Bull does BBQ

Al terminar el entrenamiento y descansar sentado en el suelo, Stan se fue directo a su departamento, tirándose en la cama para caer dormido como un ladrillo por el resto de la tarde. Despertándose se bañó y luego volvió a la cama.

Unos cuantos días pasaron. Por vicisitudes de la vida volvió a hablar con el jefe de policía de Rodorio (y su escuadrón de hombres en segways), provocando que al final, planearan juntos una barbacoa. Invitando a gente del Santuario también, ambos se repartieron las funciones: el jefe buscaría el sitio y él haría la comida.

Por curiosidades de la vida, Diana aceptó asistir, su grupo de bronces cargando las parrillas, rejillas y proteína desbocada que fueron requeridas. Y claro, sillas, cavas y quien sabía que más cosa.

—No te salió tan mal tener ese grupo de entrenamiento ¿no?— dijo Stan apoyado en una columna del kiosco rural de la explanada donde fue la barbacoa, mirando como Cetus...no, Diana, se ocupaba de dirigir a la cuadrilla de aprendices de Santos. Unos colocaban las carnes, otros ajustaban varas de metal y otro, algo más tonto, intentaba apagar una fogata que inició mediante el cosmos. —No me habría esperado que todo esto acabara así.— comentó, volteando una docena de filetes que se cocían en una rejilla descomunal. Y todavía faltaba bastante proteína por cocer todavía.

—¡Esto esta saliendo a pedir de boca Stan!— dijo el jefe de policía, acercándose a ambos encima de...sí, un segway. —Uoh. Buenas tardes señorita Diana. Tiempo sin verla por la taberna.— saludó él, ajustándose la gorra de servicio. Aunque en realidad, ninguno de ellos estaba en servicio - ni como policías, ni como Santos.

—Eso parece.— corroboró Stan, echando más carne al fuego. Olía de-li-cio-sa.

Diana arreglo bien los toppers recien comprados dentro de la gigantesca bolsa de playa que había llevado al encuentro social. Dicha bolsa había sido llevada con la excusa de traer en ella platos desechables, vasos, y demás tipo de cubiertos desechables. Su verdadera función, era el esconder los contenedores los cuales Diana pensaba llenar de carne hasta el tope y llevarlos a casa. Asi Diana podria comer comida de verdad por un tiempo suficiente y de paso gratis.

Días despues del entrenamiento, Diana se encontraba teniendo que reabastecerse de víveres, por lo cual hizo su viaje semanal al mercado de Rodorio. Escogiendo que comida enlatada, deshidratada, o congelada llevaría de regreso a casa, descubrió al Toro de Oro eligiendo una gran cantidad de carne, tanta que a pesar de la dieta establecida por el susodicho era realmente demasiada para el solo. Algo en verdad exagerado. “ Mejor compra las vacas enteras...creo que te saldria mas barato” Diana recordó pensar, pero aun asi fue a saludar al santo de Oro. De alli, el propósito de dicha cantidad tremenda de carne, la invitación a su persona, el deseo de ayuda por cargar todo, y el hecho de que Diana tenia una junta de equipo que hacer pronto y la oportunidad de matar dos pajaros de un solo tiro llevaron a Diana y a sus alumnos al desenlace actual.

- Tengo que admitir que realmente son muy buenas mulas, y estan lo suficientemente entrenados para venir al momento en que les hablo...aunque el hecho de pasar la tarde con un santo de Oro probablemente tiene que ver algo tambien. - Diana se encogio de hombros, dejando fuera que capaz sus alumnos habian terminado yendo por la misma razon que ella: comida gratis. Bueno comida gratis y la promesa de una velada entretenida. Había admitido antes, el Toro de Oro había dejado de desagradarle...tanto, y conocía casi a  todos los “oficiales” del pueblo de Rodorio. A algunos inclusive los conocía muy intimamente. De hecho aun se sentia mal por lo del pobre Petros, quien agradecia no se encontraba entre los presentes. De alli aprendio a dejar claro que todo encuentro con ella era casual, y que aunque pudiese repetirse no era indicio de querer algo mas “real”.


Diana tuvo que suprimir la risa que aun le daba al ver al “Jefe de Jefes” de la estacion de policia en esa ridicula mas sinceramente entretenida maquina. La primera vez que se lo habian mostrado Diana termino revolcándose de risa lo cual hizo que los oficiales la “obligarán” a subirse en uno. Segundos después Diana estaba paseando por los alrededores en una maquina cuya velocidad máxima la hacia algo peligrosa para sus conductores pero que apenas y se acercaba a la de un “Power Wheels” de un infante...y estaba completamente divertida.

Aun asi, Diana no dejaba de pensar que esas cosas eran demasiado ridículas, y que seguian moviendose con ellas las hacía aún mas. - Le podria decir lo mismo señor oficial, capaz esta yendose mas temprano. La vejez nos pega fuerte a todos. - Diana rio levemente, tomando ese tono medio burlón con el hombre a quien conocía bien, mas no tan bien como a muchos de sus subordinados. - Y me gustaria tomar el momento para decirle que ha sido un placer entrenar a su sobrino, y que me enorgullece pero… - Diana volteo al joven portador de la armadura de Volans, quien seguia fallando en ser capaz de apagar el incendio que había comenzado con su cosmos, - Creo que ahora no es el mejor momento para eso. -