Entregas especiales desde Valhalla [Priv. Frey] Posible +18 (???)

La nevada de ese día estaba siendo fuerte, inclemente como todos los días en aquellas tierras donde Odín, señor del panteón nórdico, decretó que fuese invierno eterno para la protección del planeta tierra y sus habitantes, manteniendo así un equilibrio precario, pero un equilibrio al fin y al cabo. 

El guerrero peliplata, a diferencia de muchos, estaba con un traje que difícilmente podría proteger bien del frío a una persona común, una especie de suéter con cuello de tortuga en un tono claro junto a unos pantalones oscuros y guantes a juego, su cabello bien peinado, como si los vientos helados lo hubiesen congelado, a excepción de un mechón rebelde que caía justo encima de su ojo azulino izquierdo.

-Gracias Señor Viktor - Dijo uno de los pobladores que recibía con alegría uno de los barriles que el sacerdote de Odín había mandado a entregar, mencionando que en breve se le uniría, pues este quería ver con sus ojos qué era lo que estaba pasando entre los pobladores, de quienes Frey, y todos sus compañeros eran responsables. -No hay que darlas, es parte de nuestro trabajo - Dijo a la vez que le entregaba un grupo de mantas para poderse resguardar del inclemente clima en el que se hallaban rodeados. Le hubiese gustado responderle por el nombre, pero muy frecuentemente, el guerrero de Benetnasch sufría de mala memoria, por lo que siempre era recibido o buscado con un jalón de orejas por parte del rubio que le quitaba el sueño.

Y ahora pensando en el susodicho... Parecía estar olvidando algo relamente importante que le había dicho. Distraidamente, y con esas sonrisas que podían haber pasado por donjuanesca y coquetas, le dio las gracias a la jovencita que acompañaba al aldeano a quien dejó el barril -probablemente era su hija- y le había dado una pequeña cesta de frutas en agradecimiento.  Ahora... ¿A qué otra parte tendría que ir?

Se había regresado a la carreta, quizá ahi se acordase de lo que tenía que seguir haciendo -ademas de terminar de entregar los susodichos barriles. Pero la voz de una de las razones de sus desvelos asomaba cerca con una prenda que él había llevado para que este la usase, luego de una competencia realmente extenuante, no porque fuese particularmente difícil, era sencillamente que se había olvidado de enviar el cd con la música que acompañaba su programa, además de dejar la maleta de los trajes en el hotel... En verdad no había sido muy... ¿Agusto? tener que lidiar con esos temas.

Cuando Frey habló alzando su rostro para verle, solo se dedico a pasar sus ojos por los labios del menor antes de siquiera procesar lo que le habian dicho - Ya faltan 3, no nos tomará mucho tiempo... A menos que uno de ellos sea para la venerable anciana Babayaska cruzando media ciudad y parte del bosque -Soltó un suspiro y se pasó una mano por los mechones sueltos de su cabellera plateada, casi parecía una estrella de las grandes masas. - ¿Y si nos tomamos un descanso hasta llegar allá? -dijo como si nada - Las cascadas boreales estan cerca, creo que me dijiste alguna vez que querías ir a verlas  - Probablemente no haya sido así, pero bueno, cualquier excusa para pasar más tiempo de calidad con el hermoso rubio siempre era bien recibida. Además de que se merecía un descanso... -Vamos, tu sabes que también quieres ir -Dijo tomando sus manos y acunclillandose un poco para estar a la altura del tigre blanco de Asgard, sin despegar sus zafiros fríos de sus esmeraldas brillantes. Usando la técnica de ojitos al Viktor para que este accediera... Aunque sea en el descanso...

Un beso y una promesa de descanso con su persona favorita, era más que suficiente para estampar una sonrisa en el guerrero de cabellos plateados. Con el barril tomo dirección contraria al sacerdote de Odín, para ir a entregarlo a una de las familias que había perdido a uno de sus miembros misteriosamente. Habían cosas a las que darle prioridad, y de eso sus compañeros de armas se estaban encargando. Tocó la puerta  que tenía en la parte de arriba un letrero de venta de flores, y una jovencita de cabellos castaños abrió la puerta, y ni bien lo vio se le lanzó encima a darle un abrazo -¡Viktoor! -Y el guerrero no sabía si sonreir por el abrazo o pedirle que se bajara de él para que lo dejase continuar.  -¡Helena se alegrará de verte! -

Y la jovencita, se bajó y recorrió el pasillo con prisa y el peliplata solo suspiró. Alzó la mirada y volvió a ver a la jovencita hiperactiva junto a una mujer casi de la edad de Viktor, con unos cabellos castaños más claros, pero su mirar era melancólico -Viktor, ¿Qué haces aquí? -El peliplata se acercó y besó los cabellos de Helena, dejando el barril a un lado -Pues, dando una vuelta, entregando encomiendas, el sacerdote Frey y yo expresamos nuestras condolencias para contigo y tu familia. - Y la historia de aquella dama era triste,pues su prometido estaba entre las personas desaparecidas. a pocos días de la boda -Te prometo que los encontraremos, de alguna forma. Descansen y vayan con cuidado - Dijo con una sonrisa intentando que la dama sonria con él, lo cual fue un éxito. Aunque eso también significó una dosis de entrometimiento de la más joven  - Viktor ¿Para cuándo reanudas las clases de patinaje? - Y el peliplata le revolvió los cabellos antes de salir - Apenas resolvamos un par de crisis que se están susitando, espero verlas cuando las reanude, cuidense ambas, que la señora Freya y nuestro señor Odín les proteja -

A ratos creía que se le quedaban pegadas las formas de Frey para tratar al resto. Pero ese tipo de cosas eran bastante chocantes. Viktor no sabría que hacer si algo le llegase a pasar a sus dos rubios favoritos. Daba gracias a Serena y a su madre que cuidaban del pequeño Poko cuando tenía que estar de misión. Y vio la hermosa imagen de Frey ya en la carreta, dando un salto con gracia al puesto del conductor, mientras en la zona de carga de la misma solo quedaba un solitario barril. El ruso paso su mano por sus cabellos platinados, mientras con la otra llamaba la atención del guerrero de Alcor, subió por la parte de atrás y abrazó la rubio por detrás, colocando su rostro entre el nacimiento del cuello y el hombro de Frey -¿Mi señor desea conducir o que conduzca yo? -Dijo con un tono como si recién se hubiese levantado de la cama, aspirando el aroma a fresco pino y almizcle que era para él, característico de Frey.

El rubio se había hecho a un lado para dejarle el puesto de conductor al hombre peliplata, quien con una sonrisa solo asintió y con una acrobacia que la hacía parecer sencilla, ya estuvo sentado en el lugar, arriando a la criatura que llevaba la carreta, que obedeció las instrucciones no dichas del guerrero de Benetnasch Eta. En el trayecto, en medio de la blancura de la nieve y la poca vegetación que tiene la fuerza de crecer en aquellas gélidas tierra, las palabras del sumo sacerdote de no darle esperanza a esas personas que habían perdido a alguien durante esos días le resultaba imposible – Lo entiendo, pero de todas formas hay que mantener a la gente pensando que ciertas cosas son posibles, ya es complicado para ellos cumplir una vida dentro de Asgard, como para pedirles que abandonen toda esperanza con sus familiares. - Dijo intentando no presionar al ojiverde, de todas maneras estaban encaminándose a un lugar para bajar los niveles de estrés del menor.

Ser el representante de un dios líder de un panteón bastante amplio, hacerce cargo del gobierno de una tierra complicada con una población que se esconde en el alcohol, la carne y la lucha para olvidar sus cautiverios en gélidas nevadas, sin contar los problemas que eso mismo acarrea. Y si se adiciona que posiblemente entrarían a una guerra, no era el mejor de los escenarios.

Así que si podía hacer algo por uno de sus rubios favoritos, pues que sea así.

Además de que el abrigo del equipo ruso de patinaje sobre hielo le quedaba de maravilla.

Cuando al fin iban llegando, los pinos ya no estaban cubiertos de tanta nieve, debido al calor de las aguas y el ambiente cercano a uno de las venas de lava. Ya tenía tiempo de ver el color real de la tierra y la roca, o que al menos no se mezclara con el blanco de la nieve. Apenas Frey bajó, le dio una inspección a los caballos que les habían acompañado durante todo el día, se sacó los guantes para acariciarlos como una pequeña recompensa.

-¿Vas a bañarte conmigo?- Y su mirada se quedó fija en el rubio que parecía tener las mejillas sonrosadas, posiblemente por el calor que pocas veces acostumbraba a aguantar, o por el reflejo de la aurora boreal sobre el agua y por ende, reflejandose en el menor. Sí, era una estampa única ver así a Frey, lo que lo hizo sonreir de esa forma que poca gente veía realmente en él - Voy enseguida - Siendo sus acompañantes animales quienes hacían de cortina para el mayor para desvestirse con una parsimonia típica de él. Con su ropa perfectamente doblada, Se aproximó al menor, y tocó su frente con la punta de sus dedos, casi de la misma forma que hacía con Poko, Frey debía aprender a dejar de fruncir tanto el ceño, - Entrá al agua o te entrará frío - dijo dejando sus prendas a un lado de las del menor. Y entró a la terma, hundiéndose  completamente en un pedazo profundo, para solo reaparecer después un par de pasos adelante del menor, con el agua apenas cubriéndolede las caderas bajas. Con los cabellos mojados y la piel tomando algo de color gracias al calor del ambiente, estirando la mano para que el menor la tomara-Vamos a relajarnos un poco. - Y esa sonrisa  que salía de sus labios que demostraba dicha en otro nivel.

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Off: Viktor me dio permiso de manipularlo.

Beber de los labios de Frey era una delicia, más todavía con aquel licor de sabor dulce, no se sentía en su paladar ese característico sabor que deja el alcohol al entrar en el cuerpo. Su "pequeño amigo" comenzaba a despertar y el calor empezaba a recorrer su cuerpo, y no era solamente por el calor del agua, la mano experta del menor se dio gusto masajeando el miembro del peliplata, que soltaba suspiros cada cierto apretón. Cuando Frey le pidió salir para tener mayor comodidad, fue obediente, como en esas novelas donde el/la amante del vampiro es ordenado obedecerle y acercársele, donde se pierde la propia voluntad.

O sucedía también cuando se amaba/necesitaba a alguien.

Sí, jamás se lo había dicho abiertamente al rubio pero lo amaba, a su manera. Y se contentaba con la menor muestra de aprecio que pudiese conseguir del Guerrero de Alcor, como esa atención que le daba a sus pezones o esa vista de su trasero blanco y redondo. Necesitaba tomarlo, que gima contra la piedra su nombre y que ambos gocen de un éxtasis que pueda unirles más.

Al menos por unos momentos.

-Pero aun hay que prepararte, Frey -La voz pausada, algo ronca del guerrero de Benetnasch llego a modo de susurro al oido del rubio. Viktor empezó a repartir besos húmedos en el cuello y la nuca del ojiverde, tomando las manos del menor con una suya por encima de la cabeza para restringir los movimientos de los brazos de Frey, mientras continuaban los besos y su mano libre iba acariciando con delicadeza y deseo su espalda. El miembro del patinador ruso palpitaba tras el trasero del representante de Odín, queriendo ya comenzar el acto. -No reprimas tu voz, me encanta oírte -

Ante la falta de un sonido más alto mordió el cuello níveo y desviaba la ruta de su mano libre a la del miembro de Frey, para comenzar a estimularle con movimientos rápidos. El líquido pre-seminal le ayudó en ese pequeño pero rápido vaivén que lo comenzaba a desesperar. Soltó los brazos del menor y fue guiándose por la línea de la columna para descender hacia la entrada del trasero del menor – Frey ¿has estado tocándote sin mí? –Dijo mojando un par de dedos para juguetear con la entrada del rubio. Aunque ya quería estar dentro, su miembro reclamaba por atención, por calor…

Y no supo en qué momento ya había empezado con el vaivén de caderas entre ambos.