Reviviendo memorias~.

Eran tiempos más que difíciles los que se presentaban en Asgard en aquellos momentos. Las condiciones climáticas no ayudaban para nada a los habitantes del aquel gélido lugar.

Debido a eso, y aunado al hecho de que solamente Serena y ella se encontraban ahí en aquel momento, decidieron ayudar a los pobladores con víveres y cualquier cosa que necesitaran en esos momentos.

Sin embargo, había un lugar específico al cual no habían acudido: su viejo hogar.

Erza no olvidaba de donde provenía, y estaba bastante preocupada pues sabía perfectamente la pobreza que abundaba en la pequeña aldea de las lejanías. Comentó aquello a su compañera, y mencionando que iba a emprender un pequeño viaje para llevar algunas cosas. Mientras tanto, su amiga cuidaría del Valhalla.

Suspiró profundamente.

—Espero que Serena no se quede dormida en su guardia. —Dijo así misma, recordando la facilidad para la antes mencionada de dormir.

El viento helado comenzaba a hacerse más presente a medida que se alejaba más de la civilización, sus pulmones comenzaban a llenarse este y no pudo evitar sentirse un tanto nostálgica mientras los recuerdos de su infancia volvían.

No es que haya tenido la mejor infancia, pero había sido bastante buena, independientemente de todo lo que sucedió.

Algunas horas después, mientras la poca luz que había comenzaba a atenuarse y el nivel de nieve acrecentaba, vio las nubes de humo que provocaba el fuego que los lugareños comenzaban a crear para mantener tibia la aldea. Una sonrisa apareció en su rostro al sentirse nuevamente en casa.

Se acercó sin titubear, saludando a las personas que estaban cerca.

—¡Erza! —Efusivamente, una mujer no muy mayor la saludó dándole un efusivo abrazo y, a pesar de que no era muy afecta a las demostraciones de ese tipo, lo correspondió. —Que gusto tenerte por aquí de nuevo. ¡Te echamos bastante de menos!

—Yo a ustedes también. A todos. Me alegra muchísimo que estén bien. ¿Qué tal la están llevando?

—Bastante difícil. Sabes cómo son las condiciones aquí, y este infernal frío no ayuda en nada.

—Es peor que otros que han llegado por acá. —Mencionó uno de los ancianos que ayudaban a avivar el fuego. —Me alegra verla de nuevo, señorita.

Ella agradeció con una pequeña reverencia.

—¿La abuela está por aquí? —Preguntó.

—En su hogar. Ha estado algo enferma estos días, así que está en reposo.

Su rostro mostró preocupación.

—Bien. Iré a verla; pero antes... —Erza bajó algunos de los bolsos que llevaba. Eran bastantes, pero había distribuido las cosas de tal manera que no fueran un problema durante el viaje. —Traje algunos víveres para ustedes: alimentos, agua potable, cobijas y algunas mudas de ropa que fueron donadas. Espero de verdad que sirvan.

—Muchísimas gracias. De verdad que no has cambiado.

—Ahora iré directamente a casa de la abuela. Traje algunas cosas para ella también. Y me gustaría saludar antes de regresar.

—¿Regresar? No, no. Quédate al menos esta noche en el pueblo. No es bueno que con este clima vayas en medio de la noche por lugares tan helados. Prepararé algo de cenar y les llevaré a ti y a esa anciana. Te haré algunos pastelillos y té.

—Pues... no puedo decir que no a eso.~

Por el momento, se despidieron mientras iba en dirección del hogar de aquella sabia anciana que había cuidado de ella y de muchos otros niños en el pasado, esperando que su salud no fuera en verdad mala...