¡Play time! [Sean Austerlitz]

Recuerdo del primer mensaje :

Sobrevolaba la ciudad de Kaus tranquilamente, se me estaba haciendo un poco monótono permanecer en la casa de Virgo así que para despejarme y cambiar de aires decidí dar un pequeño paseo, también podría aprovechar para ver si durante la travesía se me ocurrían ideas de cómo conquistar el mundo, por ahora había pensado en algo como un implante neuronal para obligar a la gente a obedecerme pero había un pequeño problema y es que carecía de los medios para poder realizar tal plan. También se me ocurrió amenazar la seguridad del planeta con una potente bomba capaz de destruirla...pero a además de hacerme peligrar a mí también seguramente me acabaran atrapando antes de llegar a nada y me echarían una gran bronca por eso...la última vez trasteando con maquinaria para intentar crear una bomba electromagnética para inutilizar los aparatos electrónicos lograron pillarme a tiempo y acabaron por quitarme mi Mont Blanc que tenía reservado para festejar si salía bien el plan.

Esperaba que por Kaus pudiera pensar en otra cosa, últimamente estaba enfrascado demasiado en mi ambición de dominación mundial y no había tenido tiempo de ir a salones recreativos a jugar o a recorrerme pastelerías para catar los dulces. Me detuve en el aire sobre el centro de Kaus y allí me senté en el aire con las piernas y brazos cruzados meditando sobre qué hacer. Muy cerca de aquí había una juguetería y podría pasarme a comprar algún peluche que me gustara...algo así como el de un cerbero o el de un dientes de sable pero a pocos metros de ese mismo lugar existía una confitería que no había visitado antes...era una decisión difícil pero enseguida me decidí en lugar de eso ir a la librería; bajé en picado y aterricé en la puerta del edificio donde me metí enseguida, tuve que deshacer mis alas para no llamar demasiado la atención pero aún así por alguna razón seguía recibiendo miradas extrañas ¿Es que nunca habían visto al futuro amo del mundo ir a una librería? Compré un manga de ciencia ficción de un reconocido mangaka. Salí a la calle y mientras andaba en dirección a la juguetería, que estaba varias calles más allá de la libería, iba leyendo el manga, totalmente inmerso en la lectura con la esperanza de que me diera una idea para dominar el mundo.

Me tomaba mi tiempo para comer el desayuno, lo menos que quería era ir con prisas porque de lo contrario acabaría con dolor de estómago, siempre que me apresuraba en devorar la comida para atender un asunto importante lo acababa pasando fatal luego, todo por no digerir apropiadamente lo que ingería; el tarareo de esa canción en mi mente y el balanceo de mis piernas ayudaban a distraerme para mitigar la costumbre de acelerar el ritmo de los bocados, también oía lo que tenía que decir Sean, no sabría decir si eso de que "los hombres terminan de desarrollarse a los 21 años" me hacía sentir más tranquilo o más preocupado, después de todo me esforzaba por realizar todo tipo de actos que favorecieran el crecimiento, como el deporte, beber lácteos para fortalecer los huesos y todo tipo de comida sana (a excepción de verduras) con el objetivo de dar un estirón con el que quienes me rodeaban dejaran de burlarse debido a mi estatura ridículamente baja, como odiaba mi altura, en ocasiones ni podía alcanzar los botes de galletas de las estanterías más elevadas. Pero mejor no pensaba en eso. -Tengo diecisiete, eso quiere decir que tengo... dejé el tenedor estático en mi mano diestra y con la zurda contaba con los dedos mirando mi mano concentrado -Me llevo dos...¿cuatro años? No es que sea un lapso de tiempo enorme, pero mejor eso a nada.

Micah hizo acto de presencia, no quería discusiones ni malos rollos, así que seguí con el desayuno, apenas me quedaban tres bocados para dejar el plato limpio pero cuando llevé el segundo trozo a mi boca, la conversación que tuvo con Sean llamó mi atención, parecía especialmente preocupado por su seguridad, insistir en acompañarle a pesar de que él sabría arreglárselas solo...no me agradaba, era como si quisiera ir con él por algún motivo oculto. Mastiqué pausadamente y con el plato ya limpio procedí a lavarlo y a guardarlo en su sitio. -Yo te iba a acompañar te gustara o no, Micah es un extra añadido, como cuando reclutas una nueva unidad en un juego de estrategia. de nuevo sonaba hiriente y maleducado con respecto al Santo de Plata, pero con él cerca no podía evitar ponerme a la defensiva, ¡Es que no podía! -Gracias por el desayuno, no comía esto desde que era muy pequeño. Miré pues a Micah con el ceño fruncido, Sean tenía razón, no era bueno beber alcohol a estas horas de la mañana, a diferencia de él, que parecía no importarle o que no le insistía debido a que él podía tomar sus propias decisiones...yo no era tan complaciente. -No soy el más indicado para decirte que hacer Micah, pero ¿Te importaría moderar el consumo de alcohol? Sobre todo en la mañana, si llega a dificultar en la ejecución de la misión no seré yo quien te saque del lío en el que te metas.

No hice caso alguno a como reaccionó Micah, si el se sentía ofendido por resaltar lo evidente allá el. Dejé que Sean se adelantara, yo antes de salir quería ocuparme de un pequeño asunto; subí al cuarto de baño a lavarme tanto los dientes como las manos, comprobé tras eso que estaba bien arreglado, me atusé la toga para quitar las posibles arrugas que pudiera tener y con las manos iba recogiendo los mechones sueltos de cabello y los colocaba detrás de mi oreja. Ir de misión no era una escusa para no ir presentable y causar buena impresión. Preparado sonreí al verme en el reflejo del espejo y bajé no sin antes despedirme del caballero de plata, el cual dio un respingo y me ignoró ¿Aún seguía molesto? Si solo le dije que no bebiera...en fin...no podía retrasarme más, salí fuera de la cabaña y allí pude contemplar como la armadura se acoplaba al cuerpo de Sean ¿No iba a usar la Surplice? Supongo que es mejor así, no querría levantar sospechas para evitarse problemas con el resto del Santuario, a mi me daba igual qué usase mientras permaneciera a mi lado. -¿Usar la armadura?

Cierto, aún no se lo había dicho, yo acostumbraba a ir solo con la toga como única vestimenta de batalla en las misiones menos importantes o en las que creía que con mis habilidades podía ignorar la peligrosidad de las mismas, pocas veces portaba la armadura de oro, la mayoría de ellas por insistencia de mis compañeros, de hecho no recordaba cuando fue la última vez que la vestí, quizás esta fuera una buena oportunidad, aunque fuera para enseñarle como me quedaba a Sean. -Sí, ahora mismo la llamo, no suelo usarla en misiones sencillas pero, no importa. Me concentré en mi armadura y di un chasquido con los dedos de mi mano diestra para invocar ante mí la flamante armadura dorada que resplandecía con el fulgor del sol. Con otro chasquido la armadura se fundió conmigo, entonces di una vuelta sobre mi mismo y me quedé mirando a Sean con una sonrisa. -¿Qué opinas? Me queda perfecta, además hace juego con mis alas.

Me encantaba mi armadura, me daba un aspecto tan imponente, tan divino y poderoso...con esto puesto no solo podía obtener una defensa mayor frente a ataque enemigos sino que como un añadido lograba que quienes me rodearan tuvieran una opinión diferente de mí...sobre todo me gustaba porque me hacía más alto y era dorado, un dorado lindo. El objetivo era ir al lugar donde Sean despertó como espectro, lo cual admito que despertó en mi cierto interés, nunca estuve en el lugar de nacimiento de un espectro, había oído rumores, que dependiendo del espectro, la zona en cuestión podía hallarse en un estado u en otro lo cual me hizo pensar ¿El espectro del pecado de la gula habría encontrado su origen en una pastelería y lo habría dejado todo lleno de dulces por doquier y con nata y fresas en las ramas de los árboles? Una suposición deliciosa, aún en ruinas una pastelería era de mis lugares favoritos. -Vayámonos cuanto antes, no es que tenga prisa pero si acabamos pronto antes podrémos regresar. Me sostuve de él cuando me cargó en brazos, era ciertamente avergonzarte que sostuviera como lo estaba haciendo dado que me hacía ver como alguien frágil que necesitaba protección, pero...no me importó, así podía estar más cerca de él y su aroma me mecía como una suave nana que casi me hace caer dormido. -No sé si llegaré a acostumbrarme a este tipo de transporte. torcí los labios formando así una sonrisa dulce y divertida haciendo mención al portal que pretendía usar para llevarnos a nuestro destino.

Clavé la mirada en el portal que él había invocado previamente con unos simples movimientos de su brazo, esperaba no marearme esta vez. Cerré mis ojos cuando lo atravesamos y cuando alcancé a abrirlos lentamente, como si me acabara de despertar de un sueño y los parpados aún me pesasen me vi en una ubicación diferente, un cráter en el que si se miraba bien podían verse vallas y cordones policiales que cortaban el paso ¿Sería aquí donde el despertó como espectro? No sabía si calificarlo de trágico o hermoso, este terreno destruido me gustaba no sé porqué tenía él esa cara de pena como si hubiera cometido una atrocidad. Sin bajarme de sus brazos uní mis labios a los suyos en un inocente beso y le acaricie la mejilla con delicadeza. -Se debió de armar una buena, pero descuida, no fue tu culpa. Y sonríe un poco más... mostré un leve rubor y rodé los ojos avergonzado -Me gustas más cuando sonríes Sean.

Le daba demasiada importancia al problema que causó cuando fue convertido en espectro, o mejor dicho, se culpaba en exceso, a mi parecer debía perdonarse pues ya iba siendo hora, el término "fuerte" es muy relativo y quizás por aquel entonces el no dio la talla como para poder oponerse al poder que lo transformó en lo que es hoy pero ¿Qué decir? Yo ya había expuesto mi postura, ahora restaba que el se tomara su tiempo, el que necesitara, para llegar a ser capaz de olvidar y empezar otra vez, sino...ya me las ingeniaría para que olvidara a la fuerza pues si había algo que no quería es que Sean estuviera triste, lo prefería más alegre y sonriente, cielo santo, incluso admito que era mejor verlo actuar coqueto o pervertido a que estuviera de bajón, era algo que no pegaba con su personalidad, me resultaba demasiado extraño y disonante. Sin saber bien qué decir para hacerle sentir mejor me limité a suspirar pesadamente y a darle un beso en la mejilla, mirándole de forma tierna y amistosa. -Tú haz caso al ángel, para mi ya eres fuerte, tienes que olvidar, piensa en lo sucedido como en una oportunidad para mejorar.

Por ahora era todo lo que podía hacer, nunca fue uno de mis puntos fuertes la oratoria ni tampoco lo de consolar a los demás, yo soy más de destruir, reír como maníaco y sembrar el caos pero ¿Ir por ahí de bueno y tratando de animar como un angelito que nunca ha roto un plato? Que va...ni en mis peores pesadillas podría ser un santurrón, lo mío es ser un travieso angelito con aires de grandeza y sed de poder, lo cual me lleva a la siguiente cuestión ¿Cuando fue que empecé a obsesionarme con el poder? Me puse a pensar sobre ello una vez tomé asiento junto a Sean. Estaba divagando, palpaba detrás de mi cabeza con la yema de los dedos al tiempo que con una expresión que detonaba confusión miraba todo a mi al rededor como si buscara algo que prendiera mis recuerdos, en sí nada de lo que aquí había me sonaba ni tenía nada que recordara de mi pasado, pero este tipo de destrucción me sonaba...quizás provoqué algo así en mis inicios cuando descubrí el Cosmos. -Si mejor, así podemos pasar algo de tiempo juntos, además, me desagrada la forma con la que ese Santo de plata te mira.

Si el tenía problemas con lo de haber sido convertido en espectro y vivir con la culpa de la destrucción que causó y a los posibles inocentes a los que pudo herir, yo por mi lado, tenía que lidiar con una amnesia que se remonta a mi niñez, solo imágenes difusas y un dolor detrás de la cabeza de un golpe que me di que fue el detonante de que olvidara todo, no es como si me preocupase alguna vez de intentar recobrar la memora pero admito que en ocasiones me ha picado la curiosidad por descubrir mi pasado, pues mi memoria solo alcanzaba hasta la vez que fui a ejercer mi entrenamiento para controlar el Cosmos y cómo conseguí mi armadura, incluso me llegaba a preguntar si tenía familia o no. -Uno de esto días tendré que inventarme algún truco para recobrar la memoria, quizás mis recuerdos me den una idea de como dominar el mundo...o porqué quiero hacerlo.

-En primer lugar no soy un niño. ¿Incluso él me llamaría de ese modo? Je, parece que no me iba a librar de ese estigma ni siquiera con la persona que iba a ser mi protector a demás de mi pareja pero...supongo que a él podría pasárselo, otros usaban esa palabra para referirse a mí como un modo para burlarse, con tono jocoso y con ganas de tocar la moral, pero probablemente él era diferente y no había maldad, hasta podría perdonarlo atribuyéndolo a una forma cariñosa de referirse a mí. -Uhm...el Río Estigia...podría probar, no tengo nada que perder. No solía encontrarme con soluciones a mi amnesia todos los días, lo más que solían decirme era que no me torturara pensando en el pasado y que mirara hacia adelante, otros por otro lado me ofrecían la alternativa de ponerme en manos de un psicólogo o hipnotizador para indagar en mi psique en busca de respuestas pero ¿Confiar mi mente a un desconocido? ¡Jamás! Pero da igual, la opción que me proponía Sean tampoco era muy fiable teniendo en cuenta que se trataba de una leyenda y que nunca puse un pie en el inframundo, no por prudencia, sino por petición de otros santos de oro que argumentaban la alta peligrosidad del lugar con pelos y señales.

-No es prioritario mis recuerdos, tan solo tengo curiosidad por mi pasado, igualmente, no estoy seguro que vaya a gustarme lo que pudiera descubrir. Las posibilidades eran muchas: podría haber sido un simple lugareño en una aldea que fue destruida por un poder mayor, por bárbaros o las mismas fuerzas de Hades, otro escenario era la destrucción de mi hogar y demás personas por un desequilibrio de mi poder al despertar el Cosmos, por supuesto no descartaba tampoco que siendo apenas un niño de tres o cinco años sucediera un incidente cliché como que caí de un acantilado y milagrosamente sobreviví por activar el Cosmos de forma inconsciente y la amnesia sería una secuela de la caída. Demasiados escenarios y pocas pruebas para sostener esas suposiciones. Miré por un momento a Sean y luego miré mi mano diestra, cerrando la mano y abriéndola. -Tengo suficiente poder como para convertir una ciudad en un cráter ardiendo, puedo incluso privar a un ser vivo de sus cinco sentidos antes de matarlo, sanar heridas es como respirar para mí, pero aún con este poder no soy capaz de arrojar luz sobre mi pasado. me reí por no llorar, soltando un "je" burlón hacia mi misma persona. -A veces no sé si sentirme poderoso o inútil, una vez hasta pensé que me sería más sencillo vender mi alma por recobrar mi pasado, después de todo tampoco es como si mi vida fuera valiosa o algo así.