Tea time in the Palladion [Sasha]

Recuerdo del primer mensaje :


La hora del almuerzo había llegado, y como tal había hecho lo usual: Había escuchado las varias peticiones de varias compañeras de comer con ellas, había sonreído y lo más cortesmente que había podido se había declinado de mostrar interés a alguna sobre la otra. Humildemente, había pedido las disculpas de todas, y manteniendo sus modales había explicado que había hecho planes con anticipación, pero con gusto estaría dispuesta a pasar tiempo con ellas en algún otro momento. Aquello lo decía con sinceridad, y acomodaria los siguientes días de tal manera que pudiese complacerlas a todas, pero aquel día era suyo, y no haria una excepcion por nadie.

Lentamente abrio la puerta de la habitación deshabitada. Hasta el momento nadie más había venido a reclamar el espacio, pero ella estaba muy consciente de que era un evento que podría darse a suceder en cualquier momento, y lo que menos quería era ser interrumpida en esa ocasión. Para su fortuna, el secreto de aquel lugar seguía siendo enteramente suyo, al menos en las ocasiones en las que ella visitaba su pequeño santuario.

El aposento en si no era nada sorprendente ni excepcional. Las mismas dimensiones, colores, y texturas de los varios salones en el Palladion eran encontradas en ese lugar. Las diferencias más notorias eran las cosas que faltaban: No había los varios pupitres de los estudiantes, ni el escritorio desde donde los profesores instruian a los alumnos. Simplemente era un cuarto vacío, con la simple excepción de una mesa contra la ventana, y una tetera eléctrica.

Con un suave suspiro satisfactorio, se introdujo a aquel minimalista lugar, no sin antes cerrar la puerta con delicadeza, evitando que esta hiciese ruido alguno. Siempre hubiese preferido hacer su té a fuego lento, pero debido a que era imposible que la administración permitiese tal riesgo en las instalaciones, no lo había siquiera solicitado. Al final estaba bien, había hecho varios sacrificios para estar allí, y el beber de te de una fuente eléctrica no era en verdad parte de ellos.

Fácilmente pudo notar que su acompañante deseaba el mostrarse interesante ante sus ojos. Debía de admitir que entre todos aquellos que habían intentado utilizar aquella táctica con ella, el caballero con el cual estaba compartiendo el té era realmente creíble. Tanto que no podía evitar sentir empatía por la frustración que decía tener ante la situación en la que se había encontrado al llegar al Palladion. Aunque quizás aquello se debía a la atracción que estaba sintiendo por el recientemente conocido.

- Lamento realmente el escuchar que no ha encontrado más que puertas cerradas en este lugar. Palladion se mueve a su ritmo, y suele ser un lugar secretivo por naturaleza, más contando con suficiente paciencia se es capaz de resolver sus misterios. - El sentimiento de querer consolar al hombre frente a ella, de poner sus manos sobre las suyas y asegurarle que todo resultaria bien al final, era fuerte en su interior. En vez de eso, había suavizado su rostro un poco, levantando su taza a su boca y dándole un momento para decidir cómo proceder.

-Tengo la seguridad de que eventualmente encontrará sus respuestas Monsieur Ivanov. No desanime aún - Nuevamente volvió a empujar toda emocion que sentia hacia el fondo de su ser, controlando cualquier impulso, y manteniendo su dignidad intacta. Su rostro se asentó en una simple sonrisa, una que mostraba cortesía más no invitaba más de esto.

No estaba segura cuanto debía de creer de lo que había sido dicho por el caballero frente a ella. La verdad era que realmente sentía que estaba intentando mostrarse interesante, una táctica que sin lugar a dudas le había sido de gran ayuda al juntarle con su cara angelical, - Al contrario, el té suele ser de gran ayuda para calmar los sentimientos melancólicos, y ayuda a traer paz al alma. Por lo cual no tengo problemas en compartirlo con aquellos que necesitan calmar sus mentes. -

De alguna manera aquella mujer se resistía a sus encantos. Si era sincero consigo mismo era un agradable cambio de aires el no tener que soportar la atención extra que generaba comúnmente el despliegue de su habilidad. Sin embargo, el hecho de que la desconocida se repitiese de una manera tan elegante era por demás… singular. Quizás se trataba de un capricho o el mero hecho de haberse acostumbrado a ser el punto de atención de cualquier lugar, pero aquella capacidad de la mujer para pelear con su influencia era algo incomoda.


-Es usted realmente amable mademoiselle Danton, cuan tranquilo y reconfortado me hace sentir el escuchar semejantes palabras de usted. Han sido unos días realmente largos los que he vivido en este lugar. -Dicho esto, el joven elevó la tasa a sus labios dando un pequeño trago a la deliciosa bebida. Sonrió suavemente haciendo un leve asentimiento con su cabeza. -Ciertamente delicioso. Aunque, sí permite mi atrevimiento, seguramente no lo sería tanto sin la compañía de una dama tan encantadora como usted. -Declaro con una leve inclinación de rostro en dirección de la dama de gran belleza.

-Deberá disculpar mis rústicos modales, he pasado gran parte de mi vida en el Santuario. Si bien, nunca he vivido una situación difícil en aquel lugar, no es el mas elegante ni cortes que uno se pueda encontrar. Debo admitir que el estilo de vida del aspirante a caballero en esta institución es completamente diferente. -Declaro con fingido asombro y entusiasmo, tornando nuevamente su mirada hacia la ventana abarcando en la lejanía las instalaciones de aquel lugar. -Todo ocupa el lugar que le corresponde y parece funcionar de una manera casi hipnótica. Admito que me he sentido abrumado por tanta perfección y, a mi pesar, perdido entre las enormes instalaciones con las que consta. Prueba de ello ha sido mi llegada a este lugar. Que si al ser inesperada, no ha resultado en nada desagradable. -Culminó con su sonrisa más encantadora.

Tal parecía que el caballero frente a ella comenzaba a tomar la ofensiva. Honestamente estaba siendo algo dura con el educado joven con quien estaba compartiendo el té, pero el resto de sus manierismos le hacían dudar que tal beneficio a dudar de sus intenciones fuese necesario. Aun asi, habia sido solamente un cumplido, aunque uno que se enfocaba en sus cualidades físicas.

- Me halaga grandemente Monsieur Ivanov, aunque he de admitir que encuentro tal declaración un poco exagerada. Aun así es muy cortés de su parte el expresarla. - Sus manos llevaron nuevamente el aun cálido te a sus labios, mientras ella aprovechaba para ignorar los sentimientos que habían surgido al momento en que había escuchado el cumplido por parte del desconocido. El rubor había regresado a sus mejillas, mas lo habia controlado lo suficiente para que apareciese al momento en que el líquido en su taza comenzaba a caer por su garganta.

- Y es verdad lo que dice, la vida en Palladium ciertamente suele seguir una rutina, como si este lugar tuviera su propio latido y todos, tanto los estudiantes como la facultad, danzaramos a su ritmo. - Mantuvo su rostro sereno, observando sus reacciones, para intentar reasegurar sus dudas con una simple sonrisa, - Si lo desea podría ofrecerle un tour de las instalaciones, para que pueda acostumbrarse al lugar. Seria un placer ayudarlo a sentirse parte de la academia. -

No se escapo a la mirada del caballero el leve cambio en la fisonomia de la dama ante aquel ligero halago que galantemente le dio. Su coraza no era tan impenetrable como ella lo hubiese deseado. Sin embargo, mantuvo su atencion en otro punto para no incomodarle, sabia bien que las amazonas eran celosas con sus emociones.

No deseaba disgustarle o hacerle sentir incomoda, hasta cierto punto estaba disfrutando de su compañía. De vez en cuando era agradable el encontrarse con personas que no deseasen simplemente linsonjearle o declararle su amor perpetuo. Quizas la compañia de aquella mujer era una de esas cosas que valía la pena conservar.

-Oh, ciertamente eso seria maravilloso. No tiene idea señorita de lo mucho que me servirian sus conocimientos de este lugar. Mas por el deseo de no incomodar a mas personas con mi torpeza que por el cuidado de mi amor propio. -Comento con una leve sonrisa para despues dar un nuevo trago a su taza de te. Ya el contenido habia tomado una temperatura mas gentil y se encontraba cercano a llegar a su fin. Con suavidad coloco el utensilio sobre la mesa cruzando sus largos y delgados dedos sobre la mesa.

-Ante todo, mademoiselle Dalton, dejeme agradecerle por el despliegue de cortesia que me ha mostrado. Sus palabras y su amable compañia han sido suficiente para liberarme del pesado yugo que el dia de hoy me sofocaba. Y claro, tenia razon, su te ha sido suficiente para sosegar la aciaga melancolia que me aqueja de cuando en cuando. Permitame ofrecerle mi amistad desinteresada y sepa que puede contar conmigo si alguna vez visita el Santuario.

- Nuevamente me halaga con sus palabras Monsieur Ivanov, y he de admitir me siento algo apenada por mi soberbia en este caso, más me jacto de mis habilidades con el te. El escuchar que le ha sido de completo agrado y ha logrado en tranquilizar aunque sea un poco su mente en turbulencia satisface mi necesidad de reconocimiento. Espero sea capaz de perdonar mi mal atributo. - Estaba hablando con más sinceridad de lo que hubiese deseado. Aquello era en verdad desconcertante, y en reacción había comenzado a empujar más pensamientos y emociones hasta su interior, dejando que su entrenamiento en cortesía tomará completo control de sus movimientos y sus acciones.

Terminó su taza de té y la colocó sobre el platillo, manteniendo su postura y observando, más no detenidamente al inesperado invitado. La pregunta que mantenía en su interior, y que por alguna razón no había sido capaz de desaparecer de su mente por completo palpitaba fuertemente en su mente. Que había sido exactamente que esté completo extraño había terminado provocando tan fuertes sensaciones en su ser? Si, era verdad que el caballero enfrente de ella tenía facciones apuestas, inclusive se les podría denominar bellas al punto de que varias mujeres sentirían envidia al ver tales rasgos delicados. Pero, era eso todo? Debía de serlo, la sensación había aparecido casi instantáneamente cuando le había observado atravesar la puerta. Suspiraria de ser posible, pues jamás se consideró esa clase de persona. Suponía que al final era naturaleza humana.

- No se preocupe, se muy bien lo que es ser alguien nuevo en este lugar. Con el tiempo ese sentimiento va desapareciendo, pero no esta de mas el conocer el plano del lugar. De esta manera uno evita confundirse y terminar perdido en el lado contrario del destino principal - Se permitió ofrecerle una leve más calidad sonrisa a su acompañante, mientras se levantaba de la mesa. - Nos marchamos? -