Reflejos en el hielo [Libre]

por Invitado Dom Dic 10, 2017 10:00 am

Recuerdo del primer mensaje :

En aquella zona apartada del santuario donde un hermoso y frío lago existía, entre las laderas escarpadas y riscos altos, se encontraba un hermoso y pequeño bosque que estaba tenuemente iluminado por los primeros rayos del sol que había terminado hace pocos minutos con una fría madrugada. Aun las cortinas de la niebla reposaban sobre la superficie de las aguas, y entre ellas había una silueta que al parecer se encontraba de pie en medio del volumen de agua. No fue, sino hasta que el sol inició a iluminar los tranquilos reflejos líquidos del lago, que empezó a deslumbrarse la identidad de aquel hombre.
Era Stelios, el santo de acuario. Su figura esbelta y alta se encontraba estática y con los ojos cerrados. Algo del viento circundante inquietaba el cabello del santo. De un momento a otro sus ojos se abrieron y con él su aura cósmica azulada recorrió su cuerpo cubriéndolo todo. El agua a sus pies tenía un tono bastante extraño, era blanca, como hielo, y con su aura aquella mancha nívea se extendía por la superficie con el sonido característico del crujir del cristal. Pronto el lago estaba congelado y el vapor del frío se extendía confiriendo al ambiente la típica condensación de la humedad hasta convertirla en copos de nieve que caían sin violencia alguna tocando cualquier superficie.
La nueves en lo alto cubrieron al sol dejándolo débilmente como una iluminaria de baja intensidad a través de la capa de nubosidad. Del hielo y en frente de Stelios comenzaron a surgir dos figuras completamente idénticas a él pero sin vida alguna, solo eran estatuas. Pues su cosmos y toda su habilidad no tenían la facultad de conferirles conciencia o movimiento alguno. Posteriormente suspiró y se acercó a ellas, el detalle era impresionante, cada palpo imitaba en hielo denso, las imperfecciones de una persona humana. Y se quedó allí mirándoles como absorto en una reflexión que solo él podía contemplar en su pensar.

por Invitado Dom Ene 21, 2018 2:13 pm

Los pazos de grandes saltos y zancadas de dos oscuras siluetas recorrían la piedra escarpada y lacerante del paisaje. El sol sin ningún atisbo de agonía mostraba misericordia ante el nuevo día que se abría sobre el monte alto de la región perteneciente al santuario. El sonido de las rocas cayendo por los desfiladeros era lo único que seguía ante la música de pasos coordinados de los santos. Pronto las nubes se despejaron para dar paso a pequeñas casas en la lejanía.
—Pronto hemos de llegar al final de nuestro recorrido junto —Dijo el caballero rubio parándose en una de las pendientes y divisando a lo lejos a Rodorio. Stelios levanto la mirada al caer justo al lado de Sasha.
—Así es —Contesto Stelios tomando un respiro y mirando hacia arriba para ver que tanto habían descendido.
—Lamentablemente este ha sido corto —Contesto Orión.
—¿Eso crees? —dijo Stleios acomodando su capucha.
—Pero puedo aseguraros que ha sido enteramente agradable caballero —Exclamo el santo de cabellos dorados posando sus ojos traslucidos en el rostro de aquel curioso hombre.
—Debería decirte que el honor ha sido mío. —Stelios aun miraba el poblado a lo lejos sin comprender porque aquel guerrero se había detenido. Aquellas palabras de agradecimiento solo serían una cosa, Orión no quería llegar a Rodorio en su mirada, se veía el desesperó de acudir a su misión.
—Espero no haber sido una carga ni molestia para usted en estos breves momentos compartidos —Prosiguió Sasha.
—Está bien —Contestó Stelios y cerrando sus ojos— Veo que tiene que seguir con su camino. No le quitare más tiempo.
Con un gesto fluido y que rayaba en la familiaridad el joven de orión poso su mano en el hombre del acompañante, la fría aura que rodeaba al caballero del cero absoluto aguijoneo su piel como una decena de pequeñas agujas obligando a Sasha a apartarla con suavidad. En ese instante Stelios abrió sus ojos sin mueca alguna en su rostro.
—Oh… perdón, no esperaba eso…
—Mis disculpas
Orión asintió con la cabeza y se alejó por un camino diferente al quedaba a Rodorio. Stelios no sabía a donde iría aquel muchacho. Pronto Stelios comenzó a sudar a cantaros hasta que su cuerpo se derritió por completo en la roca caliente.
En lo alto del monte donde estaba el pequeño lago, rodeado de cipreses una de las estatuillas de hielo se mueve. La de Stelios. El santo despertaba. Había comprendido que su clon de hielo pudo a ver llegado muy lejos. Quizás hasta engañar a un Santo de Athena. Al recuperar su forma observa el agua congelada a sus pies, parecía un pequeño altar de hielo en aquel lago. Y observó las dos siluetas en el cristal del hielo para que después de una patada destruyera la otra estatuilla.

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