Primera misión [Priv. Alexius]

Había pasado una semana desde la última vez que habían tenido que ir al misterioso río Styx: un lugar que era utilizado como la base de los caballeros de Athena en ciudad Kaus. Para aquellos que odiaban estar cerca de los civiles y entablar vidas normales, el campamento Styx era la opción ideal. Tsukiya prefería mantenerse lo más alejado de Styx, ya que pese a que era un lugar hermoso para pasear, estaba lleno de bravucones y de las visiones extrañas que producía la barrera protectora levantada por la misma Athena.

En esa ocasión no había ido por gusto: el deber lo llamaba a una nueva misión. Todo comenzó el día anterior, durante la mañana del sábado, cuando una carta del Patriarca apareció en su buzón. Se preguntaba si uno de los poderes especiales del sumo sacerdote era materializar la correspondencia en cualquier lugar del mundo, ya que no habían recibido la visita del cartero esa mañana. La carta los convocaba tanto a él como al caballero de Cisne, como si el Patriarca estuviera al tanto de que ahora era su compañero de casa. –Es estricto y omnipresente… gran combinación- masculló, pensando en el Patriarca.
-Yo deseaba poder quedarme en casa viendo televisión contigo- comentó, lamentando no poder pasar tiempo ocioso con Alexius. La carta sólo indicaba el día y la hora en la que debían presentarse en el río Styx, por lo que no tenía idea de cuál sería la emocionante misión. Esperaba que fuera algo sencillo como recuperar a un gato atrapado en la copa de un árbol, pero luego recordó que las cosas nunca podían ser así de sencillas.

-¿Qué crees que haremos en esa misión?- Le preguntó Tsukiya a Alexius, interesado en saber su respuesta.-Sea lo que sea, intentemos salir lo menos heridos posibles- Tsukiya recordaba que cada vez que el Patriarca le asignaba una misión él terminaba en la enfermería.

Después de una larga caminata ambos llegaron a lo que parecía ser una cueva entre las raíces de un árbol tan grande como un edificio. En el interior de la cueva había un círculo de rocas que encerraba una llamarada de fuego azul, aunque eso no impresionó a Tsukiya para nada: lo que le impresionaba era que en el interior del fuego se podía ver una imagen fantasmal del Patriarca.

Tsukiya se acercó al fuego, moviendo la mano delante del rostro del Patriarca fantasmal. Quería saber si simplemente era una imagen en el fuego o si de verdad el Patriarca estaba viéndolos.
-Caballero de Pegaso- Dijo una voz profunda de hombre que venía de la figura en el fuego. A Tsukiya se le heló la sangre, escondiéndose detrás de Alexius como un niño asustado. Se avergonzó por su forma de actuar y se reincorporó rascándose la mejilla, mirando a Alexius con una sonrisita como diciéndole “sólo estaba bromeando”.

-Ahora que los dos están aquí puedo revelar la misión- dijo la figura con voz solemne.-Un grupo de traidores del santuario se ha reunido en las afueras de la ciudad. Se trata de un grupo conformado por aprendices de caballero que no fueron reconocidos por una armadura. Sospecho que están siendo instigados por alguien más, ya que existe una influencia maligna entorno a ellos, pero no es algo relevante en estos momentos. Su misión es derrotarlos antes de que lleguen al río Styx. Poseen habilidades especiales al igual que ustedes, por lo que no deben ser subestimados.  Eso es todo.– Antes de que Tsukiya pudiera pedir más información el fuego azul se extinguió junto a la imagen del Patriarca.

-¿Están siendo instigados? Entonces la misión debería ser buscar al responsable para darle unos buenos golpes- espetó Tsukiya, evidentemente irritado. Pegaso prefería buscar al enemigo verdadero en lugar de apaciguar a sus seguidores a golpes. –Pero si eso es lo que desea el Patriarca no tenemos otra opción… - Pegaso rodeó a Alexius con el brazo –Dejando de lado lo desagradable del asunto, esta será nuestra primera misión juntos- anunció Pegaso, sonriendo como si acabara de ganar en una de sus competencias con Alexius.

Quiso detenerlo, evitar que Alexius se hiciera más daño, pero su cuerpo no se movía y no era capaz de articular palabra alguna. Observó fugazmente a Rodan, el cual parecía particularmente divertido. Tsukiya se llamó estúpido en sus pensamientos: el brujo de cabello rojo estaba utilizando sus extraños poderes para forzarlo a mirar. Era como estar prisionero en su propio cuerpo.

Quería hacer trizas la cara de Rodan. Lo único que podía hacer era acumular su cosmos mientras apretaba los dientes, observando cómo un Alexius malherido se acercaba a un rival que no sería capaz de derrotar solo en esas condiciones. Sólo podía mirar esas horribles heridas, sintiéndose culpable y lleno de ira al mismo tiempo. Su cosmos, el cual era usualmente lleno de luz, lucía débil y apagado.

Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando Alexius atacó al grandulón y salió disparado hacia un árbol. Rodan movió sus dedos alargados una vez más, haciendo que las ataduras invisibles que mantenían a Tsukiya fijo en su lugar de desvanecieran. Dudó por un instante en qué era lo que debía hacer: si correr hacia Alexius para llevárselo o si debía matar al desgraciado que lo había dejado en esas condiciones.

Corrió hacia Alexius a toda velocidad, recostando su cuerpo en la tierra mientras se aseguraba de que siguiera con vida. Sintió un gran alivio al notar que su corazón seguía latiendo y que todavía respiraba. Sostuvo la mano del cisne por un momento, realizando un juramento en voz baja.

-Voy a matar al maldito que te hizo esto… va a pagarlo muy caro- dijo antes de salir corriendo en dirección al compañero de Rodan, el cual estaba incapacitado por el hielo que comenzaba a formarse en todo su cuerpo.-¡Voy a terminar lo que Alexius comenzó!- Exclamó, elevando su cosmos. Su puño se transformó en una estrella luminosa y su cuerpo desapareció por la velocidad que había adquirido. El puño de Pegaso se incrustó en el pecho del grandullón, atravesando su corazón.

Sacó su mano, la cual se encontraba bañada en sangre. Tomó al enemigo muerto por los cabellos y lo jaló hacia donde estaba Rodan, tirándolo a sus pies.

-Eres el siguiente- dijo, reuniendo toda su ira en su puño derecho. Rodan comenzó a reírse, haciendo que Tsukiya dudara de nuevo.

-Calma Pegaso. Has ganado el día de hoy. Puedes llevar los cuerpos de estos dos al Patriarca- de pronto, un grito ahogado se escuchó en el bosque. Un hombre calló de un árbol con la mano agarrando su pecho y una expresión de dolor. Su pecho había sido atravesado por la daga de bronce de Rodan.-Di que mataron a dos y que el tercero escapó.- el pelirrojo caminó hacia Alexius, ignorando completamente a Tsukiya. Colocó su mano-garra sobre la herida del pecho y después la puso sobre la nariz rota. -¡Apártate de él!- dijo Tsukiya, golpeando a Rodan en el rostro y mandándolo a volar dos metros hacia atrás.

-¿Así es como agradeces un favor? Solamente lo estaba curando…- ¿Curando? ¿Por qué estaría haciendo algo así por Alexius? Tsukiya observó al rubio, notando que las heridas de la nariz y del pecho no lucían tan terribles como antes.

-Soldé los huesos rotos, pero sigue bastante herido. Deberías llevarlo a un hospital- Rodan mostró una sonrisa alegre en el rostro mientras se alejaba. Antes de que Tsukiya pudiera detenerlo, el pelirrojo desapareció en un remolino de hojas, dejando los cuerpos de sus compañeros abandonados.
Aunque una parte de él deseaba buscar a Rodan no podía marcharse a otra batalla mientras Alexius sufría. -¿Estás despierto?- Le preguntó. Le pareció un poco tonto preguntarlo ya que parecía que Alexius estaba inconsciente. Lo cargó en brazos y comenzó a caminar hacia el campamento. Lo más importante era que ambos seguían con vida.