Rewind me to those times

–Tal vez en otra ocasión en que tengas más suerte para que eso ocurra–  expresó desestimando la jugada de Cesar.  La plática continúo entre los dos, prácticamente dejando en término secundario la película, que ya había dado inicio después de la escena de créditos iniciales.

–Sí, la recuerdo, es más aún recuerdo que en alguna ocasión llegaste a recomendarme que consiguiera ese álbum. Aunque nunca me platicaste el trasfondo y la conexión con tu familia– siguió escuchando la plática anecdótica de la familia de Cesar. –Entonces eres la tercera generación de tu familia en estar en el medio artístico– dijo al escuchar la historia de sus tíos abuelos. Algunas familias a veces se especializaban en un giro comercial que aprendían de generación en generación, pero aun así no dejo de sorprenderle.

–Con que un tío abuelo medio bohemio– se quedó pensando un momento, nunca había puesto a repasar que tanto podía encajar Cesar en ese término hasta ese momento. Un artista que llevaba un estilo de vida libre, dedicado a su música y una que no era encajaba en ser un concepto meramente comercial y con un día a día poco organizado. Tal vez no estaba tan alejado de ello.

–Creo que no solo heredaste el talento musical y dotes histriónicos. Tal vez te parezcas un poco más a él de lo que crees– comentó riendo un poco.

De ahí Cesar saco un álbum de fotos familiares y la acercó para que pudiera ver su contenido. Ojeo rápidamente sus hojas, hasta detenerse en la fotografía que le interesaba.

–Aparte de tener familiares en el mundo artístico, también llegaron a relacionarse con políticos y integrantes de Interpol ¿Qué otras sorpresas te tienes guardadas?– preguntó en tono curioso, mientras analizo a cada uno de las personas retratadas en la foto.

–Entonces fuiste tú el que tomó la estafeta–   la corrección de Cesar explicaba el por qué tenía tan buen gusto para la comida. –Si lo dices, así debe de ser– dijo sin contradecir lo que mencionó sobre su tío abuelo. Aunque por el tono de sus palabras, le hizo pensar que aquel comentario no fue con la intención de ocultar algún dato. La plática continuó de forma casual, Cesar no dijo nada que no conociera de él, hábitos, manías, familia y gustos.


–Lo dices como si hubiera sido de lo más desagradable– aquello fue en su época de novios, pero no tenía malos recuerdos del tiempo que pasaron juntos, como para darle la razón a Cesar.

–Creo sería lo mejor, con la condición de que una vez me dejes en mi casa, te regreses directamente a la tuya, no quiero saber que te desviaste para conseguir más alcohol para que puedas amanecerte tomando–  dicho eso ambos se dedicaron a ver la película, con algunos comentarios de Cesar explicando algunos detalles. No fueron intervenciones largas, que pudieran ser consideradas interrupciones, a decir verdad sus acotaciones hicieron que la experiencia se disfrutara aún más.

Llegando el momento abandonaron su departamento y comenzaron a caminar hacia la casa de la joven. Por la hora ya había anochecido por completo y las luces iluminaban las aceras de la calle. Y ahí Cesar hizo la pregunta obligada, sacando a relucir el tema que había llamado la atención de Elania.

–Supongo que es mejor no seguirle dando vueltas al asunto– dijo de forma tranquila. Pensando un poco como continuar con todo lo que tenía que preguntar. Para los entendidos de la música y aquellos con grandes aspiraciones musicales aquella escuela era un sueño, tomar clases en ella era una oportunidad única en su vida. O por lo menos esa fue la impresión que Cesar le dejo años tareas cuando le contó que cursaría en esa institución.

Aunque la academia de música tenía ciertos secretos tras sus paredes, siendo más de lo que uno podría imaginarse. –Durante mi último año en la universidad, tuve la oportunidad de visitar la academia en la que estudiaste durante un viaje de estudios– Palladion acostumbraba a recibir visitantes de otras escuelas o universales, serbia de cierto modo como experiencia académica para los visitantes y el instituto podía captar a algún aspirante perdido o promover su metodología de enseñanzas. O por lo menos eso era el significado en forma superficial. Ya que en ciertas ocasiones y casi por azares del destino, se podian descubrir alguna mínima presencia de cosmos entre los visitantes identificar  aquellos que pudieran ser prometedores a futuro. Como fue el caso de Elania.


–Cesar si te hiciera la pregunta de “¿Qué es Cosmos?” ¿Qué me responderías?– dijo dando un paso enfrente y así cortándole el paso, mientras fijaba sus orbes azules en los ojos de su interlocutor. Se quedo en silencio esperando la respuesta de Cesar. Tal vez era una locura abordar el asunto de esa manera, pero tenia el presentimiento que él sabría entender de que se trataba todo ese asunto. O por lo menos eso era lo que ella esperaba.

–Puede ser una apuesta arriesgada, pero tal parece que en esta ocasión acerté– Cesar evitó que la plática adquiera un tono más serio al responder con una pequeña broma, devolviendo la informalidad con la que se había estando desarrollando hasta ese momento. Aunque sus palabras no parecían estarse dirigiendo hacia la pregunta que Elania efectuó lentamente aterrizó en el tema que la joven dama quería tocar. Una pequeña demostración de cosmoenergia fue su respuesta final, demostrando así que era entendido acerca del tema.

–Solo a ti se te ocurriría utilizarlo como método de conquista– lo cual si un día llegara a suceder, no le sorprendería en absoluto. Siguió observándolo con ambos orbes y escuchando cada una de las palabras que tuviera que decir. Si con él se sentía cómoda de hablar sobre ese tema y aunque pareciera difícil de creer, sabía que aunque podían parecer ortodoxas las explicaciones de Cesar eran bastante consistentes.

– ¿Por qué no me extraña?– murmuró al escuchar que contaba con tiempo limitado para indagar al respecto. Solo cinco minutos y nada más.  Y si, en esta ocasión no era ningún tipo de broma, aquello era en serio sabiendo que su interlocutor no bromeaba al respecto de su tiempo disponible, eso era un lujo que no se podía dar. –Entonces solo cinco minutos–

Por donde se viera era muy poco tiempo para una plática extensa, así que debía de ser concisa e ir directo al grano, sin andarse con rodeos. Eso o resignarse a esperar el plazo de dos semanas. Algo que no le apetecía hacer.

–Aún hay bastantes cosas que desconozco y solo tengo cinco minutos. Bien comencemos– expresó de forma tranquila y haciendo una ligera sonrisa. No había espacio para frustrarse o desesperarse, simplemente quedaba aprovechar el momento y sin perder un solo instante.

– ¿Cómo conseguiste hacerte a la idea?– dijo casi suspirando. –No es algo que sea fácil de asimilar o digerir – prosiguió con la plática sin apartar la mirada de su interlocutor. –He pospuesto tomar una decisión al respecto hasta ahora. Aún no he despejado todas las dudas en mi mente. Pensando desde trivialidades de mi vida personal y la responsabilidad que conlleva ir a Grecia y obtener la armadura que me esté esperando – cuestionamientos que a otras personas jamás se lo hubiera hecho, pero en este caso con Cesar podía  hacerlas de forma sincera.

–No quiero tomar una decisión precipitada, no es algo que simplemente puedas decir “si acepto” sin pensarlo detenidamente– otro momento de pausa.– Y sé que en parte estoy siendo egoísta, pero en estos momentos así es como ciento las cosas–  tal vez el tiempo que perdió en decidirse lo puedo aprovechar de mejor manera. Pero no fue así. Desde que fue consiente de esa realidad, no había podido despejar esas inquietudes y lo último que quería era que aquellas se fueran acumulando y se convirtieran en una pesada loza en un futuro cercano.

–No podría decir que una situación como esta es demencial, pero es absolutamente difícil de asimilar a la primera– dijo tras un suspiró y escuchar con atención lo que Cesar tenía que decirle. A decir verdad sus palabras tenían razón. Aquello podía ser algo irracional y alejado del sentido común, por lo tanto no se podía solucionar con puro razonamiento lógico. Porque en muchos casos simplemente no aplicaba. Él no era tan estructurado por ende era más flexible ante una premisa  poco racional como la presentada.

Aunque eso no exentaba de pensar las cosas detenidamente y dar la primera respuestas que viniera a la mente. –Te doy la razón, tengo que pensar y poner las cosas en claro– no pudo pasar por alto notar la actitud de Cesar al hablar de la dama a quien serbia, demasiada seriedad para lo que el acostumbraba, eso decía mucho de cómo se tomaba el asunto.

–Con eso te refieres a encontrar un punto de equilibrio entre todas las partes ¿No es así?– eso último fue más para enfatizar a una pregunta real. Si tal vez se había ofuscado demasiado pensando en los pros y contras. Que no vio la posibilidad de  llegar a un punto de equilibrio.  Además no puedo evitar recordar a la chica que escucharon cantar en el restaurant, cuando Cesar dijo que conocía a una compañera de estudias, que era cantante y también portadora de una armadura. Aunque eso sería tema de conversación para otra ocasión, el tiempo avanzó rápido y no tardo en acotar que ya se había agotado.

Fue tomada de ambos hombros por Cesar, quien se acercó a ella. Aquello fue inesperado y no le dio demasiado para reaccionar. Él olfateó un poco su cabello, haciendo un comentario sobre el shampoo que ocupó. No contesto porque lo siguiente que sintió fue un ligero toque de la lengua de su interlocutor en su frente, haciendo un recorrido cual serpiente.

Un ligero escalofrió recorrió su cuerpo por aquella acción pero no se molestó por lo sucedido. Solo sonrió y movió ligeramente la cabeza para sacudirse aquella sensación. –Yo no te mande al diablo, no trates de hacerte la victima conmigo y lo sabes–  pensando que era exagerada aquella afirmación.

–Entonces será hasta dentro de dos semanas– dicho aquello comenzaron a caminar en dirección de su casa. El recorrido fue relativamente corto, sin muchas interrupciones o contratiempos. Por donde se viera el día había sido provechoso en distintas maneras.

Se detuvieron enfrente de la puerta de la entrada. –Muchas gracias Cesar por todo– dijo de forma sinecera antes de entrar a su casa. – Espero que podamos vernos de nuevo aprovechando que estas en la ciudad. No te quiero demorarte más de lo necesario porque ya tarde y es mejor que regreses a tu hogar– hizo una pausa recordando que Cesar le mencionó que haría una escala más  esa noche. –Y trata que esa última parada no tenga nada que ver con comprar alcohol para tomar lo que resta de la noche–   dicho eso ambos se despidieron, la joven entro a su hogar y desde la ventana vio como el músico prosiguió su camino y se perdió a lo lejos de la calle.