Si no encuentras al revoltoso, es porque eres tu | Caballeros Dorados de Atena

La noche era joven, siendo que por eso había decidido a dar una vuelta. No sin antes mandar una invitación a mis iguales, aunque solo esperaba que Alexey fuera el único que la atendiera. Después de todo, no es como si pudiésemos considerarnos amigos con el resto. Supongo que eramos compañeros de trabajo nada más, llevaba una chaqueta de cuero negro además de una franela del mismo color debajo. Mis pantalones eran de un color grisáceo siendo que llevaba unas botas para hacer juego. A pesar de ser un guerrero, no podía descartar vestirme bien para una ocasión como esta. Aunque rara vez la sacaba, tenía una motocicleta con la que me gustaba recorrer la ciudad, siendo una pequeña pasión secreta. Necesitaba otros pasatiempos además de entrenar, luchar y ser un guerrero sagrado. Iba jugando con mis dedos sobre el agarre del mango, tarareando una canción. Me estacione cercano al lugar designado para aquella reunión social.

Me baje de mi vehículo, quitándome el casco, para comenzar a caminar a la entrada del negocio. Algunas de las personas se me quedaron viendo principalmente por mi imponente físico, además de que como había llegado a entender, tenía la apariencia más de un criminal que de un héroe. Cruce la puerta principal para caminar hasta la barra, sentándome con tranquilidad en la misma. Moví mi mano izquierda para indicar que me sirvieran algo, siendo que después me di vuelta para mantener la vista en el resto de la clientela.

Estaba bebiendo una cerveza en un bar de la ciudad, siendo que apenas podía recordar la última vez que pude tomarme un día libre. Pensaba que era bueno salir del santuario de vez en vez, por ahora, me agradaba la compañía de las otras personas. Me encontraba sentado en la barra escuchando la música del bar, mientras que observaba a todos hacer lo suyo. Siempre había pensado que beber solo era algo deprimente, pero bueno, por eso había invitado al resto a acompañarme en este día. Seguro el Caballero de Acuario vendría, confiaba en él lo suficiente, además de que nunca había tenido la oportunidad de interactuar con otros de mis compañeros de armadura dorada. Por ahora, iríamos con lo más simple, además de lo conocido. - Dame otra botella. - El cantinero movió sus manos para sacar una cerveza fría del refrigerador, colocandola en mis manos. - ¿Quiere que la destape? - Ignore esa pregunta para simplemente tomar con mis dedos la tapa de la misma y removerla. Observe que no era ese tipo de chapa, pero que igual mi fuerza hizo sencillo quitarla.

Solo quedaba esperar que otros se sumaban a esta pequeña reunión, espero que fuera una buena multitud... Siempre se pueden generar historia graciosas de este tipo de encuentros, además de que era un entorno amistoso en el cual conversar y convivir... Le di un nuevo sorbo a mi trago, observando la puerta un poco ansioso de ver una cara conocida.

Música del Bar:

Desde que había recibido aquel mensaje de invitación, había estado meditándolo durante bastante tiempo, incluso en sus actividades rutinarias se veía implicado que su mente estaba ocupada, ¿ir o no ir? Probablemente lo más lógico sería el acudir a la reunión, pues desde su llegada no es como si hubiese sido la persona más social y conociera a sus demás compañeros dorados; ello era pieza fundamental para considerar la idea de asistir, sin embargo estaba aquel pensamiento de mejor quedarse y descansar, ya habría otras oportunidades de conocerles, ¿no?
Cuando de ese tipo de situaciones trataba, Arietis solía pensarlo demasiado, meticulosamente hasta decidir que era lo mejor, y quizás si le estaba llevando demasiado tiempo, más de lo que esperase.

Soltó un largo y sonoro suspiro, optando por no pensar en ello un rato y dedicarse a lo que continuaba en su rutina diaria, pues siempre antes de dormir hacia una serie de ejercicios que eran parte de su entrenamiento personal, solo así lograba conciliar el sueño y tener una noche calmada; probablemente una extraña rutina pero que no dudaba alguien más aparte de ella también tuviese un fetiche así.

—Mh, ya he terminado.— De una u otra manera había terminado temprano, más de lo usual, su serie de entrenamientos. Observó la hora por el reloj, aún había tiempo para poder asistir a la reunión; sonrió para sí misma al mismo tiempo que movía la cabeza en negación, que más daba, igual iba a asistir para que le daba tantas vueltas al asunto. Dando por finalizada su sesión, la peli lila tomó una ducha y vistió sus ropas civiles; echo una ojeada para ver la dirección del lugar; sería la primera vez que entrara a un bar pero bueno, siempre hay una primera vez en todo en esta vida.

Con ese buen ánimo salió del templo de Aries, para no perder tiempo se teletransportó hasta la entrada del Santuario y bajar a la ciudad, aún no se relacionaba muy bien en el lugar por lo que pidió un auto que le llevase al darle la dirección; pasado unos minutos el conductor le indicó que habían llegado, pagó a este y enseguida bajó del auto, un suspiró más y entro al bar. ¿Cómo es que iba a saber quiénes eran sus compañeros y antes no les había visto las caras? Fácil, reconociendo su cosmos. Afiló su vista hasta hayan a un grupo ya más o menos numerosos, los que asumía eran sus compañeros de armas.

—Buenas noches.— Se anunció la peli lila, tomando la confianza de sentarse a uno de los lugares disponibles, observó a cada uno, solo para poder memorizar sus caras. —Limonada natural para mí, por favor.— Pidió con amabilidad hacia el bartender, ignorando la cara de extrañeza de este. —No tolero el alcohol, por si se preguntan.— Mencionó después de reírse brevemente, y era cierto, tenía malos recuerdos de la última vez que bebió alcohol, la cosa no había terminado bien, por lo que había jurado que jamás en su vida volvería a beber algo así. —¿Hay un motivo por esta amena reunión?—

No se encontraba en el santuario, continuaba en ciudad Kaus, fingiendo ser un chico común y corriente. Sabía que el único modo de integrarse con la sociedad era vencer ese miedo irracional a sus poderes. Las únicas personas con las que interactuaba eran los clientes que aparecían en su taller pidiéndole que reparara objetos cotidianos como licuadoras, computadoras, microondas,  tostadores, incluso vehículos.

Una vez que terminó de reparar un viejo refrigerador subió a su habitación, tomándose unos minutos para leer sus e-mails. La mayoría eran de su hermano, preguntándole cuándo regresaría. Se disponía a responderle cuando vio el último mensaje enviado, el cual parecía ser una invitación.

-¿Una reunión? Supongo que no hay ningún peligro- dijo, apagando la computadora y alistándose para salir. Iba vestido con un pantalón negro, una camisa negra con un símbolo rojo y su chaqueta azul. Fue en su motocicleta, encontrando sin mucho problema la dirección del lugar en el que se estaba llevando a cabo la reunión.

Entró en el lugar, detectando inmediatamente al grupo al ver dos rostros conocidos: máscara de sangrienta de Cáncer y X de Géminis. No creía que los volvería a ver tan pronto. –Hola. Es un... singular grupo de personas el que está aquí- dijo el muchacho antes de sacar una silla y tomar asiento en la mesa. Así como había rostros conocidos había personas que eran desconocidas para él. Iba a preguntar el motivo de la reunión pero no fue necesario ya que otra persona se le había adelantado.

-Disculpa, ¿tienes leche? Me gustaría un vaso grande- le preguntó a un mesero, el cual lo miró extrañado por la bebida que le estaban pidiendo.

La mayoría estaban presente. Exceptuando a Tauro, Sagitario y Leo. Supongo que tenían cosas que hacer. La primera persona en hacer acto de presencia fue nada menos que la Santa con Armadura Dorada de Escorpio. Era más joven de lo que había escuchado, además de que su actitud infantil me tomo un poco por sorpresa. Quizás ya estaba demasiado acostumbrado a la actitud tan formal por parte de Alexey o la de mi anterior maestro, quien era un hombre muy serio. Una sonrisa se dibujo en mi rostro cuando el Caballero de Acuario hizo acto de presencia. Con un tono calmado me dirigí a ambos. - No hay ninguna misión especial, aunque simplemente espero que hoy no sea el día en que decidan atacar el Santuario. Odiaría luchar borracho... - Comente con un tono sarcástico, además de despreocupado. Luego de eso observe a Alexey para hacerle un comentario. - Que bueno que estas acá, se acababan los cubos de hielo... - Coloque sobre la mesa mi cerveza, para tomar el vaso de vodka traído por el Caballero de Acuario, para sin dudarlo beberlo hasta vaciarlo dándole la vuelta para colocarlo boca abajo en la mesa prueba de que no quedaba contenido alguno dentro de él.

La música provenía del Caballero de Cáncer, había escuchado de mi maestro que era normal que los Santos de Capricornio y Cáncer tuviesen problemas, principalmente porque el puesto era ocupado continuamente por "Hombres Sin Honor o Alborotadores", lo que me causaba algo de gracia, considerando que "Mascara Sangrienta" no estaba cerca de ser ninguna de esas dos. Era un servidor de Atena tan fiel como yo lo era, además estaba el actual Caballero de Geminis, quien no perdió tiempo para pedir una bebida. Sus ropas eran particularmente extrañas para la ocasión, pero yo no era un especialista en moda y había aprendido a no subestimar a alguien por su apariencia. - Es un gusto que estén aquí, la bebida y la comida van por mi cuenta. Así que disfruten de la noche. - Levante mi cerveza como muestra de respeto, además de brindis.

Los últimos en sumarse fueron Piscis y Aries, un poco gracioso, dado que Aries representaba la primera casa, mientras que Piscis la última. Alfa y Omega. - No te preocupes Aries, no hay razón más allá de pasarla bien y conocernos. Me parece raro que a pesar de trabajar juntos no nos conozcamos personalmente. Para los que no sepan mi nombre soy Sebastian, un placer. - Moví mi cabeza en señal de saludo para después de eso, puede que por alcohol sentirme un poco arrogante. Después de todo, me encontraba frente a los mejores guerreros que Atena tenía para ofrecer. ¿Que acaso no era la mejor oportunidad para ser un poco arrogante? Moví mi mano para tomar la chapa de la botella de cerveza que había abierto hace un rato. Con una sonrisa en el rostro, procedí a moverla, lanzandola al aire a una corta distancia para atraparla con la misma mano.

Observando a los presentes, procedí a dar un comentario. - Soy el Caballero Dorado de Capricornio, portador de la espada más afilada... - Dicho esto, procedí a lanzar la pequeña chapa al aire, para después de eso, con un solo dedo moverlo, lanzando una pequeña chispa de mi cosmo, que perforo en el centro aquella circunferencia de metal. Volví a atraparla para mostrársela a mis compañeros, siendo que con la otra mano le daba un sorbo a mi cerveza. A mi punto de vista, estaba un poco desalineada a la izquierda, pero bueno, era un tiro difícil. Tenía que limitar mi energía para no abrir un agujero en el techo de un solo golpe. - Vamos, no sean tímidos, saben que quieren presumir un poco... - Comentaba riéndome, mientras me estiraba para darle un golpe a Alexey en el hombro.

Orden de Posteo:

Alexey observó como iban llegando uno tras otro los diferentes caballeros de oro que protegían al santuario. Por un momento dejó volar su mente hacia los siervos de su casa para asegurarse que no había ninguna amenaza que pudiera suponer un problema durante la reunión.

Cada uno de los caballeros se fue sentando. Una decepción que la mitad no quisieran alcohol pero cuando llegó Yusei y pidió un vaso de leche se quedó perplejo. Entonces Sebastián empezó a desvelar el sentido de la reunión de los Santos de oro.

Tras soltar sus primeras palabras lo único que pudo hacer Alexey es alzar una ceja con suspicacia. Pero cuando hizo alarde de su espada como un pistolero en una película de cowboys se llevó los dedos a la nariz cerrando los ojos clavando el codo en la mesa.

- Entonces me habéis llamado para mantener las bebidas frías y asistir a un show de magia.

Alexey fue capaz de bajar varios grados la temperatura de la reunión solo con su voz grave llena de frialdad.

- Estoy de acuerdo con Rikka, esto no es un juego Sebastián. Y un bar en medio de la ciudad no es el mejor sitio para montar un espectáculo, ridiculizando el poder de los caballeros.

Alexey abrió sus ojos aguamarina y miró directamente a los ojos de su compañero.

- Solo a ti se te ocurriría algo así para empezar a conocernos. No estoy de acuerdo en el cómo, pero Sebastián tiene razón en algo. Formamos parte de un mismo escuadrón de defensa. No tiene ningún sentido que no nos conozcamos, más allá de saber nuestras capacidades en el combate, deberíamos conocer nuestros nombres o poder reconocernos entre nosotros.

Alexey se apoyó contra el sofá acolchado en tela carmesí al tiempo que observaba al resto de compañeros de Atena.

- Soy Alexey, caballero de acuario. Aunque lo parezca, no soy dado a dar grandes discursos. Como muy bien ha recordado el santo de Capricornio soy el alma de las fiestas universitarias.- Dijo alzando una ceja, con cierta desidia.

- Desperté el poder del agua y el hielo, y como sabéis mi casa, el templo de la preciosa Urna, está entre la casa de Piscis, y la de capricornio. Por último decir que puedo reflejar los pensamientos y la mente de los demás haciendo uso de mi telepatía y proyectar a su vez imágenes, palabras y sensaciones.