Hold Me, Save Me [Atem]

Se detuvo antes de entrar en el pueblo de Rodorio, pensando si era correcto regresar al Santuario. Mantenerse alejado de él le había dado a su vida una sensación de normalidad: fuera del recinto de Athena podía ser un hombre normal, preocupado por cosas como trabajo y en mejorar sus relaciones personales. Todo el avance que había hecho en el último año se había ido a la basura tras la llegada de escorpio a su vida: se sentía más inseguro que nunca, temeroso de llamar la atención y de poner en peligro las vidas de otros. Ya no estaba haciendo un esfuerzo por vivir, estaba esforzándose por ignorar a la voz en su cabeza que le decía que tenía que moldear el mundo con sus propias manos en lugar de esperar a que Athena lo hiciera. Intentaba ocuparse con tareas rutinarias como reparar su hogar después de la explosión de la chimenea. El aislamiento le estaba haciendo mal, más del que podía manejar. Tenía días sin hablar con personas, días vistiéndose de negro para ser como una sombra.

Las personas comenzaron a verlo extraño por quedarse mirando fijamente desde afuera del arco de roca que servía como entrada hasta que un niño pequeño tomó su mano enguantada e intentó jalarlo al interior. Yusei retrajo su brazo y desapareció de la escena, reapareciendo sobre el tejado de una panadería.-Eso estuvo cerca- observó el pueblo desde ahí arriba notando que, obviando el detalle de la nieve, era igual a aquellos días en los que miraba desde los techos a las personas vivir sus vidas felices, temeroso de lastimarlos con su maldición.

Su maestro siempre le había dicho que jugara con los otros niños cuando no estaba entrenando, pero Yusei prefería quedarse en el templo de Piscis, encerrado en lo más alto, donde su maldición no pudiera herir inocentes.

Saltó de techo en techo en dirección a las doce casas, decidido a evitar el contacto físico, aunque después de diez techos pensó que eso era algo estúpido. En la reunión tendría que convivir con personas por al menos unos minutos, y no iba a comportarse como un paranoico frente a los otros caballeros dorados. Decidió hacer un ensayo antes de la reunión entrando en una taberna común y corriente.-Puedo hacer esto, puedo hacer esto- dijo entre dientes mientras caminaba hacia la barra, dejando su morral en el suelo.-Quiero un vaso de leche por favor- le pidió a una camarera que lo miró con una sonrisa. Estaba nervioso porque sentía muchos pares de ojos sobre él: un forastero atractivo, vestido con una chaqueta negra y pantalones de piel que miraba constantemente alrededor como si llevara una bomba escondida bajo la camiseta era algo novedoso y daba de qué hablar.  

Tembló al sentir la temperatura de los labios de Atem en su espalda, mordiendose el labio inferior cuando el chico de piel bronceada acarició uno de sus glúteos.-¿Qué vas a hacer?- Le preguntó, descubriendo rápidamente lo que pretendía. No era lo que esperaba, pero aquello no le disgustaba, de hecho hacía que su cuerpo se retosara de placer. Relajó sus músculos, dejando que el dedo curioso explorara el interior de su cavidad estrecha. -Debes hacerlo con cuidado... suave, de lo contrario podrías desgarrarme y eso sería... doloroso- pronunció antes de hundir el rostro en una de las almohadas. Su cara estaba ardiendo al igual que el resto de su cuerpo a causa del contacto íntimo con Atem.

Le preocupaba un poco que las cosas continuaran así, ya que él deseaba lo mismo que Atem. No se necesitaba ser un experto para saber que Atem quería introducirse, y él deseaba tenerlo dentro. No le importaba resultar lastimado en el proceso debido a la falta de preparación.-Continúa así, no te detengas- titubeó, tomando la mano de Atem para empujar su dedo aún más profundo.-Ese es el punto más sensible de mi cuerpo. Creo que pudiste deducir por tu propia cuenta cómo llegar ahí sin usar los dedos- le dijo mientras observaba la erección de Atem. Podía ver un poco de líquido preseminal caer por la punta mientras hablaban.

-Espera, quiero verte mientras lo haces- Yusei giró su cuerpo sobre la cama, abriendo sus piernas y apoyando su trasero en las piernas de Atem, dejando que su miembro quedara a pocos centímetros de su entrada. -Es un poco incomodo pero lo vale- quería ver las expresiones del rostro de Atem. Era su primera vez y le causaba excitación pensar en un joven inocente que sucumbía por primera vez ante sus impulsos homosexuales. Sólo esperaba no ser solamente una etapa experimental en la vida de Atem, ya que no quería ser solo una noche de caricias, en verdad deseaba poder despertar a la mañana siguiente y no tener que desaparecer como siempre lo hacía.

Involucrarse con alguien era malo para él. Apartó esos pensamientos conflictivos de su mente y sonrió para Atem, tomando su mano y colocándola sobre su abdomen.

No se esperaba el cambio de posiciones, pero no se quejó; esperar unos segundos más no lo mataría. De cualquier modo sabía que Yusei le iba a dar lo que quería. Le intimidaba un poco tenerlo cara a cara, observándolo expectante desde ahí, pero la sonrisa de su compañero logró aligerar la presión y darle el impulso necesario para proseguir.

Con una mano guió su miembro a la entrada para introducirse lentamente. Tomando en cuenta las palabras de Yusei lo hizo despacio y con cuidado; deseaba que fuera placentero para ambos. No pudo evitar soltar un ronco gemido mientras se deslizaba hacia el interior de la cálida y estrecha cavidad, y mordiéndose el labio, arrastró suavemente la mano sobre el abdomen del chico al tiempo que subía la vista para enfocarse en la expresión de su rostro.

—¿E-Estás bien? —tuvo que preguntarle, todavía temía hacerle daño. Era su primera vez de esa forma y prefería que Yusei lo guiara. Empezó con un movimiento lento, pensando en el bienestar de Yusei y buscando habituarse a las nuevas sensaciones. Jamás había llegado así de lejos con otra persona y se sentía tan bien que no quería detenerse. Deseaba más. Necesitaba más de ese delirante placer que el cuerpo de su compañero podía brindarle.

Fue así que sin poder contenerse empezó a embestirlo con fuerza, impulsado por los gemidos de Yusei y por sus propias sensaciones, por lo que veía y lo que sentía. Era una visión perfecta del chico de ojos azules, no podía creer lo atractivo que le resultaba desde su posición. Aumentando la velocidad de sus movimientos se inclinó sobre él; jadeando sobre su piel sujetaba con fuerza las sábanas. En ese momento sólo existía Yusei para él y nada más le importaba.

—Yusei... —jadeante pronunció su nombre despacio, buscando sus manos con las propias al sentir que las intensas sensaciones lo superaban.  

La piel morena empapada en sudor, su rostro descompuesto en una expresión de placer y los suaves gemidos que escapaban de su boca de vez en cuando... era Yusei la primera persona a quien le regalaba esa imagen y estaba tan perdido en la intensidad de lo que sentía que ya no le avergonzaba que lo viera así.   

-Atem- susurro el nombre con los ojos entrecerrados, acostumbrándose a las fuertes embestidas de su amante. Dolía un poco, pero no estaba dispuesto a preocupar a Atem por una incomodidad menor. El dolor que sentía en su entrada fue superado rápidamente por el placer, moviendo su cuerpo al ritmo.-Es algo vergonzoso... Me lo puedes ver todo desde aquí. Fue algo que no pensé muy bien... Ah, antes de tomar esta posición- dijo con la respiración agitada. Atem podía verlo completamente desde su posición, tanto su rostro avergonzado como la erección que se movía de un lado a otro cada vez que era embestido por el contrario.

-No puedo... Contenerlo... Más... ¡Explotaré!- las palabras de Yusei quedaron enterradas bajo un gemido fuerte que fue seguido por un silencio largo. Su cuerpo temblaba bajo las manos de Atem mientras lo observaba con una mirada perdida y la boca abierta. Salpicó el abdomen de Atem al momento de venirse, dejando pequeñas manchas sobre su bronceado perfecto. Su cuerpo cedió, dejando caer su peso por completo en la cama. La cara de satisfacción del Santo de Piscis era indescriptible, como si se tratara de su primera experiencia de ese tipo y Atem lo hubiese enseñado como debía sentirse tener intimidad con otra persona.

Permaneció callado, intentando controlar su respiración. Podía sentír el calor de Atem en su interior saliendo a través de su entrada. -Estuviste maravilloso, Atem- Yusei se levantó y saltó sobre el chico de piel bronceada, aprisionandolo entre sus brazos sin importarle que su cuerpo estaba bañado en sudor y que tenía una sensación pegajosa entre las piernas.

-No quiero dejarte ir- le dijo al oído antes de besar su cuello. Cerró sus ojos y se acercó a los labios de Atem como si fuera a besarlo, pero en lugar de eso le dio un pequeño golpe al chico de piel morena entre las cejas con su dedo índice.-Aunque tendré que hacerlo. Hueles demasiado a mí, deberías darte una ducha- Yusei se metió en la cama y se escondió bajo las sábanas.

Su cara aún estaba ardiendo, y no tenía el valor para mirar a Atem a los ojos. «¿Desde cuándo me volví tan tímido? No importa que me haya visto mientras tenía un orgasmo, yo también lo hice, y él se veía hermoso...», pensó Yusei con la cara enterrada en las suaves sábanas.

Sintió el cuerpo de Yusei estremecerse debajo de él, transmitiéndole las sensaciones del orgasmo en una serie de contracciones tan deliciosamente estrechas sobre su miembro que no aguantó más, llegando a su límite. Aturdido por lo que fácil debió ser la mejor experiencia de su vida dejó caer su cuerpo encima del chico, reposando el rostro sobre el pecho ajeno mientras intentaba controlar su respiración.

—Espero haberlo hecho bien. Estaba un poco... nervioso —comentó un tanto apenado, apartándose un poco de Yusei y recostándose a su lado para darle algo de espacio. Pero este no tardó en volver a lanzarse hacia él para aprisionarlo entre sus brazos. Atem lo rodeó con los propios, acariciando con suavidad la húmeda piel de su espalda—. Podría pasar toda la noche así contigo —dijo en un susurro, cerrando los ojos por un instante al sentir los labios de Yusei en su cuello.

Aquella íntima cercanía con el chico de ojos azules lo hacía tan feliz que empezaba a pensar que estaba enamorándose. Eso le daba un poco de miedo pues no sabía qué habría en la mente de Yusei respecto a él. Se preguntaba si era normal sentirse así en una situación como esa, pero prefirió guardarse el pensamiento para sí en lugar de comentar algo al respecto. No quería quedar como un tonto.

Se sentó en la cama cuando Yusei se apartó. Si hubiera dependido de Atem, se habría quedado otro rato abrazándolo, pero pensó que lo mejor sería darse una ducha para que ambos estuvieran más cómodos. —Sí... Enseguida vuelvo —anunció antes de encaminarse hacia el baño.

No tardó mucho. En pocos minutos ya estaba de vuelta en la habitación.

—El baño está libre, por si deseas darte una ducha también —se metió rápidamente en la cama, acurrucándose bajo las sábanas. Empezaba a sentir el frío que se filtraba desde el exterior levemente—. Pero no tardes mucho. Quiero dormir junto a ti y abrazarte hasta el amanecer —dijo con algo de gracia, sonriendo suavemente, pero de pronto un súbito silencio inundó la habitación y la expresión de Atem se transformó. Pensar al día siguiente debía marcharse le trajo un extraño sentimiento de angustia que se reflejó en su mirada—. ¿Debes irte mañana, verdad? Desearía que pudieras quedarte un poco más. No quiero que te vayas... Me siento muy feliz cuando... —pero se detuvo al darse cuenta de lo que estaba diciendo y pensó que no debió haberlo hecho.

A pesar de lo que hubiera pasado entre ellos, apenas se conocían. No porque se hubieran dejado llevar por el deseo significaba que debía haber amor. ¿Y si Yusei no sentía lo mismo? Temía que si el chico notaba que tenía esa clase de sentimientos por él, se alejara. En realidad era una situación confusa y en su mente todo era un desastre en ese momento; no sabía qué pensar, decir o hacer.

—L-Lo siento... No debería estar diciendo estas cosas. Quiero decir... No quiero que pienses que estoy exigiéndote algo que no debería... es sólo que... Yo... —suspirando hizo una pausa para intentar tranquilizarse, no quería arruinarlo—. Es la primera vez que comparto mi cama con alguien más de este modo y es extraño porque... en realidad no sé como debería sentirse, pero a mi me resulta muy agradable estar contigo. —se cubrió con las sábanas casi por completo intentando esconderse de la mirada de Yusei. Creía que estaba hablando de más y se sentía avergonzado.

-Yo tampoco deseo apartarme de ti- dijo tristemente mientras se levantaba de la cama, apartando las sábanas con las que se cubría para caminar hacia la ducha. No demoró demasiado, sólo necesitaba meter su cabeza en agua fría para despejarse. Regresó a la habitación con una toalla alrededor de la cintura, la cual dejó caer antes de meterse en la cama.

Abrazó al chico de piel bronceada.-No te esfuerces demasiado, te va a doler la cabeza. Me gusta estar contigo Atem- le dijo al oído, apoyando su cabeza en el pecho de Atem. Quería ser sincero con él, decirle lo que era y explicarle por qué no podía quedarse más tiempo. Se le ocurrió revelar una parte diferente de él al no tener más opción. No quería ser sólo un desconocido que se metió en su cama, deseaba permanecer en su memoria como algo más.

-Toda mi vida me he sentido solo. Lo único que deseaba con todas mis fuerzas era poder acercarme a las personas, pero no quería permanecer mucho tiempo en sus vidas porque mi mayor temor es desarrollar sentimientos hacia alguien y perderlo. Ahora mismo estoy temiendo, tengo miedo de estar enamorado de ti, no me gustaría perderte. Di que estarás conmigo siempre- se aferró a él, quedándose dormido en sus brazos al instante. Estaba asustado y triste, pero Atem opacaba la presencia de los pensamientos negativos en su cabeza. Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, Yusei se sintió agradecido por poder dormir tranquilo en los brazos de Atem.

Despertó antes de que el sol saliera. Lo primero que vio al despertar fue a Atem. Estaba abrazandolo tal como había prometido. Se separó suavemente, arropandolo antes de comenzar a vestirse. Dejó una rosa roja y una nota breve en la que le decía que intentaría regresar en el futuro.

Lo besó en los labios antes de escapar de la habitación, dirigiéndose a toda velocidad a la casa de Piscis. Tenía asuntos por resolver antes de poder tomarse un respiro.