El frío norte. [Privado]

Aquellos blancos parajes daban nuevamente la bienvenida a aquel joven guerrero, cuando los habría dejado atrás algunos años atrás era un hombre diferente uno que buscaba la redención ahora estaba de vuelta en los congelados terrenos del norte en una postura distinta, como la mayoría de los santos entrenados en Sibera era su deber el estrechar relaciones y mantener cierto equilibrio entre los habitantes de aquel lugar y el santuario en Grecia, su misión en aquella tierra congelada era la paz aunque había escuchado rumores sobre el regreso del padre de los dioses y del despertar de sus guerreros, conocía perfectamente lo indomable e inflexible de aquella tierra y por ello tomaba cada caso con la debida precaución, después de muchos siglos Asgard estaba en una igualdad con los guerreros de Athena y por más que se buscara pensar en ellos como aliados sabía perfectamente que los guerreros del Valhalla harían lo que fuera la voluntad de su dios.

Los pasos del guerrero dorado eran lentos, cada uno de ellos se hundía dejando huella en la nieve, misma huella que después era borrada por la ventisca que acompañaba su llegada, pese al clima extremo el hombre de blancos cabellos solo llevaría una capa cubriendo casi en su totalidad su armadura, su rostro expuesto con un gesto sereno mostraba la convicción en su misión y el respeto que pese a ser forastero tenía por aquellas tierras, después de todo él era uno de los pocos herederos del polvo de diamante y los santos de hielo por lo cual tendría cierta veneración por aquel lugar congelado, su andar se detendría en aquel momento cerrando sobre sus ojos los parpados y manteniendo aquella inflexible expresión en su rostro al tiempo su atención era desviada por un leve sonido sobre la nieve.

-Se que están ahí, vengo en una misión de paz en nombre del santuario.- Avanzo a decir en ese tono directo y un tanto cortante que poseía, estaba seguro que había alguien ahí y no había duda, apenas habría terminado un par de hombres se levantarían de entre la nieve blandiendo hachas, un arma típica de los guerreros de aquella inhóspita tierra y lanzando una frenética carga contra el dorado guerrero, -Lamento esta afrenta a su tierra y a sus guerreros- susurró con cierto respeto el joven de albos cabellos elevando su mano mientras una dorada aura emanaba de su cuerpo despertando a voluntad el cosmos que en el habitaba y creando un muro congelante en el cual quedarían atrapados aquellos hombres extinguiendo por ende su vida de inmediato…

-No me detendré- Advirtió con cierto enfado para continuar su avance, estaba seguro que no serían los únicos en interponerse en su misión sin embargo tan inquebrantable como los helados parajes de aquel lugar el carácter del santo de oro no dudaba en nada, continuó su solitario avance aunque el sonido de pisadas en las nieves le haría detenerse, -Si piensas atacar debes saber que no temeré en hacerte pasar el mismo destino que a tus compañeros- advirtió a aquella extraña presencia aunque tenía la sensación de quien fuera que se encontrara ahí no sería tan simple como los hombres anteriores.

Y como si lo estuviera esperando aquella jauría de lobos comenzaría a rodearlo gruñendo de manera preventiva, eran solo bestias sin embargo no parecían asustadas por el contrario para tratarse de simples lobos resultaba interesante como es que mostraban cierta bravura y valor, casi se podría decir que se trataba de confianza en aquellos seres aunque simples animales no tendrían oportunidad alguna en contra de un santo dorado, su mirada reviso a aquellos animales de manera cuidadosa, y al tiempo que su fría y analítica mirada reconocía a aquella manada el aura dorada de su cosmos comenzaba a encenderse provocando que a su alrededor la temperatura comenzara a bajar nuevamente sin remedio alguno…

La voz femenina provocó nuevamente que la atención del enviado del santuario se enfocara de inmediato la fuente de la misma, tal como lo había pensado no se trataba de un guerrero como los anteriores, un simple bandido, por el contrario lo que tenía frente a él era uno de los dioses guerreros los protectores de aquellas tierras heladas y quienes servían la voluntad y las ordenes únicamente de Odín, asintió en ese momento deteniendo no solo su avance si no también el incremento de su cosmos, no estaba en aquel frío país para crear caos si no para averiguar sobre el despertar del dios nórdico y sus guerreros y en medida de lo posible entender que representaba aquel evento para el santuario. –Entiendo perfectamente.-

Su voz se habría escuchado calmada como siempre y justo en el momento en el cual pensaba como responder a aquellas palabras de la guerrera un leve gesto de sorpresa se mostró en su rostro tan solo por algunos segundos, aquello era poco conocido sin embargo el habría entrenado en Siberia cerca del siempre frío Asgard por lo cual para su lógica mente la única explicación de que aquella mujer dijera su nombre era ese, sin embargo él no le conocía, nunca fue cercano a Asgard y buscaba mantenerse fiel a la idea de recuperar el lugar de su familia como uno de los santos de Athena por lo cual no solía tener muchas personas que le conocieran. –Ese es mi nombre, ¿cómo es que lo sabes?- cuestionó entonces con cautela a la mujer mientras se mantenía calmado, muchas cosas se decían sobre Asgard y muchas de ellas eran realidad una de ellas era el misterio y la magia que aquella tierra poseía.

-Soy Yvan, el caballero dorado de Acuario y estoy aquí en nombre del santuario en busca de respuestas pero sin la intención de causar un conflicto en su tierra.- comentó con tranquilidad mientras esperaba una respuesta de aquella mujer, estaba intrigado pero aquello no hacía que olvidar en absoluto su misión, esperaba una respuesta de aquella mujer, si todo salía bien tendría como guía a una de los dioses guerreros, de salir mal sería un enemigo complicado de derrotar pero por su misión estaba listo para cualquiera de ambos escenarios.

Era una mujer, como lo había pensado y también quedaba claro por el comportamiento de los lobos que aquellas bestias estaban a su comando de alguna manera, bajó la mirada y una leve sonrisa se formó en su rostro ante ello, Asgard como las leyendas lo contaba era por mucho un sitio lleno de misticismo, a veces el mismo Yvan se daba permiso de mostrar un lado humano aunque no por ello su mente analítica perdía los detalles ante sus ojos y a su alrededor, y mucho menos las palabras pronunciadas, es verdad, desde joven había dejado en claro que su camino era ser un santo de Athena, sin embargo el que alguien siquiera hubiera escuchado sobre él le tomó por completa sorpresa,-Las tierras del norte me enseñaron todo lo que se y me formaron como guerrero y como hombre- comentó con cierto aire de orgullo, por muchos años los santos de hielo habrían usado aquel nevado terreno como lugar de entrenamiento y se podría decir que siempre llevaban algo de este en ellos.

Asintió entonces como gesto de buena voluntad ante la joven, él era el extraño sin importar que en aquel lugar hubiera entrenado y tal como ella lo había dicho era un extranjero, los verdes ojos del santo se mantuvieron fijos en la mujer escuchando entonces su nombre, -Tabitah, es un gusto el conocerte- comentó con formalidad, no era un salvaje pues de igual manera que su formación como santo se concentraba en su habilidad para pelear se formó como caballero y como pensador tal como sus antecesores, casi se podría decir que trataba con una mujer normal, de no ser claro por aquella armadura que esta portaba bajo la tela que revelaba que ella era uno de los guerreros de Odín, y fueron las subsecuentes palabras de la mujer las que confirmaron por completo aquella idea.

Solo una ráfaga helada de viento sirvió para que la mujer demostrara sigilo y agilidad, sin embargo no era suficiente para sorprenderle, giró levemente su rostro para alcanzar a observarla sobre sus hombros, era claro que ella era la líder de una manada, y con ella de un lado y lo lobos de otro le tenían rodeado, por más pacífico que pudiera parecer aquel encuentro ella estaba a la defensiva tal como él lo estaría dentro del décimo primer templo ante cualquier intruso…- Odín- dijo con un tono tajante y helado mientras su mano diestra se elevaba y la temperatura alrededor era más notoria cubriéndose de escacha la túnica que ocultaba su armadura hasta despedazarse por completo, revelando pues la figura del guerrero revestido por la armadura de acuario que entre las doce zodiacales era una de las de mayor elegancia, a sus espaldas una alba capa pendía, no había entonces ya motivo para ocultarse, el frío de aquel lugar no era problema para alguien que podía desplegar una fuerza congelante mucho mayor si así lo requería.

Y ya con aquel porte el dorado guerrero adquiría un tono serio y un tanto imponente digno de representar a la diosa de la sabiduría y al griego santuario… -Odín y sus guerreros, estoy aquí para saber si el santuario puede contarlos como aliados o debe entenderlos como amenaza- exclamó sin duda alguna, era franco en su hablar, y sin más su figura dio la vuelta de frente a la joven que ahí se encontraba, no sabía cómo reaccionaría ella ante aquella respuesta, y si bien se sentía rodeado no debía dejar que las criaturas de Asgard le distrajeran en caso de que la mujer emprendiera un ataque ella era la amenaza, no las bestias… -No es una misión de guerra, y no tengo ni las ordenes, ni el deseo de enfrentarme a ninguno de ustedes, sin embargo como debes de esperar de alguien que entreno y creció en estas congeladas tierras tampoco pienso retroceder.- comentó confiado y si bien su postura podría parecer bélica simplemente era claridad lo que aportaba y honestidad dignas de un santo de su nivel.