Laying down, yawning off

El templo del Escorpión Celestial, octavo entre los doce de la cuesta en el Santuario de Athena y el emplazamiento de la armadura del reconocido como el cazador por excelencia entre los ochenta y ocho guerreros estelares, estaba sumido en la oscuridad. Aunque era plena tarde las nubes tapaban al sol y dentro de la misma estructura, las antorchas se encontraban apagadas. Las sombras, largas por el ángulo en que incidía el astro rey, añadían un aire tétrico al estilo desértico que desde la mitología dominaba a Escorpión y sus rocas de tono suave - todo un teatro para ayudar al conocido mantra de "ríndete o morirás".

Sin embargo el guardián no estaba presto a tal pantomima.

-...- Sentado en el suelo con el muro de fondo como apoyo para la espalda, mantenía sus pies extendidos y sus dedos desplegados, un cigarrillo en su boca y numerosas colillas a su alrededor. Frente a su rostro se encontraba un libro de japonés intermedio al que había ascendido tras completar el curso básico - cosa útil, puesto que ya tenia una idea mas apropiada de las raíces y los caracteres mas comunes en su dialecto. No por eso, pensó, su acento de Osaka se había neutralizado; más bien, ahora se había permeado al salir de su país de origen. Por suerte, algunos de los residentes del Santuario hablaban japonés, y mil y un otro idioma en realidad. Arreglando la posición de su cigarrillo con la lengua exhaló una humareda que le cubrió el rostro, chupando los últimos centímetros del pitillo antes de escupirlo y verlo rodar cerca de su pie derecho. -Yawn.- Bostezó mostrando los colmillos, sacando la segunda cajetilla del día y así prender otro cigarro más antes de cambiar la posición y quedar de lado, leyendo su libro con inusual concentración. Cerca de su codo más cenizas cayeron al suelo, haciendo crecer un manchón creado horas atrás.