El bosque encantado? (semi-priv.)

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Era un día frio y tranquilo en la ciudad de Kaus, las personas alistaban sus hogares para el día festivo que se acercaba, no había mucho movimiento en las calles y pues todo era perfecto para tomarse unas horas de retiro y conocer las afueras de la ciudad.  Me encontraba caminando hacia un extraño bosque, los rumores decían que estaba encantado, aunque seguro eran falacias de las personas solo porque Halloween se acercaba. Sentía curiosidad de que había allí, brujas, duendes, fuese cualquier cosa, me alegraría pues eran cosas mágicas.

Ya eran las 2:00 P.M, dure justamente una hora caminando hasta llegar al centro del bosque, allí solo había árboles y un frio tremendo, no habían señales de personas, mi única compañía eran los animales silvestres. Por consiguiente, con tanto aburrimiento y curiosidad, inicié una investigación en el bosque solo por diversión, empecé a buscar en cada rincón, caminando con cuidado y cautela, manteniendo todos mis sentidos alerta por si necesitaba darle uso a la cloth que llevaba en la caja a mis espaldas.

- Hay alguien aquí? - exclamé mientras caminaba, con esperanza de que alguie escuchara y contestara.

Era una mañana soleada, y había quedado con el que iba a ser mi alumno desde ese mismo instante. Nada más levantarme me dí una ducha rápida y me coloqué la máscara, seguida de mi armadura. Una vez hechos mis quehaceres me dirigí al bosque y me senté en la rama de un árbol a esperar a mi alumno. Una vez que le ví esperé su reacción al ver que se encontraba solo en el bosque. Llevaba su armadura a la espalda y parecía estar buscando a alguien. Con delicadeza, me levanté y me dejé caer a su lado.
- Tu debes de ser Sataji de Andrómeda, no?- le pregunté- Soy Mitsumi de Águila y desde hoy voy a ser tu maestra- le sonreí, aunque al llevar no se dejaba ver. Puse mi voz más amable para tener una buena relación con él.- Espero que nos podamos llevar bien y que sepas que no te voy a dejar un entrenamiento fácil.

Llevaba poco tiempo caminando a solas cuando de repente, una persona salto justo detrás de mí, prosiguió con presentarse como mi maestra, su voz era delicada y gentil, justo lo que se esperaría de una dama. Seguido de esto, voltee un poco mi cabeza hacia la mujer, lo suficiente como para poder verla de reojo, apreciar su cuerpo y ver justo lo que esperaba, una máscara para santos femeninos. -Una maestra? - dije en un tono bajo, curioso y gentil, para luego voltearme completamente y saltar menos de un metro de la alegría. - Que emocionante! - exclamé mientras descendía, no pude controlar aquel impulso pues tenía justo lo que me había hecho falta desde que terminé mi entrenamiento en la isla de Andrómeda, un guía.

-Andrómeda. - susurre cerrando los ojos, luego de esto mi caja de pandora se abrió una luz rosada envolvió mi cuerpo junto a la imagen de la nebulosa de Andrómeda, los cuales al difuminarse revelarían mi cuerpo portando mi tan honrada armadura. - Listo! ¿Cuando empezamos? – la emoción se notaba tanto en mis palabras como en mi rostro. A pesar de que mi naturaleza no era la de herir a los demás, mis ganas de hacerme más fuerte para proteger a las personas me vencían y brindaban ganas de entrenar, aun así, evito dañar gravemente a las personas, aun durante un entrenamiento duro.

Luego de que la armadura se activara no me quedo mucho por hacer. Incline mis brazos hacia mi pecho sujetando con mucha fuerza mis cadenas, una en cada mano, mientras, ellas no se quedaban tranquilas, la circular empezaba a flotar alrededor de mi esperando alguna orden, pero la cuadrada apuntaba fijamente hacia mi nueva maestra mientras flotaba entre nosotros dos. -Estoy listo.- dije con determinación, la cual fue reflejada en mi rostro, esperando alguna orden directa por parte de mi nuevo superior.