la alarma del celular. Se puso de pie, retirando los brazos de Viktor con delicadeza para no despertarlo mientras buscaba algo para cubrirse. Abrió la ventana, siendo deslumbrado por un rayo de luz intenso que lo hizo retroceder y caer encima de Viktor. -Lo siento, no quería despertarte. Vuelve a dormir- dijo el joven, usando un tono de voz calmado. Se metió directamente a la ducha, quedándose durante un rato bajo el agua fría para despertar por completo. Al salir, Viktor se encontraba sentado en la cama, aún desnudo, viendo en dirección a la puerta del baño, como si esperara ansioso el regreso del joven pegaso.

-¿Qué estás mirando?- preguntó el Santo de Pegaso, dejando caer la toalla alrededor de su cintura mientras caminaba hacia la cocina, obsequiándole una perfecta vista de su trasero.-Dame algo de ropa, no puedo pasármela desnudo por aquí- le dio la espalda, siendo detenido por Viktor antes de abandonar la habitación. El Ruso lo atrajo hacia él, provocando que las mejillas de castaño se colorearan de rojo.-¿Qué estás haciendo?- preguntó, dejando escapar una risita. El comportamiento de Viktor ya no lo incomodaba, sólo le parecía gracioso.

Tsukiya contempló los ojos de Viktor, notando que éste no había dejado de mirarlo como si él fuese lo más preciado. -De acuerdo. Si tan interesado estás en mí, podemos tener una cita. Si me gusta podemos tener una segunda cita- dijo el muchacho con una sonrisa, golpeando al hombre en el rostro.-Eso es por correrte dentro de mí. La próxima vez usa un condón- el chico caminó hacia la cocina, silvando una canción con las manos colocadas detrás de su cabello. Parecía que iba a ser un lindo día.


Nunca imaginó que un chico como él estaría planeando su propia boda. En realidad, no había pensado en el tema de sentar cabeza hasta que conoció a Viktor. El patinador, aunque un poco despistado para su edad, era exactamente el tipo de persona con la que quería pasar el resto de su vida. Había invitado a todos los amigos patinadores de Viktor y por su parte se había encargado de invitar a muchos de sus amigos de la universidad. Muchos de ellos no creían que alguien como Tsukiya fuera de los primeros en casarse, tomando en cuenta que nunca fue muy responsable. Ya había advertido a Viktor que ser su esposo no impediría que terminara sus estudios. Soñaba con convertirse en un profesionista, negándose a ser mantenido por su "Sugar Daddy Ruso", como llamaban los amigos de Tsukiya a Viktor a modo de broma. Sólo tenía 19 años, le quedaba mucho tiempo para cumplir sus sueños.

El pequeño Poko entró a la habitación, intentando atarse la corbata del lindo traje que Viktor había escogido para él.-Deja eso- dijo con una sonrisa, atando la corbata del pequeño Poko con cuidado. Después de la boda, Viktor quería que el joven firmara los papeles de adopción del pequeño para realizar el deseo de Tsukiya de formar una familia propia.

Tsukiya vestía un elegante traje negro que Viktor había encargado para el día especial. Estiró uno de los mechones de su cabello frente al espejo, preguntándose si hubiese sido buena idea recortarlo antes de un día tan importante. La única razón por la que no había cortado su cabello en el pasado se debía a que Viktor le gustaba su mata de cabello castaño.

-¿Estás listo Poko? Papá Vitya nos está esperando- comentó el muchacho, cargando al risueño Poko para dirigirse al salón de la boda. Al abrir la puerta, sus amigos y familiares lo miraron, haciendo que el chico se sintiera un poco cohibido. Lo único que tuvo que hacer para calmarse fue ver a Viktor, quien lo miraba desde el altar con una sonrisa.