Perdona mi pasado [Yvan]

-Tarde- Reprochó sin más una voz carente de calidez absoluta, incluso la pronta respuesta que dio a las palabras del recién llegado podría tomarse como cortante, en el interior de aquella bodega la tibia noche se perdía para convertirse en una fresca, casi fría velada, y de entre las sombras a un paso lento la figura del enviado por el santuario no se haría esperar, ahí estaba pues Yvan, el caballero de acuario, su gesto severo como siempre y su mirada fría como un tempano de hielo fueron lo primero que dejaría en claro para el joven delante de si, no, no se encontraba ataviado por la dorada armadura que portaba si no por ropa común, pantalón de mezclilla, camiseta blanca y una chaqueta negra que en realidad no daban pista siquiera de que quien se encontraba ahí era un caballero dorado.

Él, a diferencia de muchos otros caballeros conocía bien las virtudes y desventajas del mundo, de estar fuera del santuario, uno de sus antepasados habría portado antes que él la armadura de Acuario, habría cedido está a su alumno y posteriormente se convertiría en un traidor para el santuario cuestionando la existencia de los dioses y su gusto por tomar a los humanos como sus marionetas, sin embargo ahora el buscaba corregir los errores de su linaje y por ello  aunque la misión de proteger una simple ciudad humana parecía poco para un caballero dorado el la habría aceptado sin renegar.

Detuvo entonces sus pasos delante de aquel joven y lo examinó con la mirada, no había cambio en la expresión, el ruso rara vez mostraba simpatía, rara vez mostraba empatía y aquel primer encuentro no sería para nada diferente, inhalo y contuvo por menos de un segundo antes de que su voz volviera a escucharse, - Cuando me dijeron que tenía que ayudar a un guerrero a proteger la ciudad admito que puse estándares muy altos para ti, hasta ahora no los alcanzas- comentó con su sinceridad absoluta y la frialdad típica de sus palabras, sin embargo el tono no era burlón, no era subestimar al joven ahí presente y de alguna manera lograba emitir eso, solo recalcaba los hechos.

-Ya comenzamos tarde será mejor que empecemos a movernos, muéstrame la ciudad- dijo cortante al volver a abrir aquella bodega, no iba a juzgar más a aquel chico, estaba ahí para una misión en particular y el perder tiempo con ceremonias y formalidades no estaba en su agenda. Pasó de largo al lado del caballero y al hacerlo aquella aura fría que el despedía debería de ser evidente, no solo era su carácter de hecho de forma natural la temperatura a su alrededor solía bajar poco a poco,  -¿Me escuchaste?- repuso nuevamente ya fuera de la bodega esperando al caballero de bronce, si al menos sabía el rango de la armadura de aquel chico, -si voy a ayudarte necesito conocer la ciudad- diría sin más esperando que aquel se moviera. Una noche helada era la que esperaba al santo de bronce en compañía del caballero de Acuario.

-No estoy dudando de que puedas cuidarte de ti, si no pudieras no estarías respirando- Anunció con un tono frío ante las primeras palabras del caballero de bronce, paso su vista por él para tras ello caminar en dirección de la puerta, no era del tipo que hacía amigos y ciertamente su misión distaba mucho de preocuparse por los problemas personales o de confianza que el llamado “santo de la esperanza” pudiera tener, -Lo que me preocupa es que no tengan la capacidad para cuidar a la ciudad- comentó tajante y de manera directa, -ninguno de los que ha estado en esta ciudad- continuó hablando para dejar en claro que no se trataba solo de algo contra los caballeros de bronce si no una falla existente contra la vigilancia de la ciudad en general.

Alzo la ceja al escuchar la advertencia del caballero de bronce e incluso sus labios se curvaron apenas de forma perceptible a manera de sonrisa a causa de lo dicho por el joven caballero respecto a perderle, sin embargo al escuchar el resto de la historia su rostro volvió a un gesto neutral incluso serio, -Entonces eso deja en claro que te puedes defender mucho mejor que tus compañeros-, su voz sonó serena y no era para menos la idea de que una secta pudiera con un caballero aunque se tratara de un santo de bronce era algo que le resultaba preocupante.

-Vamos ya, estamos perdiendo tiempo… Más del que ya se ha perdido en este asunto- reclamó abriendo la puerta del almacén para comenzar a caminar, conocía la ciudad al menos un mapa de la misma por lo cual perderse no era una opción pero dependía de la guía de Pegaso para conocer los puntos de la misma e incluso entender que era aquella secta en realidad, tenía un par de sospechas por las palabras del santo de bronce pero tendría que confirmarlas…-Vamos- volvió a decir el ruso en un volumen suave pero un tono severo de voz, no como reclamo si no como urgencia por comenzar su primera ronda en aquella ciudad.