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Mensaje por Invitado Lun Sep 05, 2016 3:10 pm

Se encontraba recostada de costado al grueso tronco de un árbol. Mantenía los ojos cerrados mientras se concentraba en su respiración. Tenía que calmarse o alguien terminaría por encontrarla y en ese estado no era buena idea.

Ya sentía la agitación de la ciudad a lo lejos… aunque aun nadie se había atrevido a averiguar quien era el que ocasionaba tanto caos. Sin querer había originado un sismo relativamente fuerte, y a su paso había derrumbado por lo menos nueve árboles… y aun así seguía sientiendo el cosquilleo en sus puños, las pulsaciones de su cuerpo instándola a desatar más energía… a liberarse de esa ira que la corrompía. –Cuándo acabará… -murmuró con la mandíbula tensa en el momento que su brazo se estrellaba contra la gruesa corteza, atravesando la madera por completo. La pequeña explosión de su cosmos ocasionó una onda expansiva que golpeo un radio de veinte metros a su alrededor. Escuchó el crujido de ramas, el graznido nervioso de aves… y finalmente el árbol precipitándose como peso muerto y estallando contra el suelo.

Se hincó para contraer una explosión más. Sus manos de nudillos sangrantes se aferraron a la tierra, como si así pudiera asegurarse de que no podría moverlas más… -Ira… Soy Ira, Pecado guardián de Lady Perséfone. –Se recordó una vez más, tratando de controlar así su momentánea inestabilidad… pero le estaba costando demasiado. –He vuelto a renacer y mi señora me llama… mis hermanos me llaman… -Notaba su respiración agitada, tanto que le costaba hablar con normalidad.

Hacía tres días tal vez que acababa de despertar… y para el pecado de la Ira no había peor momento. Su alma humana aun se debatía por recuperar lo que en teoría le pertenecía, pero la presencia mitológica era demasiado fuerte y ni si quiera la notaba. Después de todo Estaba mucho más preocupada por acostumbrarse al mundo mortal nuevamente, tarea difícil y para el pecado más violento de los siete… aun más. La Ira existía siempre, estaba dentro de ella en todo momento, era su razón de ser… pero aun así había aprendido a controlarla. Con cada reencarnación sin embargo, debía pasar po ese proceso una vez más, y aquello tomaba tiempo… unas veces más que otras. En esta ocasión sin embargo, ya había sentido el llamado, la presencia de su Reina… así que no podía perder demasiado tiempo más.

Volvió a erguirse, su rostro nuevamente inexpresivo. Dio el primer paso para continuar su camino… cuando un cosmos fuerte y amenazante la hizo ponerse en guardia. Su mirada gélida se clavó entonces en la dirección de la que provenía… sentía su furia comenzando a hervir nuevamente. ¿Quién sería? ¿Habían notado su presencia finalmente? Tal vez no era la mejor idea esperara a que el desconocido la alcanzara… pero si ya la habían ubicado, tampoco tenía mucho sentido tratar de esconderse. Además… con los rastros que dejaba a su paso era más bien imposible.  
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Mensaje por Invitado Lun Sep 05, 2016 7:37 pm

Una vuelta más al mundo humano, un deber más que cumplir, sus misiones simplemente no le permitían alejarse de tan odiado paraje pero no había mucho que hacer, tenía que cumplir con las órdenes de su señor y una de ellas había sido localizar a los errantes sirvientes de Lady Perséfone pues en lo que los demás espectros despertaban éstos seres serían la principal línea de defensa que evitaría que los santos se atrevieran a pisar el inframundo. Para su fortuna sabía que ninguno de esos personajes se atrevería a inmiscuirse con los humanos debido a su naturaleza maligna por lo que debían encontrarse en destinos alejados, las afueras de los poblados eran la mejor opción debido a que al fin y al cabo tras su despertar, los pecados aun tenían cierto recuerdo de su humanidad que debía romperse poco a poco.

- Jhm... el Pecado de la Ira - Susurró el espectro mientras rondaba por el bosque aledaño a la gran ciudad. Su semblante serio intentaba ocultar la frustración de tan aburrida tarea así como la molestia que le ocasionaba el tener que recoger a tan caótico mestizo, pues así era como veía él a esos pecados que tenían solo la mitad de su esencia espectral, y actuar como niñera y guía así como controlar cualquier escorbuto que su despertar pudiese ocasionar. Simplemente le parecía inexplicable que fuese necesaria la presencia de uno de los tres grandes jueces para tan insignificante tarea. Más eso no importaba ya, la llevaría a cabo y lo haría de manera tan contundente que de paso aprovecharía para demostrar la clara superioridad de su papel por encima de aquellos guerreros de la dama del inframundo. No les daría pie a pensar siquiera en usurpar el poder de su señor, aun cuando el amor de su diosa lo impidiera se encargaría de sembrar el terror o el respeto en lo más profundo de su ser.

Así con su seguro andar finalmente logró acercarse lo suficiente al área de su objetivo como para escuchar el caós que causaba la liberación de su poder. Tanto escándalo, tanto descontrol... era vergonzoso, pero al fin y al cabo le había facilitado infinitamente la tarea de localizar el punto exacto donde aquella entidad se encontraba. Más no era una misión de capturar y retirar sino que tenía apaciguar, dominar y guiar... bueno, dominar había sido su propia aportación a los objetivos reales, pero era la que más enserio se había tomado. Por eso mismo hizo su parte para que sintieran su llegada y liberó de golpe una cantidad notable de su cosmos para advertir y de cierto modo provocar a aquel ser que era considerado la personificación de la violencia.

- Derrochar de tal manera el poder, llamar la atención, solo ser capaz de destruir árboles... Que muestra más denigrante de tu falta de control. Lady Persefone debería elegir mejor a sus Pecados - Espetó el espectro mientras salía de las sombras de aquel bosque para dar a relucir su magnánima y a la vez intimidante figura. Un físico impresionante tanto en altura como en composición recubierto por la más pesada pero a su vez temible armadura cuyas tonalidades siniestras opacaban perfectamente toda luz que alcanzaba a pasar entre las ramas. Su energía purpúrea parecía crear a su alrededor la silueta de una bestia amorfa y el resplandor carmesí de su mirada se clavó con singular puntería en los orbes de aquella chica de ojos rozados para así asegurarse de que la atención fuese totalmente de él - Siéntete afortunada Ira, pues recibirás un apropiado escarmiento por parte de uno de los Tres Jueces del Inframundo, elegido personalmente por Hades-Sama - No era broma, su cosmos delataba toda la intención de llevarse al pecado a la fuerza.


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Mensaje por Invitado Lun Sep 05, 2016 11:22 pm

La presencia se hacía cada vez más fuerte, más amenazante. Era evidente que quien quiera que fuera no venía en son de paz o por simple curiosidad. Además… conocía ese cosmos y lo único que provocaba en ella era más furia. En un intento irracional de control, se llevó las manos al rostro, tapándoselo así e inconscientemente esperando que de tal manera pudiera ignorar el aura que la estaba sacando de quicio. Su cuerpo también se encorvó ligeramnete, buscando una posición de protección. Una actitud infantil dirían algunos… pero cuando la violencia interna es tan fuerte, el raciocinio deja de existir.

Finalmente estuvo en su campo de visión... podía verlo acercarse aunque sus propios dedos entorpecían su visión.. Por su puesto no reconocía su físico. Como siempre todos cambiaban con cada nuevo despertar… aun así su presencia era la misma: una que en realidad alimentaba su propia existencia. Ella y sus hermanos representaban los siete pecados que definían a los seres racionales de la tierra… y cada uno de ellos se inclinaba más por uno o por el otro. El juez frente a ella pecaba de orgulloso… pero su furia interna era aun más poderosa. Esa era su verdadera naturaleza que no podía negar, y surgía en los momentos de mayor vulnerabilidad mental... aquel espectro pertenecía a los suyos.

-Grifo… -Dijo con una suavidad que contrastaba con toda su apariencia. Lentamente fue bajando sus manos, hasta que finalmente quedo erguida, encarándolo con una pose desenvuelta, segura y hasta relajada. Sus labios formaban además una sonrisa ligera y ladina. El único movimiento era el de sus puños, los cuales seguían cerrandose y abriendose. De sus nudillos se deslizaban delgados hilillos de sangre hasta la yema de sus dedos. –Perfséfone no se equivoca… -Su sonrisa se acentuó entonces con cierta dulzura cínica. –No puedo decir lo mismo por su Señor Esposo, al que una y otra vez parecen decepcionar sus Espectros…

Las siguientes palabras del pelinegro fueron entonces como una bofetada… no por su significado, sino por su misma voz. Otra oleada de ira latente y deseosa la invadía, y el exceso de palabras del Juez no hacía nada más que echarle carbón al fuego. –Cállate… -Dijo entonces. Había sido casi un murmullo, pero cargado de amenazas peligrosas y violentas. Su sonrisa se había congelado en un gesto tenso, y sus ojos gélidos también parecían querer destrozar al hombre. –No me interesa a que hayas venido… Nada más cierra la boca y lárgate. -No tenía tiempo para Espectros ni le importaba lo que Hades hiciera. Tenía que poder lograr tomar control de su poder una vez más para el momento en que encarara nuevamente a su Señora... y definitivamente el Grifo no contribuiría a la causa.

Sin decir más se giró, dándole la espalda por completo… con claras intenciones de irse.
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Mensaje por Invitado Mar Sep 06, 2016 11:46 pm

La imagen de aquella fémina encorvada y luchando contra su propia esencia era algo que dolía a la vista y causaba cierto repudio para el controlado espectro. Percibir que un ser que estaría encargado de la seguridad de su señor no podía siquiera mantener la compostura mucho menos protegerse a si mismo sin destruir todo a su alrededor le causaba el peor de todos los sentimientos, un deseo inexplicable de azotar a aquella persona contra el suelo y aplastar su cabeza hasta que aceptase su deber. Pero no podía tratar así a dicho ente puesto que al fin y al cabo tenía su utilidad, por el momento, y en su misión estaba el llevarlo hasta su señora para que finalmente pudiese adoptar su debido papel como pecado. No quedaba de otra, así que aceptó la situación y se tragó todo su deseo de apalearla con un gran suspiro.

Las palabras espetadas en contra de los logros del ejercito de Hades no llegaron a perturbar ni en lo más mínimo su esencia puesto que él estaba de acuerdo en que todas las guerras pasadas habían sido fracaso tras fracaso. Sin embargo por primera vez había algo diferente en el Grifo, ya no era como antes, su alma espectral había adoptado algunos tratos del humano en quien había recaído y de cierta manera había transmutado en un ente diferente que conservaba lo mejor, o lo peor, de ambas personalidades. No era momento de fallar, no en su primera misión oficial, y realmente sabía que si explotaba contra aquella mujer que representaba la violencia misma entonces todo terminaría en un combate que no solo dejaría un solo sobreviviente sino llamaría la atención de todo ser capaz de percibir el cosmos. No, aun no era hora de que se revelara que los espectros volvían a moverse, no, aun no era hora de causar problemas a su señor.

- Patético... tu inútil intento de controlar lo que escapa de tus manos cual agua solo está causando problemas a mi señor y a tu dama - Sabía que ese comentario sería como lanzar una daga profunda al corazón de la fémina y que probablemente la obligaría a atacar, pero no había de otra, estaba dispuesto a llevarla por la fuerza y para facilitar dicho trabajo se aprovecharía de aquel caos que reinaba en su cosmos - Tus pequeños berrinches solo llamarán la atención de los Santos de Athena, y con ello vendrán tras de ti - Empezó a caminar hacia ella, su mirada tan firme como altiva demostraba que no tenía ni un ápice de temor o duda, definitivamente sentía que aquella mujer no representaba amenaza alguna a su integridad - Aun suponiendo que el desastre que es tu persona logre derrotarlos, el hecho de que el Santuario estará informado de su renacer será irrefutable. Lady Persefone estará bajo los ojos de las 88 constelaciones - ya estando a escasos metros hizo lo propio por elevar su energía al punto de que su controlado margen empezó a invadir y consumir en espacio al anárquico poder de la fémina. Tal vez solo veía su espalda, pero con la presencia estaba intentando no solo detenerla sino amenazarla lo suficiente como para que entendiera que no había manera de escapar a dicha orden - Bajo esa situación tendría que acabar con tu existencia mucho antes de que pudieras siquiera manifestarla en su totalidad, y tu diosa me daría su consentimiento con tal de proteger a mi señor - Y no mentía pues aquella deidad había abandonado el Olimpo y toda la belleza terrenal por un sentimiento irrefutable, el más profundo amor enfocado en el señor de las tinieblas.
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