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Mensaje por Invitado Sáb Sep 10, 2016 6:25 pm

Su corazón parecía estallar, le había asignado una misión, a ella, él a ella. Suspiró. El venerado señor Hades, el hombre al que seguiría con los ojos vendados, aquel por el que moriría una y mil veces... Había confiado en ella para encomendarle una importante misión y eso la llenaba de orgullo. Aunque debía admitir que había un pequeñito detalle que no le gustaba, que de hecho le daba celos; también le había pedido a la bicharraca babosa participar de esa misión, ¿cómo podía confiar en una cosa tan asquerosa?, se preguntaba sin poder evitar poner una expresión de asco mientras se maquillaba cuidadosamente (debía lucir hermosa si iba a tener que usar su masculina armadura). Ya con las pestañas crespas y la boca en un sensual tono guinda seca, salió de su vivienda rumbo al punto de encuentro. Iba atrasada, pero no importaba, una dama siempre debía llegar un poco tarde, además, según había oído, un hombre estaría también en la misión, uno de los vasallos de Perséfone, entonces lo "correcto" era que este llegase primero.

Quizás fue por lo maravillada que estaba de haber sido elegida para tal misión, pero no pensó demasiado en lo que realmente le esperaba en aquel lugar. Había quienes lo describían como un río de lágrimas, otros como la perdición misma donde, si eras forastero y no portabas una armadura de Athena, verías cosas realmente espantosas... Te enfrentarías a tu propia realidad, y eso era algo que ella hubiera preferido evitar a toda costa.
No fue hasta que, moviéndose sigilosamente entre las sombras, tras horas de viaje, divisó el lugar donde sería el encuentro.

-... El Río Styx... -Susurró para sí misma, quedándose quieta por algunos segundos mientras a su mente llegaba toda la información que conocía a base de relatos de compañeros y enemigos respecto a ese lugar. -No es un buen lugar...

¿Qué debían hacer ahí? Simple, o al menos así se había escuchado en un principio. Debían buscar, ya fuera en el mismo río o entre los árboles, fango, arbustos o donde fuera, un tenedor... ¿Para qué quería un tenedor mugroso el grandioso señor Hades, lo desconocía, pero si él requería de dicho utensilio, ella se lo llevaría. Y sería ella, no los otros babosos.
Caminó un poco más, buscando a sus compañeros de misión. La verdad, jamás había tenido mucha relación con ellos, los conocía de vista, especialmente a la gelatina andante -que tanto asco y miedo le daba-, porque era imposible no recordarla.
Debió suponer que había algo extraño cuando, tras al menos quince minutos de caminar, aún no llegaba al árbol de flores rojas, el que era el punto de encuentro. Había estado caminando en círculos, cualquiera que aun no hubiera caído en las ilusiones de aquel lugar probablemente podría haberla visto ir y venir sin sentido alguno, con expresión de fastidio y desconcierto. ¿Qué haría ahora? ¿De verdad se había perdido?, eran preguntas que rondaban en su cabeza confundida, incapaz de ver lo que realmente había ante sus ojos.

-¡Lagertha! -Comenzó a gritar, llamando a sus compañeros -¡Sean! -Suspiró, emitiendo un ruidito que hubiera sido realmente tierno de haber tenido la voz dulce con la que soñaba -¡Estoy perdida! -Chilló, moviendo los brazos mientras daba saltos con su alta figura, esperando que alguien lograra encontrarla. Lamentablemente, aquello solo dependía de si Lagertha y Sean se habían preparado un poco mejor que ella y no habían cometido el grave error de caer en una ilusión desde el comienzo...
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Mensaje por Sean Austerlitz Mar Sep 13, 2016 6:33 pm

El rió Styx era uno de esos sitios que siempre le recordaban su corto periodo como caballero de Athena, antes de ser consumido por el pecado de la Lujuria, cuando peleaba por causas nobles. En realidad no había sido él sino su contraparte humana la que había vivido eso, pero Lujuria recordaba perfectamente como si hubiese sido un espectador del entrenamiento brutal al que fue sometido el cuerpo que ahora utilizaba para cumplir su misión de proteger a Perséfone, y por tanto recordaba esas experiencias como propias, algo que era realmente molesto ya que también podía recordar las caras de los santos que Sean conoció durante su estancia ahí.

Lujuria se desplazaba saltando de un árbol a otro, aterrizando en las ramas más altas, inspeccionando el bosque en busca de sus compañeros. Encontró a Arpía cuando vio las alas oscuras de su surplice sobresalir entre el color verde que predominaba en el bosque. Apareció ante ella vistiendo su propia armadura, la cual lo distinguía de los espectros comunes. Arrojó una rama seca que encontró en el suelo a la cabeza de Arpía para asegurarse de que no era un espejismo –Tenía que comprobar que no eras una visión causada por el bosque, lo siento. No debiste adelantarte… Styx por sí sólo es peligroso. La barrera que lo rodea está diseñada para confundir y desorientar. Si tienes prisa por llegar, el camino será más sinuoso- el joven no estaba utilizando su casco, por lo que su rostro era visible por completo. Su cabello oscuro contrastaba con el color pálido de su piel, y sus ojos ambarinos repasaban la apariencia del espectro que tenía frente a él. Algo no le parecía correcto.

-¿Sabías que aunque logres sortear los obstáculos del bosque, la barrera no revelará el campamento de los santos ante los ojos de los que tienen malas intenciones?- le preguntó mientras acariciaba los pétalos de una flor que se alzaba solitaria en esa parte del bosque donde sólo había árboles y césped.
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Un río de ilusiones. Misión Lagertha, Sean Austerlitz y Tara. Empty Re: Un río de ilusiones. Misión Lagertha, Sean Austerlitz y Tara.

Mensaje por Invitado Miér Sep 14, 2016 8:04 pm

La misión era simple: debían de trabajar en conjunto los espectros de la Harpía, Papillon y el representante de la lujuria. Entre los tres tenían que conseguir un tenedor que había sido perdido y cuyo valor era desconocido para los emisarios. Aquello sonaba sencillo, pero si algo era bien sabido era que en cuestiones de dioses era mejor no tomarse las cosas a la ligera. ¿Un simple tenedor?  Sonaba demasiado básico, sin embargo, hasta los objetos más inverosímiles podían convertirse en peligrosas armas si contenían, aunque fuera, un ínfimo fragmento del cosmos divino de cualquiera de los dos señores. Aquel utensilio debía de tener gran importancia ya que no era común que una misión involucrara la alianza entre un espectro de Perséfone y un espectro de Hades.

Lagertha jamás había tenido que trabajar con Tara pero sabía a ciencia cierta que esta sentía un profundo desagrado por su persona. Aquello se debía en gran parte a su repulsivo físico que causaba cierto asco en casi todos los espectros pero solo generaba auténtico desdén en unos cuantos, Tara era la primera en dicha lista y sin duda alguna era quien más la rechazaba. Aquello sería una molestia. Aunado a ello, el espectro de Perséfone asignado a la misión era aquel que representaba la lujuria por lo cual invariablemente se iba a fijar en el físico de sus acompañantes. Sonaba a que ir en su forma verdadera era lo más práctico pero la tentación de molestar a ambos compañeros al final pudo más que su sentido de practicidad. Y fue así, llena de confianza y seguridad en sí misma, como se dirigió hacia el sitio de la misión luciendo su forma de insecto. ¿Por qué no iba en su forma de larva? Por la velocidad de movimiento. Si bien no era del todo lenta, su forma más acostumbrada le restaba una cantidad de velocidad considerable que sin lugar a dudas iba a ocupar al tratarse de una misión de búsqueda. La idea de recorrer largas distancias durante muchas horas arrastrándose por el suelo no le pareció atractiva y si bien en su forma final era muchísimo más rápida que en su forma de escarabajo, no quería desperdiciar la oportunidad de incomodar a espectros de dos bandos distintos.

Con esas ideas flotando en su cabeza se encaminó sonriente hacia el río. Y es que su monstruosa faz era capaz de esgrimir una de las más espeluznantes y macabras sonrisas posibles. Sus múltiples hileras de dientes le otorgaban a su sonrisa un aire monstruoso y temible ya que parecía un depredador preparándose para devorar a una inocente presa. Sus diminutas patitas apenas hacían ruido mientras los arbustos se agitaban ante su paso esquivando las miradas de los transeúntes a quienes ocasionalmente asustaba por pura diversión. Sus fríos e inexpresivos ojos estaban dirigidos hacia el sitio de destino cuando algo alertó sus sentidos.

En su mente era capaz de captar toda clase de alertas psíquicas gracias a su poderosa telequinesis y llamó su atención el nerviosismo que su compañera sentía mientras gritaba su nombre y el del espectro que tenía que acompañarlas. Aquello le pareció divertido a Lagertha quien bien pudiendo ir en su auxilio permaneció en su lugar observando mentalmente desde una distancia considerable como corrían los minutos sin que Tara diera con su destino sumiéndose en una desesperación que iba creciendo de manera gradual de manera proporcional al deleite que su exasperación generaba en la perversa espectro de Papillon. Aquello le divertía y no pensaba terminar su diversión hasta que fuera necesario intervenir. Sabía de sobra que aquel lugar era capaz de atrapar a los intrusos en una gran cantidad de terribles ilusiones difíciles de romper sin embargo la capacidad telequinética de Lagertha le otorgaba una resistencia natural a las mismas que pocos guerreros poseían. – Kekekeke…- comenzó a reír mientras miraba la ridícula figura de su compañera dando saltos mientras agitaba los brazos buscando dar con el lugar de encuentro sin obtener resultados positivos.

Entonces sucedió algo verdaderamente hilarante, de entre las alturas apareció la figura del espectro de Perséfone quien en lugar de ofrecerle consuelo le tiró una rama a la cabeza de la chica. Aquello logró arrancarle lágrimas de sus enormes ojos mientras se partía de la risa convulsionándose su exoesqueleto entero mientras pataleaba el suelo moviendo la cola de manera enérgica. Su risa fue mitigando poco a poco mientras avanzó hacia el par ante quienes se presentó saliendo de entre los arbustos finalizando su risa que emergía con una voz gutural y masculina que solía causar confusiones. Su timbre de voz tanto en su forma de larva como en la forma de insecto era todo menos femenina y poseía más bien un tono ronco y grave que hacía pensar en un hombre de considerables proporciones. – Pareces saber bastante del lugar, espectro de la lujuria. – Comentó a modo de presentación mientras miraba por vez primera de cerca al espectro de la Harpía. Siempre le había parecido una mujer interesante y si no fuera porque recién la había visto hacer el ridículo se atrevería a decir que le parecía atractiva. Por otro lado, el espectro de Perséfone a primera vista lucía como un buen prospecto para tener una noche de pasión. Mirándolo acariciar los pétalos de la flor se preguntó si su tacto sería gentil o si sería una fiera en la cama. ¿Acaso el espectro de la lujuria no tendría que ser un ardiente y fogoso amante? Sumida en esos pensamientos se acercó a ambos espectros aprovechando la calma del momento para apreciar sus características con mayor detenimiento. No esperaba un buen recibimiento de su parte así que se esperó lo peor por parte de ambos.
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Mensaje por Invitado Miér Sep 21, 2016 8:53 pm

Al borde de la desesperación, como una doncella en apuros y casi olvidando por un momento quién era y la armadura que portaba, Tara había esperado que un príncipe azul la rescatase. Sin embargo, si bien el galán llegó, el modo de sacarla de aprietos no era en absoluto lo que había estado esperando. Salido de la nada, algo golpeó su cabeza, ocasionando un sonido hueco al dar con parte del metal que la cubría... Aquello la sacó de inmediato de la ilusión en la que se encontraba atrapada segundos atrás.

-¡¿Pero qué...?! -Exclamó ofendida al notar que alguien le había lanzado una rama. Sus ojos se posaron con expresión reprochadora en el rostro del sujeto que la había "atacado", sin embargo, no salieron más palabras de reclamo de sus labios; él era atractivo. Había cierto toque seductor en la forma en que hablaba y en cómo jugueteaba con los pétalos de una flor, o al menos así le parecía a Tara. -Tú eres... el siervo de Perséfone. -Se aclaró la garganta, dispuesta a agradecerle el haberla "salvado", pasando por alto que segundos atrás se había sentido agredida por él, más su voz no llegó a expresar aquello, lanzando en vez un chillido exagerado. -¡¿Qué es esa cosa?!

No se había dado cuenta, pero de un salto ya estaba junto a Lujuria, aferrándole un brazo mientras veía con horror a la criatura que se reía de ella. Un insecto... odiaba los insectos. Le tomó un tiempo darse cuenta de que se trataba de Lagertha, dado que jamás la había visto con esa forma, ella siempre iba como una masa viscosa y asquerosa, por lo que ese cuerpo le resultaba desconocido, incluso llegó a pensar que se trataba de otro efecto ilusorio del río, algo salido de sus pesadillas. Dio un paso hacia atrás al notar que los ojos del insecto estaban puestos en ella, ¿por qué tenía que mirarla, no le bastaba con el susto que ya le había dado?

-Por favor... mantente lejos de mi, está bien que vayamos los tres juntos pero... a una distancia prudente. -Intentó no ser demasiado dura en sus palabras, haciendo uso de toda la poca temple que le quedaba, sintiendo su labio inferior temblar al hablar. -No me gustan los bichos. -Aclaró. Se giró dándole la espalda para no verla, se aclaró la garganta y mencionó algo que Papillon había dicho hace poco. -Es cierto lo que el monstruo dice, pareces saber mucho sobre este lugar... -Habló, mirando a Lujuria. -¿Podrías explicarme a qué te refieres con el campamento de los santos no será revelado a quienes tienen malas intenciones?

Comenzó a andar a paso lento, sin soltar el brazo de Lujuria, como intentando asegurarse de que este no se apartaría de su lado. Aunque no fueran la mejor compañía que ella hubiera querido para la misión, tenía que admitir que se sentía más segura al lado de ellos que estando sola. El espectro de Perséfone le entregaba la seguridad masculina que necesitaba y el bicho... bueno, Lagertha podría espantar a cualquier con ese aspecto, sin duda.
El sonido del río se hizo más presente en sus oídos, generando una melodía arrulladora, y el bosque tomó matices rosas que la hacían querer recostarse en un campo de flores a dormir. Sacudió la cabeza, consciente esta vez de que estaba a punto de ser presa una vez más de los efectos de aquel misterioso lugar. Si no se concentraba seguramente estaría haciendo el ridículo todo el tiempo, y no podía permitirse eso, debía demostrar su fidelidad a Hades sobresaliendo en la misión y entregándole con sus propias manos el objeto que le habían solicitado.
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Mensaje por Sean Austerlitz Vie Sep 23, 2016 1:34 am

Abrió los ojos con algo de sorpresa cuando un insecto enorme se acercó. No estaba asustado, solamente sorprendido por el tamaño descomunal que tenía. No recordaba que en Styx hubiese insectos tan grandes. No se inmutó cuando el espectro de la arpía lo tomó por el brazo, como si no le incomodara que invadieran su espacio personal. Cuando la criatura habló y se refirió a él como Lujuria supo que se trataba del tercer individuo que los acompañaría durante la misión. -¿Te parece practico usar esa apariencia? Me da la impresión de que no eres muy rápido.- le preguntó sin manifestar emoción alguna en su voz, haciendo la pregunta en un tono que reflejaba neutralidad. Si los caballeros de Athena estaban ocultos por ahí era arriesgado utilizar una apariencia que a los ojos de Lujuria parecía lenta. Pasó de ese detalle y recuperó el hilo de la conversación, deteniéndose un momento para explicarles los detalles del terreno.

-Conozco este río, es por eso que Hades me ha enviado a esta misión en particular- sonrió, dirigiendo su mirada al insecto de voz grave.- Este cuerpo solía pertenecer a un santo de Athena- se soltó del agarre de arpía con gentileza y llevó las manos a su propio pecho, respirando profundamente.-Hasta que yo me adueñé de él, y soy muy feliz con esta adquisición- sonrió ladinamente, pensando en todas las cosas que quería hacer con ese cuerpo joven y deseable. Se tranquilizó, recordando que en ese momento estaba en medio de una misión y que no podía perderse en fantasías. Ya tendría tiempo de divagar cuando regresara a los dominios de Perséfone en el Inframundo.

-¿No te gustan los insectos? Pero estamos en un bosque... Retomando el tema inicial, el río Styx está protegido por una barrera que genera ilusiones. Está diseñada para alejar a los humanos curiosos y a los enemigos del santuario- el espectro se arrodilló, presionando su mano contra la tierra y cerrando sus ojos, sintiendo el “pulso” del bosque, percibiendo que éste se encontraba tranquilo. Quizá era un espectro, pero en el pasado fue un guerrero de las flores y todavía conservaba parte de esa esencia que lo vinculaba con la vida vegetal;  el don heredado por la hija de Deméter era algo que estaba unido a su naturaleza sin importar el bando en el que jugaba ahora.-Si superas el obstáculo de las ilusiones el siguiente problema es su sistema de defensa, que consiste en ocultar el campamento bajo un velo protector. Creo que me he expresado mal: quise decir que el bosque se defiende cuando se siente amenazado o en peligro - el joven se puso de pie, sacudiendo la tierra de sus piernas.-Mientras mantengamos un bajo perfil y no actuemos con violencia el bosque no tiene motivos para no dejarnos entrar- el joven se cruzó de brazos, observando a sus compañeros con una mirada afable antes de continuar avanzando.
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Mensaje por Invitado Sáb Sep 24, 2016 7:53 pm

Escuchó atenta a ambos interlocutores ignorando por completo los adjetivos usados para referirse a ella. Llevaba tanto tiempo usando sus varios aspectos que las palabras “cosa”, “bicho”, “monstruo” y especialmente “insecto” lejos de afectarle le resultaban cómicos. Una de las ventajas de usar dicha forma era que podía mantener alejados a todos evitando así incómodos intentos de cercanía a su persona y es que la intimidad le causaba la misma repulsión que la espectro de la Harpía parecía tener hacia su físico del momento. Al escuchar que deseaba una distancia prudente pasó a caminar con mayor velocidad para posicionarse a un costado del espectro de la lujuria en el extremo opuesto hacia el cual se encontraba Tara para evitar absurdos chillidos de la más ridícula del grupo. Si bien esa era parte de su intención la otra era poder apreciar con mayor cercanía el físico del servidor de Perséfone que poseía en efecto una singular belleza que Lagertha encontró de lo más atractiva.

Entonces escuchó su pregunta ante la cual ladeó su horrible figura elevando varias de sus patitas algunos centímetros del suelo para mostrar cierta rapidez. Su voz volvió a resaltar puesto que era por mucho la más grave y áspera de las tres. – Nuestra misión consiste en buscar un objeto pequeño así que la velocidad no es nuestra prioridad. Aparte, creo que la celeridad que poseo en esta forma es más que suficiente. – Su tono era neutro y su hocico causaba tal eco que imposibilitaba el distinguir si lo decía de manera sincera y tranquila o si estaba de mal humor. En esa forma era demasiado difícil diferenciar su connotación con solo escucharla.

La noticia de que el cuerpo solía ser de un santo la sorprendió ya que conocía muy poco sobre los espectros de Perséfone. Era la primera vez que escuchaba sobre su capacidad de poseer otros cuerpos, cualidad que podía ser exclusiva del heraldo de la lujuria o bien podría ser una habilidad que tenían en común los demás. Imposible saberlo y le pareció mala idea preguntar por lo que la duda quedó flotando en su cabeza. Evitando darle mayor importancia al hecho desvió su mirar hacia el bosque que recorrió con sus enormes y brillantes ojos analizando el terreno mientras escuchaba lo que el espectro de Perséfone sabía del sitio. Las ilusiones no eran un problema para Lagertha quien poseía la telequinesis a su favor sin embargo podría causarle problemas a los otros dos. Entonces escuchó el resto de la explicación del chico y aquello la tranquilizó. – Bueno, pues nuestras intenciones distan mucho de ser violentas. Espero que el bosque no se muestre aprensivo con un trío de espectros que solo buscan una simple cuchara. –

Y tras comentar aquello pasó a correr por el suelo en círculos mostrando cierta impaciencia mientras intentaba orientarse recordando entonces que uno de los tres tenía conocimientos geográficos del río. - ¿Entonces puedo asumir que vas a guiarnos a través de este peligroso lugar? – Abrió sus fauces y extendió algunos colmillos hacia afuera mostrando cierto entusiasmo con dicha acción aprovechando de paso para intimidar o asquear a Tara de ser posible. Aquello le divertía. Mientras decía aquellas palabras pasó a activar su poder mental para convertirse en una especie de radar capaz de detectar cualquier ser humano en los alrededores. No sentía que corrían peligro alguno pero lo mejor era ser precavidos y Lagertha al tener el rango más bajo ocupaba su astucia para compensar su falta de poder. Nadie podría acercarse a ellos sin que ella los descubriera antes y aquello suponía una ventaja a favor de los emisarios del inframundo. Ahora que los tres se habían reunido era tiempo de iniciar la misión formalmente.
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Mensaje por Invitado Mar Sep 27, 2016 6:57 pm

No pudo más que encogerse de hombros ante el comentario de Lujuria respecto a su desagrado por los insectos; era verdad, le desagradaban y aquel no era el mejor sitio para ella, puesto que estaba infestado de ellos de seguro... sin contar a su compañera-insecto. Pero lo mucho que idolatraba a Hades podía más.

"¿Un Santo?", pensó, sin poder evitar el asombro en su rostro. Se sentía intrigada y, por qué no decirlo, un poco desconfiada, pero si su señor había considerado que él era apto para la misión, entonces no le quedaba más que dejar de lado sus prejuicios. Emprendió marcha con mayor celeridad cuando el bicharraco mostró sus repulsivos colmillos, quería alejarse de ella, la sola idea de que pudiera tocarla le ponía los pelos de punta, además ahora debía estar más concentrada que nunca, había caído en la ilusión de aquel río desde un comienzo, lo cual era bastante patético...

-Un velo protector... -Comenzó a decir, mientras levantaba una pierna con facilidad, evitando una gran raíz musgosa que sobresalía de la blanda tierra húmeda. -¿Cómo se supone que lograremos encontrar el campamento? -Tenía los ojos bien abiertos y los sentidos alerta, cualquier luz y aroma le llamaban la atención, pero hasta ahora no lograba divisar nada más que árboles, lianas colgando de las ramas y uno que otro pájaro.

De tanto en tanto miraba a Lujuria de reojo, como esperando que le diera alguna pista de hacia donde ir, o para saber si él era capaz de ver el campamento. No conocía mucho a Lagertha, pero sabía algo sobre sus habilidades, sin embargo, el temor que sentía hacia su figura le impedían girar el rostro hacia ella para notar si había hallado algo. Suspiró. Pensaba que habían caminado mucho ya, aunque no estaba del todo segura -podrían haber pasado solo algunos minutos-, pero el hecho de no ver más que vegetación y agua la estaban desesperando; una dama odiaba esperar.

-Juro que si me salen callos en los pies voy a-- -No terminó de hablar. De un segundo a otro el suelo se la había tragado. La tierra había cedido bajo sus pies, o eso parecía a simple vista, y donde Tara había estado parada ahora se podía ver un profundo agujero y total oscuridad hacia abajo.

Abrió los ojos lentamente, con el ceño fruncido, no había sido consciente de su actuar, pero al parecer mientras caía había logrado aferrarse a una raíz gruesa que colgaba y ahora su cuerpo se balanceaba de un lado a otro mientras su diestra aferraba con fuerza la raíz, negándose a caer. ¿Dónde estaba? No podía ver nada, todo era oscuridad. Alzó el rostro, viendo hacia arriba; un punto de luz del tamaño de un alfiler le indicó lo alta que estaba la salida. -¡Estoy bien! -Gritó, mientras llevaba la mano izquierda a la raíz y comenzaba a subir. No sabía si sus compañeros la habían oído o no, pero mientras pudiera trepar y regresar con ellos, lo demás no importaba. Pero... ¿acaso no llevaba ya un buen rato trepando? Y la luz continuaba viéndose igual de pequeña que antes...

Durante aproximadamente diez minutos había maldecido sin parar, chillado a todo pulmón y trepado lo más aprisa que podía. Todo eso, sin éxito. Se sentía sola una vez más, sumida en la nada, con la mísera esperanza sobre su cabeza donde una efímera luz le indicaba que existía una salida a esa oscuridad. Comenzó a recordar muchas cosas, cosas que creía olvidadas, cosas sin sentido, imágenes y sonidos vagos que se le iban a cabeza. Hasta que finalmente una idea se apoderó de su mente: Suéltate. Se resistió a su propio pensamiento. Suéltate. Dudó de nuevo... Suéltate. Entonces pensó que quizás estaba siendo presa de algún tipo de ilusión o sistema de defensa del Río, tal vez si se soltaba lograra salir de ahí o incluso ver el campamento... No lo podía saber pero... Suéltate... Tenía que hacerle caso a su cabeza, así que se soltó, entregándose al vacío absoluto y a la incertidumbre total.
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Mensaje por Sean Austerlitz Dom Oct 02, 2016 1:23 pm

-Asumes bien. Pero no se confundan, cada uno cuida su propia espalda. Los ayudaré, pero si me estorban no voy a retroceder para brindarles la mano, ¿entendido?-

Creía que la misión no tendría dificultades. No tenía la obligación de cuidar de los espectros de Hades. No los traicionaría ya que eso no estaba en su naturaleza. El fastidioso código moral de Sean continuaba adherido a él a pesar de que Austerlitz ya no era el propietario. Al ver los árboles de Styx le venían a la mente los entrenamientos que llevó a cabo ahí. Recordaba las expresiones tontas de los santos de bronce, que parecían estar orgullosos por el simple hecho de portar una armadura de bajo rango. Le costaba trabajo creer que Sean los hubiese considerado sus amigos y que haya creído toda su palabrería sobre la justicia y la preservación de su amada diosa.

De pronto sintió que la atmósfera del bosque estaba cambiando. La humedad del ambiente se marchaba para ser sustituida por un suave aroma matinal. El sol filtrándose a través de las hojas de los árboles le daba al bosque un toque de encanto propio de un cuento de hadas. Sean se percató de que sus compañeros habían desaparecido e inmediatamente supo que se encontraba en una de las ilusiones del río Styx.-¿Cómo fue que no lo vi venir?- pregunté como si hablara con los espíritus de ese bosque, mostrando una sonrisa juguetona. A veces las visiones que mostraba Styx tenían un significado, como los miedos de la persona que caía en la trampa.

Continuó avanzando por aquel sendero, notando que cada vez había más flores y menos árboles, como si estuviera entrando en un prado.  Se ocultó detrás de un árbol cuando vio que más adelante se encontraba un grupo de caballeros portando armaduras de bronce, y no se trataba de unos desconocidos; esos caballeros eran los mismos que lo recibieron la primera vez que llegó a Styx. Parecían encontrarse tan felices.-¿Intentas decirme que yo no soy feliz ahora? Prueba con otra cosa- retó al bosque en silencio mientras espiaba la progresión de la ilusión. Ellos no estaban enterados de su presencia y actuaban como si estuviesen en un entrenamiento privado.

-Lo admito, creo que echo de menos sus amistades. No eran los sujetos más inteligentes, pero al menos me hacían reír con sus estupideces- cerró sus ojos y tras decir eso se encontró en el mismo punto de antes, en medio del bosque a un lado de Lagertha y Tara, como si hubiese estado soñando despierto.-Si continuamos de esta manera nunca vamos a avanzar. Nuestra prioridad es continuar caminando junto al río, es el camino para llegar al campamento de Athena sin perderse, así es como lo encontraremos- Sean  continuó avanzando cerca del rio, reconociendo el paisaje.-Llegaremos pronto. No se distraigan sin importar lo que el río les muestre- ordenó.
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