Identidad desgarrada [Raziel]

El Patriarca había caído y con él me había alzado como el nuevo listo para que mis planes de dominación mundial avanzaran a su siguiente etapa, me había llevado más tiempo de lo previsto en un principio el acabar con la vida de este pobre hombre que no me otorgó un combate a mi altura, solo se limitó a morir como un vejestorio inútil sin darme oportunidad a desplegar todo mi poder, pero no podía quejarme, había sido demasiado fácil al punto de ser decepcionante pero de haber sido una batalla más difícil se hubiera alargado demasiado y con ello podrían haber venido otros Santos a ver qué estaba sucediendo, si eso hubiera llegado a suceder todos mis planes habrían sido echados por tierra y se quedarían en nada. Desde mi trono contemplaba toda la Recamara del Patriarca con el mentón apoyado en mi mano cerrada y el brazo apoyado en el trono; estaba pensativo, había mucho que decidir, mucho que hacer y aún no se me ocurría por donde empezar, sobre todo ahora tendría que lidiar con una doble identidad y cuidar de que mi identidad no sea descubierta, incluso me ocupé de adecentar un poco al lugar para borrar cualquier signo de batalla y no levantar sospechas.

Ahora que era el Patriarca se abrían ante mí muchas puertas, podría dirigir al resto de Santos allá a donde yo lo requiriese y dada mi posición no podrían negarse, en cuyo caso solo tendría que poner alguna excusa tópica como "Es por el bien del mundo" o "De este modo evitaremos una catástrofe" y así les callaría la boca un rato...y...en el peor de los casos...solo tendría que deshacerme de ellos, gracias a mi gran poder podría aplastarlos como a unos insectos, aunque quizás sería más divertido encerrar a quien me desafíe en un lugar donde no pueda regresar y que muera con el tiempo. Mi situación actual podría ser perfecta sino fuera por la indumentaria que estaba obligado a llevar para pasar por patriarca, que además de ser incómoda no me favorecía nada y por si fuera poco debía controlar mi voz para que se escuchara diferente...si bien nadie podría descubrirme por apariencia seguro que algún listo me descubriría adivinando el tono de mi voz. Suspiré pesadamente y miré hacia la puerta que resguardaba la entrada a la Recamara del Patriarca, sabiendo que tarde o temprano alguien la atravesaría. -La función no tardará en empezar...

Ahora que era el Patriarca me vino a la mente un pensamiento bastante divertida sobre ¿Cuanto tardarían en darse cuenta de la identidad del supuesto "Patriarca"? Cuanto más tarde se enteraran era mejor, de ese modo sería más conveniente para mí ya que eso me daría un mayor margen para llevar a cabo mis planes. No obstante me preocupaba el hecho de tener que lidiar con dos identidades al mismo tiempo, nunca antes tuve que preocuparme de aparentar ser alguien que no soy, pero era algo que tenía que hacerse...con un poco de suerte podría manipular al resto de santos para hacerles creer en una amenaza inexistente y con ello que tuvieran que arrasar la ciudad, pero suponiendo que ellos no fueran tan tontos e ingenuos como para tragarse un bulo como ese...debía prepararme para lo peor, quizás llevar este cargo para mover los hilos del Santuario no fuera tan fácil como imaginé...puede que debiera idear un plan más elaborado, decidir bien dónde atacar para no levantar sospechas, tendría que empezar con golpes pequeños para que los Santos no se percataran de que ando andaba mal respecto al Patriarca, desde luego...el tema de lidiar con los Santos me daría más de un dolor de cabeza, lo tenía bien presente.

Tras mi máscara arqueé una ceja cuando vi como alguien irrumpía en mis nuevos aposentos, no lo reconocí a simple vista, no tenía ningún recuerdo de haber interactuado con esa persona que se acercaba lentamente, lo único que alcancé a reconocer fue su armadura, el mediocre bronce que portaba ese chico era fácil distinguirlo a kilómetros. Ni yo mismo sabía porqué tenía tanta animadversión hacia aquellos que portaban armaduras inferiores a oro...quizás era porque no me transmitían alguna confianza pero ¿por qué? Quizás tenga que ver porque en mi mente aún perduraba el recuerdo de cierto santo coqueteando con quien yo me sé y eso me ponía enfermo. En cuanto el chico en cuestión se presentó mentando que "yo le había llamado" me callé y quedé inmóvil por unos segundos. -Has hecho bien en venir Tsukiya,

Visto lo visto, ese anciano al que liquidé había llamado a este tonto antes de ser asesinado por mí...algo que no había previsto y podía darme problemas...aunque encontraba encantador ver a alguien postrado y temblando ante mi presencia, debía actuar rápido. Deshacerme de alguien como el sería un juego de niños. Me bajé del trono y caminé lentamente hasta el bronce y sonriendo bajo la máscara me dirigí a el con tono serio procurando cambiar de voz para no ser reconocido. -¿Una misión? Sí...eso...tengo una para ti, espero que la lleves a cabo y no me decepciones.... bajo el interior del manto que me cubría hice un movimiento con la mano para disparar un pequeño Lazy Laser que previamente había preparado según me bajé del trono, de esta froma el láser golpeó a Tsukiya en la nuca, un golpe rápido y no mortal que buscaba hacerle perder el conocimiento. -La misión se llama desaparecer de mi vista y no volver...espero que puedas cumplirla. Solté una breve risa triunfante y me quedé viéndolo fijamente. -Mmm quizás debiera esconder el cuerpo en algún lugar donde no pueda ser encontrado...quizás...ese lugar valga. Si de verdad quería deshacerme de él, el único lugar que se ajustaba a mis necesidades sería el laberinto de los dioses...sin más dudas asolando mi mente empecé a hacer los preparativos para mandarlo a ese lugar.