Consecuencias. ||Priv. Tsukiya||

Cuando despertó no abrió los ojos enseguida.

La primera sensación que tuvo fue que tenía algo molesto enganchado a la nariz, algo que le tiraba aire, como si estuviera hecho para ayudarle a respirar. Qué tontería, ¿no? Si él podía respirar perfectamente. ¿Qué demonios tenía enganchado en la nariz?

Y entonces lo recordó.

Todo le vino a la mente de una forma muy repentina. Fueron imágenes y sonidos passando por su cabeza a una velocidad vertiginosa, tanto que se mareó y un ligero dolor se instaló en la parte trasera de su cabeza. La vista del patriarca en el fuego,  las voces metiéndose con Tsukiya y con él, Rodan y su amigo el musculitos, Tsukiya volando por los aires, él mismo volando por los aires, Tsukiya diciéndole no se qué cosa sobre hacer pagar a alguien algo... eso era lo último que recordaba, y era un recuerdo bastante difuso, porque la voz de Tsukiya parecía distorsionada.

Espera un momento.

— ¡¡Auch!! —exclamó llevándose una mano al centro del pecho y haciendo una mueca de dolor. Al recordarlo todo sus ojos se habían abierto de par en par y Alexius se había incorporado violentamente hasta quedar sentado; eso le causó un dolor agudo en el pecho. Siseó y volvió a dejarse caer hacia atrás, apoyando la cabeza en las almohadas.

Que, por cierto, ahora que lo pensaba, esa no era su habitación.

Alexius frunció el ceño confundido y desorientado. Miró hacia un lado de la cama donde estaba y descubrió que, sin lugar a dudas, debía de estar en un hospital. O al menos en un sitio que se parecía mucho a uno. Se llevó la mano a la nariz y descubrió que la cosa que tenía puesta era ese aparato que sirve para ayudarte a respirar. Si lo pensaba bien, uno de los últimos recuerdos que tenía de antes de haber perdido el conocimiento era que le costaba respirar, tal vez por eso se lo habían puesto. Pero ya podía respirar bien, así que se lo quitó él mismo y probó a respirar hondo.

Nada. Ni una sola tos ni dolor de garganta. Lo único que le dolía un poco era el pecho, justo donde el compañero de Rodan le había golpeado. Acababa de fijarse también en que llevaba una camiseta de esas que les ponen a los enfermos en el hospital. Miró por el cuello de la camisa hacia su pecho y vio que no llevaba vendas, pero si tenía un moratón bastante feo justo en el centro del pecho. Maldijo internamente al musculitos. No había visto en la vida hombre más bruto que él, y eso que había conocido a personas brutas.

Pero eso no importaba. Lo que más le importaba a Alexius era encontrar a Tsukiya, comprobar que estaba bien, que no necesitaba estar en una cama de hospital como él. Recordaba también que antes de caer inconsciente había golpeado al grandullón, ¿habría conseguido hacerle algo? Se sentía tan... inútil. ¿Cómo podía haber perdido el conocimiento en un momento tan importante, cuando se suponía que tenía que ayudar a Tsukiya? ''Eres estúpido, Alexius'', pensó con rabia.

—... ¿Tsukiya? —preguntó no muy seguro de si estaba por ahí. Se incorporó de nuevo para quedar sentado, esta vez más lentamente, sin despegar la mirada de las sábanas—. ¿Estás bien? Dime que al menos no has acabado en una cama de hospital como yo. Eso me haría sentirme menos inútil —rió con algo de nerviosismo, pero enseguida paró e hizo una mueca porque le había dado una punzada de dolor en el pecho.

Miró extrañado a Tsukiya al verlo tan nervioso de repente, pero él también se puso nervioso cuando vio que comenzaba a quitarse la ropa. Giró la cabeza de forma algo brusca para mirar a otro lado mientras sentía como su rostro enrojecía lentamente. Imágenes de lo más extrañas comenzaron a pasar por su mente, imágenes que su cuerpo le pedía llevar a la práctica con Tsukiya.

Una vez leyó por internet que los adolescentes tenían las hormonas muy revueltas. Pues bien, en ese momento maldecía sus malditas hormonas.

Estaba empezando a hacer muchísimo calor, y si para Alexius hacía calor eso quería decir que para otra persona se debía de sentir como el mismísimo desierto. La voz de Tsukiya le trajo de regreso al mundo real, y giró el rostro hacia él justo a tiempo para recibir el beso en los labios. Jadeó algo sorprendido pero no tardó en cerrar los ojos y corresponderlo. Después los labios de Tsukiya comenzaron a descender y a descender, y normalmente Alexius tenía cosquillas por la zona del abdomen, pero Tsukiya no le estaba haciendo cosquillas precisamente...

Y después se apartó como si nada. Y Alexius se removió un poco en su sitio, terriblemente incómodo. Su cuerpo se sentía condenadamente extraño. Y encima, que en el documental sobre la Grecia Antigua comenzaran a hablar sobre la vida sexual de la hija de un emperador no le ayudó mucho.

— Tsu-Tsukiya... o-oye... y-yo... bu-bueno... —se mordió el labio inferior y ya no pudo aguantarse más. Se lanzó sobre Tsukiya y lo dejó tumbado en el sofá con él encima, apoyando su peso en brazos y rodillas para no caerse sobre él—. M-me siento mu-muy extraño a-ahora mismo, ¿sa-sabes? —jadeó e inclinó el rostro para comenzar a besar el cuello de Tsukiya y, en algún momento, clavó levemente los dientes en su piel para dejarle una marca.

-A-Alexius…- dijo con voz entrecortada, observando el rostro de su amado. –No tienes que sentirte avergonzado Alexius… yo habría hecho lo mismo si tú no lo haces- admitió con la cara roja como un tomate. Acarició el pecho de Alexius, desviando la mirada. No sabía cómo continuar el momento debido a que la voz del documental no lo dejaba pensar. Se levantó, abrazando a Alexius. Apagó la televisión y tomó la mano del rubio, guiándolo hacia el segundo piso de la casa.

Entró en la habitación en la que ambos dormían. Desde que Alexius llegó a la casa, habían dormido en la misma habitación a pesar de que la casa contaba con dos. Tsukiya cerró la puerta como si le preocupara que alguien interrumpiera su momento, a pesar de que vivían solos, y comenzó a besar a Alexius. Quería que aquel momento fuera perfecto, y el sofá y el televisor del salón no ayudaban a Tsukiya para crearlo.

Tsukiya jugueteó con el cabello de Alexius mientras se metía en la cama.-Antes… no podía hacer esto, porque seguía inseguro: no sabía si realmente estaba enamorado o si tú corresponderías a mis sentimientos, pero ahora que todo está claro, puedo…- Tsukiya sonrió y metió la mano bajo la sabana, deslizando su ropa interior a través de sus piernas para arrojarla a los pies de Alexius.-tener relaciones contigo… no sé mucho ya que esta es mi primera vez, pero si estaba preparado… -Tsukiya abrió la gaveta que se encontraba junto a la cama. Entro los calcetines había una tira de preservativos y un tubo de lubricante.

-S-Sabes cómo ponértelo? Porque si no puedes yo he estado investigando- reconoció, juntando ambos dedos índices con nerviosismo. –Tienes que deslizarlo suavemente en tu miembro, para que no se rompa.- Tsukiya era tan inocente que de verdad pensaba que el uso de preservativos era necesario. Sabía que como hombres ninguno de ellos corría riesgos, pero había muchas enfermedades extrañas que asustaban al castaño. Era la última vez que realizaba una investigación sobre sexo en internet. Las cosas eran demasiado aterradoras.

Cuando Tsukiya lo abrazó Alexius enterró el rostro en su hombro y respiró hondo, tratando de calmarse. Era su primera experiencia en una situación como aquella, vale, pero no servía de nada estar nervioso, porque eso sólo lo llevaría a hacer las cosas mal y él lo que menos quería era eso.

Dejó que su novio -novio, woah, era tan extraño pensar en Tsukiya de esa forma... pero extraño en el buen sentido, no en el malo- le guiara hasta el cuarto, y colocó las manos a ambos lados de su cintura cuando los besos comenzaron de nuevo. Ronroneó al sentir los dedos de Tsukiya deslizarse por su cabello y soltó un ruido de protesta cuando se alejó para meterse en la cama. Con lo bien que estaban juntos, ¿por qué Tsukiya tenía que separarse, jo? Bah, definitivamente Alexius ya no era capaz ni de recordar a qué día estaban.

Se sentó al lado de Tsukiya y se sonrojó más a causa de sus palabras. Se quitó los pantalones cortos, quedando en calzoncillos. También se quitó el colgante y lo dejó con extremo cuidado sobre la mesa; no quería que le pasase nada.

— Oh, bueno, eso es un alivio —dijo verdaderamente aliviado y se llevó una mano al centro del pecho. La marca del golpe que recibió del musculitos seguía ahí. De nuevo lo maldijo internamente; no podía haberle dado más flojo para que se notara menos, no—. Quiero decir, yo ni siquiera sé lo que hay que hacer en estas situaciones —rió algo avergonzado—. A ver, sí lo sé, pero sólo como se hace entre hombre y mujer. Yo... bu-bueno, nunca pensé que estaría con otro hombre de esta manera... qué digo, nunca pensé que estaría de esta forma con nadie, porque normalmente suelo repeler a todo el que se me acerca... ¡pero bueno!—se palmeó las mejillas con algo de fuerza—.Siempre hay una primera vez para todo, ¿no? Di-dicen que a base de pruebas se consiguen las cosas, y-y... bueno, m-me alegro de que sea contigo.

Se revolvió el cabello y volvió a respirar hondo, cerrando los ojos durante unos instantes. Logró calmarse un poco, y cuando abrió los ojos de nuevo miró al contenido del cajón y sacó uno de los preservativos. Abrió la bolsita en la que estaba metido con cuidado.

— Vale... uhm, bueno, no es tan difícil, el único problema es que se rompa... —murmuró mientras se quitaba también la ropa interior y se colocaba el preservativo. Tardó un poco porque quería asegurarse de que estaba bien puesto y no se había roto, y una vez lo hizo se metió en las sábanas y de nuevo se colocó sobre Tsukiya. Besó sus labios una, dos y tres veces, de forma suave y lenta. Estaba tratando de ganar un poco de tiempo para hacerse a la idea de lo que iba a hacer y para tener más o menos un esquema general de lo que tenía que hacer... aunque con lo poco que sabía del tema eso era un poco difícil—. También dicen que con la práctica se mejora, ¿no? —bromeó esbozando una sonrisa—. Vale, perdón, sólo estoy un poco nervioso, uhm... ¿aquí vamos, supongo? —besó el pecho de Tsukiya y después subió hasta su cuello y volvió a bajar hasta su hombro, el cual mordió.

Abrió los ojos lentamente, sintiendo un ligero dolor de cabeza por la intensidad de la luz que atravesaba su ventana. Despertó junto a Alexius, el cual estaba abrazado a él, escondido bajo las sábanas. Tsukiya sonrió al verlo así, aunque la sonrisa le duro poco cuando intentó sentarse. Le dolía demasiado el trasero después de lo que había pasado la noche anterior. A pesar del dolor, no cambiaría lo que pasó entre los dos. Si para estar así con Alexius tenía que pasar por algo de dolor de vez en cuando era capaz de tolerarlo. Volvió a su posición, abrazando a Alexius y evitando realizar movimientos bruscos, aunque de vez en cuando emitía un ligero gemido adolorido.

-Fue la noche más maravillosa de mi vida Alexius- le dijo al oído, confiando en que se encontrara dormido. Se levantó cuando vio que el despertador marcaba las 11:00 a.m. Se levantó con dificultad, caminando hacia la ducha. Estar bajo el chorro de agua fría era lo que necesitaba para despertar completamente. Regresó a la habitación, con una toalla envuelta alrededor de la cintura. Arropó a Alexius cuando se percató de que la sábana se había deslizado, dejando al descubierto su cuerpo.
Recogió las ropas que él y Alexius se habían quitado y también se vistió, colocándose una camisa roja a cuadros sobre una camisa blanca de algodón, también unos jeans de aspecto algo desgastado. Cuando vio que el reloj marcaba las doce despertó a Alexius sacudiéndolo por el hombro.-Despierta hombre, ya casi es medio día y tú sigues babeando- dijo Tsukiya con tono divertido, revolviendo la melena rubia de Alexius.

Sacó algo de ropa limpia para Alexius y la colocó sobre la cama.-Date una buena ducha… a mí el olor no me incomoda pero si alguien te huele podría descubrir lo que hicimos anoche.- Tsukiya salió de la habitación y bajó a la cocina, sacando ingredientes de la alacena y algunos huevos de la nevera. Cuando estaba a punto de partir uno de los huevos en la sartén sintió un dolor terrible en su parte posterior.-La próxima vez seré yo el que le dé…- dijo en voz baja mientras una lagrimita le salía del ojo izquierdo.

Comenzó a tararear una canción mientras cocinaba, recordando con felicidad el modo en el que Alexius lo besaba con pasión. Notó que tenía marcas de mordida en algunas partes de su cuerpo mientras se bañaba, pero no les dio mayor importancia. Pensaba fingir que le dolían un poco cuando Alexius las viera, sólo para jugarle una broma durante el desayuno.

Lo primero que escuchó al despertarse fue la voz de Tsukiya, aunque lo escuchó como si estuviera muy lejos. Entreabrió los ojos un momento pero enseguida los cerró ya que la luz le hizo daño. Gruñó y cambió de posición, hundiendo el rostro en la almohada. No quería despertarse aún, con lo cómodo que se estaba así, lejos del sol infernal que dañaba sus ojos...

— ¿A quién le importa eso...? —murmuró adormilado para después soltar un gemido de dolor porque por moverse de nuevo la luz le dio en el rostro—. Sólo apaga el sol, Tsukiya... —lloriqueó.

Aún así se quedó en la cama durante un rato más. Después se arrastró lentamente fuera de la cama y, seguidamente, caminó hasta la ducha para meterse directamente bajo el agua fría y así despertarse del todo.

Y vaya si se despertó. Se despertó del todo y de paso despertó a todo aquel que no se hubiera despertado a cinco kilómetros a la redonda de la maldición tan sonora que soltó en islandés. Se prometió a si mismo que era la última vez que se permitía dormir tanto porque no le sentaba bien y le producía algo parecido a una resaca.

Una vez volvió a ser persona y se hubo duchado fue de nuevo al cuarto y se vistió con la ropa que había dejado Tsukiya para él sobre la cama. Después bajó trotando hasta la cocina, de bastante mejor humor que al despertarse. Se encontró con Tsukiya cocinando y tarareando, por lo cual se acercó a él por la espalda y lo abrazó por la cintura. Apoyó la barbilla en su hombro y miró lo que estaba haciendo.

— Buenos días... ¿tardes...? Algo —dijo con una pequeña risa e hizo que Tsukiya girara un poco el rostro para poder darle un pequeño beso en los labios. Acto seguido se separó y puso las manos sobre la encimera—. ¿Necesitas ayuda en algo? Si quieres puedo hacer yo lo que estás haciendo. Déeeejame, vamos~ —y volvió a abrazarle, y no sólo eso, sino que comenzó a dejar pequeños besos por su mejilla y su cuello—. Ah, estaba pensando —comenzó de repente, pensativo—, Que tenemos que ponernos a entrenar duro. El mago loco podría volver en cualquier momento... tenemos que estar preparados, después de todo.

Se sorprendió cuando sintió el beso de Alexius, temblando y casi dejando caer el sartén. Se compuso y miró a su novio a los ojos, plantando un beso en su mejilla.- ¿Dormiste bien?- Se aventuró a preguntar.-No es necesario, casi termino. Toma asiento- Pegaso estaba terminando de preparar los huevos revueltos cuando escuchó a Alexius hablar sobre que debían entrenar para enfrentar al mago. Recordar la pelea no le traía buenos recuerdos a Tsukiya. Él prefería seguir en su mundo de fantasía donde no había guerras mitológicas y podía vivir en paz con Alexius.

Suspiró, recordando que eso era imposible. Habían nacido para convertirse en caballeros de Athena en esa época por una razón, y esa no era ser una pareja feliz como todas las demás. Sirvió la comida en el plato de Alexius y se sentó a la mesa.- ¿Estás seguro de que quieres comenzar a entrenar? Sigues en un estado muy delicado como para someterte a esa clase de esfuerzo físico. Para derrotarlo necesitamos más que entrenar… tenemos que conocer el verdadero alcance de sus poderes y habilidades.- Tsukiya enterró su tenedor en el plato y tomó un bocado, masticando con la mirada fija sobre la mesa.-Creo que ni siquiera hemos visto todo lo que puede hacer. Sólo estaba jugando con nosotros- Rodan conocía todas las debilidades de ambos. Nunca iban a poder vencerlo con sus poderes actuales.

-¿Habrá una forma de volvernos más poderosos? No físicamente, me refiero a obtener poderes similares a los que demostró Rodan. Creo que podríamos tener una oportunidad de ganarle si aprendemos a hacer cosas así- sabía que era una tontería lo que estaba diciendo. Athena nunca permitiría a los Santos aprender cosas semejantes a la magia de Rodan.

Tsukiya acarició su cuello, notando el mordisco rojo que estaba tatuado en su piel. Rió alegremente.-Es tu culpa Alexius. Estuviste mordiéndome durante toda la noche. Parecías un perro inquieto- dijo, recordando su plan de hacer sentir culpable a Alexius sólo para que éste pusiera esa carita que Tsukiya adoraba.-Nah, me agrada ver ese lado tuyo, tan salvaje. Es bastante atractivo.- dijo Tsukiya, acercando una cucharada de huevo a la boca de Alexius.

—Dormí demasiado. No estoy acostumbrado a dormir tanto, ¡me dio jaqueca! —protestó infantilmente mientras se sentaba en una silla algo a regañadientes.

Se revolvió el cabello que aún tenía húmedo y apoyó los codos sobre la mesa, para después mirar a un punto cualquiera de la pared, pensativo. Ni siquiera se enteró de que Tsukiya había puesto su desayuno en la mesa. Sólo reaccionó ante su voz, y lo hizo inflando una mejilla.

—Estoy bien, lo único que me queda de recuerdo de ese grandullón es ese enorme moratón feo que tengo en pleno centro del pecho, pero estoy perfectamente —afirmó con seguridad, tomó el tenedor y comenzó a revolver en su plato. No es que no tuviera hambre, es que estaba demasiado ocupado pensando como para recordar que el desayuno estaba para comérselo.

Se encogió de hombros ante la ocurrencia de Tsukiya y dejó el tenedor apoyado en el plato. Aún no había probado bocado.

—Puede ser que de esa forma pudiésemos derrotarlo, pero... no quiero parecerme a él. En ningún aspecto. La mente de cada uno es privada, y no se debería poder acceder a ella —repuso. Volvió a tomar el tenedor como si acabara de acordarse de que tenía que desayunar y se llevó un poco del huevo a la boca. Después de masticar y tragar se quedó mirando al plato con el ceño fruncido, aunque no como si estuviera enfadado—. Si pudiera alcanzar el Cero Absoluto... —chasqueó la lengua.

Sabía que en su estado actual era imposible, además de que en el caso de que lo lograra lo más seguro era que su cuerpo no lo soportara y acabara colapsando sin poder evitarlo. Lo primero de todo era conseguir controlar su cosmos para que sus propios ataques no lo dañaran.

Entonces Tsukiya volvió a hablar y esa vez fue para echarle la culpa por las marcas rojizas que adornaban su cuello. Alexius se puso completamente rojo y frunció el ceño contrariado.

— Tú parecías un gato —reprochó con voz infantil, como si fuese un niño al que están regañando por quitarle los juguetes a otro niño—. No tienes las uñas largas, pero cuando te empeñas puedes arañar bastante fuerte. Seguro que ahora mismo mi espalda debe de estar llena de arañazos tuyos —rió divertido. Quizás había exagerado un poco, pero si era por ver la cara avergonzada o molesta de Tsukiya, esa pequeña mentirijilla valía la pena. Se comió la cucharada de huevo que su novio le ofreció y después él hizo lo mismo, tendiéndole su tenedor con un poco de huevo—. Vale, puede que no toda la espalda, pero sí que me arañaste con saña, ey —volvió a reír—. De todos modos, y volviendo al tema anterior, sí, quiero volver al entrenamiento. Ya he estado sin hacer nada suficiente tiempo, y tengo que asegurarme de poder matarlo la próxima vez que lo vea —dijo después de unos segundos, poniéndose serio. Estaba firmemente decidido a arrancarle el corazón a Rodan la próxima vez que lo viera, o si no podía, le haría una bonita tumba de hielo.

-Pues parecía que lo estabas disfrutando- le aclaró antes de meterse la cuchara en la boca. Tsukiya no estaba seguro de que Alexius pudiera realizar cualquier clase de entrenamiento en ese momento. Sabía que su cuerpo no había podido recuperarse del todo, ya que él mismo seguía adolorido por las heridas causadas por el grandullón del bosque. No quería imaginar en qué condiciones estaría Alexius si el mago no hubiese soldado sus huesos.

-¡Tienes que reposar! Y no vamos a hablar más del tema, Alexius. Es increíble que tenga que cuidarte como si fueras un niño pequeño. Acabas de salir del hospital, después de tenerme muerto de miedo durante tres días- Los ojos de Tsukiya se llenaron de tristeza. No estaba molesto, en realidad lucía más como un niño asustado después de haber visto algo aterrador. Tsukiya seguía recordando los días que su novio pasó encerrado en la habitación del hospital.

-Por un momento llegué a pensar… que no ibas a despertar nunca- dijo el castaño, cerrando la boca con tal fuerza que los dientes comenzaban a dolerle. –Prométeme que estarás en casa- sostuvo su mano entre las suyas, como si esperara que el rubio colocara su mano libre para sellar la promesa. –No quiero verte en esas condiciones de nuevo. Puedo soportar cuidarte cuando estás herido, pero no cuando entras en coma. Me rompe el corazón no poder hacer nada para ayudarte.- el chico se levantó de la mesa y recogió su plata. No había terminado de comer, pero de pronto se había quedado sin apetito. Le pasaba siempre que algo le preocupaba demasiado: no podía comer, dormir o entrenar.

-Ve a la cama cuando termines. Te llevaré algo de beber y algunas galletas, y podremos hacer como que nada de lo que acaba de pasar sucedió, ok?- le dijo, utilizando un tono de voz más tranquilo y más parecido a su voz habitual. No quería que Alexius lo malinterpretara, ya que Tsukiya había sentido que se escuchaba sumamente autoritario al ordenarle descansar cuando era claro que él no quería.