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La casualidad a veces gobierna sobre el destino | Alex Benedetto

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La casualidad a veces gobierna sobre el destino | Alex Benedetto Empty La casualidad a veces gobierna sobre el destino | Alex Benedetto

Mensaje por Invitado Miér Ago 03, 2016 4:52 pm

La ciudad estaba tan fría como siempre, siendo que tenía que usar una chaqueta larga para cubrir mi ropa. Arreglaba mi cabello, observandome en la vidriera de una tienda cercana. ¿Cuando el mundo había avanzado tanto? A menudo, olvidaba que estabamos en una epoca diferente, que algunas cosas eran "normales". La brecha que separaba el mundo de los hombres comunes, de nosotros, los caballeros, parecía extenderse más y más. Todo parecía estar dominado por la tecnología, a veces recuerdo lo sencillo que son mis aposentos en la Casa de Capricornio y sonrió, imaginando que existen personas más sencillas que disfrutan de más lujos que el servidor de una diosa. Supongo que la humildad era una parte del trabajo, creo que alguien abusando de sus poderes simplemente complicaría la existencia de todos. Se sentía bien poder disfrutar del mundo por el cual tan arduamente entrenaba y luchaba, era una recompensa merecida. Caminaba con calma a través de las calles, siendo que las personas en algunas ocasiones me observaban extrañados, puede que por mi apariencia.

¿Era tan raro observar a un hombre de piel morena y cabello castaño? No, puede que no fuera eso... Al llegar frente a una tienda, observe a una chica pequeña que salía de la misma con una mujer. La muchacha, instintivamente se oculto detrás de su madre, observándome con una sensación de temor. ¿A que se debía eso? Baje la mirada, tratando de comprender porque reaccionaba a mi presencia de esa forma, siendo que su madre alzó la voz para dirigirme la palabra. - Disculpe... ¿Necesita algo? Esta asustando a mi hija. - Levante las manos en señal de disculpa, indicándole que podía seguir su camino. No entendía porque le asustaba... Yo era un chico bueno, uno de los que se supone protegía a los inocentes del mal. ¿Acaso a otros caballeros les pasaría esto? Bueno, Mascara Sangrienta seguro le iría igual de mal que a mi... Y por alguna razón, solo podía sentirme un poco molesto imaginando lo amable que sería Alexey.

Me coloque en la fila para comprar algo de café, quizás un trago me haría despejar mi mente y relajarme, que se supone para esto había abandonado temporalmente el santuario. Finalmente, acá pude notar cual era el problema. Mi altura y mi porte, al menos era el sujeto más alto además de que mi cuerpo era prueba de mi entrenamiento. Quizás hasta me confundían con alguna especie de criminal o matón... Vaya, creo que no podía imaginar algo más irónico que esto. El Caballero de Armadura Dorada, confundido como un criminal cualquiera. Comencé a reír en voz baja mientras llegaba al mostrador colocando el dinero y llevándome mi bebida. Las puertas sonaron con fuerza, mientras un hombre encapuchado entraba apuntando a todos con un arma de fuego. - ¡Todo el mundo quédese en el suelo! - No había de terminado de decir aquellas palabras, cuando mi mano izquierda ya sostenía el cañón de su arma.

Mi mano apretó con fuerza el metal de aquel instrumento de muerte hasta que quedo irreconocible, doblándose de manera innatural y quitandole todo propósito original. Mi entrenamiento para dominar Excalibur exigía tener una fortaleza en mis brazos anormal, siendo que podría recurrir a mi cosmos para maximizar dicha capacidad a extremos inimaginables. - Tienes 3 segundos para irte de aquí. - El hombre desgraciadamente no tomo el consejo, intentando desenfundar un cuchillo de su pantalón. Bastó un pequeño empujón para que atravesara de forma violenta las puertas por las que entro cayendo inconsciente del otro lado. Camine hasta una papelera, dejando caer la pistola en la misma, para seguir mi camino antes de que los testigos comenzarán a acosarme. Se supone que era mi día de descanso...
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Mensaje por Invitado Miér Ago 03, 2016 8:02 pm

Hacía frío, bastante frío, pero ya estaba acostumbrada a que el calor abandonara su cuerpo, que situación tan lamentable para alguien que lo había perdido todo y aun así seguía mostrando una cordial sonrisa. Escondida su silueta en una callejuela el vestido blanco corto que se ceñía a su cuerpo era bastante revelador, llamaba automáticamente la atención así que ignorando su desempeño al hundirse a plena vista solamente recargó su hombro sobre el muro con la mirada perdida. Su estómago gruñía, no tenía la más mínima certeza de cuánto tiempo llevaba sin comer, ese sería ya su cuarto día. La silueta femenina resbaló hasta caer arrodillada, su vista se clavó impetuosa en el establecimiento más lejano, el olor a café y pan horneado llenaba sus pulmones activando automáticamente la sensación de clamar por alimentos.

El vaho escapó por sus labios acongojada, la temperatura disminuía y ella poco a poco caería en la inconsciencia. Sosteniendo con su diestra su vientre mordisqueó sus labios conteniendo la sensación de caer en la locura, estaba al borde de colapsar. Llantos y gritos embargaban su psique, asustada la diestra que tenía libre se aferró en su cráneo, pero no era voces que escuchaba para sí misma, era algo más allá, cruzando la acera.

De la vidriera un cuerpo salió volando impactando en la superficie, la fémina observó indiferente la escena por unos momentos, aunque su tranquilidad mermaría al cubrir sus labios atónita viendo la sombra de su esposo fallecido en aquel extraño, la pelinegra emitió un fuerte grito queriendo volver a huir, la dosis que había ingerido debía ser la suficiente para alejar esos amargos recuerdos. – ¡No, no de nuevo, ya vete, ya vete! – En medio de su crisis la silueta de un hombre salía sacudiendo la mano, era diferente, lo percibía como cuando te explican esa física elemental y lo que otros podrían denominar una simple atracción. En un crudo golpe a su pecho fue bajada a la realidad. Aún al otro lado de la acera le contemplaba, solo su curiosidad retomó parte de su fuerza para asomar la nariz en su dirección.
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Mensaje por Invitado Miér Ago 03, 2016 8:29 pm

Mis ojos se abrieron de par en par al observar directo a una chica. Tenía un rostro hermoso, además de ojos azules de un color llamativo. Podía notar un aire extraño a su alrededor, lentamente se transformo de una sensación cálida de calma a una de completo terror mientras intentaba ocultarse en un muro invisible. La calle nos separaba, siendo que había algunos vehiculos cruzando la misma. Por un segundo, el silencio se apodero de mi mente, justo como cuando entrenaba por largas horas. La curiosidad me supero, siendo que comencé a caminar con lentitud hacía ella, pensando en que podría decirle. La mayoría de los autos freno de manera súbita, siendo que ni si quiera espere a que la luz me permitiera cruzar. No tarde demasiado en estar al otro lado, a unos pocos metros de ella. La inspeccione de manera veloz con la vista... Me preocupo un poco lo que veía. Para su altura y aparente edad, su peso no era el indicado, aunque era una mujer atractiva, tenía cierto aire de soledad, como si no tuviese un lugar a donde ir o alguien a quien llamar.

Sostuve con un poco de fuerza la bebida en mi mano derecha, para acercarme comenzando a organizar mis pensamientos para intentar decir algo inteligente. Mi mente navegaba contemplando las diferentes posibilidades de este encuentro, pero aun así decidí hacer lo que me parecía correcto. - ¿Estas bien? Parece que viste algo atemorizador... Perdona si es mi culpa... - Moví mi mano a mi cabeza para acariciar mi cabello mientras me disculpaba, una sonrisa sincera aparecía en mis labios intentando ser lo más fraternal posible. Inhale con fuerza, para después exhalar, tratando de calmarme. - ¿Quieres algo de comer? Estaba de camino a comprar algo, así que puedo invitarte si lo deseas. - Las personas tendían a ser orgullosas cuando se trataba de este tipo de asunto, siendo que no permitirían recibir asistencia de nadie.

Me pare de manera firme, con la espalda recta, intentando adoptar una postura protector que le transmitiera confianza. Era un poco extraño, pero aun con los desconocidos sentía que era mi deber el ayudarles, por más que no fuera mi obligación, no podía sentir más que empatía además de un poco de tristeza. Pero me reservaría mis comentarios a futuro... Esperaría la respuesta de esta muchacha, su apariencia era un poco débil, además de que su piel palidecía. Hacíamos un extraño constaste, siendo que mi tez era más morena producto del sol y del entrenamiento al que me sometí en mi juventud.
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Mensaje por Invitado Miér Ago 03, 2016 8:46 pm

¿Acaso él la había notado?, no era posible. Permanecía en el suelo temerosa pues sus pasos firmes indicaron una sola dirección. Alex paralizada no comprendía porque se dirigía a ella, quizá quería algo que solo ella podía ofrecer y consciente bajo tal credo simplemente permaneció callada sin decir nada más, algo que fuera inconveniente incluso para ese sujeto.

Finalmente, aquel desconocido se situó frente a frente extendiendo su bebida caliente, perpleja no comprendía si era algún tipo de caridad, pero simplemente sacudió la cabeza enmudecida, el vestido blando seguía torneando su figura reveladora por lo que volteando a todas partes deseaba muy ínfimamente que nadie estuviera vigilándola. – Tu… ¿no vienes, por algo más? – La presencia de Alex era conocida por la zona, su reputación era indigna para muchos por lo que debía de vagar varias veces antes de ser atrapada por las autoridades locales, los callejones eran como su segundo hogar. Confundida la invitación que le era ofrecida por comida provocó que su estómago rugiera de inmediato, sonrosada inclinó la cabeza. – Eres amable, pero no es bueno que te vean conmigo. – Su voz era suave, dulce, casi melodiosa, estaba preocupada por el forastero, ¿cómo lo sabía?, los últimos cinco años había llegado a vivir en esa zona que conocía a la perfección la ciudad como la palma de su mano.

Paulatinamente su corazón se vio oprimido por la nobleza del contrario, tenía que ser alguna clase de samaritano o héroe después de ver lo que había hecho contra aquel ladrón, lamentablemente para su fortuna aquel que derribó era uno de la calaña de asociación que la había acogido tras esos años de comerciar con ella. – Debes irte ya, muy lejos. – Pronunciaría nerviosa con la cabeza hacia abajo evitando todo tipo de contacto con el contrario. – Por tu bien, debes marcharte. – Ella era así, se preocupaba por otros, ella estaba al fondo ahogada en su propio fin, pero no permitiría que nadie más saliera envuelto en semejante acto de venganza, aunque él no lo entendiera así.
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Mensaje por Invitado Miér Ago 03, 2016 9:01 pm

Me tomé el atrevimiento de llegar a su altura para colocar en sus manos el café, siendo que después de eso, procedí a levantarla para que se colocara de pie. Obviamente lo hacía por amabilidad, no sería una buena acción si lo hiciera con la completa intención de obtener algún beneficio, eso solo es interés, no es la clase de sentimiento que debe dominar en el corazón de un caballero. Exhale con fuerza, observando como una pequeña estela de vapor escapaba de mi boca, no pensé que me encontraría en una situación inusual como esta. - No importa si me ven contigo, es la menor de mis preocupaciones. - Comente con un completo desinterés, de todas formas, en la ciudad no es que fuera alguien conocido, limitando mis salidas al mínimo. Procedí a quitarme la chaqueta para colocarla sobre los hombros de la muchacha, por la diferencia en la complexión de ambos era fácil colocarla en su lugar, siendo que necesitaría moverse con rudeza para derribarla de sus hombros.

Hecho eso, le tome de la mano para obligarle a que me siguiera. Pensaría que no lo escuche, pero fue obvio que su estomago gruño con la simple mención de alimento. Íbamos caminando por la calle, dirigiéndonos al restaurante que disfrutaba visitar. Mientras íbamos en nuestra ruta, podía sentir la mirada de juicio y otro tipo de comentario de los transeúntes, en su mayoría residentes de esta zona. Era... Irritante... Nadie tenía el poder para juzgar a una persona por su condición de vida o por lo que hubiera hecho, el perdón era algo que debíamos otorgar a quienes lo necesitaban. Al principio, pude tolerarlo, pero al final, simplemente me desagrado tanto que comencé a hacer una pequeña jugarreta. Poco a poco, mi cosmos comenzó a elevarse, siendo que el mismo emanaba un aura de intimidación y poder que hacía que las personas dieran unos pasos hacía atrás antes de tener que enfrentarse a mi.

Una leve sonrisa escapo de mis labios, siendo que la resistencia de la muchacha hacía un poco más divertido el traerla conmigo. ¿Porque tan reacia a disfrutar de algo que necesitaba? Llegamos a la entrada del negocio, siendo que finalmente deje escapar su mano de mi agarre. - ¿Me harías un favor y me acompañarías? - Extendí mi mano para indicarle que cruzara antes que yo, siendo que deseaba ver que tan dispuesta a esta idea se encontraba, después de todo, no es como si hubiese sido traída de manera voluntaria. Era culpable de dejarme llevar, pero que Caballero dejaría a una mujer hambrienta en la calle. Al menos un plato caliente de comida era lo mínimo que podía otorgarle por ahora.
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Mensaje por Invitado Miér Ago 03, 2016 9:23 pm

Después de evadir el contacto con su mirada por ese lapso corto de tiempo sentía una pesadez que la quebrantaba, no obstante, aquel hombre cuya identidad aún le era desconocida se negó a abandonarla. El primer acto que realizó en contra de la voluntad de la chica fue regalarle el café, siguiente levantarla del suelo al igual que colocarle la robusta chaqueta oscura cubrir los hombros de la mujer. Estaba avergonzada, había sido acariciada de tantas maneras que no podría describir más esa la desarmaba completamente. Asustada gimoteó. – ¡Debería importarte! – El vaso de café bailó entre sus dedos, las gotas de cafeína resbalaron del contenedor de plástico quemando sus yemas, sorprendida la punzada la hizo reaccionar.

Arrastrada por la secuencia de los eventos el pelinegro le tomó firmemente de la mano dirigiéndose a la vía pública. Sumiéndose en el terror forcejeó por dar media vuelta y escapar, pero sus pasos marcados por las zapatillas seguían el mismo ritmo de su supuesto benefactor. De inmediato las voces cuchicheaban escandalizadas al notar que la mujer transitaba entre ellos acercándose al desaprobar la acción del forastero. – Suélteme, por favor. – Afligida los dedos de la mujer se enredaron con los del desconocido, sus palabras eran contrarias a sus acciones.

Era terrible, podría lidiar con la mirada de extraños evaluando su cuerpo desnudo, pero jamás podría afrontar esas miradas de desdén, la repulsión misma la intimidaba. Siendo repentino el aura de ese hombre se elevaba dorado, sorprendida por poder visualizar el cosmos a su alrededor para Alex jamás pasaba desapercibido el aura a través de sus ojos, era como si tuviera el don de ver la naturaleza de los demás a través de sus orbes, y en él la energía fluía torrencial, agradable. Tratando de ocultar su agitación tras llegar al restaurant apenas iba a pronunciar palabra cuando alguien más irrumpía. – ¡Usted no puede entrar con esta callejera! – Soltándole de la mano la fémina de orbes celestes solamente sonrió como si el comentario no le hubiera afectado en lo más mínimo. – Se lo advertí. – Dando media vuelta dedicó una última mirada como si se despidiera, aunque solamente quería no olvidar el rostro de esa gentil persona que la sacó de la oscuridad por breves instantes. – Agradezco su generosa intención pero yo ya no pertenezco a esto. – Tenía hermosas facciones, sus ojos y gestos endurecidos no iban para nada con semejante personalidad, no para él.
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Mensaje por Invitado Miér Ago 03, 2016 9:48 pm

El hombre habló con una autoridad que nunca antes vi salir de la boca de otro. Mientras aquella chica se marchaba, simplemente camine hasta encontrarme frente al sujeto que la ofendió de esa manera. Le tome por la camisa para levantarlo del suelo, siendo que sus piernas se movían indefensas ante aquel agarre. Mi ira estaba a flor de piel, siendo que observaba a este regordete bastardo con aun más desprecio que su vista hacia la chica. - No es muy educado llamar a una mujer callejera, amigo. Espero aprendas modales antes de mi próxima visita. - Le arroje al suelo como si me deshiciera de la basura. Decidido a buscar a la muchacha, comencé a correr entre las calles intentando encontrarla. En una oportunidad pase frente a una tienda de alimentos, siendo que con velocidad compre algo de fruta para después ir corriendo con esa bolsa en mis manos. Tardé un poco hasta que finalmente pude dar con ella, no se si era su cansancio o si algo más le preocupaba, pero parecía estar detenida al menos de manera temporal.

Me acerque cauteloso, intentando hacer que no se asustara una vez más, mantenía la calma, pensando en como la abordaría en este momento. Metí mi mano en aquella bolsa para sacar una manzana, le di una mordida, tratando de que el sonido llegara a sus oídos. El eco producido, causo un ruido fuerte, mientras avanzaba con lentitud. - Eres una mujer humana, tienes tanto derecho a esto como lo tenía el dueño de esa tienda como lo tengo yo. - Comente bastante desinteresado al respecto, era alguien que defendía la igualdad de las personas. Todos nacíamos en las mismas condiciones y al morirnos, terminaríamos en las mismas condiciones. Lo único que podía hacernos destacara era si escogíamos el bien o el mal con respecto el modo de orientar nuestras vidas, esperaba que esta muchacha pudiera ver a través de mi que en este mundo aun existían personas capaces de ser gentiles.

Al ir caminando, trataba que la distancia no solo terrenal, sino emocional se fuera cerrando. Esperaba que simplemente aceptara de una vez que podía ayudarla. - Es normal que tengas miedo, te traje algo de comer. Aun quiero compañía. - Comente de manera gentil, siendo que me senté sobre un pedazo de madera que fue desechado por alguien. Apenas podía tolerar mi peso o altura, pero era mejor que esperar de pie. Extendí mi mano izquierda, mostrandole la bolsa llena de fruta fresca que había comprado, esperaba que al menos aceptara comer un poco, siendo que me preocupaba el tiempo que tuviese sin probar un bocado.
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Mensaje por Invitado Miér Ago 03, 2016 10:11 pm

Había emprendido su retorno al único refugio que conocía, esa callejuela, aun escuchaba dentro de su cabeza resonar la palabra ”callejera”, le perturbaba en cierto grado más no era lejana a la realidad que había escogido hasta el último aliento escapar a través de sus labios. Abrazando la chaqueta se percató que no la había devuelto a su dueño, ruborizada tenía el impulso de querer devolvérsela, aunque eso implicaba el tener que volver, y no podía permitírselo. De pie seguía acariciando parte de la solapa, se encogió de hombros no sin antes revisar lado a lado que nadie la observara. Tímidamente hundió su nariz respirando profundamente el aroma, era agradable, olía fresco más no identificaba la razón.

Abruptamente el crujido de la mordida de la manzana la hizo reaccionar, volteó de inmediato descubriendo que se trataba de la misma persona de antes. Observó sus labios, no pudo evitar relamerse al ver el zumo humedecer la boca del forastero. Sacudiendo su cabeza agresivamente se negó a acercarse. – ¿Qué hace aquí? – Tenía que ser un sueño, él insistía y eso la seguía desarmando cada vez. Las palabras rebosaban esperanza, apenas sonreía. – Soy humana, pero todos tenemos un sitio, quizá el mío no es tan bueno como el de los demás, pero es lo único que me queda hasta que muera. – Ambas voluntades luchaban uno con la otra, ninguno retrocedía ante su punto de vista por lo que abriendo sus orbes simplemente emitió una sonrisa que ya había ensayado siempre. – No tengo miedo, y mi compañía solo tiene un precio. – Volteando nuevamente a su alrededor fue ella quien se tomó la libertad de tomarle de la mano para llevarlo a un sitio más lejano, después de todo ya estaba siendo identificada y tenían que trasladarse lo más pronto posible.

Veteando entre pequeños callejones y calles llegaron a un punto de lo más bajo, la sección más pobre. La mujer volvió a empujar al forastero a un rincón antes de estrechar su cuerpo sugerente abrazándolo. – Si desea aún mi compañía debe cubrir una cuota. – Explicando con calma desajustaba el pantalón de ese hombre bajando apenas su cremayera. – Esto es lo que puedo ofrecerle.
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Mensaje por Invitado Miér Ago 03, 2016 10:27 pm

Era una lástima ver a una mujer que se había resignado a ocupar un lugar en la vida que no merece y que no debía de tener. La ciudad siempre ocultaba esta clase de situaciones, historias de la que muchos no llegaban a escuchar. Tristemente, no existía mucho que yo pudiera hacer, más allá de ser un observador. Tomo mi mano comenzando a llevarme entre calles y callejones, hasta alcanzar un lugar que parecía asolado por la miseria y por la pobreza. - De joven, siempre me decían que tenía un lugar que ocupar... Pero nunca me sentí cómodo con ello. Yo decido que hacer con mi vida, no importa lo que el resto quiera imponerme. Tu puedes decidir que hacer a partir de ahora. - Comentaba con bastante calma, además de que mostraba un rostro de sinceridad, sonriendo con delicadeza. No podía mostrarme como el guerrero duro al que estaba acostumbrado a ser, esta mujer, por alguna razón, tocaba mi parte humana. El Sebastian que existía antes de tomar el manto de Caballero Dorado. Era una lastima que no pareciera haber ningún progreso...

En un momento me llevo a un lugar más apartado, no había nadie a la vista, siendo que solo estábamos los dos. Tanto su voz como sus movimientos cambiaron por completo, siendo que frotaba su cuerpo contra mi y pude ver como su mano tomaba mi pantalón. Normalmente, un hombre común cedería no solo al encanto, sino también a la belleza de esta chica. Moví mi mano derecha para tomar la suya, deteniéndola de seguir. - Basta. - Solo dije la palabra una sola vez, siendo que luego de eso tome sus dos manos, apretándolas con un poco de fuerza. Ella también era una luchadora, solo le toco luchar en un lugar diferente que a mi. Puede que yo estuviese excediéndome en mi mente, pero, podía sentir algo especial en ella. Algo que simplemente me atraía para que su vida no fuese desperdiciada en estos sucios callejones olvidados.

Inhale con fuerza, para después de eso proceder a acariciar sus dedos con suavidad, usando un tono de voz bajo y calmado. - Si te diera la oportunidad de salir de las calles. ¿Aceptarías? - La pregunta parecía ser simple, pero en realidad era más complicada que cualquier otra. A veces, las personas que necesitaban ayuda, no querían ser ayudadas, espero que este no fuera el caso. Por que sino, me la llevaría a rastras de vuelta al Santuario, asegurándome de que se recuperara. La vida es un regalo hermoso, uno que no puede ser desperdiciado de esta manera. Imagine que ella no podía hacer otra cosa más que sobrevivir, pero la supervivencia debía dejarse aun lado para que recuperara la vida que le negaron. La que realmente merece. Mi altura me permitía bajar la mirada para observarla calmadamente, moví mi diestra para acariciar su mejilla intentando transmitirle mis buenas intenciones.
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Mensaje por Invitado Jue Ago 04, 2016 1:14 am

Ciertamente su actitud había cambiado, posiblemente en parte para demostrar su verdadera faceta, no era una persona buena, ella era algo más. Cerrando los ojos todo se volvía monótono, rutinario, los labios de la mujer solo rozaron superficiales el cuello del forastero, solo un poco… – Ah. – En un quejido quiso liberarse pero aquel hombre impedía que continuara con su labor, sus orbes se cruzaron, era imposible que alguien se le resistiera por lo que frunciendo el ceño desaprobaba la gentileza que ya la venía torturando desde hace un tiempo. – Esto es lo que soy, y no cambiará. – Acongojada el tacto dócil volvía a ponerla en un visible aprieto, debía alejarse de inmediato de él, sin embargo, una súbita propuesta la arrinconaba ya que ofrecía la esperanza de su libertad.

Zafándose agresiva de su agarre le dio la espalda, no podía tolerar esa oferta, las sombras de los seres que más amaba seguían acosándola, no se permitiría tener esa felicidad, no tenía el derecho de recuperar su vida. – Largo, tiene que irse.. ahora. – Por primera vez su voz endurecía, el interior de Alex se incendiaba como si algo la envolviese llenándola de esa valía por cambiar las cosas. Temblando buscó en su escote esa bolsita de plástico, la dosis estaba pasando tenía que inhalar de esa sustancia fuese lo que fuese. Rasgándola desesperada el contenido se esparció en el suelo. – ¡Maldición, no, no… no esto! – La quemaba viva, sus pérdidas, todo.

Sufriendo una crisis se recostaba en el suelo intentando juntar lo poco de su droga con los dedos, se manchaba, era una imagen que pocos desearían ver. Estaba rompiendo en llanto. – Ya no quiero sentir, por favor… ya.. ya no quiero esta vida.
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