Tema 5: Concierto en Stadium Kaus -Evento navideño "Al estilo Dio"

El ruido y las luces empezaban a marearla, tal vez había tomado mucho cuando estuvo en la feria de comida y hasta ahora sentía los efectos del alcohol, o bien, tal vez el golpe que se dio había sido más fuerte de lo que creyó y algo dentro de su cerebro se había movido.

-"Mal día para salir del Castillo Heinstein"-pensó la chica tatuada mientras que se alejaba del mar de personas que se habían conglomerado para ver a los artistas que entonaban con pasión sus mejores canciones, hasta que, finalmente, encontró un lugar detrás de la tarima que estaba más solitario que el resto de todos los lugares que, hasta ahora, le había tocado visitar.

-Así está mejor-dijo mientras se sentaba sobre una caja, dejaba que su cuerpo se relajara y cerraba sus ojos, aún escuchaba la música, pero los gritos de la gente eran menores.

Mientras tanto, fuera de su vista, algunas personas corrían por la vergüenza y sus gritos de euforia se habían transformado en unos de pánico y bochorno, cuando cierto dios pelirrojo empezó a desnudarlos al azar, hasta aburrirse y como todos saben, nada bueno puede salir del hastío de un dios y menos de uno como aquel que representaba las fiestas, así que en medio de su delirio, la divinidad siguió su camino hasta encontrar a la extraña jueza.

La de ojos color oro, en medio de su improvisado descanso, escuchó una voz, perdón...oyó una autoritaria voz. Abrió sus ojos y lo primero que vio fue a un apuesto hombre de cabellos rojos y ojos verdes que le demandaba algo poco común, considerando que estaban en un lugar público.

-¿¡Qué me quite la ropa!?-gritó la chica de garuda por la impresión, dejando a un lado su tranquila actitud. Había sentido el poderoso cosmos que emanaba de ese hombre y no tenía que ser muy lista para saber de quien se trataba, y aunque debía decir que el dios no se veía nada mal, realmente no sabía como actuar.

Guiándose por las luces del estadio lejano Atem había logrado salir un vez de aquel parque nevado, así que confió por segunda vez en aquel detalle de la ciudad para orientarse y volver a estar más cerca del sitio donde Dionisio esperaba para supuestamente entregar regalos a los que llegaban. Al menos eso había oído, y quería comprobarlo sólo porque sí. Así que apresuró el paso, mirando hacia atrás para asegurarse de que el león no lo estuviera siguiendo. Afortunadamente no fue así y logró llegar al estadio sano y salvo.

Número aleatorio (1,5) : 4

Mezclándose entre el montón de gente que estaba dentro del estadio disfrutando de la música, saltando, cantando, gritando y demás, Atem se dispuso a hacer lo mismo. Estaba tocando una banda conocida que a él le gustaba mucho, así que no creyó que perdiera nada quedándose un instante a escuchar los temas que tanto disfrutaba. Después de todo había llegado a ciudad Kaus para divertirse y no iba a permitir que nada le arruinara aquello.

Número aleatorio (1,5) : 5

Corriendo sin ver a donde iba acabó chocando con otro participante, quien al parecer ya cansado de haber estado esperando tanto tiempo su turno no estaba de buen humor. Este enfureció y de un fuerte empujón mandó a volar a Atem encima de un montón de cajas. De haber estado en guardia de seguro lo habría puesto en su lugar, desafortunadamente había estado distraído y acabó abordo de una camioneta que se puso en marcha enseguida sin darle posibilidad de salir de ahí.

El transporte lo llevó de vuelta a un sitio conocido donde había estado antes. Apenas la camioneta se detuvo Atem descendió de un salto, avanzando a paso rápido hacia el estadio. Agradecía haber terminado ahí pues, aunque no la pasó tan bien en el karaoke, al menos regresaba al lugar de donde se hubo alejado en un principio.

Número aleatorio (1,5) : 4

-No puedo hacer eso, Señor Dionisio, aunque se trate de la orden de un di...-su habitual tranquilidad y sus buenas maneras habían regresado luego de haber pegado un grito que, seguramente, todos los presentes habían escuchado, pero así como regresó se fue de inmediato cuando sintió una mano recorrer la piel de su abdomen y otra que la hizo callar.

Parecía que el dios del desenfreno no iba a aceptar un "no" por respuesta y mucho menos tenía ganas de esperar más tiempo para obtener lo que quería. La espectro no supo cuando su larga gabardina negra había sido desabrochada, ni desde cuando su sombrero yacía en el suelo. Por breves momentos quiso apartarlo, aunque al final se dejó caer en las manos de la divinidad griega.

Sí, la lujuria era uno de los siete pecados capitales, pecados que se supone debía juzgar, pero analizando un poco las cosas, si los jueces en la tierra eran corruptos y, muchas veces, no tenían la moral para juzgar a los que eran llevados frente a su estrado...¿Por qué habría de ser diferente con los del Inframundo? De todos modos, de por sí ella no era una joya, ni un ejemplo a seguir, un pecado más o uno menos a su lista no era algo que le importaba mucho. La pelinegra sonrió, no era su culpa si llegaba tarde a la "entrega de regalos", después de todo, era el mismo anfitrión quien la estaba retrasando.

Los minutos pasaron y con ellos se fue la faceta descontrolada de la estrella celeste de la valentía, quien ahora arreglaba su ropa y recogía su sombrero del suelo. El dios ya se había retirado y ella debía seguir su recorrido, con mucha más cautela que antes, no quería más contratiempos.

Era tal el amontonamiento que había en el estadio que apenas se podía pasar entre la gente. Todos estaban enloquecidos, saltando y cantando al ritmo de la música que sonaba mientras que la banda en el escenario tocaba. Era un ambiente entretenido, tanto así que Atem prefirió detenerse un momento a disfrutar del concierto. Todavía tenía bastante tiempo hasta la llegada de Dionisio.

Número aleatorio (1,5) : 4

Habían pasado ya unos cuantos temas y Atem, entretenido disfrutando del concierto, no se percataba del paso de los minutos. El tiempo pasaba rápido mientras escuchaba las canciones que tanto le gustaban, de aquella conocida banda que era una de sus preferidas. Tanto estaba disfrutando que pensó que quizás podía quedarse un rato más, ignorando que antes hubo pasado un mal rato, como cuando cayó al agua o cuando lo echaron del karaoke.    

Número aleatorio (1,5) : 3

El estadio se encontraba hasta el tope, algunas personas bailaban, otras gritaban, y algunos cuantos simplemente disfrutaban la música, la cual tenía algo especial…No, no era la música, era quienes la interpretaban, los “artistas” tenían algo distinto a la demás gente, despedían una energía imponente, que capturaba la atención desde la primera nota que llegaba a los oídos de quien entraba al lugar.

Apreció el concierto durante un par de minutos, hasta que escuchó a un grupo de amigos comentar, e incluso bromear, acerca de la llegada del anfitrión pensando que era un simple rumor. No faltaba mucho para la media noche, y si quería encontrarlo, aunque fuese solo para reclamarle las malas condiciones en las que dejó el rio, debía apurarse.