Hikari, Yami ▬ Rohan

— ¿Un Santo Dorado con un Cosmo de Oscuridad? —
— ¿Tal vez el Patriarca se haya equivocado? —

Habían encomendado una misión a Shiki de reparar algunas armaduras en aquel museo que no quedaron bien paradas después de ciertos combates. Hasta que ella sabía, cumplió todo al pie de la letra, pero mas allá de felicitarse por un trabajo bien echo, las palabras en su espalda parecían ser el pan de aquel día, estaba al tanto que su cosmo correspondía mas a un Caballero de Hades pero no era necesidad de hablar a sus espalda y para empeorar, las voces no eran demasiado silenciosas. — ¿Que reacción tendrían si supiesen que estoy escuchando? — No le veía necesario contestar, ya que eso solo sería echarle leña al fuego o ese era su punto de vista.

Después de terminar de reparar la ultima armadura, la joven de veinte años se retiro hacia una de las esquinas del Museo, sin esperar algún gracias, ya que, siendo sincera, eso era lo ultimo que se esperaba. Su campo de visión detecto una gran figura que le llamo la atención, un esqueleto grande pero que, por alguna razón cabía perfectamente en aquella construcción aunque su cabeza estaba tocando el techo, se inclino hacia adelante para leer lo que estaba inscrito. — ¿Hikari ... Yami? —

Pasando paginas por su diccionario japones interno, una ceja se alzo en su interior, realmente, aquellas palabras la perseguían por donde fuese.  — ¿Luz y Oscuridad, eh? — No pudo evitar sonreír.

En aquel momento la muviana solo se preocupaba por sus pensamientos o algo parecido, si fuésemos sinceras, su mente se encontraba en la nada, mirando un punto fijo vacío. Esa era la especialidad de Shiki, distraerse con demasiada facilidad, pero aun así, podía ser extrañamente atenta a su alrededor, la armadura parecía estremecerse ante esa voz profunda, pero la alemana decidió pasarlo por alto.

Simplemente se encogió de hombros sin darle demasiada importancia a la persona que apareció detrás de su espalda. — Y yo pensaba que el balance pendía de un hilo. — No pudo evitar ser sincera, desde su punto de vista, el balance entre la oscuridad y la luz era algo sensible, pero como era la pelinegra no le daba importancia, así es la vida.

Dándose la vuelta para encarar a la figura, cruzándose de brazos alzo una ceja mientras su cuerpo se relajaba, enserio, si el virgo se dejaba de presentar de aquella manera no seria la culpable que el rubio terminase con un golpe en la cabeza. — Parece un fantasma con lo pálido que es. — No pudo evitar pensar aquello mientras lo contemplaba. — ¿Si puedo preguntar, que hace aquí? — Frunció un poco el ceño, con todos los Santos de Oro que se encontraba, parecía ser la mas pequeña de todos o la mas joven, varias personas tal vez se alegrarían pero Shiki es Shiki.

El rostro neutral de Shiki cambio un poco ante las palabras del sujeto, con el ceño fruncido, la muviana simplemente se encogió de hombros, hablándole como un igual, la apariencia que otorgaba el otro  no la intimidaba tanto como debería, ya que, a su mente solo lo comparo con una muñeca ante las personas robustos, corpulentos y parecidos a animales que vio cuando pequeña. Shiki solo se encogió de hombros, mientras comenzó a caminar en dirección hacia el sujeto.

— Si ningún caballero dorado puede entrar, ¿Esta bien que tu estés también aquí adentro? — Paso de largo, sin darle mucha importancia, dirigiéndose hacia la puerta del museo, la abrió, aunque no salio ante el espectáculo lluvioso que se ofrecía, mirando hacia el cielo que estaba siendo escondido por las nubes grises.

Sus ojos grises se cerraron unos momentos mientras suspiraba, nunca había sido una amante de los climas calientes. Siempre, en ese tipo de temperaturas la Ariana solía mostrar lo peor se su temperamento pero cuando era invierno, no podía evitar sentirse extremadamente cómoda. Estirando una de sus manos, dejo que esta se mojase con la fría lluvia del exterior.