Asgardian Meeting | God Warriors + Frey

El helado viento matutino, obstáculo indomable para la mayoría de los viajeros de tierras lejanas, representaba no más que una pequeña molestia para aquellos que se habían curtido desde la infancia en aquellas inclementes tierras. Pero por más desafíos o pesares a los que Asgard pudiera someter a sus habitantes día con día, por lo general estos daban gracias a su gran señor Odín por permitriles salir adelante aún en dichas condiciones, demostrando el amor y la lealtad que los habitantes de aquella región le tenían a su hogar. Y de entre todos, se suponía que los Dioses guerreros eran los principales protectores de aquellas cosas buenas que Asgard tenía que ofrecer, aunque para más de alguno no fueran muchos. Por ende, era lógico pensar que cuando uno no podía desempeñar correctamente su papel, sintiera el peso de toda una nación sobre sus hombros. Tal era el caso del guerrero de Phecda Gamma.

Rangvald: "Y una vez más no he hallado nada... Esperaba poder traer noticias de algún avance en mi búsqueda para la reunión, pero parece ser que tendré que ir con las manos vacías.. de nuevo "

Hace algunos días, se le había informado al Dios guerrero de una posible presencia enemiga en sus tierras y desde entonces su rutina se había vuelto salir desde temprano a explorar los alrededores y volver hasta altas horas de la noche, de vez en cuando alimentándose en algún poblado cercano al área donde estuviera explorando. Un régimen algo autodestructivo para quien lo viera desde una perspectiva distinta, pero para el Dios guerrero era solo una forma de compensar su ausencia por aquel mes que estuvo perdido en acción.

Rangvald: "En cualquier caso, no pretendo llegar tarde a la reunión. Será mejor que me ponga en marcha."

Conforme transcurrían tanto los minutos como la escenografía del paisaje nevado que para el ojo poco entrenado se vería como un páramo inmutable repleto de escarcha en el que no era posible guiarse más allá de sus propias huellas, Rangvald logró llegar ante la imponente figura del palacio, una maravilla arquitectónica que resaltaba de entre cualquier otra edificación que hubiera en la región. Sus muros ya evidenciaban el paso de cientos de años repletos seguramente de emocionantes historias de batallas y campeones, pero eso no restaba en ningún momento su belleza, sino hasta le agregaba algo de magia a aquel panorama.

Miró determinado el castillo y procedió a entrar, sus acorazados pies haciendo eco en el piso del palacio una vez que se adentró a través del portón. Los guardias que ya sabían de su regreso le saludaron cordialmente mientras que el resto lo miraba ya sea con incredulidad o con alivio de que se hallara sano y salvo. Dieron por implicito que se dirigía a la reunión y no tardaron en guiarle hasta el salón principal donde residía el representante de su Dios señor de Asgard en la tierra. Rangvald agradeció las atenciones con pequeños gestos de amabilidad o frases entrecortadas puesto que deseaba cumplir con su deber lo más pronto posible y no gastar tiempo en interacciones por lo pronto (mas no significaba que no lo apreciara).

Rangvald: "Espero que lo que estoy viendo ahora signifique que he llegado temprano y no que la reunión ya haya acabado." Saludos Serena. ¿Eres la única que ha llegado o acaso  me he perdido de la audiencia? - Preguntó cordial a su alumna mientras trataba de reafirmarse a sí mismo que el había llegado a la hora indicada.

Su parte en la estratagema estaba hecha, de momentos. Tras dejar escapar a la Santa sintió su energía avanzando a los límites de Asgard, donde desapareció dirección al sur - directo a donde la querían plantar. Perfecto. A su lado se terminó de quemar el cuerpo del Santo estacado, del que se desprendió un dedo carbonizado. Entonces le dio la señal a los creyentes en el templo, quienes iniciaron la segunda fase del rito o lo que en otras partes del mundo llamaban con vulgar les sílabas: una orgía. Una orgía de sangre donde no importaba el receptor o el repartidor; grandes, pequeños, gordos, flacos, extasiados o exhaustos, cualquiera que llegara al punto le servía. Él por su parte se dirigió al altar y se sentó en el trono negro, pidiendo una pluma y mucho papel.

Su informe, como era natural, estaba lleno de florituras y letras bien logradas. Prosa elaborada, metáforas espontáneas y rimas sorpresa, todo junto. Mientras su mano danzaba junto a la pluma sobre el cuerpo del papel sintió la boca de la sacerdotisa del día meciéndose sobre su miembro, que sobresalía por debajo del cinto de tela gruesa y frígida de su túnica. Palabras más, palabras menos y al final quedó con unos buenos cincuenta centímetros de carta, que enrolló y guardó en la manga izquierda de su atuendo y esperó. Esperó a que terminaran las festividades y a que la zorra bajo su cintura acabara. Quizá él también, pero no se sentía tan de ánimo.


La nieve caía con mayor fuerza una hora después al presentarse al Valhalla, al que entró por una de las salidas naturales en las grutas inferiores, camino de los riscos. Normalmente zanjado el acceso estaba abierto por obra y gracia del actual regente de Asgard, quien a veces prefería métodos mas discretos. Y como no, si después de todo era el señor y lord de las mentiras y bromas. Pisando la roca oscura se guió a si mismo por los calabozos, arribando a la antecámara donde solía reunirse con el recipiente de Loki, entregando la larga carta que en resumidas cuentas decía "misión cumplida".

Luego, el terror. Loki le informó de la reunión con los títeres de Asgard a quienes había convocado. Sin mediar palabra el albino expresó nada, en un deje de pseudo-afirmación. Su túnica justa, su rostro apenas colándose en la esquina de su capucha de tres cuartos de cabeza y su postura recta, ambos se encaminaron al gran salón - separándose en cierto punto. Loki fue por los pasillos principales, saludando y mostrando su mejor cara a los sirvientes y sacerdotisas, mientras Ivan se encaminaba al mismo destino por los angulares ocultos de roca. Su razón: le desagradaba el palacio y prefería mantenerse lejos de las ovejas descarriadas dentro. Ayudaba que su presencia fuera igual a la de un árbol en reposo a mitad de un bosque virgen.

Y como árbol en reposo llegó al gran salón, deslizándose por una entrada lateral de las galerías para la corte real de Asgard. Frente a él estaba un barandal de roca negra y en el centro, los cinco escalones para descender al piso por donde se abría la descomunal habitación. Sin embargo permaneció en la galería, sumido en oscuridad con su único ojo blanco visible observando todo, desestimando la fogata de fuego azul que crepitaba al centro. Loki, supuso, se había retrasado al darle saludos a las mucamas, bendiciones a los niños y besos a los bebés, como el buen papel de mesías que hacía, por lo que en su lugar llegó de 'primero' una muchacha que a su parecer, era tan alta como una seta. Agraciadamente se quedó callada, pero luego, interrumpiendo el silencio arribó un tipo más alto pero que igual, le parecía una seta más. Este en cambio, hizo disrupción en el vacío, con palabras que revelaban que no solo era una seta, sino también un hongo con cerebro de esponja.

No lo culpaba. Ese era el mal de los Asgardianos: todos eran tan densos como la sopa de mala muerte de los distritos bajos que servían a mitad de invierno. Y por eso era que merecían la salvación. Una salvación que exigía ser abiertos y fileteados, cortados hasta alcanzar ese maravilloso éxtasis conocido como muerte. La parecían muchísimo más que el joven Santo que todavía permanecía carbonizado en mitad del templo en Brongaard.

Entonces, Loki llegó.

…El viento helado soplaba y arrastraba la nieve, golpeando Asgard con su invernal presencia. Podía sentir la naturaleza a mi alrededor, los animales moviéndose entre la nieve, las plantas teniendo que ocultarse para sobrevivir hasta que la nieve pasara. Inhale el aire en mis pulmones, para momentos después dejarlo escapar por mi boca. Aquel lugar, el pico de la montaña, era perfecto, podía sentirme en completa paz, mientras meditaba. Sentía un frio estremeciendo ligeramente mi cuerpo, el aire rozaba mi pecho descubierto a causa de mi ropa normal, mas eso no perturbo mi acción. Este era un punto mucho mejor para meditar que el palacio, tan encerrado y ruidoso. Sencillamente no me gustaba, aparte de que aquel nombre tan molesto… Odin, estaba en la boca de la mitad de las personas que allí trabajaban.

Negué con la cabeza, no podía distraerme. Abrí los ojos para ver la situación. Frente a mí, un grupo de alrededor diez personas, estaban convulsionando en el piso, sudando y abrazándose a sí mismos. Podía escuchar gemidos entre cortados de estos, así como expresiones de placer cruzando sus rostros, más también de agonía, pronto ya no serian más los que eran. Este era un simple grupo de bandidos, tan simples en mente como en sus propios deseos. Cada uno de ellos había experimentado el fruto prohibido del placer más veces de lo que pudieran contar. El sabor de aquel deseo era magnifico, pero experimentar eso una y otra y otra vez no era algo que alguien pudiera soportar… La luz los había bañado y ellos ya no lograrían escapar de aquel paraíso hasta que simplemente murieran por el exceso.

-Que las almas puras y blancas asciendan a los cielos... y sean libres- murmure en un rezo mientras observaba como desaparecía el brillo en los ojos de aquellas personas por el placer y se marchaban de este mundo con una sonrisa en sus rostros. Por un momento, se pudo ver como sus espíritus se veían separados de sus cuerpos, con sus rostros en una expresión de haber alcanzado la iluminación y la paz. Una muerte sin dolor, completamente opuesto a esta, con el alma de aquel que viviera esta alcanzara la máxima libertad del mundo. La muerte llegaba a todos… los humanos no podían escapar de sus instintos naturales… En ese caso, si el humano siempre perseguiría el placer, ¿por qué no permitirles irse sintiéndolo? ¿Vulgar? Así podrían llamarlo algunas personas, pero para mí era una forma de “amor”…

…Cerré los ojos, sin prestar más atención a los cuerpos de aquellos que habían interrumpido mi meditación. Nuevamente volvía a sentir el aire helado golpear mi pecho, mas sin prestarle atención seguí rezando a dios. Podía sentirlo, escuchaba sus palabras tan claras como si estuviera a mi lado, pronto estaría ahí su mensajero, notificándome algo que ya sabía pero que aun así para mantener las apariencias debía suceder. No importaba si mi dios podía comunicarse, a  él le gustaba el mantener las apariencias, y si era así entonces solo debía esperar en mi lugar hasta que fuera informado debidamente. Sonreí, cuando nada mas pensar eso, el sonido de pasos a mis espaldas notificaba a otro presente en aquella montaña. Abriendo ligeramente los ojos pude verlo, y darle a entender que estaba consciente de su presencia.

El hombre, un guerrero del palacio, observo los cadáveres de los bandidos con lo que parecía sorpresa… ¿No esperaba encontrar muertos o le sorprendían las sonrisas en los rostros de estos? De cualquier manera no dijo nada del asunto, simplemente me notifico de la reunión a la cual había convocado el representante de Odín, Frey. Mi rostro no cambio en ningún momento su semblante, simplemente lo observaba como si en lugar de un lugar de un tema importante me estuviera diciendo la hora que era, con una inexpresividad sorprendente. Pude ver como suspiraba resignado, había subido la montaña preparado para algo como eso, para notificar al irresponsable dios guerrero de Hraesvelgr de una junta que era posible que decidiera faltar como a tantas otras. Sonreí, sintiéndome cínico al deducir lo que pensaba. No había porque preocuparse, iría a aquella junta. Después de todo, debía mostrar respeto a mi padre.

-Muchas gracias por avisarme- murmure, levantándome con calma y empezando a avanzar hacia el hombre, sin preocuparme en esquivar los cuerpos (pronto estos volverían al ciclo natural, volviéndose nutrientes para el suelo, ¿por qué habría de esquivar?). Cuando estuve frente al guerrero toque su hombro con mi surda y todo a nuestro alrededor dejo de ser el ambiente natural que nos rodeaba hasta hace segundos… La luz encegueció a mi acompañante, así como a cualquiera que se encontrara en el pasillo, y cuando los ojos de este pudieron ser abiertos, seguramente notaria que ahora se hallaba en el palacio Valhalla, justo frente a la puerta donde la reunión se daría.-Simplemente devuelvo el favor por haberme ido a buscar- esa fue la única respuesta que di, antes de verlo marchar confundido por lo que había ocurrido.

Mi cosmos, tan inestable e impredecible simplemente era como transportarse de un lugar a otro, engañoso al punto de que dar un solo paso podía provocar que terminara del otro lado del mundo. Con mi surda ahora frente a mi pecho en pose de rezo, abrí la puerta al salón y me adentre sin vergüenza alguna. El quinto en llegar, curioso, pensé que sería el último como en otras ocasiones o que la reunión ya habría terminado.

-Buenas a todos los presentes- murmure con un gesto de cabeza a modo de saludo, observando a aquellos que su majestad había llamado. 3 eran los dioses guerreros que se veían allí, mas si estaba en lo correcto 2 de ellos no sabían la verdad. Todos éramos peones y títeres, simplemente que algunos por decisión propia. Por un momento observe al gigantesco hombre de pálida piel, el señor de su propia fortaleza. Él era el único que conocía la verdad entre los presentes aparte de mí. Más no era eso lo que me interesaba ahora. Mi cabeza giro en dirección del representante- Lamento la tardanza, majestad, el mensaje llego tarde ya que no me hallaba en el palacio- “Como siempre” fue lo único que me faltaba agregar. Realice una reverencia frente a este. El representante de Odin… no, Loki… era el único al cual yo realizaría una reverencia.

…Me preguntaba qué ocurriría en esta reunión. Solo pude levantar la cabeza y colocar de nuevo mis manos en pose de meditación/rezo, esperando las palabras tanto de los dioses guerreros como de padre.

"No soy cruel, es sólo que mi concepto de justicia es algo cerrado."

Es la frase que Yugo piensa cada vez que le toca ser el ejecutor; el que blande la sentencia, el que pide las últimas palabras de los criminales. No significaba cualquier cosa, sino que su maestro -anterior portador de la God Robe de Garm- se la repetía constantemente. Yugo nunca supo si esa frase era el pensamiento de su maestro, o si era simplemente un auto consuelo de su parte.
O al menos no lo sabía hasta hoy, pues esa frase nunca se la dijo su maestro a él, sino que su maestro se la decía a sí mismo.

Sí, con ella él se apretaba el corazón con un cinturón de justicia y se convertía en el ejecutor; el que blande la sentencia, el que pide las últimas palabras.

Pero ahora que él se había ido, era a Yugo a quien le tocaba tener dicho trabajo. Un violador había escapado de la cárcel, y tuvo la mala suerte de que fuese Yugo quien tuviese el encargo de su juicio; todo criminal que bajo el amparo de la ley caía en las manos del Dios Guerrero de Garm, era ejecutado sin excepción.

Porque el Dios Guerrero no es cruel, sólo que su concepto de justicia es algo cerrado.

El criminal ruega por su vida, sin embargo Yugo sólo le mira con poca expresividad. Desenvaina su Dainsleif con lentitud y sostiene su mango con las dos manos. Los llantos y los gritos del culpable se vuelven más y más fuertes, hasta que finalmente Dáinsleif toma la cabeza del criminal arrodillado.
Gira su espada para limpiar la sangre en ella y vuelve a guardarla. Es poco entonces que su escudero le dicta que hay una reunión a la que debe asistir.
Yugo no dice nada, sólo asiente con la máscara puesta.

Pasan los minutos y llega poco después. La reunión había empezado, y las palabras de los presentes resuenan poco antes de que las puertas son abiertas por los guardias vikingos fuera de la habitación. Se detiene cuando se cierran las puertas y entonces hace una ligera reverencia, dirigida tanto a los Dioses Guerreros como al representante frente suyo. – Yugo de Garm, listo para servir. – No dice nada a sus compañeros, no tiene nada que decirles por el momento, y Yugo no es de las personas que habla más de lo que él siente necesario decir.

Lo que esperaba era que para las siguientes misiones fuera de Asgard, al menos fuesen lugares más frescos. En su última salida tuvo que viajar a Europa del este a recuperar una información importante para Frey, pelear con una escuadra de esqueletos inmortales y un Specter de Hades, y para rematar  enfrentarse a un hombre lobo cegado por la locura y una maldición antigua.

Extrañaba practicar su música y andar por ahí en patines cuando las calles de de la ciudad de congelaban a tal punto que no necesitaba ir a las afueras cerca de los lagos para patinar.

Si, necesitaba vacaciones.

Y encontrar a Poko, le había prometido llevarlo a patinar y a comer en el puesto de Ilion, su platillos como el Botch eran sin duda una leyenda. Ingresó a su residencia de civil,  más no encontró a nadie. El pequeño rubio siempre terminaba desapareciendo de vez en cuando, pero siempre regresaba para que lo llevase a algún lado o que pasara tiempo con él. Se empezó a colocar su traje spandex para patinar, el mismo que lograba marcar la musculatura marcada del guerrero de Benetnasch, especialmente la retaguardia.  Aprovecharía el frío que estaba haciendo ese día para patinar un poco despejar la mente.

Más, en cuanto logró colocarse sus patines, el mensaje de una reunión con el representante de Odín, señor de Asgard le llamaba ante su presencia, reunión con sus otros compañeros. Apenas  le dejó una nota a Poko, junto a una barra de chocolate que le había traído -Probablemente el menor solo se comería la barra y olvidaría la nota-. Salió sin prisa en dirección al Palacio.  Los transeuntes y otrs habitantes, acostumbrados a las extravagancias de "solo Viktor" como tal, no decían mayor cosa, pero eso no les impedía admirar el cuerpo y la acttitud desprecupada y coqueta -pues al pasar sus dedos por las mechas de pelo platinado, tanto mujeres como hombres terminaban suspirando.

Los guardias solo se quedaban quietos al ver como el God Warrior de Benetnasch siempre terminaba llegando. Quizá si no fuese por el cargo que ostentaba, ya le estarían repelando como su madre o alguno de los otros dioses guerreros por su parsimonia al hacer las cosas.

Abrió las puertas de la sala y  entró patinando por el lugar  dando una vuelta alrededor de cada uno de los presentes. Quedando al final frente a Frey, se retiró los lentes y se acomodó parte de su cabello hacia atrás -Lamento la tardanza, mi señor Frey -Se arrodillo y tomó una de las manos del rubio para plantar un beso en las mismas. Al colocarse de pie, y ver al resto en armadura, llamó a la suya para que lo vistiese y resaltar entre todos por el color tan vivo que caraterizaba al Arpa de Asgard.-Serena, Rangvald, Ivan, Larcade, Yugo -Los nombró a modo de saludo mientras agitaba su mano y sonreía radiante.

Vaya hombre con déficit de atención...

Uno a uno los bufones se reunían alrededor de Loki como aves al pan, la mayoría sin saber la verdad que ocultaba aquel rostro benevolente. Puras patrañas, puras mentiras, todo lo que hacía vibrar al dios falso. De seguro en su interior se estaba carcajeando, sus ganas de restregar la verdad a punto de explotar - todo un mundo de distancia comparado a Ivan quien como una matrioska, se quedó relegado en la galería del salón del trono. Las manos superpuestas dentro de las mangas, tan grandes y largas como para cubrir sus brazos enteros incrementaron la ilusión de que era una estatua, más cuando no reaccionó ante el saludo del dios falso y los dioses guerreros. No había necesidad; hablar con ellos era como querer romper la barrera de comunicación entre los humanos y las cucarachas. Mucho menos parpadeó cuando Benetsnatch llamó a su Robe, desestimando tal proceso. Quizá, internalizó, Loki pensaría lo mismo cuando el patinador terminó su entrada: esa protección era hojalata y cartón comparado a su verdadero manto. O tal vez, se preocuparía en mejorar su acto frente al que pasaba más tiempo con su alterego.

No por mucho más, supo a los pocos segundos. Moviendo la dirección de su único ojo visible observó en diagonal a su cuerpo, como si hubiera algo interesante en la esquina de la galería. Luego sacó su izquierda y puso la palma cara arriba, los dedos formando cinco cuernos que en otras ocasiones habían partido cráneos y arrancado cabezas. Aunque no era perceptible gracias a su habilidad de suprimir por completo el cosmos emitido, una flama arribó desde las lejanías de las tierras del sur; aquel fuego inmaterial, de un color rojo intenso, bailó en su palma, creando un rostro contorsionado por el dolor y la agonía. Su grito era igualmente indescriptible, como el de alguien quemándose en la hoguera.

Eso era lo más sutil que se podía decir al respecto. La Santa de Plata a la que pertenecía ese cosmos había sufrido bastante, de seguro la sensación de escozor penetrando su alma y magnificando el dolor hasta alturas inconcebibles. Pero si ya su poder había regresado, entonces eso quería decir que su parte en los designios del dios falso había sido cumplida a cabalidad. Por tanto su ojo se fijó en Loki, momento en el que enfocó su habilidad y la diluyó de manera suave, como el que calibraba el dial de una lámpara con luz gradual - permitiendo al dios sentir el dolor de la Santa. -...Yusei, yo te--- Dijo el alma de la mujer antes de gritar como nunca en su vida. Eso era suficiente, consideró Ivan cerrando el puño y su cosmos, volviendo a ser una estatua en presencia. La flama carmesí se dispersó, consumida por la energía del albino. Esa era la luz verde para Loki, el momento perfecto para que ajustara los hilos de sus marionetas.