Un aletazo repentino. (priv. Nirvana)

−Así que vive en esa solitaria construcción, alejado de todos los habitantes de este lugar, ¿eh? –pronunció con voz melosa una mujer, que estaba sentada sobre unas almohadillas dentro de una tienda colorida y llena de extraños objetos, utilizados para todo tipo de rituales−.Bien, tendré que hacerle una visita.

−Ten cuidado, no armes un lio, lo único que tienes que hacer es buscar información…Ten eso muy en cuenta−contestó una mujer mayor, vestida con ropas extravagantes y tan coloridas como la tienda en la que estaban y que parecía no querer soltar una botella de narguile.

−Lo sé, anciana. Gracias por la información−la mujer más joven y de negros cabellos, se colocó de pie, estiró sus huesos y salió del lugar con una andar tan calmado como su actitud.
El inclemente sol liberaba sus rayos contra los habitantes de aquellas míticas tierras, la fresca brisa intentaba mitigar el fogaje que el astro rey provocaba al chocar contra el árido suelo del lugar. Era un clima realmente sofocante, pero los habitantes parecían tomarse todo con mucha calma, mostrando así lo acostumbrados que estaban a sus vidas en aquel sitio en medio de la nada; sin embargo, para los extranjeros que se atrevían a poner sus pies en esas tierras, la situación era completamente diferente.

Había estado en tierras así antes, pero desde que salió de la tienda de la “adivina” no había detenido sus pasos ni para mirar las muchas cosas que ofrecían los mercaderes en las callejuelas del pueblo, del que hace rato había salido para comenzar su camino al medio de la nada, en donde le dijeron en que vivía un hombre que podía ayudarla a desenmarañar algunos misterios, pero el sofocante clima la estaba mareando, con todo y que era un espectro, había cosas que si no le gustaban comenzaban a hacerle daño, por supuesto que todo era mental, pero así funcionaba ella.

Finalmente, había llegado a un puente, que cruzó con cautela gracias a la advertencia de la vieja adivina que la había dado información para encontrar al hombre y, una vez del otro lado, por fin notó la poderosa presencia de alguien más en aquel lugar que parecía desierto.

La juez sonrió, sabía que debía tener cuidado, revelar poco o nada de sus verdaderas intenciones, después de todo, sabía que trataba con alguien que era leal a la diosa que su señor intentaba vencer desde la era del mito; sin embargo, su misión indicaba que de él podía obtener información y debía hacer lo necesario para conseguir lo que ella quería.

La joven había tomado precauciones, había ocultado sus cosmos desde antes de llegar, pero sabía que de igual manera aquel hombre podría llegar a sospechar algo, así que lo primero que hizo al pisar su territorio, fue colocar una amable sonrisa en su rostro y dar un bien ensayado saludo.

−Buenos días, caballero… ¿Será que hay un espacio para descansar que podría darle a esta cansada aventurera? Solo por unas horas, hasta que recupere mis fuerzas para volver a donde debía ir. Mi celular no tiene mucha señal en este lugar y me desvié del camino por culpa de mi brújula dañada, al menos tengo un mapa con que puedo guiarme...−dijo con la inocente y nada mal intencionada voz que podría tener un viajero real que se habría extraviado−...Debí haberlo usado antes de llegar a esta incómoda situación−mintió, esperando una respuesta positiva por parte del hombre, que parecía buena persona y no de los que la echarían a patadas.