¡Espantapájaros! - {Zona 8 - Evento Halloween}

Cinco caramelos aparecieron en su bolsillo derecho, al parecer haber roto el embrujo del apuesto Príncipe Encantador le otorgo una recompensa. El hombre la veía con cierta lujuria, ella solo desvió la mirada ¿qué podía hacer? ¿qué podía responderle o preguntarle? La cabeza de la fémina estaba en blanco, nunca la habían besado, nunca había tenido a un hombre bajo ella… ni encima si al caso vamos.

Antes de empezar una conversación, el masculino comenzó a transformase de nuevo en un espantapájaros. Estaba embrujado, y un solo beso parecía no salvarlo ― Ayúdame… ― la suplicante voz hizo mella en el noble corazón de Marìa quien sabìa exactamente como ayudar al muchacho… aunque su rostro se tornara carmesí. Acercándose lo sujeto con ambas manos, la calabaza ya estaba formada, y lo beso…

El beso fue suave, tierno y superficial pero funciono para que el hombre volviera a ser eso… hombre. La miro con una sonrisa encantadora, que hizo retumbar su corazón ¿Serìa amor a primera vista? ¿Por què no se lo encontró cuando estaba vestida de sexy Maid? Con un reojo rápido vio su disfraz de Pikachu y sintió vergüenza pero ya no podía hacer nada con respecto a eso.

― Corre, bella doncella. Corre lejos, no estas a salvo en este lugar embrujado. Mi hechizo nunca se romperá… ― comento con sobriedad el masculino dedicándole una sonrisa tristona. Esa revelación la aturdió ¿huir, de qué? Antes de poder reaccionar se transformó en calabaza, una calabaza sin cuerpo que la ataco, a lo que ella respondió defendiéndose con un muro de hielo… ¡Què sinsentido era todo esto!

La cabeza flotaba intentando golpearme, a lo lejos el cuerpo estaba desorientado. Aquello era una locura, una escena de película de terror… cómica. El amable caballero embrujado le había dicho que corriera, que se salvara… ¿Pero cómo huir cuando alguien la necesitaba? Le brindaría paz al alma del masculino, como se la brindo a la espantosa bruja: Lo asesinaría. Haciendo explotar su cosmos, se rodeó con el azulado característico de su océano, congelando todo el lugar y el tonto cuerpo sin vida del espantapájaros. Luego procedió a crear una espada de hielo, con la cual atravesó a la calabaza, partiéndola por la mitad…

Todo había finalizado, era el momento de continuar y hacer pagar a Michelin por los daños causados…

Después de aquella fuerte caída había quedado bastante adolorido y para empeorarlo, apestaba... apestaba tanto o más que ese asqueroso pantano donde había estado minutos antes. Su suerte no podía ser peor: gracias a esa horrible y larga túnica había tropezado con sus propios pies y acabó cayendo dentro de aquella sustancia verdosa, viscoso y burbujeante en la que había estado rogando no caer antes.

Alzó la vista hacia el sitio desde donde había caído, pero sólo vio el cielo. No le extrañó, pero sí le molesto, y mucho. Si todo aquello era una broma, no le hacía nada de gracia. Gruñendo con fastidio se quitó parte de ese lodo apestoso que le cubría el rostro y cuando se dispuso a comprobar en dónde se encontraba, se vio a sí mismo sólo en medio de un campo de cultivo en el cual, en lugar de haber trigo, maíz u otra clase de frutos, había toda una escalofriante colección de extremidades humanas. A Bakura no le impresionó en lo más mínimo. Lo que sí le llamó la atención fue lo que se mostraba imponente frente a él: un espantapájaros viviente con una enorme cabeza de calabaza, que se lanzaba sobre su persona amenazándolo con sus filosas manos de ramas como garras.

La primera reacción del espectro de Bennu fue alzar una ceja, incrédulo ante lo que veía. No es como si no hubiese visto criaturas sobrenaturales ni fantasmas en su vida, pero lo que tenía ante los ojos era más gracioso que terrorífico. No pudo evitar soltar una carcajada cuando vio al espantapájaros moverse tambaleante hacia él.

—¿Es enserio? —preguntó entre risas. Pasó un momento hasta que volvió a recuperar la compostura, observando al ente sobrenatural con una expresión semi seria—. Bien, si lo que quieres es pelear ven por mí. ¡Vamos! ¿A qué esperas?

Y como reaccionando a sus provocaciones el espantapájaros fantasmagórico le lanzó un golpe con uno de sus brazos de ramas, el cual Bennu esquivó como si nada, para lanzarle un puñetazo al siguiente segundo que hizo que su cabeza de calabaza volara lejos. Sin embargo, no fue suficiente: el cuerpo del muñeco viviente seguía atacando. Y pronto la cabeza, a lo lejos, comenzó a flotar en el aire.

Bakura retrocedió al ver que el cuerpo del espantapájaros, desorientado, intentaba golpearlo, con muy poca precisión. Ahora que no tenía cabeza no podía saber de la ubicación del espectro, por lo cual, deshacerse de él no sería difícil. Sin embargo la calabaza flotante todavía seguía siendo una amenaza. Esta, con los huecos de sus ojos y la enorme sonrisa maléfica en llamas, se lanzó a toda velocidad con intención de embestir al espectro. Éste, indiferente, tan sólo extendió el puño con todas sus fuerzas para impactar en la calabaza, que estalló en pedazos y con eso, el cuerpo del espantapájaros cayó desplomado al suelo.

—¿Eso es todo? —se preguntó Bakura a sí mismo—. Qué fácil —añadió, y sacudiéndose las manos se dispuso a avanzar para encontrar la salida de ese molesto laberinto.

La bruja yacía muerta en su casucha, pero aun asì el mal sabor de mi boca se mantenía. Intente buscar algo que tomar, que aplacara aquella asquerosidad pero en ese lugar no había nada, solo extrañas pociones. Aun desnuda, por culpa del gato, me dirigí a la salida; era la hora de continuar, de caminar por el interminable laberinto en busca de malvavisco, en busca de la tan anhelada venganza. Fue asì como llegue a la cosecha de extremidades, recordaba demasiado bien ese lugar, y en un abrir y cerrar de ojos vi al espantapájaros… pronto volvería a la vida.

En el claro del sembradío veía el poste dònde dormía el espantapájaros, en cuestión de segundos despertaría para sufrir la manipulación del hechizo de ese laberinto del averno. El hombre bajo aquel embrujo parecía una buena persona, amable y de puro corazón… esas cualidades hicieron latir con fuerza y convicción a la joven Kraken, debía asesinar al Guardián Malvavisco para otorgarle paz a las almas envueltas en tan retorcido juego: la anciana, el espantapájaros, los fantasmitas ― Vuelve a la vida, acabemos con esto ― pronuncio al tiempo que el espantapájaros empezaba a moverse, a saltar y brincar en plan de ataque. Rodeándose de su cosmos, la dama de hielo lo congelo en el acto, y con un leve puño reforzado con energía lo partió en miles de pedazos… otra zona concluida, Michelin estaba cada vez más cerca.