Horror Castle - Evento Halloween

Sentía que se ahogaba, del dolor y la opresión en su pecho sus ojos lagrimeaban. Se dio la vuelta ante el grito del señor, pero sus oídos ya parecían no escuchar mucho.
 
Taichi me está traicionando…
 
Taichi está…
 
Taichi…
 
¿Dónde…
 
-Amor, ¿te encuentras bien? –
 
Está?
 
Como llamado ante el pánico creciente, allí estaba el castaño de su novio, con su traje de capitán del equipo de fútbol como disfraz  –Taichi… -Dijo en apenas un susurro -Déjame revisar eso. Sabes que no debes andar fuera de casa cuando tomas tus pastillas. Ves cosas que no deberías –
 
El chico de piel tostada lo acercó a una esquina, no tomando en cuenta que con las alas que se cargaba encima habían interrumpido o empujado a una que otra persona, incluso una mujer, muy similar a la que estaba con Taichi hace un momento  que se quejaba de que en el tropiezo alguien le había rasgado mal el traje y ahora se estaba casi desnuda.
 
-¡Taíchi eso duele! – se quejó notando ahora varios puntos de dolor en su mano, No sabía que cara tendría, pero su sorpresa era grande, aun así no había retirado su mano -Te voy a regalar uno de esos juguetes anti-estrés si lo que quieres es apretar cosas. Deja las copas en paz...


-No funcionan y lo sabes. Igual no creo que pueda dejar las copas, mi padre moriría de un infarto, así como si dejara perder la compra de un espacio como este –Dijo intentando distraerse un poco del dolor mientras Yagami sacaba con maestría los fragmentos de vidrio incrustados, no era la primera vez de todas maneras, y agradecía que Tai pudiese atenderlo rápido en incidentes como aquel, sino no podría tocar sus instrumentos. Vio su mano nuevamente y Yamato se preguntó si su mano sería una metáfora de su propio corazón.  
 
–Oye Tai… --Entonces de ser así, Taichi … -¿Qué se supone que haces aquí? –Sería las vendas que impedirían que la sangre siga fluyendo. Que el dolor siga fluyendo… -Dijiste que ibas a estar ocupado con el equipo de fútbol por las fiestas.
 
Lo curioso es que no había vendas.
 
¿Cómo entonces pararía de fluir la sangre?
 
-¿Podrías quitarme estas cosas de la espalda? Pesan demasiado  -Dijo intentando distraerse en otra cosa que no sea su propia sangre, lo que creyó ver, -Recuérdame dejar de beber alcohol -

-No puedo evitarlo, son costumbres difíciles de deshacer- Dijo ante el comentario de su medicación y el alcohol. –No recordaba que te quedaras horas en aquella ocasión –Bueno no es como si lo tuviese totalmente en claro, pasó en coma casi

-Quizá aprender a sobrevivir, no me habría acostumbrado a llevar una vida como la de ahora – Pues esa era una buena pregunta –Quizá me hubiese muerto hace ya tiempo, o terminar internado en alguna parte –Prisión, hospital, de enfermos mentales, Arkham o algo parecido a eso pasaba por la mente del rubio con traje de ángel caído contemporáneo.

-Sabes que yo no decido al final las cosas, mi padre es el que lleva el negocio, si me pide que la compre, y no lo hago yo, mandará a alguien más en un futuro. –Mencionó, además -¿Por qué otra razón debería estar acá?-

Yamato... ¿de qué estás hablando? Nadie se ocupa durante las fiestas, estás delirando otra vez –dijo su novio, interrumpiendo el tren de pensamiento de Yamato –Delirando… -Solo se volteó para que Taichi pudiese remover esas molestas alas con más facilidad.

-No tengo asesor de imagen, de hecho tú cumples ese rol –Un gemido salió de sus labios cuando Taichi paseaba por su cuello, ya sin las molesas alas que le impidiesen un mejor acceso al castaño. Sentía las manos calientes de Taichi por los botones de su camisa, separando cada botón de cada ojal, susrró algo a su oído pero solo podía perderse en las sensaciones. Si sensaciones, quizá era de las pocas formas de disfrutar su presente – Taichi  -Se volteó nuevamente, ahora buscando la boca del futbolista que estaba frente a él, lejos de la multitud enfiestada.

Los lentes oscuros que llevaba quedaron olvidados en el suelo, mientras sus manos, avidosas por explorar, iba la una en dirección al cuello y rostro de Yagami, la otra colándose por la camiseta deportiva. El sabor del vino se perdía con el sabor de Tai, así como su mano iba al elástico de los pantalones cortos -¿Tu disfraz? –atinó a decir.

Estando perdido en sus pensamientos, en su avanzada, tardó en darse cuenta que ya sé encontraba frente a la puerta de aquel castillo, una puerta de un tamaño considerable que, por poco, el peliazul casi sé estrellaba con esta, volviendo en sí en un parpadeo..

Aquella puerta sé abrió poco después de que el joven tocase, adentrándose al lugar y perdiendose entre la multitud. Anheru sé dirigió a un lugar que estuviese un poco menos lleno de gente, lo cual fue casi imposible puesto a que ese lugar sé encontraba repleto de invitados, gente con gran variedad de disfraces sé movían de un lado a otro en aquel festejo, pero no veía por ningún lado a los ineptos de sus amigos que, a su parecer, le habían jugado aquella broma de mal gusto, lo único que pasaba por su mente era encontrarlos y preguntarles en que lugar sé encontraba, puesto a que no tenía idea y lo que quería, era salir de ese lugar.

En su disgusto, terminó por olvidar el hecho de que había prometido para sí mismo el no tomar más, así que terminó acercándose hasta uno de los puestos de bebidas y pidió una copa de vino, luego de esa le siguieron varias otras hasta que terminó dejando un poco de lado su disgusto y terminó un poco inmiscuido en el festejo....

-Bah, sólo es un poco de alcohol ¿qué podría pasar?- Dijo el peliazul mientras que bailaba con una de las invitadas...

La distracción del peliazul sé vio desvanecida debido a un personaje que aparecía ante él de una forma molesta, enseguida Anheru no pudo evitar pensar que eso, era aún parte de la bromita que le habían jugado sus amigos y terminó por tomar la mano del individuo que trataba de ver de más, sujetando esta con fuerza y mostrando una pequeña mueca de molestia mientras que sé dirigía a aquel hombre con maquillaje esquelético... -Oye, oye, esa no es forma de presentarte ante alguien que no tiene ni la más remota idea de quien coño eres- Dijo Anheru mientras una de sus cejas sé veía levantada levemente y la otra hacía abajo... -Supongo que esto también es parte de la bromita de los imbéciles de mis amigos ¿no? dime, ¿donde están? estaba tratando de disfrutar de esto, pero ahora, de nueva instancia, me estoy volviendo a poner muy molesto- Dijo el peliazul con una cara completa de seriedad.

No podía creer la velocidad en la que llevaban las cosas, manos por un lado, bocas por otro, los roces por sobre y debajo de la ropa, ya no hay  prendas. Solo quedan sensaciones.

Yamato no podía hacer más que clamar por Taichi, por sus atenciones, no importándoles el extraño, pero seductivo espacio en el que se hallaban. Los gemidos del rubio

El sudor aparecía sobre sus pieles,  dándoles un brillo  atrayente, mezclado con la saliva y olor a sexo, vino y sangre que ya levantaba en el lugar, junto a unos amiguitos que esperaban salir a jugar.

-Feliz Halloween –La sonrisa ladina, la piel bronceada, cómo enterraba su boca en el punto exactoentre su cuello y su clavícula para hacerlo gemir y olvidar sus obligaciones… ¿Qué obligaciones? ¿La herida en su mano? No, servía para seguir marcando a Taichi con su sangre, haciéndole suyo, para alejar a aquellos que quieran arrebatárselo.

Quizá la única que tenía era ayudar al mini Tai a que no se congelara. Le abrazó, como se lo estaba pidiendo, mientras sus manos seguían recorriendo los centímetros de la piel tostada,  acariciando su entrado trasero y centrándose en hacer ficción entre ambos miembros aprovechando la postura en que los había dejado el capitán de futbol era idónea para ello.

Frotar, calor, correr, las sábanas rojas salían de sus posiciones entre más se movían. Una respuesta a comprar… -Comprar ¿qué…? No –Otro gemido salía, sus mejillas estaban rojas, y era más claras las marcas en su cuerpo que en las de su novio. –Tai alcanzó a decir, mordiendo el hombro del castaño, mientras su liberación estaba próxima a llegar.