En Medio de la Nada

La flora navegó en orden y en completo silencio. Si alguien hubiera sido capaz de ver tal acontecimiento, hubiera recordado la época de guerras clásicas, ya que la flota se comportaba como lo que era: Una armada lista para la guerra. Aunque no tendrían que batirse con ningún enemigo en aquellas aguas. El tiempo no era tan favorable, teniendo el cielo ennegrecido por las nubes y las olas agitadas. Pero las vetustas embarcaciones no cedieron ni un poco, siguiendo su ruta y manteniendo la formación.  Así pasaron las horas, en una tensa calma, que era a veces interrumpidas por el oleaje o el sonido del viento, que reclamaba el respeto que se merecía a los improvisados marineros.

–Ya estamos cerca, disminuyan la velocidad y manténganse atento a cualquier cambio en el mar– esa fueron sus indicaciones. Observando el mapa estaban cerca, no deberían tardar demasiado en llegar a su destino, pero algo le preocupaba no se observaba nada, mas que un mar cada vez mas embravecido. Como había acotado al estudiar las rutas marítimas, las embarcaciones eran galeras de guerra, barcos con velas y remos. Diseñados para las aguas del Mediterráneo y una vez que cruzaran las columnas de Hércules estarían fuera de aquellas aguas, así que tenía que estar atento a cualquier cambio en el mar que pudiera afectar la navegación.

–No puede ser que interpretara mal el mapa– murmuró para si al ver como no había nada en aquellas aguas. Ni si quiera un islote. Ahí comenzó a escuchar como le casco del barco comenzó a golpear estructuras solidas y no era el único cada barco de la armada marciana comenzó a lidiar con el mismo problema.

El hombre dio la orden que cada una de las naves se detuviera. Estaban en el punto indicado, pero no existía nada ante sus ojos, pero por extraño que pareciera el mar parecía que en ciertos puntos no era tan hondo. –Si algo he aprendido es que no puedes fiarte de lo que ven tus ojos– podía notar una energía extraña en el lugar. No en el fondo marino, si no que era en las aguas. Así que elevó su cosmos para disiparla, aunque al manifestar su cosmosenergia la Malla de la Mantis Dorada se materializo junto a Bastian. De la misma comenzó a escucharse un sonido que hacia eco en diversos puntos, no era algo que el hombre controlara, si no que la misma malla parecía estar programada para hacerlo. Y así el ruido seso para que ante sus ojos una isla comenzó a materializarse y en la cima un castillo edificado.

–No se si llamarla isla por su tamaño, pero ahora comprendo por que nadie fue capaz de encontrarla, solo se manifiesta ante alguien que porte una malla– menciono al ver lo sucedido.–Hemos llegado, desembarquen y lleven todo hasta el castillo– tras eso los barcos se dirigieron a la playa para atracar y comenzar a desembarcar.

–Mi curriculum dice que soy bueno administrando y un excelente organizador– dijo de forma tranquila para llamar después a uno de los soldados rasos. –En mi juventud tuve que aprenderme cientos de libros sobre como mantener a flote una organización y parece ser que aprendí bien–  en eso el soldado llegó hasta la habitación esperando a recibir una orden. –Y no es solo crédito mío. En serio que las hormigas son eficientes para cumplir con las indicaciones que le doy. Aunque el capitán sea un excelente navegante, si los remeros son ineficientes lo más seguro es que no lleguen a buen puerto– se quedo pensando que esa frase se la robo a un general que le echaron la culpa de una guerra perdida y esa fue su frase para excusarse. Aunque no estaba seguro del todo, pero esa era la idea principal. –Y tenemos buenos soldados– mencionó casi después de que este ultimo llegara.

Jade hizo uso de sus habilidades, demostrando así porque era conocida como la tejedora. Un nombre que al que le hacia el honor. –Si no fuera por lo que acabo de ver pensaría que esa chica es real– no existía mucha diferencia entre la original y la copia. Bueno dando por hecho que se conociera la original, aunque solo fuera en base de la copia. Sin embargo, no existía razón alguna para dudar en las habilidades de Jade y así poner en tela de juicio que no consiguió una perfecta copia al carbón.

Tomó el papel con las ultimas indicaciones después de escuchar la explicación. Estudio el trazo y reacomodo toda la información recibida. Nutriendo así la limitada respuesta que dio hace un momento. Entendido y anotado dijo tras doblar el papel y guardarlo en uno de sus bolsillos. Justo en el que contenía su reloj de oro el cual saco para observa la hora.  Veintiún cuerpos, ultimo sigilo, siguiente línea Ley … cerró el reloj y lo volvió a guardar. –Tomare el tiempo estimado de una hora para salir. Como dije los preparativos están listos y no es necesario repetir la información– dijo tras trazar los últimos detalles del cronograma a seguir en su mente.

–¿Haría falta algo más? – preguntó para saber si no existía algún otro anexo que estuviera pasando por alto.

El cielo estaba caótico. Procesos climáticos inusuales se sucedían uno con otro - sol, nieve, lluvia, rayos, monzones, todo sin seguir un patrón certero. E incluso así, el castillo elegido por Lord Nightray seguía en pie, aunque sin vigías en las atalayas.

Pan. Es hora de proceder con el final de nuestra misión. La ida al Olimpo fue exitosa. dijo la mujer roja, arribando al castillo tras caer por la misma distorsión espacio-temporal que Géminis, Acuario y ¿Musca? (de verdad ¿Musca?). Tras ella un grupo de Marcianos esperaron sus órdenes, aunque no les prestó mayor atención. Quizá tengamos que apresurarnos antes de que este clima destroce la gruta. murmuró llevando sus dedos a la boca, chasqueando los dedos. Sin perder el tiempo, los Marcianos le buscaron su taza de té. Tenemos menos de una hora para actuar. Minutos menos, minutos más. añadió cuando subió por el vestíbulo, pasando el claustro hasta el patio donde estaba Pango Wang Chang Jin Sima. Su compañero, con un gesto, corroboró sus palabras; dando un rugido, puso a los Marcianos en marcha.

Diez minutos. Entendido.