El renacer del Wyvern [Libre]

La torre de las 108 estrellas malignas volvió a regurgitar sus interiores con fiereza y desesperación; ahora parecía que nadie estaba vigilante de la actividad de la misma, pues los cinco picos de Rozan parecían estar inactivos. De entre sus grietas, 108 luces se hicieron presentes, brotando como el palpitante flujo sanguíneo.
Estas luces se dispersaron hacia toda dirección, pero pronto todas fueron hacia el mismo destino: el Yomotsu.

En vista de que el Castillo de Hades ya no se encontraba funcional debido a ciertos eventos ; los huesos, la carne y la sangre de los 108 soldados comenzó a tomar forma en la entrada al inframundo, un término medio entre un plano físico y otro espiritual. Ahí fue donde los huesos de Radamanthys fueron materializados, recubiertos con sus músculos y tendones, para luego ser recubierta con la piel blanca que llevaba a lo largo de las distintas guerras santas. Posteriormente apareció el cabello en las zonas correspondientes -sin obviar su característica uniceja-, para luego ser vestido de forma simple, con un pantalón y camisa abotonada negra. El proceso le había costado mucho dolor ya que su tacto se estableció desde el primer momento; sientió las rocas frías del inframundo calar en sus huesos, arder en sus músculos sin recubrir y al final la cada vez menos constante migraña corporal que el juez sentía mientras se retorcía en el suelo y gruñía con los ojos cerrados. Sus párpados aún estaban sellados, pues sus ojos aún no habian sido formados.

Al cabo de unos minutos, Radamanthys se levantó tambaleante, mientras extendía sus manos temblorosas para poder sentir su entorno, más temprano que tarde tocó el yelmo de la Object Version de la Sapuri Wyvern, que recubrió su cuerpo rápidamente.

Tan pronto sintió el frío acero de su sapuri sus ojos comenzaron a encarnarse de forma tortuosa, provocando que tuviera que arrodillarse por el dolor que el proceso le causaba, aunque finalmente el Juez domó su sentir y se levantó mientras un par de gotas de sangre brotaban de sus ojos ya abiertos.

Vió a su alrededor que muchos más espectros estaban sufriendo el mismo dolor que él, y pensó que algunos no sobrevivirían a ello, por lo que el Juez usó su habilidad para teletransportarse hasta los archivos dela primera prisión, aquella que residía Balrog en tiempos pasados, de modo que pudiera encontrar una forma más fácil de encarnar a los espectros y a su vez menos dolorosa, no por preocupación, sino porque Radamanthys atacaría el Santuario en seguida de forma independiente y necesitaba a sus soldados en toda su forma, un par de hombres adoloridos no le servirían de nada. La encontró en poco tiempo, ¿a qué se debía esta particularidad? Bueno, el hecho de que el Castillo de Hades haya sido abandonado y su dios derrotado era algo que dificultaba la reencarnación normal de los espectros del ejército negro.

Radamanthys, tan pronto supo de eso, viajó a través del inframundo volviendo a usar su teletransportación hasta Alemania, lugar donde estaba el castillo de Hades un poco derrumbado, tal y como lo había quedado en la anterior guerra santa.

Se dispuso a encontrar el sitio de la barrera de Hades para reactivarla con su sangre, si lo lograba, el Castillo volvería a erigirse majestuoso por sí mismo, pues es la barrera un vestigio del cosmos del rey del inframundo, por lo que solo logrando reactivarla proveería la vida de nuevo a aquel edificio.

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