There's No Sympathy for the Death [Vs Violet]

Los cambiantes intereses del Fénix diferenciaron constantemente su camino por unos días. Puesto que hubo un momento en el que se creyó listo para ver qué ocurría en la ciudad Kaus e investigar el qué la hacía tan especial ante los ojos del Santuario, pero luego de inspeccionar de forma superficial el lugar se dijo a sí mismo que realmente perdía tiempo en ese lugar.

Tomó el barco de camino a Alemania, para su mala suerte, un día antes de la batalla entre Wyvern, un poderoso espectro y el Santo de Lira, al conocer la existencia del viejo Castillo de Hades en ese país. El resultado de la batalla anteriormente mencionada no lo conoció el Fénix, pero los otros pasajeros conocieron los insultos que lanzaba al aire por su falta de conocimiento ante dicha situación, hubiera sido el quien encaráse al Wyvern...  Al enterarse de ello tiempo después al tomar un trén hacia Alemania dos días después.

Le tomó tres días con sus respectivas noches el encontrar el Castillo, pues se encontraba muy escondido en Alemania, tiempo en el que durmió escasas 4 horas por día. Pero no fue hasta la tercera noche que encontró el Castillo, la Pandora Box se abrió y la armadura de Fénix recubrió su cuerpo, si encontraba algo y vivía para contarlo, estaba seguro que el Santuario lo remuneraría con un poco más de información sobre Kaus y cosas que el consideraba útiles para el encuentro contra algún otro ser fuerte.

Lento pero seguro, caminó con la mirada un tanto cerrada, divisándose en el una confianza tan firme que podía ser denominada arrogancia, para luego encontrarse con dos hombres, que llevaban guadañas en sus manos y le advertían que debía irse.

El silencio por parte del Fénix se hizo presente, no dijo nada, solo arqueó su ceja derecha, para luego arremolinar cosmos oscuro en su puño retracto, para luego extenderlo de golpe, llenando de ese gas corrosivo los cuerpos de las víctimas de su ataque. Desfigurando al punto de casi derretir el rostro de uno y corroer al grado de pudrir el brazo del otro, que cayó como una gota derretida de cera en una vela. Entre gemidos agonizantes, el Fénix siguió caminando, hasta adentrarse por completo en el Castillo Heinstein, si los Espectros estaban asentados ahí desde hacía años, o era solamente una incursión de reconquista, Hrod-ward no lo sabía, y no le importaba saberlo, lo único que quería hacer era conocer el cosmos magno que estaba dentro de aquella estructura... ¿Será algún juez de la literatura antigua de siglos pasados?

La juez del inframundo había decidido ir a Alemania para ver lo que había sido del castillo que algún tiempo sirvió de cuartel para los espectros, tenía curiosidad por parte de su alma humana, y por otro lado quería ver si otros espectros también se habían dirigido a ese lugar. pero encontró lo que creía lo más lógico, el lugar desolado y solo los restos de lo que una vez fue un castillo.

Violet vestía su armadura espectral, que se había acoplado a su nuevo cuerpo de fémina, al igual que su casco ya mostraba la mayoría de sus cabellos, pero cubrían su mirada carmesí por la sombra proyectada en sus orbes, mostrando solo la sombra negra en ellos, mientras que se veía su delicada figura cubierta por la kyoto de garuda y las alas negras se mostraban más grandes tal vez por la delicada figura de mujer.

Aquella empezó a caminar por el terreno mirando a su alrededor, no sentía lástima por el lugar, de todos modos no era de gran importancia, ahora lo que si era sería cumplir su misión tanto de juzgar a las almas como de vencer a los enemigos de su Dios.

-Este no es nuestro fin... iremos despertando nuestra furia será mayor.... la tierra caerá ante nuestros pies - susurró la mujer.

Fue que empezó a sentir la energía de un enemigo, la escencia inconfundible de un guerrero ateniense se acercaba a los terrenos, esto hizo que aquella mujer tomara un aspecto más serio - ven maldito - susurró mientras cerraba los puños, Violet se econtraba en lo que antiguamente fue el salón principal, extrañamente había gran parte del terreno descuibierto dando oportunidad de caminar sin chocar con algo, habían piedras pequeñas alrededor y otras más grandes, algunas con puntas filosas transformadas así por el derrumbe.

El aura que Hrod-ward despedía era conducida por la nube de asedio, que devoraba las paredes y pinturas del lugar, pudriéndolas al pasar, dejando un blanco pálido y enfermizo en las piedras que sostenían el edificio, y haciendo que los óleos se partiesen debido al gas nocivo que lanzaba. Posteriormente, llegó hasta, lo que el creía, el salón principal. El Castillo había sido desactivado hace mucho, por lo cual pensaba que su poder no sería disminuido como lo afirma la biblioteca del Santuario, pero no estaba seguro de ello, aunque tampoco le preocupaba, puesto que sabía la forma perfecta para averiguarlo.

La puerta delante de el se corrompió, los agujeros que la nube de asedio provocaba en la misma  terminaron por consumirla, dejando un hueco lo suficientemente grande para entrar sin problemas. Lo hubiera hecho con la pared para verse más rudo, pero eso hubiera sido algo incivilizado.

- ... Espectro... ¿Qué no se supone que los jueces son hombres? -

Dijo haciendo una clara menospreción al género de aquella persona que estaba frente a el, y que vestía una armadura negra, irradiaba un cosmos oscuro sin alguna buena intención, o que el fénix considerase buena. Dejó de esparcir la nube de asedio, ahora la atmósfera solo tenía un frío viento pasando por el silencioso entorno compartido entre ambos guerreros, cosa que llevó a Hrod-ward a pensar que los oponentes poderosos a los que se enfrenta son mayoritariamente mujeres, para su irónica sorpresa.

- Mi nombre es Hrod-ward de Fénix, mis asuntos en este lugar son ajenos a Athena y el Santuario. Vengo aquí por mis propias ganas de luchar, espero que tu des el ancho. -

Dijo seguro de sí mismo, al momento en el que comenzó a correr en sincronía a las colas que llevaba atrás la armadura del fénix, hacia la joven revestida de aquella oscura armadura. acumulando cosmos en su puño, para luego lanzar el golpe directo a la cara de la joven solo para abrir el encuentro. El poder que tenía Hrod-ward en ese momento se encontraba casi por el de un Santo de Plata, con un Milagro, podía dar impactos suficientes en su opoente para hacerle daño, si de un Juez se trataba.