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Mensaje por Invitado Mar Nov 14, 2017 8:45 pm

Lo admitía: estaba nervioso.

Tras encargarse de la aparición espontánea de los dríades gigantes en la construcción de Alfea, reportarlo y acabar con los últimos menesteres de la pre-apertura, Gar le dio la noticia: de los dos candidatos que tenía para sucederlo como Tauro, él fue el elegido. Por suerte, Chuck respondió con su característica sonrisota y una palmada brutal en la espalda como felicitaciones. Al fin y al cabo, él se alzaba como ocupante de Heracles, así que...

—Bien, con calma. Puedes hacerlo.— se dijo a si mismo. Frotándose las manos suspiró y se acomodó los tirantes de su overol.

En esos momentos estaba en Grecia. Ya con la caja de Tauro al lado, un último asunto pedido por su maestro le esperaba: coordinar los santos de plata que habían sido recién nombrados como herederos de armaduras. No eran muchos tras la masacre en Kaus; dos fueron mandados a las academias de Alfea y Fontaine Rouge, dejando unos pocos para encargarse de los asuntos con aspirantes del Santuario como tal. Esa tarde se reuniría con los que quedaban y hablaría para medir funciones y otras cosas más.

"Ahora eres un dorado, tienes algunos deberes importantes" o eso había dicho Gar.

Se ahogó un suspiro cuando oyó la puerta abrirse.

—Buenas tardes. ¿Es usted el señor Belt?— saludó. Frente a él había un hombre alto (muy muy alto) de piel oscura y pelo en afro. Su ropa era similar a la de un sacerdote, más pudo ver cierto atisbo de medias de encaje y red de pescador en los troncos de piernas que tenía. No juzgaba, pero lo encontraba...raro.

—Mercym Belt. Tu eres el alumno de Gar ¿cierto? Parece que lo hizo bien para tener un ascenso a dorado. Que bien, que bien. No es como la (perdóname la palabra) ramera perdida que entrené yo. Bien, la mandaré a llamar a ella. También a la Grulla.— dijo aquel con algo se gracia seca. Era...peculiar, por decir lo mínimo. —Mira ballena, es hora de la reunión. El señor Stanley está esperando ya.— comunicó, sacando un celular con forro de gato. Subiendo un pulgar, le hizo una seña apreciativa a Stan, quien sonrió con la cabeza algo ladeada.
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Mensaje por Invitado Miér Nov 15, 2017 6:02 am

En su mano aun cosquilleaba el atisbo de un fulgurante cosmos envenenado, por un segundo había pensado dar los buenos días a aquella vulgar mujer con una buena paliza. Sin embargo, aun recordaba lo que había sucedido la última vez que llego ante sus jefes cargando el cuerpo semi inconsciente de su compañero de misión. En principio todos habían creído que una emboscada había sido la causante, sin embargo las investigaciones posteriores y el testimonio del mismo aspirante a santo la habían señalado como la culpable.

El castigo en Cabo Sunion no había sido malo, es más, Grulla lo había visto como unas encantadoras vacaciones… eran los mensajes de su madre y las recriminaciones de su padre los que no podía soportar de nuevo “¿Y si te corren del Santuario? Qué vergüenza dejaras caer sobre la familia… Tu tataratatarabuelo debe estarse revolcando en el Cocytus…” y cosas así… eventualmente le habían perdonado y regresado a su posición pero la advertencia a una nueva incidencia había quedado un poco más que implícita.

Así pues, contuvo su mala disposición y se contentó en ponerse los audífonos y reproducir algo para ahogar cualquier intento de charla. En automático y dejando que la voz disonante de alguna banda de metal llenase su cabeza comenzaron a tomar el camino a las oficinas de Recursos Humanos del Santuario. El edificio no era la gran cosa, un par de pisos de granito pálido diseñado de manera minimalista. Incluso la guerrera debía admitir que para alguien de tan mal gusto como Atena, aquella adquisición reciente era agradable a la vista… claro cuando el encanto que le ocultaba a la vista de los mortales había sido retirado.

Del edificio entraba y salía decenas de personas todos los días, las oficinas que albergaba se encontraban destinadas a solucionar la logística que implicaba dirigir a un ejército de imbéciles con complejos de mártires... a muchos les sorprendía la cantidad de iniciativas de misiones suicidas que se solicitaban a diario. Si nadie les ponía un frenillo, los imbéciles se matarían antes de que pudiesen embarazar a su primera puta en Rodorio.

Al entrar a la recepción en andas de la cualquiera de ballena, muchas de las pláticas se interrumpieron. La mirada de los presentes se dirigió a las dos rubias tan similares y contrarias a la vez. Al parecer la mala fama era otra cosa que tenían en común. Grulla se encogió de hombros y se dirigió al escritorio de admisión, coloco su nombre en la lista y arrebato de la mano de la mujer de sonrisa forzada el gafete que le identificaba como visitante. Sin cruzar palabras con nadie siguió a su acompañante hasta el ascensor y cuando le vio marcar el piso en el que se les esperaba dio media vuelta y se dirigió a las escaleras. Se tomaría su tiempo en llegar a la cita, rebuscando en su ropaje extrajo un cigarro arrugado y sin prisa comenzó a fumar mientras paso a paso subía las escaleras en dirección a su destino. No tenía prisa por avanzar al patíbulo.
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Mensaje por Invitado Miér Nov 15, 2017 5:49 pm

Jodido dia, jodido camino y jodido negro. Diana no se encontraba de muy buen humor tras haber recibido la noticia de que debía de ir a ver a su “maestro”. De seguro tendría que ir a china o a irlanda a apagar alguna clase de amenaza nuclear para evitar una catástrofe. Equis.

Volteando inmediatamente observó velozmente a la que de seguro le asignaron de compañera, quien al parecer era una mujer de pocas palabras. Eso le parecía bien, así entraban salían y regresaban cada quien a su rumbo. Sin problemas, complicaciones, ni lloriqueos de que había sido solamente usado como un muñeco sexual.

Claro, las cosas cambiaron cuando al llegar al ascensor el clon de segunda se le quedo viendo como si de pronto se hubiesen apagado todas las neuronas en su cabeza, - Bueno qué esperas, súbete de una vez - Diana dijo frustrada, solo para observar como la otra rubia daba media vuelta y comenzaba a caminar lejos.

- Oye! Oye Tarada a donde vas? Ven Aca, aish, No me van a culpar por tu idiotez! - De idiota la iba a esperar, ya se suponía que iba tarde y Diana estaba segura que el Pedopriest le iba a gritar. Asi que solamente dirá la verdad. Grulla se había sentido intimidada por el tremendo avance tecnológico que era el elevador, y en su terror había decidido tomar las escaleras.

Igual, que Grulla llegase cuando quisiese, ella no era su niñera. Al momento en que las puertas se abrieron en su piso, Diana salió velozmente del elevador. “Acabemos con esto de una vez

Dando una fuerte patada separó las puertas que daban a la capilla de su maestro, - Gusto en verte maldito Padre Pedofilo y perdon por la redundancia. Para qué demonios me hablaste, y quien es el negro, tu hijo bastardo? - Diana observó al moreno desconocido, mirándolo de arriba a abajo y encongiendose de hombros. No estaba mal.

- Hola, Diana de Cetus, todo un placer de seguro - Diana extendió su mano al oscuro, mientras esperaba que Afroman le informará sobre su razon por estar alli. Eso o que preguntase por su versión pirata chinotailandesa.
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Mensaje por Invitado Miér Nov 15, 2017 6:09 pm

Lo primero que salió de la boca de la rubia que entró por las puertas dobles de la capilla fueron improperios, y de los feos. Al oírlos Stan solo se cruzó de brazos y se rio, sin poder evitarlo. No supo porque lo encontró tan gracioso, pero se le hizo de cierta forma encantador.

—Él es el señor Stanley Bell y TU jefe actual, ramera barata.— le contestó Mercym, fulminándola con la mirada. Por lo que parecía, se contenía el abuso físico - así fuera para mantener apariencias con el pelirrojo, quien no dejó pasar el detalle. —Tienes suerte de que se tome a bien tu horrible actitud, predadora del pecado y novia de la indecencia. ¿Dónde está la dama Grulla? ¿La abandonaste en una zanja? ¡¿La abandonaste en una zanja, pérfida prostituta?!— le gritó, sus ojos en peligro de salir volando de las órbitas... O explotar, cualquiera que ocurriera primero.

—Stan de...Tauro, supongo.— contestó el aludido, tomando la mano de la chica con la propia; solo por el contacto, notó que tenía fuerza. —Soy nuevo en esto así que...haré las cosas como con el equipo en Alfea ¿si? Deberíamos sentarnos.— dijo. Ofreciendo una silla, miró en dirección a la puerta. —Imagino que nuestra última invitada no tardará en llegar ¿verdad?— miró primero a Cetus, luego a Mercym, quien seguía fulminando a la primera con sus ojos desorbitados. —¿Nos acompañará señor Belt?—

—Alguien debe moderar a esta (perdóneme la palabra) puta de pantano Myrino.— contestó aquel, sacando un abanico de papel que usó para golpear los labios de la rubia. —Que te perdone nuestra señora Athena, zorra.— allí la volvió a golpear. Y luego una tercera vez.

—Oh, bueno.— asintiendo, Stan fue a la cabecera de la mesa. Sentándose palmeó la superficie de madera, mirando las puertas, luego a Diana y de allí a Mercym, quien parecía listo para reventarle la boca apenas dijera alguna idiotez. —Uh. Pues, eh, veamos. ¿Cómo comenzaste en esto?— le preguntó. Sin Grulla allí, suponía que mínimo le tocaba romper el hielo.
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Mensaje por Invitado Miér Nov 15, 2017 6:35 pm

Paso a pasito… suave suavesito… la guerrera de grulla avanzaba sin prisa a su destino, contando los escalones y deteniéndose contemplativamente a observar la columna de humo que emergía de sus agrietados labios. Estaba segura habría consecuencias, las cuales al final del día le importaban menos que un carajo. Eventualmente se detuvo ante la puerta que marcaba la entrada al piso en el que se le esperaba. Lanzando la colilla de cigarro al suelo empujo la placa de metal y se introdujo a un corredor clínicamente decorado, el lugar donde era esperada se encontraba a mitad del trayecto.

Se detuvo, tratando de tantear el terreno. Podía sentir dos cosmos familiares y un tercero un tanto más impresionante. Aquello le causo apenas un atisbo de interés, mientras en el inconsciente de su mente se imaginaba encontrándose frente a frente con la diosa Athena para poder escupirle en ese rostro de puta engreída. Era pedir demasiado, ni siquiera ella podía darse el lujo de imaginar tan magnifico desenlace a su aventura. Sonrió levemente, apenas elevando la comisura derecha de sus labios en un gesto extraño a aquel rostro severo. Una fracción de segundo y aquel macabro espectáculo desapareció para ser reemplazado por el gesto neutro y miserable de un alma en pena.

-No hay más... –se dijo amargamente empujando la puerta con fuerza abarcando con su gélida mirada el extraño espectáculo que los tres personajes presentaban a su mirada. Por un segundo su cuerpo retrocedió al fijarse en la piel oscura de los hombres, sus vestimentas peculiares y en general lo inadecuados que se veían en medio de aquella oficina. –Con un carajo… Ballena de mierda ¿Qué demonios significa esto? –Exclamo indignada comenzando a atar cabos centrando su mirada en la rubia de pies ligeros que resplandecía en medio de la negrura.

-¿Estas planeando alguna de tus perversiones sexuales? ¿Juegas conmigo verdad? No seré parte de tu retorcida película pornográfica. Qué vergüenza me das! –Dijo la rubia meneando la cabeza para fijarse en aquel moreno disfrazado de cura… un breve atisbo a su persona le dejo ver la red de sus mallas, estaba segura que había algún látigo escondido en algún punto de aquel lugar. –Me largo de aquí… -Exclamo dando media vuelta, decidida a salir de aquel lugar antes de que le contagiasen de algo que requiriese dolorosas inyecciones de penicilina.
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Mensaje por Invitado Miér Nov 15, 2017 7:02 pm

En el tercer golpe de su “maestro”, Diana tomó el abanico de papel y lo apretó en su puño - ¡Barata la negra que te pario y te abandono en la caja de las limosnas maldito Pedo Priest! - Se disponía a meter aquel abanico en la parte más negra del culo de su “maestro” cuando el 7 de 10 tornó su atención de vuelta a él con su pregunta.

- Pues no hay mucha historia allí, Stanley. ¿Esta bien si te digo Stanley? ¿O prefieres Sr. Bell? - Diana se había vuelto tranquila, como si no hubiese estado a punto de cometer un muy forzado y doloroso acto de sodomía. - Como usted diga Sr. Bell - dijo entrecerrando los ojos y clavandolos en la figura del moreno, mientras su voz se volvía más profunda. Aquello duró solo unos segundos y tras ello Diana sonrió de oreja a oreja.

- ¿O eres de los que prefiere que le digan por su armadura? ¿Cual es por cierto? Ahorita me dices. Pues la historia es sencilla, me encontre un dia en este país tocando la flauta para una orquesta. El tour terminó, y decidi quedarme unos días más en el país. Mientras iba por la calle el maldito pedopriest se me acercó y me dijo que yo tenía el don para hacer cosas sorprendentes y antes de que pudiese hablarle a la policía para que viniesen por el negro pervertido en mallas, me mostro su cosmos. Curiosa decidí ver que mas tenia que decir. Luego vine aquí, entrene, y ser amazona me cayo como anillo al dedo. - Diana se encogió de hombros, no había más que decir.  

Antes de que Diana comenzase a indagar sobre el moreno, la puerta volvió a abrirse e inmediatamente sus ojos se pusieron en la cara de pedo atorado que portaba la nina perdida de Grulla. Diana escucho todo lo que tenía que decir, hasta que finalmente no pudo mas, - ¿Osea que tu piensas que yo, y tu, ¿con ellos? ¡Hahahahahahahahahahahahahahahaha! ¡Ay Dios! ¡Esa esta buena! - Diana llevó sus manos a su abdomen. Le dolia demasiado. Aquello era brutal!

Una vez calmada, Diana volteo de nuevo hacia el moreno que probablemente era un dorado, - En caso de que no ha quedado claro, soy la zorra del santuario. Pero prometo tener cuidado para no corromper tu pura e inocente cabecita. - Ninguna de las dos.
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Mensaje por Invitado Miér Nov 15, 2017 7:28 pm

—¡Es señor Bell para ti vagina descarriada! ¡O mejor, señor toro de oro! ¡Pérfida idiota de paupérrima e inexistente decencia!— intervino Mercym sacando un nuevo abanico de papel. Contrario al anterior, aquel era de lija recién estrenada.

—Stan o Stanley está bien.— respondió aquel con una sonrisa. —Oh, ya veo.— dijo al oír el relato de la chica, riendo por lo bajo.

—Con todo ese deshonor debí dejarla en la trinchera de mala muerte en que la vi.—

Eso, pensó Stan, no decía que él también había estado vagando en una. Le pareció gracioso, por lo que se volvió a reír. Una vez se echó para atrás la puerta se abrió y en ella vislumbraron la figura de otra rubia que contrario a la admitida promiscua, tenía cara de pocos amigos. Declarando su disgusto por el cuadro que vio al asomar la cabeza en la capilla, se dio media vuelta y empezó a escapar - la risotada de Diana siguiéndola por el pasillo.

—Oh, no pasa nada. No te preocupes.— dijo Stan, desestimando sus palabras con un gesto de manos.
—¡Ni se te ocurra mostrar tu colina de pecado zorra!— Mercym intervino a la vez, sacando una botellita de desinfectante de manos. Esparciéndolo en sus palmas, le metió unos dedos en la boca. —Desinfecta tus palabras, ¡así sea en literalidad!—
—Ya regreso.— desentendiéndose por un momento se levantó y fue en pos de la otra rubia, saliendo al pasillo. —Oye disculpa ¿tu eres la Santa de la Grulla? Te estaba esperando para una reunión.— dijo, olisqueando el aire - que tenia cierto gusto a tabaco - antes de acercarse un poco más a la chica. —Te pido perdón, pero no estoy acostumbrado a estas cosas. Supongo que venir en overol no fue muy...apropiado ¿verdad? Bien, empecemos de nuevo ¿te parece? Soy Stanley Bell, recién nombrado Tauro. Mucho gusto.—

Con eso, intentó conciliar un poco las cosas, compaginando las palabras al ofrecerle la mano y sonreír de manera suave. Se sentía como caminando en hielo agrietado.
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Mensaje por Invitado Jue Nov 16, 2017 5:51 am

La risa estridente de la Ballena inundaba el pasillo, escapando por la puerta abierta. Un par de puertas se abrieron dejando asomar personas consternadas y atraídas por aquel inusual escándalo en aquel recinto. –Maldita Ballena fácil, esto es inaudito… inadmisible… inaceptable… -Murmuraba por lo bajo avanzando con paso firme, fulminando con la mirada a cualquiera que se fijase en su persona, estos acojonados se retraían a sus lugares de origen no sin antes fruncir el ceño y menear la cabeza en desaprobación. Ya estaba a punto de llegar al elevador cuando la voz del hombre le detuvo.

Debía de admitir que generalmente no atendía a aquellas solicitudes de atención, es mas en cualquier otra situación el hombre ya estaría aullando de dolor al contemplar todos sus dedos rotos. Pero, el cosmos que emanaba de aquel muchacho de oscura piel era suficientemente fuerte para frenarle un momento. Con él no podría actuar aceleradamente, y sus palabras confirmaban sus sospechas. Un maldito dorado, los lords del santuario que iban de aquí a allá dando órdenes como si fuesen la gran cosa.

Grulla –Exclamo sin tomar la mano que pendía en su dirección, cruzándose de brazos mientras y dejando caer parcialmente el peso de su cuerpo sobre su costado izquierdo. –Sera mejor que te apresures –Exclamo después de un breve instante deshaciendo el camino hecho, de vuelta a la capilla. Un par de curiosos que contemplaban en la lejanía el espectáculo de los dos tan contrarios seres se giraron abruptamente y tropezando entraron a su oficina cerrando la puerta con fuerza y acelero.

Grulla ingreso nuevamente en aquel inusual lugar, solo para encontrarse de lleno con la escena del negro disfrazado introduciendo violentamente su mano en la boca de ballena. Se detuvo y aparto la mirada, sin acercarse a la mesa, no deseando contagiarse de nada asqueroso escucharía lo que tenían que decirle lo más lejos de aquel amasijo de imbéciles payasos y lo más cerca de la puerta. Cruzándose de brazos se recargo contra la pared esperando que Tauro comenzara con la exposición de la situación. Aun no confiaba en el, y quizás nunca lo haría, pero sabía muy bien que no le convenía ir contra un doradito empecinado.
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Mensaje por Invitado Jue Nov 16, 2017 6:53 pm

Diana apenas había logrado calmarse, cuando de pronto su boca fue invadida por dos gordas y negras salchichas. En otro contexto eso no le molestaria en lo absoluto, pero viendo que se trataba del Pedopriest y que sus anchos dedos estaban bañados en desinfectante, Diana reaccionó sencillamente de forma natural: Mordió con toda su fuerza.

Tan pronto como su moreno maestro logró liberar sus dedos de su boca, Diana llevó sus manos a su lengua intentando quitarse el horrendo sabor que estaba plagando su boca. - ¡Puaj! ¡Puaj! ¡Puaj! ¡AfroPedoBear de mierda! ¿Sabes lo asqueroso que sabe esa cosa? Aish, ¡se me va a dormir la lengua, y todo va a ser por tu culpa sacerdote de segunda! - Diana de nuevo estaba por tomar su venganza de forma violenta cuando su versión no sancionada y de muy mala calidad cruzó de nuevo la puerta.

- Vaya, Vaya, que paso grulla, ¿ al final decidiste formar parte de la orgía? - Diano sonrió mientras observaba a la otra Amazona, esperando su reaccion Al parecer el negrito es bueno convenciendo si pudo traer de vuelta a la cara de pedo.

Diana dio un salto veloz, levantándose para tomar un lugar opuesto al Dorado, y de paso para tomar suficiente distancia del Pedopriest. - Bueno Sr. Toro de Oro, ya nos tienes aquí. Dos jóvenes y pálidas rubias para tu satisfacción. ¿De que se trata todo esto?  Y apurate antes que la negrura andantes nos vuelva interrumpir con sus sermones sobre la conducta propia de una damisela. - Diana se cruzó de brazos. Era hora de hablar de negocios.
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Mensaje por Invitado Jue Nov 16, 2017 7:18 pm

Grulla era poco receptiva, y con esa definición era generoso. Aunque, si lo pensaba a detalle, no era tan raro en ese sitio. Al menos agradecía que aceptara regresar a la capilla.

Una vez dentro, vio a la otra rubia saltar, alejándose de Mercym.

—Señor Belt ¿puede darnos espacio?— inquirió Stan, permaneciendo de pie. Dada la educación impartida por su papá, sería bastante descortés sentarse - incluso si la recién llegada estaba de malas. Levantándose. Mercym asintió; dando pasos medidos se dirigió a la puerta, el sonido de los tacones haciendo clic clac hasta que cerró las puertas dobles. —Bien, ya podemos empezar.—

Allí comenzaba su primera tarea administrativa, estuviera listo o no.

—Bueno, como dije, soy a quien asignaron para tratar la organización interna de las adyacencias al Santuario. Dado que apenas me ascendieron, necesité un poco de ayuda del departamento.— lo que quería decir que leyó los expedientes de ambas en el entretiempo tomado de la llamada de Mercym y la llegada de ambas hasta el edificio. Lo que quería decir que...sabia la infamia que ambas tenían. Múltiples denuncias, múltiples órdenes, problemas y una larga lista más que ni pudo terminar, en ambos casos de hecho. Quizá las dejaran allí solo para que los alumnos de las academias en Francia no tuvieran que tratarlas. En cualquier caso... —Así que aquí tengo las sugerencias del departamento para sus cronogramas. Sugieren...eh, darles dos grupos y que los entrenen para ver si pueden conseguir apostar al menos dos nuevos santos de bronce.— informó, mirando a cada una por vez. —Aunque creo que los tiempos son exagerados. Dieciocho horas por día, cada uno de los siete de la semana.—

Aún parado apoyó los brazos en el espaldar de su silla, rascándose la barbilla.

—Eso ya se los dije, claro. Por esto me dejaron decidir si bajar las horas y el número de alumnos asignados. Para esto fue que me dieron los expedientes...aunque prefería verlas cara a cara porque, bueno, los expedientes pueden ser engañosos ¿verdad?— quizá estaba divagando de más. Solo por como iba, capaz Grulla lo tomaba como un pusilánime que intentaba aparecer agradable. Por eso aplaudió para entrelazar los dedos. —Para ponerlo simple, Cetus y Grulla— como Santas, era mejor no añadir el "señoritas" que pensó. —quiero oír sus sugerencias. Decir "no quiero un grupo" o similares no cuentan. Ya saben como son aquí: siempre pueden ser peores.— comentó, levantando ambas cejas. —¿Jornadas de cinco días, sábados medio día y domingo libre, quizá?— ofreció, muy al vuelo.
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