True Colors [Viktor]

Chris le había dejado en el bar para irse con Masumi, el joven de la federación suiza del patinaje y con quien su amigo no confirmaba su tan notoria relación. De hecho esa salida era para ambos quejarse de sus respectivas situaciones sentimentales, pero al recibir una llamada del castaño, su amigo se iba como él lo solía hacer cuando cierto rubio de ojos verdes llamaba por él.

Si estaba pagando todas y cada una de las veces que dejó a su amigo por la misma situación.

No podía pedir otro amigo como él, sabía que no podía hablarle por completo de las cosas relacionadas a que era un guerrero al servicio de una diosa pagana, porque antes servía a un dios pagano de otro panteón al norte de Europa. Él no hacía mayores preguntas, pero seguía manteniendo su estrecha amistad. Incluso lo aguantó cuando estaba hecho pedazos al ver su hogar destruído por su culpa -aun sopesaba de ello-

También le ayudaba por ahí con cualquier información de su amiga desaparecida, y lo que le había dicho era que había una cantante con un rostro similar, que si quería podía ir a algun concierto de ella en algun momento para comprobar. Lástima que no se acordara del nombre de la joven, sería bueno si esa chica supiese algo de Serena.

Pero ahora con varios tragos encima, -una mezcla de diferentes y variados tipos de alcohol, malos para una sola noche aunque se tuviese un metabolismo acelerado - Se encontraba caminado por el callejó de la parte de atrás del bar, la calle estaba muy sólida y necesitaba paredes en las cuales apoyarse.

Cayó sobre una pila de periódicos, que no se sentían planos como el suelo... y que se estaba moviendo mucho...

Primero un codazo y luego un golpe en el rostro, específicamente en la nariz. No le había dolido tanto como debería –culpa de la cantidad industrial de alcohol que había ingerido – Pero sabía que le dolería  cuando el efecto se le pasara – ¿El efecto de qué? –murmuró al llevarse una mano al rostro por sentir algo que le goteaba por la parte de su labio superior, mientras una persona gritaba cosas que ya no podía ni entenderlas. Signo de que la cruda cuando se llegase a levantar sería una de esas como cuando era primerizo con las bebidas alcohólicas.

Bueno tenía  que espabilarse si quería llegar a un lugar medianamente decente para pasar lo que quedaba de la noche y volver mínimo Rodorio al día siguiente. Aun debía papeleo y había ciertas palabras o frases dentro del griego que se le complicaban un poco. El suelo estaba fresco para él, pero el aroma del lugar le desagradaba y le revolvía el estómago, más de lo que ya lo tenía gracias al alcohol.

Escuchaba la voz de alguien, no le entendía lo que le estaba diciendo, pero se levantó algo torpe de los retazos de la pila de periódicos, ayudándose con el borde de un contenedor de basura para ir en dirección de donde venía la voz, cruzando la calle y esquivando en su andar algo encorvado un vehículo a alta velocidad.  Llegó hasta el banco donde se encontraba la persona que le estaba llamando –según él- ¿Para qué me llamabas?...  Un banco no es para recostarse, tienes que ir a una cama  -Dijo ahora picando el trasero del menor, un ebrio Viktor parecía no darse cuenta que incomodaba al joven o que posiblemente estuviese a punto de recibir otro golpe. Pero ahora su atención se centró en el cabello del joven y pasó una de sus manos en la melena castaña para intentar arreglarla un poco.

– Tienes que cuidarte ese cabello, ¿Qué va a decir tu novia? Eres muy joven y lindo para estar por aquí… -Imaginaba que el joven debería estar en fiestas o algo parecido, no tener una mirada que parecía triste detrás de esos ceños frucidos.

El joven castaño lo empujó dejándole en el suelo, luego hablando –gritando, le estaba martillando la cabeza-  sobre que lo orgulloso que estaba de ser homosexual, no tenía novia y que si quería podía asquearse sobre el asunto. Pero Viktor Nikiforov –antes Plushenko- no podía sentirse más maravillado con el asunto. Un bonito asiático de piel canela con bastante energía como para darle un buen golpe en la nariz, lo que significaba que tenía unos buenos músculos…

-Lo perdí todo en un incendio, no tengo una cama, ni ropa, ni dinero, nada. Vete, vete de aquí. Vuelve a casa con tu familia. No quieres pasar tiempo con un vagabundo como yo – Hasta ahí se fueron sus buenas fantasías de buen borracho para dar paso a recuerdos dolorosos de cuando perdió todo lo que tenía en Asgard por una venganza de un dios a otro. Siendo odiado por uno de los sobrevivientes, y creyendo que no habría nadie más, sin su madre, sin sus compañeros, con un amor no correspondido y habiéndole hecho daño a una criatura a la que se suponía debía proteger.

Más el sonido de unas tripas rugiendo, el joven levantándose y vomitando bilis y cayendo desfallecido alertó a las pocas personas alrededor de ellos. Empezó a acomodar al muchacho para levantarlo y llevarlo a un centro médico… Hasta que a sus pies vio un destello de bronce, un medallón con el grabado de un pegaso. Y el espíritu molesto que siempre le acompañaba a veces para realizar sus patrullas o vislumbrar posibles enemigos solo repetía Santuario a viva voz – No se preocupe señora. Mi auto está cerca, lo llevaré a un centro de salud -. Tomó mayor tiempo de lo esperado de deshacerse de la mujer. –Al parecer pensaba que también estaba herido y que así no podría manejar -. Para encaminarse como el guerrero de Athena, que, ambos al parecer eran… Pero no creía que su recién descubierto compañero de armas quisiera presentarse con vómito encima al recinto de la diosa griega de la guerra justa.

Un hotel estaría bien para que pasaran la noche… mejor que las cabañas de entrenamiento de los aspirantes a Santos y las residencias de los caballeros de Bronce –se había quejado al respecto un par de veces para que los tres rangos estuviesen en igualdad de condiciones de vida, pero seguramente se habría olvidado de enviarla. Fue un drama con el joven mozo que estaba en la recepción del hotel más cercano, teniendo que usar todo su encanto –el que le fuese posible con la nariz roja e hinchada – y su renombre,  hasta que obtuvo una habitación matrimonial amplia –la única disponible – con bañera y servicio a la habitación.

De ser otro aprovecharía la situación para meterle mano al joven mientras removía sus ropas sucias… Pero eso no significaba que no podía dedicarse a mirar. Después de acicalarle, un baño en la tina, ponerle una bata y cubrirlo con una de las mantas también se recostó a un lado, dejándose llevar por Morfeo en lo que arreglabaunos cuantos mechones mojados y desordenados del menor.

En medio del sueño, los sonidos de unos gemidos se hacían cada vez más apetecibles. Era a momentos como tener a Frey a un lado suyo, como en los juegos previos en los que se tocaba el solo, para “castigarle” de un modo sumamente cruel.

Pero ese timbre de voz en los gemidos cada vez más audibles no eran los del rubio que alguna vez lo había hecho sentirse dichoso, en medio de tantos desplantes y posesividad,  desvivirse  de muchas formas por él, que no amaba a Viktor. Esa melodía del placer  seguía sonando cada vez más cerca y el calor también comenzaba a despertar en el peliplateado…

-Te amo Alexius... – Y con esas palabras, el ruso patinador, guardián de la cuarta casa del zodiaco se quedó quieto, con los ojos abiertos; sentía  la erección del menor rozando en su espalda, y tanto la cruda como la situación demasiado caliente para no enrojecer –vamos no era de madera para no sentir nada – estaban provocándole un dolor de cabeza épico, y a su amigo de la zona sur de su anatomía despertando también.

-Debiste quererle mucho para que lo llames en sueños ¿no? –Dijo como si estuviese hablando con el bello durmiente, seguramente el mismo se escuchaba así poco después de la destrucción de Asgard, cuando aún no terminaba de digerir que su pareja  había sido el dios maligno Loki en el cuerpo de su protegido de ahora ocho años… Dos de ellos en los que ha pasado lejos pero pendiente de él, para evitar más contrariedades para ambos.

Entre más intentaba guardar distancia, y despertarlo,  más insistente parecía ser el joven castaño. Así que para intentar terminar lo más rápido aquella situación, tomó el miembro del menor entre sus manos para comenzar a masturbarle. Esperando que el menor terminara pronto y se quedara tranquilo  para el poderse atender en el interior del baño, pues no podía regular tampoco sus propios suspiros y gruñidos.

Lo que menos quería era abusar del  joven menor que él… No quería que algo como "aquello" pasara otra vez.

El muchacho se había corrido, manchando parte del rostro y el abdomen del Santo de Cáncer. A los segundos, el castaño abrió los ojos y su cara era todo un poema. Lanzó una patada a su rostro, que logró cubrir a tiempo –No quería otro golpe más… y en serio ¿Dónde se había golpeado? Era malo beber mezclando cosas sin la supervisión de tu mejor amigo-alias Chris, niñero sexy-.

Cayó fuera de la cama, mientras el menor vociferaba desde la cama el haberle tocado, por su ropa y demás cosas. Estaba a su límite, Viktor no era de las personas que perdían sus cabales, pero varios golpes dirigidos a su rostro, la falta de desahogo con su mejor amigo por culpa de su reciente novio,  el intentar ayudar a un jovencito que solo hacía incrementar su dolor de cabeza. Era humano, aunque los medios y su trabajo le exigieran que fuese lo contrario.

Se levantó despacio mientras el joven hecho un capullo con las sabanas intentando ver alrededor. Viktor solo soltó un suspiró, y aunque debía tomarse alguna medicina como las aspirinas para llevar las cosas con más calma, prefirió seguir dañando su organismo tomando de la botella de trago. Fuerte y que le quemara sus órganos en ese momento para poner en orden sus ideas y de cómo responder sin alterar al menor.  Hasta eso se había mandado solo en un par de tragos casi toda la botella.

Pero lo que dijo al final antes de ponerse a llorar hirió el orgullo del peli plateado, que volvía a tener la mente en las nubes por las dosis de alcohol adicional que se había mandado – No le ofrezco a la gente dinero para tener una buena noche. No tengo necesidad de hacerlo. –Dijo bastante frío, dejando la botella a un lado.  –Antes de armarte dramas en tu cabeza – dijo acercándose peligrosamente al menor, subiendo a la cama para quedar encima del castaño – Debes preguntar cómo han sucedido las cosas -.

Quitó con rapidez esas sábanas que actuaban como barrera para apreciar el cuerpo desnudo del menor y rápidamente enredó sus piernas con las suyas y con su brazo derecho, aprisionó  las muñecas del joven por sobre su cabeza. –Ambos ebrios, y tu posiblemente con hambre o enfermo, preocupaste a gente en el parque, lo que hice fue ayudarte a que no terminaras en un hospital dando más explicaciones de las que quisieras dar – Su mano libre acariciaba el torso, y su miembro se encontraba palpitando…

- Te traje acá, te di un baño y si me deshice de esas prendas que cargabas porque te daría prendas nuevas para que anduvieras tranquilo a donde tuvieses que ir… -Lo decía por el medallón que había visto, y por los golpes recibidos, el jovencito era un guerrero de Athena - Y solo nos limitaríamos a dormir… O ese era mi plan original –Se acercó a su cuello, comenzó a lamer y a mordisquear con el fin de molestar al menor mientras su mano que antes jugueteaba con su pecho, descendía a las partes íntimas del menor. -   Hasta que tus sueños húmedos  interrumpieron todo eso, no dejabas de restregarte en mi espalda de esta forma  -e imitó parte del movimiento que el menor le había hecho antes, sin aflojar sus agarres –Y solo lo que quería era que te detuvieras… Pero no lo hiciste… Me vi obligado a ayudar a tu amigo para que nos dejaras dormir a ambos... Puedes ser muy insistente cuando te lo propones –E iba a continuar con su asedio, pero por un momento, un recuerdo de los gritos de Poko se hizo presente en su cabeza, justo en el momento en que sus manos iban de nuevo a tocar el miembro del castaño.

Se quedó en blanco un momento, pero se levantó mecánicamente sin decir palabra alguna, con el rostro algo perturbado y lívido – Será mejor que pida otra habitación –dijo no recordando que era la única del hotel cuando habían llegado, tambien no modulando su volumen de voz, pensando que lo habia dicho para sí, descontando que su equilibrio era precario  y que la habitación comenzaba a darle vueltas…