Muvianos. [Anna.]

Muvianos. Solo había llegado a aquel lugar para satisfacer su insaciable curiosidad, a los libros que tenia acceso siempre los describía como seres de larga vida y belleza indiscutible, siendo una tradición, que el caballero de Aries siempre fuese uno, pero, estaba al tanto de los rumores que se corrían por la actual portadora de la armadura de Aries.

Pese ser parte Muviana no se le notaban sus cejas, pero no era típico de él meterse en esas zonas ya que no era de las personas que juzgaban, volviendo a la realidad, miro la torre que se extendía delante suyo como una construcción digna de admirar, pero paso de largo.

Sería mejor revisar su alrededor por si quería salir una noche con vida de allí, ya que no estaba al tanto de los peligros que rodeaba aquella tierra. — ¿Mmm? — Miro a su alrededor, ¿Acaso había alguien mas en aquel lugar? Adam arqueo una ceja manteniendo una apariencia tranquila y neutral. — ¿Quien esta hay? —

Dado que el santuario se encontraba en completo orden, no le veía impedimento en ir a visitar uno de los lugares que tenían la biblioteca mas grande que uno podía imaginar, después de Blue Gard a Anna le gustaba ir seguido a aquellas fuentes de conocimiento, tras haber pedido el permiso correcto al actual patriarca de emprender un viaje de ida y de regreso, así mismo también aprovecharía el viaje para ir en busca de quien pudiera arreglar algunas armaduras dañadas, esta ultima como encomienda del mismo patriarca, a la joven pelirroja no le costaba nada viajar con un peso mas, después de todo no seria mas aya de un día de viaje.

Al llegar a los bellos parajes de tierra de Lemurianos fue bien recibida por los recidentes del lugar, de alguna manera ya sabian sobre la visita de la amazona de acuario a ese lugar, entrego un par de armaduras a los encargados de dichas labores y en cuanto hubo aceptado el recibimiento de todas las personas que parecian haberle estado esperando escapo a la gran biblioteca de Jamir.

Llego a la habitacion y su rostro se ilumino como un infante en una tienda de caramelos, acelero el paso y se encamino hacia las estanterías, con su andar resonaba su armadura, el tintinear de la armadura completa no tardo en hacerse presente también, la tela rasgando ligeramente los pasos de la mujer pelirroja hacían juego con toda la combinación de sonidos que al escasear el natural dentro del recinto se hacia presente el que provocaba la portadora del manto de acuario, no tardo en encontrar un libro de astronomia que capatara su atencion, tan rapido como lo encontro comenzo a leerlo sin descanso, siendo una joven dedicada podia pasar todo el dia leyendo o investigando para asi rendirle un informe mas completo a su patriarca, al menos cuando no se dedicaba a la batalla, un sonido por no decir que una voz hizo que regresara de la inmersion, con curiosidad se acerco a donde habia escuchado esa voz

-¿Disculpa? lamento si le incomode solo estoy de paso, buscaba un libro de astronimia que pudiera ayudarme, no pretendo molestarle- respondió con toda cordialidad y serenidad al ver al joven de pelo castaño (creo que si) , en ella podia notarse un rostro sereno y calmado

Tenia que ser una broma de mal gusto, últimamente no paraba de encontrarse con personas de todas clases y la gente parecía lanzarse sobre él. Casparreando un poco, se cruzo de brazos ante la presencia de la mas pequeña, que curiosamente tenia el mismo color de cabello que el masculino, solo que algo mas claro y intenso, aunque ignoro aquel detalle. — Ttch. ¿Acaso eh dicho que su presencia me molestaba? —

Estaba al tanto que debía ser mas respetuoso con ella, ya que su armadura imponía presencia, a él, solo le parecía un mero color que alimentaba el orgullo humano, así que su tono de voz, en vez de sonar molesto, fue como si le fuese un igual que otra persona. Cruzando sus brazos, que sonaron al chocar contra su armadura plateada, que brillaba contra la luz que proyectaba la biblioteca, que extrañamente, a cualquier lugar que iba, corría como un niño a cualquier construcción que albergase libros.

No era ningún ciego, admitiría que la dama era dueña de una belleza indiscutible femenina, pero él, como un buen Pansexual, su físico no le atrajo, de echo, su cuerpo o mente actuaron indiferentes, era solo una mujer mas en aquel lugar y eso no cambiarían las cosas. John, al captar los pensamientos de su parte opuesta, le salto con comentarios que era un pensamiento bastante deprimente con aquella voz burlona, que también era la suya, pero, dudaba seriamente que él mismo (Adam) pudiese soltar una voz tan alegre.

Apoyando su cuerpo contra una de las paredes, pego su visión a su rostro, directamente a los ojos, esperando la contestación de la contraria.