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Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2]

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Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2] Empty Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2]

Mensaje por Plagg Mar Sep 19, 2017 3:26 pm

Un grupo de soldados de Hades te han perseguido durante toda la noche, guiándote a un castillo perdido en el Este de Europa que ha estado abandonado por 200 años. Por si fuera poco, no solamente tienes que preocuparte de los soldados esqueleto y de la estrella terrestre que los lidera sino que también deberás evitar las trampas que posee este antiguo castillo maldito en el que moran las almas de la familia a la que alguna vez perteneció.


Código del dado: copia y pega

Código:
[rand]1,3[/rand]


Fase 1 - Tienes que lanzar el dado de misión que determinará la acción que debes realizar.



  • 1 – Un grupo de soldados esqueleto bloquean las escaleras impidiéndote continuar con tu camino, derrótalos a todos.

  • 2 – Atraviesas una puerta que te lleva al comedor del castillo. La puerta a tus espaldas se cierra y te das cuenta de que no hay ninguna otra salida. Comienzas a escuchar ruidos extraños que vienen de debajo de la mesa...

  • 3 – Al intentar entrar en el castillo, un campo de fuerza invisible te rechaza y te empuja varios metros hacia atrás.



Fase 2 – sólo accesible si te salió el dado número “2” en la tirada anterior



  • 1 – La mesa se rompe en miles de pedazos y debajo de ella emerge un hombre lobo de color negro y ojos rojos. Tienes que vencerlo o sobrevivir a él hasta que encuentres un modo de escapar.

  • 2 –La estrella terrestre que lidera a los soldados se materializa a tus espaldas, golpeándote utilizando unos apéndices afilados que brotan de su armadura. Debes escapar antes de que el veneno de sus aguijones comience a afectarte.

  • 3 – El suelo bajo tus pies se rompe y unas manos putrefactas te toman por los tobillos, jalándote a las mazmorras que se encuentran debajo del castillo.



Fase 3 – sólo accesible si te salió el número “1” en la tirada anterior



  • 1 – El hombre lobo te toma por el cuello y lanza tu cuerpo hacia una pared, abriendo un agujero en ésta por la fuerza con la que te arrojó. Intenta escapar de él ahora que tienes una oportunidad.

  • 2-Esquivas el ataque del hombre lobo, provocando que éste derribe la puerta, dándote oportunidad para salir ileso del comedor.

  • 3 – La suerte no está de tu parte: El Espectro de Hades decide unirse a la fiesta, abriendo la puerta por la fuerza y bloqueando tu única salida.



Fase 4 – Sólo puedes acceder a ella si “2” fue tu resultado en la fase anterior



  • 1.- Tras mucho correr llegas a una de las torrecillas del castillo y ves una vía de escape al encontrar una ventana que no se encuentra bloqueada, pero debajo de la ventana hay un grupo de soldados esqueleto esperándote. Derrótalos para poder salir victorioso.

  • 2.- Llegas a una habitación misteriosa cuya puerta ha sido partida a la mitad por las garras de una bestia. El hombre lobo te embiste por detrás y te deja en estado de semi-inconsciencia debido a la rudeza del golpe, sin embargo puedes escuchar que él te pide ayuda señalando el collar que tiene alrededor de su cuello.

  • 3.- El Espectro de Hades se enfrenta a ti en uno de los pasillos del castillo y golpea una roca en la pared que es diferente a las demás, provocando que una jaula de hierro caiga sobre ti, dejándote encerrado como un animal.



Fase 5 – Sólo puedes acceder a ella si “2” fue tu resultado en la fase anterior



  • 1.- Decides ayudar al hombre lobo destruyendo el collar utilizando tu mejor técnica. En el momento en el que el collar se rompe, la bestia se transforma en un hombre joven de cabello negro que te explica que él solía ser el antiguo propietario, el cual se volvió loco por la maldición del hombre lobo y asesinó a su familia hace 200 años. Agradecido te revela la ubicación del tesoro del castillo y enseña el túnel secreto que lleva al exterior para evitar a tus enemigos. Misión terminada.

  • 2.- El hombre lobo te hace una herida mortal en el estómago con sus garras y te arroja a través de una ventana desde el tercer piso. Te fracturas varios huesos y eres capturado por el ejercito de Hades. Es en ese momento cuando tu ira explota y usas todo tu poder para deshacerte de ellos, saliendo vivo a duras penas. Misión terminada.

  • 3.- Pisas accidentalmente una de las trampas de castillo y caes por un agujero que te lleva a las mazmorras olvidadas del castillo. Tira de nuevo.
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Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2] Empty Re: Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2]

Mensaje por Invitado Jue Sep 21, 2017 11:41 pm

Las pisadas se escuchaban por doquier, una vez más, en el frondoso bosque de hojas verdes primaverales. Las ramas de los arboles emitían el sonido característico de la madera al ser golpeada, resquebrajada y alongada. Una multitud de hojas secas en el suelo emitía su crujir al ser molestas por los rápidos pasos de sombras oscuras que se movían por lo largo y ancho del lugar. La luz del celeste astro que se inmiscuía entre las ramas del copioso follaje de arboles de dejaba entre ver en la oscuridad de la noche los rostros de cientos de soldados vestidos con armaduras negras y ataviados con armas marciales que iban desde espadas dobles, mandobles, bastones, escudo y espadas, hasta lanzas y grilletes seguidos por cruentas cadenas de espinas.

Miraban a todos lados, como si buscaran a alguien. Hasta que sus narices comenzarán a emitir el vapor que su respiración les permitía. Uno de ellos observó al cielo y veía como el manto majestuoso de estrellas celestes era cubierto por una soberbia capa de nubes grises, densas y terribles, que la luz de la luna se opacó tragándose a la noche en un horrible manto de oscuridad y tinieblas. Se quedarón tan quietos en sus escondites improvisados con un temor tan grande como el que les infundía su General y jefe inmediato. Una entidad de la que se hablaba era seguidor del mismo dios del inframundo. Una estrella terrestre al servicio de Hades que había sembrado el terror en aquella región, en dónde eran arrasados pueblos enteros en una noche y raptadas hermosas mujeres y niños de sus dormitorios para ser encontrados muertos al día siguiente, siendo mutilados o violados hasta la muerte.

Pronto las pupilas de los soldados de Hades se amoldaron a la poca luz que el ambiente les ofrecía, solo para ver como finos copos de nieve matemáticamente perfectos caían en sus mantos cubriéndoles con una fina escarcha que empezó a arreciar con violencia y densidad dejando en menos de segundos todo lo expuesto al color blanco que estas traían consigo. El sudor se les congelaba a los temblantes guerreros o se les secaba en la piel como si algo les arrancara la humedad. De pronto el crujir del cristal se extendía por todos lados. La nieve ya había formado una capa que arropaba el suelo del bosque por completo y los frondosos árboles cambiaron el verdor de sus hojas por el blanquecino manto mortuorio de la nieve.

Para ese entonces partes de los cuerpos de los soldados comenzaron a congelarse a tal punto que perdían el tono muscular de las extremidades de su cuerpos y caían cuales frutas maduras de los árboles para terminar siendo consumidos por el hielo al ser congelados vivos dentro de cristales filosos y estridentes. La nieve arropaba sus rostros de espanto y horror mientras aun sus pupilas se movían a través del cristal hasta el punto de colocarse blancas. Solo les esperaba la muerte. Sumado a esto, la penumbra arropaba el suelo del bosque como sábanas blancas buscando arropar a  los cadáveres y moribundos soldados de Hades. Hasta que el silencio de lo lóbrego se vio interrumpido por los pasos de un encapuchado cubierto de mantas blancas que caminaba por el suelo del bosque sin hundirse en la nieve.

Unos botines de oro que poseían grabaciones de un arte griego, mantenía adornos parecidos a las olas que producían el agua en la tormenta y la belleza de un dios. Este, emitía un aura semejante a las llamas doradas que sobresalía de su mismísimo cuerpo. Un aura dorada como las botas de su armadura de oro, que se extendían por encima de su cabeza. Un santo de Athena. Se acercó a uno de los soldados que aun miraba al recién llegado a través del hielo que le contenía, reconociéndole al instante. Una apretada mueca de seriedad y entrecejo fruncido se veía bajo el embozo del dorado. Pero lo más desconcertante eran sus ojos bicolores. Uno verde y uno amarillo. Acto seguido este santo dorado alzo su botín dirigiendo su tacón al desdichado soldado de Hades, su pierna izquierda se levantó y lo estrelló con violencia en el rostro de quien le veía en su ataúd de hielo amorfo.

El hielo explotó en miles de pedazos, el santo destripo con fuerza moviendo su pie hasta llegar al suelo. Siguió caminando y al salir al claro del boque observó a lo lejos un castillo al horizonte, tanto que las nubes y la ventisca fría que el santo arrastraba con su cosmos, no habían llegado aún. Un castillo era de arquitectura muy antigua, oscuro por el musgo y erguido en una ladera, un despeñadero que sobresalía en la multiforme forma de aquel paisaje de árboles que empezaban a blanquearse por la nieve. Stelios ya había estado en este lugar, pero había dejado algo pendiente en dicho lugar y se daría una segunda oportunidad para intentarlo. Sin más decidió encaminarse hasta este misterioso destino.

Número aleatorio (1,3) : 3


Última edición por Stelios el Vie Sep 22, 2017 12:07 am, editado 2 veces
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Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2] Empty Re: Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2]

Mensaje por Invitado Mar Oct 03, 2017 5:48 pm

La barrera había caído ante el congelamiento del cero absoluto. El domo que protegía al castillo negro al resquebrajarse parecía en su descenso, otorgando una lluvia de colores al trasfigurar las ondas de la tenue luz del ambiente en los diferentes tonos del arcoíris en sus cristales. El Santo caminó una vez más por la nieve, esta vez llena de fragmentos de hielo que caían como meteoritos de varios tamaños a lado y lado del campo. Sin embargo si alguno intentaba tocarle se destruía al hacer contacto con el aura cósmica del embozado dorado.

Hasta que de inmediato el campo blanco perdió su coloración, desde el interior de la tierra en un abrir y cerrar de ojos un creciente número de soldados de Hades aparecían de la nada. Emergían como seres perversos de la tumba con máscaras, antifaces, cascos y armas negras como la maliciosa mirada que poseían. Algunos poseían miradas lascivas o de odio, algunos babeaban otros siseaban cual psicópatas. Stelios estaba rodeado de una centena de ellos. Todo pronóstico es nulo para un solo hombre contra varios.

Pero aquel ser oculta bajo la manta blanca y de dorada armadura, lo ordinario no hace parte de su vida. Sonrió de medio lado al ver tantos enemigos, para un solo guerrero. Sólo supo que debía responder. Y la reacción fue mucho más alarmante para los presentes de lo que hubieran podido imaginar. Uno de los tres soldados de Hades que tenía al frente le atacó con una lanza. Stelios tomó del arma esquivándole de inmediato con su mano derecha, lo trabó contra el estómago de su enemigo y transmitió un toque frio a través del arma dejándole al instante congelado por completo, y lo empujó hacia delante en el momento del impacto; simultáneamente otros que tocaron a la víctima también quedaron congelados en el acto.  Posteriormente impulsó su pie derecho hacia arriba mientras saltaba al aire, dando con fuerza en la multitud de restos mortales congelados. Lo que ocasiono un el destruir por fragmentos de todos aquellos cuerpos.

Luego tomo a otro que embestía contra el con cadenas de púas, las cuales esquivo  para luego tomarle por la garganta del hombre y congelarle en el acto. Mientras sostenía al desdichado soldado congelado con una sola mano, giró sobre sí, su pie derecho para pegarle a otro soldado como un ariete, que se estrelló  a nivel en el riñón derecho del para quedar congelado por aquel toque del dorado. Y lanzando a los enemigos congelados hacia delante en el momento del impacto; simultáneamente otros que tocaron a la víctima también quedaron congelados en el acto.

Una lanza viajaba para impactarle entre los ojos a Stelios, el Santo se agachó, llevando su mano hacia arriba para sujetar aquella arma y tomar a la vez antebrazo de otro desdichado que le atacaba con un escudo punteado, dándole un tirón hacia abajo, levantándolo luego, empujando el brazo de su víctima hacia arriba, retorciéndolo hasta su punto máximo, tirando otra vez hasta que, finalmente se escuchó el tronar del hueso fracturado. Lanzó la lanza y esta atravesó a varios que quedaban congelados con el toque del arma. El amigo del hueso fracturado quedo pulverizado con el puño gélido de Stelios en el pecho.

Un soldado logró colocarle las espadas en el cuello desde atrás. El Santo lanzó su puño izquierdo contra la zona pélvica del atacante; luego se agachó hacia delante, tomando el codo que aprisionaba su garganta. Se inclinó hacia su izquierda; su asaltante fue levantado del suelo, sus piernas dieron vueltas en el aire mientras era arrojado sobre otros que al instante quedaron congelados con el toque gélido de Stelios. Pronto todo el campo de batalla estaba cubierto, de cuerpos congelados y con rostros de dolor bajo la capa fina que conservaba el hielo denso, que los tenía aprisionados cual sarcófago de cristal conservando el dolor justo al momento de ser vencidos. Sin más el santo sin una gota de cansancio atravesó la gran puerta del castillo con la expectativa de encontrar aquella criatura que dejo abandonada en dicho lo lugar.
Número aleatorio (1,3) : 2


Última edición por Stelios el Mar Oct 03, 2017 5:50 pm, editado 2 veces
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Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2] Empty Re: Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2]

Mensaje por Invitado Miér Oct 18, 2017 6:55 pm

La puerta ante la entidad dorada iluminaba vagamente una inmensa puerta que se abrió de par en par ante su presencia. Grandes cuadros de personajes que no reconocía, algunos era viejos barbudos con insignias militares en uniformes de guerra de épocas añejas y victorianas. Otras obras parecían retratar a jóvenes de vestidos y peinados ostentosos junto con algunas mascotas de alto pedigrí, muchas veces mostraban un cruel efecto de rostros cadavéricos, de carne purulenta que las dotaban de un efecto mórbido de luz que por momentos parecían sacar a los pintados del cuadro de marmol.

La paredes aunque llenas de informes telarañas y moho, estaban tapizadas en un hermoso acabado de purpura y flores azules. Un gran comedor que se extendida por todo lo largo de aquella sala cubierto de sabanas amarillentas y candelabros a modo de adornos, con sillas de adornarnos y acabados de madera impresionantes estaban en medio de aquella sala.

En la parte de arriba había lámparas de inmensas proporciones que evocaban épocas de mejores tiempos. Floreros en las esquinas de la sala yacían solos en medio de aquello, quizás las plantas en el ya marchitas desde hace mucho, hoy solo eran polvo en el fondo de aquellos jarrones. El caballero pasando el pórtico de la puerta que se abrió ante el sintió que algo anormal rompía con el velo de la realidad.

Un fuerte y tempestuoso viento desde atrás de él se cerró la gran puerta de golpe, el estruendo del golpe de aquella madera de contextura gruesa extendió el sonido de su eco por toda la estancia removiendo algunos roedores en techo y espantando algunos chirridos de murciélagos en aquellas partes donde no llegaba la luz de grandes ventanales en los que se difuminaba la luz de la tenue luna que se escondía de manera parcial tras nubes negras y tormentosas.

Stelios miró hacia atrás tratando de ver que fuerzas habían procedido a cerrar la puerta la cual miró con detenimiento, habían acabados y detalles en aquella madera, animales de distintas especies que pretendían subir a los cielos que contenía un sol rodeados de pequeños ángeles con apariencia de niños rollizos cubriendo su desnudes entre nubes. Camino por aquel lugar, buscaba algo entre la multitud de adornos.

Fue así como camino hacia el otro lado de la sala. Un enorme cuadro, un retrato de grandes proporciones mostraban a un joven hombre con atuendos militares montado en un caballo blanco parado en sus patas traseras y a su lado un enorme perro, el cual parecía un inmenso lobo de fauces en crispadas y acerradas.

El hombre sostenía un enorme mandoble en su mano derecha mientras la apuntaba al cielo, la punta de aquella arma iluminaba su punta, pues el sol le daba directamente a aquella parte.

El lobo era negro, azabache como el carbón y la oscuridad de la misma noche, sus ojos miraban directamente al observador, rojos y excelsos. Hasta que lo escuchó. Un gutural y tenue respirar. Stelios pensó que estaba solo. Pero algo respiraba bajo de aquella mesa. ¿Cómo se le pudo pasar por alto aquello? El sonido filosas garras roían el mármol del suelo. Posteriormente un rugido surgió de la nada, dando la noción de aquello pudiese pertenecer a una enorme bestia. Su mirada de inmediato surco la sala para observar de bajo de aquella mesa una sombra negra, una masa informe que parecía un enorme abismo que quería tragarle.  

Número aleatorio (1,3) : 1
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Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2] Empty Re: Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2]

Mensaje por Invitado Jue Oct 19, 2017 5:09 pm

Entonces unas inmensas garras atraviesan el mantel desde debajo de aquella mesa, emergen cual ballena del mar al saltar. Rasgan la tela fina, astillan la madera y levantan los trozos al aire, mientras que aquella mano surge junto con una inmensa bestia descomunal que destroza y hace añicos lo que fue un hermoso comedor. Las sillas son repelidas contra las paredes del recinto quedando reducida a escombros y astillas. Los pedazos de aquel mueble caían de igual forma contra las paredes y ventanales por los cuales se colaba la luz tenue

Stelios, el dorado sonreía de medio lado contemplando a la inmensa masa de pelaje negro que le miraba entre músculos y garras del tamaño de cuchillos, ojos rojos enardecidos con impulsivo odio y un respirar que se veía como las olas del material que expelían las fosas nasales del animal recorrían la distancia entre el caballero y el cómo ondas en el agua debido a la baja temperatura del ambiente. Entonces los ojos bicolores de Stelios brillaron y el embozo de su manto blanco se echó hacia atrás permitiendo mostrar los cabellos castaño oscuros y su tiara dorada que asemejaba a las orejas de la dríadas y ninfas del agua.
Con aquel animal no se hablaba. Pues él no era bueno convenciendo a otros con palabras, pues desconocía si era elocuente o no. Lo que si sabía era que este era su segundo encuentro, un ajuste de cuentas. Sin más la bestia se empujó hacia delante con las garras distendidas y abajo; las puntas rasparon por poco el peto de oro sin hacer rasguño alguno, rasgando la tela que le cubría como manto.

Nunca sabría el Stelios si fue el contacto con la manta que cubría su identidad, o la frustración y la rabia causadas por tres días de hostigamiento. Sólo supo que debía responder. Y la reacción fue mucho más alarmante de lo que hubiera podido imaginar. Tomó el brazo del animal  con su mano derecha, lo trabó contra el estómago de la bestia, y lo empujó hacia delante en el momento del impacto; simultáneamente, impulsó su pie derecho hacia arriba, dando con fuerza en la garganta del canido. La misma maniobra ejecutada con firmeza ante los soldados de Hades.

El hombre lobo se levantó nuevamente agarrándose el cuello, mientras Stelios le esperaba de perfil con la mano extendida en señal de ataque. La bestia se avalanzó una vez más hacia él con las garras dispuestas a partir el estómago del caballero y hacerlo jirones de carne, pero Stelios, sujetó la muñeca de uno de su atacante, doblándola hacia abajo y retorciéndola en sentido contrario a las agujas del reloj con un movimiento violento; el hombre lobo grito fuertemente en un rugido tremendo y desesperante.

Por ultimo Stelios juntó los dedos de sus manos, blandiendo los brazos hacia arriba como un martillo, en mitad del cuello. La bestia dio una voltereta en el aire y cayó sin sentido sobre el piso de mármol terminando de astillar lo que quedaba de aquella mesa. En aquel momento Stelios emanaba un aura azulada que brotaba de su mismo cuerpo, gélida e inmensa que hacía que el ambiente descendiese hasta hacer titiritar de frio al hombre lobo, el cual se tocó en la nunca sintiéndose con rabia el bello congelado en aquel punto ciego. El Lobo agarró el hielo entre sus dedos y los destruyo.

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Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2] Empty Re: Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2]

Mensaje por Invitado Vie Oct 20, 2017 12:56 pm

Una risa tórrida y destartala irrumpe desde la puerta emergiendo en una explosión desde el suelo, un hombre de extraños dientes aserrados, sin cejas, ojos ojerosos y cabeza calva. Vestía una armadura negra con acabados violáceos. Sin embargo lo más extraño eran sus extensiones de la misma coraza, brazos mecánicos que poseían movimiento propio y se extendían en todas la direcciones.

—Pero mi lo que tenemos aquí —Dijo el espectro mientras reía a carcajadas—. Un doradito, un consentido de Athena, me divertiré contigo viendo cómo te descuartiza mi hombre lobo y después te arrancare la cabeza para llevársela a mi querida y hermosa señora.

Stelios arrugo el entrecejo, no esperaba aquello, el hombre lobo se le quería abalanzar encima. Así que ambos serían sus enemigos. Desconocía mucho sobre los espectros y como identificarlos, era la primera vez que veía uno y no sabía cómo actuar. El hombre lobo por su parte dudaba en atacar y miraba de reojo y con temor al espectro.

— ¿Y tú quién eres? —Dijo Stelios dirigiéndose al espectro—. No eres invitado a este lugar.
—Pero por favor, si soy el dueño de este lugar —Decía el espectro mientras extendía las manos y sus tentáculos parecían acosar a Stelios—. Yo, me quedo con lo que quiera y ese de allí, ese perrito es mi lacayo. Más bien, tú eres el metiche.

Stelios volvió a sonreír de medio lado. Y con una esfera de energía azulada la cual destripo en la palma de su mano hizo emerger a cientos de cuchillas afiladas de naturaleza de hielo denso las cuales se precipitaron como viento tempestuoso sobre el espectro. Pues sabía que si aquel ataque caía sobre el hombre lobo se iría abajo toda la misión por la cual había regresado.
El espectro salto al techo camino en sus cuatro extremidades principales de cabeza sobre el cielo razo haciendo caer con su movimiento las grandes lámparas que reposaban en la parte superior de la sala. El ataque le pegó de lleno, pero para él solo fue una leve brisa fresca a lo que se burló con una sonora carcajada de la acción del dorado. Sus tentáculos fueron por Stelios apresándole en aquel momento y constriñendo su integridad. Sin embargo el Santo poseía una tranquilidad y una serenidad infinita y mantenía los ojos cerrados. El hombre lobo se lanzó de igual forma con sus garras pretendiendo cortar su cabeza aquella

La cabeza cercenada de Stelios sobrevoló la habitación hasta caer en una esquina después de revotar contra la pared. El espectro bajo del techo y cayó a tierra revolcándose de la risa.

— ¿Eso es todo? —Decía el espectro en medio de su risa—. ¿Ese es el poder de los dorados de Athena?
—Yo no estaría tan seguro de eso —Dijo una voz igual al tono de voz de Stelios en aquella estancia.

El espectro miro anonadado la cabeza cercenada del dorado, que se derretía lentamente y el cuerpo del mismo también lo hacía, la luz de luna tenue de los ventanales permitió mostrar a los congruentes que aquellas piezas eran simplemente vil pedazos de hielo, habían sido engañados por un cruel trozo de hielo que imitaba la forma de Stelios. Pronto el espectro empezó a congelarse, quedando petrificado y con la mirada puesta en el joven dorado llena de asombro y dolor.
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Mensaje por Invitado Mar Oct 24, 2017 5:21 pm

Allá en lo alto, coronando la herbosa cima un montículo escarpado, de falda cubierta por los árboles nudosos del bosque primordial y que ahora dejaban caer la nieve derramada en ellos cuando el Santo de Acuario tránsito por sus caminos, se levanta la vieja mansión de donde aquellos seres batallan en formidable pelea. Un castillo que quizás durante siglos sus almenas han contemplado ceñudas el salvaje y accidentado terreno circundante, sirviendo de hogar y fortaleza para la casa altanera cuyo honrado linaje es más viejo aún que los muros cubiertos de musgo del castillo.

Sus antiguos torreones, castigados durante generaciones por las tormentas, demolidos por el lento pero implacable paso del tiempo. Desde las aspilleras de sus parapetos y desde sus escarpadas almenas, muchos barones, condes y aun reyes han sido desafiados, sin que nunca resonara en sus espaciosos salones el paso de algún invasor.

El hombre lobo ve al espectro que yace en el suelo, congelado en el seno del cristal de hielo en el que lo encerró la técnica de Stelios, con los ojos mirándole fijamente en una expresión que delataba el sufrimiento en que se sumergía lentamente, ante la mortaja del ángel de la muerte. Poco a poco las arterias en los ojos del servidor de Hades perdían su tono rojizo a un azul mortuorio y sus pupilas contraídas elevaban su tono marrón al gris.

El vapor del aire congelado circundante al derredor del ataúd encrespaba el vello azabache de la bestia que despavorida y envuelta en su ira rugió con extremo y dolor como si no resistiese algo dentro de su misma cabeza. Se apretaba las sienes con sus manos y sus ojos rojos incandescentes miraron los ojos bicolores de Stelios.

Una descomunal y enorme locomotora negra arremetía contra Stelios, pero la velocidad de la luz del Santo esquivó a la bestia que fue a dar contra la puerta haciéndose añicos en el acto, como si una bola de demolición actuara contra una pared infranqueable de cemento. La bestia derribaba todo a su paso presa de un dolor desconocido por el mismísimo dorado quien intento entrar en la mente de hombre lobo pero no observó nada dentro solo una oscuridad inmensa y horrible como el sepulcro.
Así fue destrozando cada palmo por el que andaba. Cada alameda del castillo sufría los embates de aquella batalla. Con frecuencia Stelios en medio de aquello se preguntaba que aquejaba a su anfitrión ¿qué atormentaba  ah aquella mente? ¿Cuáles eran esos ciertos sueños? ¿Y esa barrera que le impedía entrar en aquella alma? así como a pensar acerca del oscuro mundo al que pertenecen. Aunque la mayoría de sus visiones nocturnas con el hombre lobo desde la noche en que su armadura plateada le cubría le resultaba quizás poco más que débiles y fantásticos reflejos de sus experiencias de vigilia.

Sin embargo aquel dolor sumergía más y más al alma del desdichado maldito en el atavismo insondable del Hombre lobo. Es decir, una regresión a un tipo ancestral de temperamento y comportamiento. Y aquel dolor acrecentaba aquello.
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Mensaje por Invitado Jue Oct 26, 2017 3:52 pm

Con el puño derecho puesto en la piedra roída de uno de los pisos de las muchas habitaciones de aquella fortaleza de la soledad, Stelios descansaba, agazapado, sudoroso, un ojo inutilizado por la sangre que escurría de su cabeza y penetraba  a este haciéndole arder al contacto con aquella sustancia escarlata. Mientras que con el otro, observaba a una criatura semicongelada que resquebrajaba el cristal en la cual estaba presa. Admitía no saber qué hacer ante como sacar del estado salvaje en que se encontraba su anfitrión. No quería matarle. Su pierna derecha descansaba su rodilla en el suelo, mientras que el otro ayudaba de soporte a su brazo izquierdo. Su respirar era hiperventilado pero tenía que ejecutar una estrategia que le permitiría contener del todo a la criatura.

Entonces pensó, quizás en el castillo exista algo que mantenga dicha maldición. De inmediato salió corriendo, dejando aquella instancia sola con la criatura atrapada en el cristal de hielo. Cada habitación en un pilar nuevo de muebles viejos, tapados con mantas roídas y llenas de telaraña, sucias a tal punto que su color amarillento revelan que pertenencia a un hermoso color blanco. En cada lugar visitado y cada puerta abierta dejaba escapar el olor añejo de aquello que nunca ha visto la luz desde hace mucho tiempo, y que dentro de las esferas de lo posible ningún ser humano ha puesto un pie hace mucho, pero mucho tiempo.

La exploración culminó en la parte abandonada del castillo agotando toda esperanza del Santo, porque sabía que su anfitrión estaba ya tras sus pasos. Estaba en uno de los torreones por lo que pudo ver, bajando a lo que parecía ser un calabozo medieval o quizás un polvorín subterráneo, más bajo. Mientras deambulaba lentamente por los pasadizos llenos de incrustaciones al pie de la última escalera, el suelo se tornó sumamente húmedo y pronto, a la luz de su cosmos y mi trémulo brillo de su manto, descubrió que un muro sólido, manchado por el agua, impedía su avance.

Girando para volver sobre sus pasos, observó una pequeña trampa con anillo, directamente bajo sus pies. Deteniéndose, logró destruirla petrificándola y congelándola para luego hacerla añicos cuando el metal cedió. El Santo descubriendo una negra abertura de la que brotaban tóxicas humaredas, a cuyo titubeante resplandor vislumbró una escalera de piedra. Tan pronto como la el cosmos de su ser se incrementó, el cual había mantenido hacia las repelentes profundidades, ardió libre y firmemente, fue que emprendió el descenso.

Los peldaños eran muchos y llevaban a un angosto pasadizo de piedra que Stelios supuso muy por debajo del nivel del suelo. Este túnel resultó de gran longitud y finalizaba en una masiva puerta de roble, hedionda por la humedad del lugar, y trasegada por fuertes cuchilladas desde su marco hasta el fin. Al analizarlas Stelios descubrió que aquello se trataba del portentoso impacto de las garras del hombre lobo.  Sin previo aviso, escuchó el crujir a sus espaldas de dientes al rechinar. Era el huésped maldito del castillo, quien aun con pequeñas incrustaciones de hielo se abalanzaba con prontitud sobre Stelios atravesando ambos la puerta mohosa.

Cuando Stelios volvió en si, finalmente la figura lobuna habló con una voz grave que me hizo estremecer la personalidad fría del Santo. Era una honda de impiedad e implícita malevolencia. El lenguaje empleado en su discurso era el decadente latín usado por los menos eruditos durante la Edad Media, y Stelios lo entendía, gracias a sus prolongadas investigaciones en los tratados de los viejos alquimistas y demonólogos del Santuario.

—Ayúda… me —Eran aquella palabra que forzosamente tarareaba la criatura, mientras se apretaba la sienes de su cabeza con las dos manos—. ¡Ayu… ayúdame!

Una de sus manos rasguñaba el pecho de sí mismo como quitándose algo de bajo del grueso pelaje. Y allí fue donde brillo aquello. La criatura señalaba un collar que tenía alrededor de su cuello. Un rubí como los ojos iracundos de aquella criatura.

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Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2] Empty Re: Misión 1 - Escapa de la Fortaleza [Stelios 2]

Mensaje por Invitado Jue Oct 26, 2017 5:17 pm

Trato de arrancar y de empalar el amuleto. Solo valía un ataque más, pero no era contra su anfitrión era con aquel amuleto maldito en el cuello de la bestia el cual luchaba por quitárselo. Solo había algo que podía congelar y destruir la densidad de las armaduras hasta hacerlas añicos. Era el frio absoluto, una temperatura aun no alcanzada del todo para Stelios. Pero tenía quedarlo todo para poder llegar aquel nivel.

En aquella habitación el tiempo mismo se detuvo. Los ojos de Stelios se clavaban sin más sobre aquel accesorio de terror inexorable. Todo a su derredor se tornó blanco en aquel instante. L cruenta baldosa, la pared enmohecida y llena de musgo. Enfrente el dueño de la fortaleza negra en la cual ellos estaban, abría sus manos mientras el rubí por un mágico brillo confería al rostro de Stelios un tono rojo.

—Ahora con esto ya no queda nada más. —Dijo Stelios mientras arrancaba su embozo roído de su peto con violencia—. No tengo el conocimiento para hacer uso del cero absoluto, así que quizás moriré.

Y elevando sus brazos por encima de su cabeza, Stelios invocó su cosmos una vez más y junto las manos.

—Pero te liberare de tu sufrimiento con esta ejecución —Sus manos brillaron cual nítida luz de luna mientras abría las piernas para apoyarse en el suelo. Su cosmos se transmuto al brillo de un dorado. Elevándose por encima de su cabeza—. Mi mejor arma para liberarte. La esencia del frío.¡Ejecución de Aurora!

Y bajando los brazos de un solo golpe con dirección a aquel amuleto, un rayo incandescente de luz surgió de las manos de Acuario dirigiéndose a toda velocidad al amuleto, pero su delgadez era tan fina que emitió un sonido agudo destrozando con ello todo objeto de vidrio y cristal. La onda envolvió a la criatura, mientras los ojos de Stelios se cerraban ante la energía invertida.

En aquel momento en el que el collar se rompe, la bestia se transforma en un hombre joven de cabello negro completamente desnudo. Stelios cae de rodillas y después de bruces al suelo.

Sus ojos se abren, esta acostado en una camilla. El joven de cabellos negros yace a su lado, cubierto por sabanas y empapado en llanto. El cuarto es un revoltijo de pergaminos, volúmenes de libros desojados y apilonados unos encima de otros, elaborando montañas de papel de varias alturas. Estanterías repletas de libros.

Alrededor de las paredes de aquella repulsiva habitación había féretros de antiguas momias alternando con hermosos cadáveres que tenían una apariencia de vida, perfectamente embalsamados por el arte del moderno, y con lápidas mortuorias arrancadas de los cementerios más antiguos del mundo. Aquí y allá, unas vasijas contenían cráneos de todas las formas, y cabezas conservadas en diversas fases de descomposición.

Había estatuas y cuadros, todos perversos y algunos realizados por la mano de aquel príncipe. Un portafolio cerrado, encuadernado con piel humana curtida, contenía ciertos dibujos atribuidos a Goya y que el artista no se había atrevido a publicar. Había allí nauseabundos instrumentos musicales, de cuerda, de metal y de viento en los que quizás se producían a veces disonancias de exquisita morbosidad y diabólica lividez; y en una multitud de armarios de caoba reposaba la más increíble colección de objetos sepulcrales nunca reunidos por la locura y perversión humanas.

Una estancia secreta, subterránea, donde unos enormes demonios alados esculpidos en basalto y ónice vomitaban por sus bocas abiertas una extraña luz verdosa y anaranjada, en tanto que unas tuberías ocultas hacían llegar hasta los presentes los olores que su estado de ánimo apetecía: a veces el perfume de pálidos lirios fúnebres, a veces el narcótico incienso de unos funerales en un imaginario templo oriental, y a veces la espantosa fetidez de una tumba descubierta.

—Afortunadamente, tuve el valor de destruirla mucho antes de pensar en destruirme a mí mismo. —Dijo aquel hombre entre sabanas mientras Stelios se colocaba de pie y se frotaba la cabeza ante el dolor, sin embargo la tos lanzó a su mano una increíble cantidad de sangre que no pudo contener—. Cuidado por favor.

El hombre le socorrió colocándole una vez más en donde reposaba.

—No puedo revelar los detalles de mis brutales expediciones —Dijo el hombre de cabellos oscuros el cual al instante le recordó aquel hombre en la obra de arte del comedor—. Ni nombrar el valor de los trofeos que adornaban el anónimo museo que cree en la monolítica casa donde vivo, solo y sin criados. Mi museo era un lugar sacrílego, increíble, donde con el gusto satánico había reunido un universo de terror y de putrefacción para excitar mi viciosa sensibilidad. Las expediciones, en las cuales recogía mis tesoros, eran siempre memorables acontecimientos desde el punto de vista artístico. No era un vulgar desenterrador de muertos, sino que trabajaba únicamente bajo determinadas condiciones de humor, paisaje, medio ambiente, tiempo, estación del año y claridad lunar.

El hombre se levantó para acariciar sin tocar lo que quedaba del collar maldito del cual aún se desprendía el gélido frio del cero absoluto, sus dedos se recubrieron de blanca escarcha y prosiguió su habla.

—Aquellos pasatiempos eran para mí la forma más exquisita de expresión, y brindábamos a sus detalles un minucioso cuidado y fue así como descubrí el maldito lugar que acarreó sobre mí una espantosa e inevitable fatalidad. Creo que fue el oscuro rumor, la leyenda acerca de alguien que llevaba enterrado allí cinco siglos, alguien que en su época fue un saqueador de tumbas y había robado un valioso objeto del sepulcro de un poderoso.
—A veces hay puertas que son mejor dejarlas cerradas —Dijo Stelios mirando el techo en un punto incierto, mientras callaba para que su anfitrión prosiguiera.

—Mucho era lo que quedaba del cadáver a pesar de los quinientos años transcurridos. El esqueleto, aunque quebrado en algunos sitios por las mandíbulas del ser que le había producido la muerte, se mantenía unido con asombrosa firmeza, el descarnado cráneo con sus largos dientes y sus cuencas vacías quizás habían brillado unos ojos con una fiebre semejante a la mía. En el ataúd había un amuleto de exótico diseño que, al parecer, estuvo colgado del cuello del durmiente. Representaba a un sabueso alado, o a una esfinge con un rostro semicanino, y estaba exquisitamente tallado al antiguo gusto oriental en un pequeño trozo de rubí. Mi desgracia fue ponérmelo. Desde aquellas noches mi paranoia se acrecentó, enfermo caí en desgracia y perdí el conocimiento hasta hoy. Gracias a ti vuelvo hacer quien soy. Busque por mucho cada vez que volvía de mi desgarradora forma, el método que me sacara de mi maldición.
—Ese objeto a la vez te mantenía al servicio de un espectro. Un espectro de Hades. Nunca más vuelvas a tocar dicho objeto. Retira de este tipo de prácticas.
—Antes de marchar caballero dime tu nombre.
—Stelios. Stelios de Acuario. —Dijo el santo con su habido rostro de entrecejo fruncido.

FIN
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