Tema 6: Llegada de Santa Dio y los fuegos artificiales

Había estado platicando con un sujeto que de la nada se acercó a él en el estadio y le empezó a hablar como si lo conociera de toda la vida. Bakura no había dicho demasiado, a diferencia del otro que le poco más y le narraba toda su vida. Entre esas cosas le mencionó que era un hijo de Dionisio y que si Bakura lo deseaba podía guiarlo a donde su padre para que le reclamara un regalo.

—Claro, ¿por qué? —había aceptado Bakura, y el extraño sin más lo llevó hacia alguna pista de aterrizaje de helocóptero que estaba próximo al estadio de Kaus. Había tanta gente reunida alrededor que era difícil saber dónde estaba exactamente el dios organizador de la fiesta, pero Bakura supuso que se hallaba en el centro de la pista.

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De algún modo logró hacerse paso entre la multitud, empujando y dejando a algunos espectadores furiosos detrás de sí, Bakura pudo llegar hasta donde aquel que se hacía llamar Santa Dio, quien estaba en el centro de la pista de aterrizaje buscando llamar la atención, disfrazado con un atuendo navideño, rídiculo al punto de vista del espectro de Bennu, y un cetro en mano. Bakura se adelantó intentando hablarle al sujeto, pero este no le prestó demasiada atención; de hecho, ni siquiera parecía haberlo visto. Estaba tan entretenido acariciando a sus felinos que no prestaba atención a los primeros de la fila.

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—¡Oye tú, el que se hace llamar Santa Dio! —exclamaba Bakura, sintiéndose frustrado. Pero sus gritos eran en vano puesto que la voz del espectro se perdía entre el bullicio de la multitud de personas que querían lo mismo que él—. ¡Te estoy hablando, idiota! —volvió a intentarlo, pero el sujeto seguía acariciando a los felinos ignorante de todo lo demás.

Estuvo a punto de gritar una vez más cuando en medio de la confusión alguien le encajó un codazo en el rostro, un golpe tremendo que lo hizo retroceder y perderse entre la multitud.

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Con una mano en la mejilla izquierda, justo donde había recibido el golpe, cara de pocos amigos, paso firme y bufidos furiosos, Bakura avanzaba de nueva cuenta empujando a todo aquel que se metiera en su camino sin importarle nada. Con la vista intentaba localizar a aquel que lo había golpeado para darle su merecido, aunque entre tanta gente parecía una tarea imposible, cuando otro emujón desde sus espaldas lo mando al frente otra vez. Vaya suerte, se dijo. Nuevamente se encontraba cara a cara con el famoso Santa Dio, sus sirvientes y sus felinos. Probó de gritar el nombre con el que se hacía llamar el dios una vez más, sin éxito alguno.

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Bakura sentía que en medio de tanta gente por mucho que lo intentara no iba a lograr llamar la atención de aquel ser cuya sola presencia era el centro de atención de todo el mundo, sólo por haber sido el organizador de semejante evento y traer consigo una bolsa llena de regalos. Todos querían un regalo y el espectro, por muy extraño que a él mismo se le hiciera, también se sumaba al grupo. Era la curiosidad o alguna especie de hechizo extraño que lo llevaba a querer abrir uno de esos paquetes coloridos.

Fue entonces que sin poder soportar más la espera, aprovechó una oportunidad encontrada y se lanzó encima del famoso dios, reclamándole su premio de modo poco amable, como era costumbre en él. Dionisio entonces reaccionó, rogándole a Bakura que se calmara. Un grupo de ménades sujetaron al espectro y lo obligaron a retroceder; el anfitrión entonces alzó el cetro y le dio en medio de la cabeza, declarando: "Tienes mi bendición", con una amplia sonrisa que hacía juego con sus coloridas vestimentas y el espíritu festivo que flotaba en el aire. Llevándose las manos a la cabeza Bakura alzó una ceja mirándolo confundido.

Mientras acaba la canción favorita del peli azul, la misma chica que se le había confesado hace un par de horas hizo acto de presencia nuevamente. Esta vez aquella muchacha se disculpó por el incidente que había sucedido en el bosque, poniendo como excusa que estaba fuera de sí y  que por favor olvidase todo lo que le había dicho. El marina shogun quien estaba de buen humor en ese instante, solo asintió con la cabeza ya que estaba más concentrado en escuchar la música del concierto que se estaba llevando en la ciudad.

-En compensación te indicare donde aterrizará mi padre Dionisio.-Aquella propuesta le pareció sumamente interesante a Kanon y al terminar la canción , decidió acceder que lo llevara donde estaría el supuesto Dio.

Pero ya en la pista de aterrizaje , la impresión que se llevo el joven fue de ver a alguien sumamente ridículo y que daba vergüenza ajena por la forma en la que vestía y sobre todo ese cetro de piña-

En un rincón bastante apartado del estario Atem permanecía en silencio, de brazos cruzados y con la vista fija en el escenario, disfrutando un poco de la música que tocaba una conocida banda hasta que llegase el momento de recibir a Santa Dio quien, según había oído, aterrizaría en una zona cercana al estadio para entregar regalos a todo el que quisiera.

De pronto se puso a su lado un joven chico que se quedó hablándole un largo rato, supusto Atem que porque lo había visto solitario y apartado de la multitud. De la conversación salió el tema de que Dionisio pronto arribaría a la ciudad, y desde ahí una pregunta del chico:

—Mi padre arribará a la ciudad muy pronto y repartirá regalos a todos los que quieran, ¿te gustaría acompañarme hasta allá? Si llegamos temprano estarás entre los primeros de la fila.

—Suena bien. De acuerdo, te sigo —dijo Atem, y ambos comenzaron a caminar fuera del estadio.

Cuando llegaron, parecía ser ya demasiado tarde, porque había una gigantezca multitud reunida alrededor de la pista de aterrizaje esperando a llamado Dio.

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