Taberna de Rodorio [Anheru]

Se encontraba en una de las tabernas de Rodorio, un lugar que era completamente nuevo para él ya que ni siquiera tenía edad suficiente para ingerir alcohol. Sí, estaba a punto de cumplir 18, pero aún faltaban algunos meses. A él nunca le había llamado la atención ese tipo de lugares en el pasado, pero desde que ciudad Kaus fue destruida había entrado en depresión. Muchos de sus compañeros murieron y él sentía como si hubiese perdido un segundo hogar. No era la primera vez que esto sucedía, ya que ciudad Kaus había sido destruida antes cuando él estaba en servicio bajo las órdenes del Santo de Piscis. Ya había aprendido a lidiar con perder compañeros, con perder la ciudad que lo acogió, pero no podía borrar de su mente a las personas inocentes que murieron durante la última guerra. Él había hecho tan poco para salvarlos.

Sabía que no era su culpa, pero al mismo tiempo se sentía miserable por no haber podido demostrar que era un Santo de Bronce valioso y no un estorbo como todos los caballeros de rango superior querían hacerlo ver. Bien, quizá estaba exagerando al decir que todos los soldados que ocupaban un lugar alto en las filas del Santuario eran malos con él. Había conocido al Santo de Libra que era un pan de dios, y también pasó una noche compartiendo una cama con el anterior Santo de Leo.

El dueño de la taberna lo fulminó con la mirada y le dijo que un niño como él no podía estar ahí. Tsukiya se plantó frente a él y le respondió con una mirada retadora.-Tengo edad suficiente, dame algo de beber, y que sea fuerte- Pegaso se sentó en la barra, manteniendo la cabeza agachada. Decían que el alcohol podía hacerlo olvidar, o al menos eso aseguraban los caballeros de plata que lo habían cuidado en su época de aprendiz. Quería olvidar todo, ya no quería pensar en el pasado, era simplemente doloroso.

Tsukiya continuaba enfadado por ser tratado como un niño por el dueño. ¿Quién se creía que era ese idiota? Podía borrar su espantosa cara con un buen puñetazo, pero decidió dejar pasar por alto ese desliz.

Uno de los meseros colocó un tarro sobre la barra y lo deslizó hacia el chico de cabello castaño. Tsukiya le dio un sorbo a su cerveza, resistiéndose a escupir por el mal sabor que tenía para no quedar en rídiculo. No esperaba un sabor tan amargo en el primer trago. -¿Por qué a los ebrios les gusta tanto esto? Sabe horrible- pensó antes de darle otra probada con algo de desconfianza.

Escuchó al desconocido que se había sentado al lado. Volteó la cabeza para verlo, arqueando una ceja al ver a un hombre que parecía ser de su misma edad-y tu tienes cara de prostituto y no te digo que te vayas al pub gay de Rodorio, ¿cuál es el problema?- respondió secamente. Si el dueño del bar no podía hacerlo desistir de sus intentos de ponerse ebrio, menos lo iba hacer un idiota con cara de traga sables. Él sabía de esas cosas.