[Pasado]Conociendo a los demas atenienses (Privado Anheru)

** En aquella mañana en el Santuario de la deidad de la sabiduría, todo continúa con gran armonía mientras que los demás aspirantes y santos comienzan sus labores cotidianos para proteger aquella persona que rige el mismo lugar. A pesar que en esos momentos dicha mujer se encuentre ausente del mismo refugio, la mayoría de los que los caballeros atenientes se mantienen al marguen puesto siempre velan por la seguridad del miso mundo, como en la de su Diosa que a pesar de ser una simple humana, le mantienen un gran respecto, por lo cual una de las santos femeninos del lugar comienza con tranquilidad a caminar con aquellas zapatillas de bronce que porta, sin contarse con su sagrada armadura de la constelación de Andrómeda la cual obtuvo tras pasar las más difíciles pruebas que se pueda imaginar.
 
 
 

Hacía un día muy hermoso, los rayos del sol se encontraban con el pasto verdoso creando un paisaje satisfactorio, esté tipo de paisajes eran algunos que le agradaban mucho al santo de la octava casa, la casa de Escorpio, esté yacía en la salida de su templo al parecer se dirigía a otro lugar y esto se trataba a que esté muy seguido o al menos cuando estaba libre le gustaba ir a ver como se desenvolvían los aspirantes a ser caballeros en sus entrenamientos, ya que al verlos le recordaba a él mismo cuando se encontraba en esa fase, esté procedió a bajar por los templos ya que está era la única forma de llegar a lo último, algunos templos al parecer sus guardianes no se encontraban, quizás estarían en alguna misión o dando algún paseo como él, algunos sí se podía sentir sus cosmos al pasar por sus casas tal vez estarían estos meditando aunque estos no interferían en el camino del joven de cabellos azules, esté ahora se encontraba en la salida del primer templo, el templo de Aries.

Esté siguió adelante mientras miraba como algunos aspirantes y soldados se entrenaban a los alrededores, parecían muy concentrado, le agradaba ver que hubiera personas tan dedicadas y con tan buena determinación, muchos no soportarían los entrenamientos que son necesarios para cumplir con su misión como protectores de Athena, pero al parecer también había una gran mayoría que no sucumbía ante el miedo ni la desesperación.

Esté al ver todo esto al parecer había recordado algo por lo que apresuró un poco el paso, esté se dirigió al coliseo en donde se enfrentaban aquellos que deseaban portar una armadura, estos debían combatir entre ellos mismos uno a uno para ver quien se hacía con alguna de las armaduras disponibles, está era una de las formas para obtener la armadura otra también era por medio de la armadura misma que en ocasiones se presentaban ante quien considerarán digno de portarlas, en caso de la primera forma al ganar el combate quien ganase se le hacía entrega de la armadura correspondiente pero de igual forma esté no podría usarla hasta que la armadura lo reconozca como digno de ella.

El joven de cabellos azulados que a simple vista parecía muy joven para el rango que ocupaba, (y tal vez sí era así como se veía) había llegado al coliseo y esté al ver que los combates habían dado inició se poso sobre uno de los escombros que se encontraban entre las gradas de el coliseo y se quedo ahí a observar como aquellos aspirantes se batían, también desvió un momento su mirada por los alrededores a ver que no se veía algún santo dorado viendo el espectáculo aparte de él, al parecer era el que con mayor frecuencia se le podía ver en está clase de eventos aparte de él se le podía ver a algunos santos de plata dispersados por las gradas igualmente santos de bronce, esté luego de echar un vistazo volvió a retomar su vista a la arena para deleitarse con la determinación de los que se encontraban batiéndose a duelo por obtener una armadura.

** En esos momentos mientras la joven damisela de rosados cabellos continua con su andar, se comienza a preguntar si fue una buena idea haber llegado hasta donde ahora se encuentra ya que antes solo deseaba tener algún tipo de familia puesto la suya la perdió y con eso quedo sola. No sabía nada que más ha pasado en el mundo exterior debido a que no sale mucho del refugio ya que hasta el momento es el único lugar que considera seguro su persona. Siendo uno de los factores del por qué se mantiene un poco callada en ocasiones ya que los pocos ratos que pasa charlando con las demás aspirantes a caballero femenino son pocas, puesto ellas mismas tienen otra área de entrenamiento mas donde son entrenadas.
 
 
 

El viento soplaba una brisa agradable mientras que el combate se llevaba a cabo, el santo veía desde un lugar que se encontraba al lado de una de las entradas al coliseo, los aspirantes que batallaban en ese momento parecían dar todo de sí para así obtener su armadura era algo agradable de ver como a pesar de las generaciones desde que el entrenaba siempre pudo ver como los aspirantes combatían con la misma llama interior como dos bestias feroces enfrentándose para ganarse la presa o algo muy similar.

Una silueta hacía presencia por la entrada que se encontraba al lado del joven de cabellos azulados, se trataba de un santo de bronce que por su silueta se podía ver que se trataba de una joven con un hermoso cabello rosado que con el viento soplando se agitaba, está sin percatarse de la presencia del santo a su lado soltó unas palabras que al parecer iban más dirigidas hacía ella, pero le sorprendió al joven ya que pocas veces lograba a mujeres portando armadura, sí había logrado llegar a conocer y ver de lejos a algunas pero estás eran contadas casi que con los dedos de ambas manos.

El joven al escucharla no pudo evitar preguntar -Ya veo, así que también competiste aquí por tu armadura, ¿eh?, debes ser muy talentosa para haber obtenido tu ropaje sagrado- Dijo aquel joven mostrando una cálida sonrisa.

Lo que decía aquel joven era verdad ya que incluso para él el entrenamiento que tuvo que afrontar para hacerse con su anterior armadura fue muy agotador y así eran los entrenamientos de todos los que aspiraban a algún día portar alguno de los 88 ropajes sagrados, algunos incluso afrontaban entrenamientos aún más cansados como era en caso de algunos santos de plata y de oro ya que solo los más fuertes y con ciertos conocimientos del cosmos lograban obtener uno de estos, aunque para los de bronce no es como si fuese la excepción, esté lo sabía muy bien ya que de no ser por su entrenamiento principal no hubiera podido ni si quiera sobrevivir al que hizo antes de aceptar su actual cargo.

El joven luego de haber hecho su pregunta hacía la joven volvió a posar su mirada en la batalla, al parecer ninguno parecía ceder ante el otro, era un espectáculo que se iba extendiendo pero aún pese a esto no perdía su gracia.

 
 
 

Mientras el joven posaba su mirada hacía la arena la voz de la joven doncella llegó nuevamente hasta sus oídos respondiendo a su anterior pregunta, mientras miraba hacía la arena no quitaba la atención a las palabras de la joven, mientras asentía procedió a responder.

-Ya veo, la armadura de Andrómeda, portadora de aquella poderosa cadena...-

Luego la joven giro su cuerpo para observar con claridad quien era quien le dirigía aquellas palabras, está parecía asombrada aunque no se notase debido a su máscara, pero el silencio que adopto está hizo creer lo anterior al joven que volvió a retomar su mirada hacía la joven, la joven retomo su habla y siguió con su respuesta a la pregunta del santo, una respuesta un tanto diferente a las que había oído antes de aquellos a los que actualmente conocía del santuario.

-Es una respuesta modesta de su parte señorita y al mismo tiempo muy diferente de las respuestas que he escuchado de los demás santos a los que he conocido, incluyéndome-

La joven de hermosa cabellera hizo una pregunta al escuchar el santo centró nuevamente su mirada a la arena mientras que con una leve sonrisa respondía a las palabras de aquella joven.

-No es algo imposible si le pones empeño en realidad, después de todo yo antes solía portar un ropaje de bronce, el manto de fénix y se me encomendó el proteger la octava casa junto a esté ropaje, pero para esto tuve que afrontar ciertas cosas e incluso afrontar una prueba impuesta por mi mismo y aún así no es como sí crea que esté ropaje me pertenezca a mi en realidad, sigo creyendo que me falta experiencia. Pero me prometí el cumplir mi deber con esté ropaje hasta que sea necesario-

Aquello era verdad, aunque se le haya encomendado el proteger esa armadura y esta no lo rechazara él joven aún sentía como sí en ocasiones la armadura no le perteneciese, era algo extraño pero gracias a la llama que aquel había desarrollado en su interior por cumplir sus objetivos, esté seguía hacía adelante para proteger lo que se le encomendó proteger.

-Me dejo llevar mucho, un mal hábito quizás, más bien dígame señorita...¿Viene muy seguido a esté coliseo?-

Preguntaba mientras miraba hacía el lugar donde estaba aquella joven con una leve y cálida sonrisa al mismo tiempo.

Mientras el joven de cabellera azuleja se fijaba en lo que ocurría en el coliseo mantenía de lo más afinados sus sentidos para así prestar atención a lo expresado por la portadora de la armadura de andromeda quien, a pesar de portar una máscara que cubría su rostro mantenía algo en su esencia que por donde le viera era atrayente para el joven santo

-Quizás sí sea cierto lo que dices, aunque a mi parecer es un poco exagerado decir tal cosa, aunque sí es cierto que muchos de mis colegas en las 12 casas poseen un gran poder, un tanto abrumador esto lo he entendido desde que fui elegido para cuidar de una de estas-

Y esto lo decía muy en serio el joven, ya que en sí el sabe que con esfuerzo se puede llegar a obtener el cosmos de algún dorado, pero ya en las 12 casas mientras el se encontraba ahí pudo saber que a pesar de ser llamados los más fuertes entre sus colegas dorados habían variantes entre algunos que su cosmoenergía se podría decir que resaltaba entre otros, aunque esto quizás solo era su impresión...

Los encuentros en el coliseo llegaban a su final siendo los principales actores de tal obra que llegaban a sus límites, los espectadores gritaban de emoción ya que mientras alguno de estos caía otro era quien se alzaba dado al esfuerzo presentado. Definitivamente era algo digno de admirar, el ver como se debatían para ir escalando en rangos entre el santuario, era algo necesario para poder cumplir con la meta de cada uno de los que se encontraban dentro de éste.

-Es bueno que pienses de tal manera tan analítica ya que como dices, nunca se sabe cuando toque ir al campo de guerra.....Aunque a decir verdad, a mi parecer sí bien es bueno estar siempre atento y con los sentidos agudos, nunca está de más el relajarse y despejar la mente-

Y esto era muy cierto, ya que para él estar al pendiente de lo que pueda venir es lo más correcto, pero también sabe que de vez en cuando es bueno echarse una relajadita para liberar tensiones.

El joven se percataba de algo, y es que él no es de las personas que suelen entablar conversaciones, ya que mayormente no es muy sociable, pero había algo en esa joven que lo atraía, ¿su forma de pensar? quizás o tal vez era el hecho de que era muy difícil el ver a una mujer de apariencia tan joven portando una armadura esto hacía notar el talento que la joven dama de hermosa cabellera debía poseer, mientras pensaba en esto no pudo evitar hacer una leve sonrisa para sí mismo mientras volteaba nuevamente hacia el coliseo para seguir observando lo que se llevaba a cabo en dicho escenario.

-¿Qué fue lo que te llevó a convertirte en la portadora de uno de los ropajes que protegen a la diosa de la guerra?, disculpa que haga tal pregunta, es solo que me da curiosidad pero eres libre de contestar a mi pregunta, hermosa dama-

Preguntó sin pensar, quizás se debía a que en ocasiones era un poco distraído, pero rápidamente rectifico mientras con una leve sonrisa dirigida hacía la joven retomaba su vista hacía lo que ocurría en el coliseo.