LayLay Un nuevo comienzo~

Ese día había comenzado como cualquier otro… hasta que fue llamada por uno de los sacerdotes de Poseidón, seres de rango menor que servían a la verdadera sacerdotisa. Ellos le comunicaron que debía dirigirse a la Ciudad de Kaus a investigar algunos sucesos de extrañas índoles. Dado que la Guerra Santa explotaría en cualquier momento, los esbirros de los diferentes ejércitos atenienses estaban causando caos y zozobra en el mundo humano.

Defender a la humanidad nunca fue ni sería el objetivo del Dios de los Mares, por lo menos en la lógica del General de Kraken; los homosapiens causaban grandes malestares al Reino Marino: contaminación descontrolada, extinción de la fauna y flora, y un sinfín de consecuencias que menoscababan el hermoso territorio de Poseidón. Ir a la urbe tenía como prioridad y meta descubrir quiénes eran los primeros siervos en moverse para desatar la inevitable lucha de egos divinos.

Reconocimiento, y nada más, así se resumía la encomienda de la preciosa y fría rubia de mejillas pecosas. La vestimenta casual revestía su esbelto cuerpo, para pasar desapercibida en las miradas curiosas de los humanos. Un pantalón negro, zapatos converse del mismo color, y una camisa blanca con el dibujo de “Perry El Ornitorrinco”. El cabello lo llevaba sujetado en una cola alta, el flequillo lo recogió con un par de prendedores dejando el cutis al descubierto. Lo más inusual eran sus guantes blancos en cada mano; la dama usaba dicho accesorio por miedo de desatar sin control su habilidad gélida.

Caminando entre la urbe, asustada de congelar a la muchedumbre… percibió varios cosmos… como velas en el mar. Algunos destellaban más fuertes, otros eran más cálidos. Entre tantas estrellas, dos llamaron su atención… eran tan oscuras y siniestras que le causaron escalofríos ¿serían los individuos que los sacerdotes habían visto en sus visiones? Lo averiguaría pronto.

Entre la multitud, entre el perseguir el rastro de los cosmos oscuros, se tropezó sin querer con una persona ― Disculpe ― le comento con la distante voz que le caracterizaba, apenas noto que se trataba de una muchacha de cabellera azulada. Sin más volvió a la persecución…

Habla // Piensa // Narraciòn

Los diversos cosmos se esparcían por la ciudad, aquellas energías representaban oscuridad, emanaban maldad en su más pura definición. Podrían ser de cualquier facción que participara en la Guerra Santa, sin embargo, las suposiciones que hiciese en esos momentos de persecución se quedarían solo en meras hipótesis. Por ahora lo importante era conocer más acerca de aquel grupo de maleantes que mediante los conocimientos suministrados por los Dioses para la defensas de sus doctrinas se atrevían a alterar las voluntades del universo.

Estar rodeada por la masa de personas le asfixiaba de una manera mental que podría fracturar su control gélido pero confiando en la fuerza presente de Poseidón que siempre la acompañaba para salir victoriosa y airosa de su más grande temor, supero el miedo... por el momento.

“¡Oye!”

La voz femenina llego hasta ella, a pesar del bululú, Marìa apenas volteo a ver a la joven, la que había tropezado segundos atrás. ¿Qué quería? Ya se había disculpado por lo sucedido, con un movimiento de cabeza volvió a representar que lamentaba lo anterior y continuo con la rápida caminata entre el gentío. Tres cuadras después, llego a un callejón solitario que la llevo a las afueras de lo que parecía una fábrica abandonada. Los cosmos en el interior eran repulsivos… ¿qué estaba sucediendo ahí?

La estructura frente a la joven noruega había tenido mejores días, ahora solo estaba en decadencia siendo utilizada para sabría el cosmos què fines malévolos. Con cuidado y mucho sigilo rodeo el viejo edificio buscando alguna abertura que le permitiera conocer los secretos oscuros que se gestaban en el interior.

La energía maligna que despedía de esa área revelaba que algo cochambroso tenía lugar entre los ruines muros. Marìa, luego de la inspección, encontró una escalera de emergencia, que de ser utilizada solo ocasionaría más desgracias en una situación de alarma, que le permitió con destreza y mucha suerte llegar a la azotea. Con la elevada altura encontró algunos tejados caídos que le daban acceso visual y auditivo a lo que ocurría en algunas secciones de la destartalada instalación.

Lo primero en deducir fue de lo què se trataba en algún tiempo remoto ese edificio, una fábrica textil… que posiblemente quedo abandonado despuès de una bancarrota. El polvo y varias maquinarias se elevaban sobre todo lo demás. Lo segundo, y más relevante, fue el grupo de personas reunidas alrededor de un peculiar símbolo, creando una especie de circulo; vestían capas vinotinto y recitaban algún cantico antiguo ― Cosmos… ― pensó la peliplateada sorprendida al ver como los encapuchados desprendían la energía del universo… una energía de índole desagradable, definitivamente corrompida.

El espectáculo claramente evidenciaba un ritual, el símbolo en el centro no lograba asociarlo con ninguno de los grandes ejércitos… aquello parecía una escena salido de película de terror y suspenso. Mientras màs pasaban los segundos, màs rápidos entonaban los cantos y el cosmos aumentaba… de un momento a otro hubo una especie de destello/explosión que expulso a todos los invocadores porel aire…

― Hemos fallado… otra vez ― una voz femenina proveniente de la izquierda se alzó y retumbo por la vieja fábrica mientras se levantaba del suelo, recuperándose del impacto… justo como todos los demás.

―No… estamos avanzando. Estamos cada vez màs cerca ― se impuso otra voz, masculina sin dudas, tintada con cierto optimismo perturbador ― Pronto lograremos concluir el ritual… por hoy terminamos, hermanos ― sentencio dando por concluida lo que sea que estaban haciendo.

Desde la azotea Marìa se alejó de hoyo que le permitía ver y escuchar lo que pasaba. Se ocultó tras unos arcaicos compresores, esperando que todo quedará solo para poder investigar con màs cuidado. La energía que desprendieron por escasos segundos fue… oscura, macabra y sanguinaria; sea lo que sea que invocaban no podía ser nada bueno.

Cuando el silencio reino, Kraken procedió a entrar al edificio, dónde evaluó todo y calco rápidamente el símbolo del suelo; se lo llevaría a los sacerdotes de la Atlántida, junto con la información, para que ellos decidieran que hacer… después de todo su misión solo era reconocimiento, no tenía permitido entrar en conflicto con nada ni nadie.

Minutos después la hermosa joven de piel nívea y pecosa dejaba la ciudad, regresaba al fondo marino. Había sido una jornada extraña, anhelaba el solitario silencio de su pilar… sin la sensación latente de ser un peligro para otros.