Reviviendo Memorias [Yusei]

Era una tarde pacífica, nada inusual. El cielo, parcialmente cubierto, reflejaba un sol que brillaba intermitente puesto que algunas nubes lo cubrían de vez en cuando. El clima, de momento, no se veía muy amenazante, pero algunas personas andaban con cuidado. Aquella zona del pueblo era un lugar bastante concurrido, gente iba y venía sumidos en sus propios asuntos.

Atem, por su parte, estaba sentado frente a una mesa redonda a la intemperie leyendo un pequeño libro mientras esperaba su pedido. Puesto que le agradaba la paz, pero estar encerrado todo el día en casa no era lo suyo, solía acudir a ese bar en particular para beber algo mientras disfrutaba de una buena lectura al aire libre. Era una costumbre que había adoptado y lo hacía con mucha frecuencia. Además le servía para despejarse.

Tras unos minutos de espera que para el joven egipcio, que estaba concentrado en la lectura, pasaron rápido, alzó la vista cuando la mesera se acercó a su puesto con un bandeja en mano.

—Aquí tiene, joven. Que lo disfrute. —Con delicadeza la mujer colocó frente a él una taza humeante y un pequeño plato con galletas.

—Muchas gracias. —Le respondió Atem con una agraciada y contagiosa sonrisa de esas que eran muy típicas de él cuando estaba de buen humor.

La muchacha, tras una sutil reverencia, se retiró al interior del local. Y el chico, dejando a un lado el libro que había estado leyendo, se concentró en su recién llegado pedido que olía delicioso y definitivamente no podía ser desperdiciado.

Era un día perfecto para pasear en motocicleta. Yusei pensó que era una buena oportunidad para escapar de las preocupaciones, invitando a su mejor amigo Kalin a recorrer la carretera. Había escuchado de un pueblo llamado Rodorio que se encontraba escondido entre las montañas. No sabía si era real, ya que solamente aparecía en algunos mapas antiguos, en internet ni siquiera aparecía su ubicación. Kalin le confirmó que el pueblo sí existía, pero que nunca había entrado en él. Decidieron utilizar ese día para conocer el pequeño Rodorio, esperando encontrar algo interesante o al menos un lugar tranquilo para pasar el rato. Todo iba bien hasta que el motor de la motocicleta de Yusei dejó de funcionar. El pelinegro intentó repararlo pero fue inútil, necesitaban uno nuevo. Llamó a una grúa por teléfono y le sugirió a Kalin que podían caminar hasta Rodorio. El chico de cabello blanco parecía no estar muy de acuerdo con esa idea, pensando que el camino de regreso sería complicado para ambos. Kalin decidió marcharse junto al hombre de la grúa, aunque se retractó cuando Yusei continuó firme con su idea de visitar Rodorio. Kalin supo que no podía dejar a su amigo solo en ese lugar en medio de la nada.

Ambos caminaron por las calles empedradas de Rodorio, deteniéndose frente a un bar. -Tengo sed- dijo Kalin, posando su mirada sobre el joven con el libro.-Oye, cabeza de estrella de mar, ¿el café es bueno aquí?- preguntó el peliblanco. Yusei le pegó con el codo en las costillas.-Deberías ser más amable con los desconocidos- murmuró el joven, ofreciéndole una sonrisa al chico de piel tostada antes de entrar en el bar junto a Kalin.

-Relájate Yusei, solamente estaba jugando. Estoy seguro de que todos deben hacer comentarios sobre su extraño peinado- dijo el albino, tomando a una de las meseras por el brazo para pedir su orden. Pidió una taza de café para él, un jugo para Yusei y algunas galletas para picar mientras pensaban en los lugares que podían visitar, algo que parecía ser un problema, ya que en Rodorio no había folletos hablando de las principales atracciones turísticas.

-¿Por qué no le preguntamos a ese chico de afuera? Oye, tú- Kalin levantó su mano, intentando llamar la atención del chico con cabeza de estrella de mar. -Yo y mi amigo somos visitantes y queremos dar un paseo, pero no sabemos a dónde ir, me preguntaba si tú....- Yusei calló a Kalin antes de que la situación se volviera más incómoda. Todas las personas en el bar los estaban mirando y ni siquiera se molestaban en disimular.

El egipcio dejó la taza en la mesa y alzó la vista cuando el comentario descortés de un hombre de cabellos pálidos irrumpió la paz en que estaba sumido.

—Ahm... —balbuceó sin saber qué decir al respecto. Le hubiera gustado exigirle algo de respeto, pero la voz de su acompañante le interrumpió.

Atem enfocó la vista en el chico de mirada azul y su expresión cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tragó saliva nervioso y un inesperado rubor coloreó su rostro cuando vio esa sonrisa. O más bien, las imágenes que llegaron a su mente con ella.

De pronto sintió que le faltaba el aliento y tuvo que emplear toda su fuerza de voluntad para disimularlo. Esa sonrisa. Esa mirada. Era él, con quien había soñado tantas veces y anhelado encontrar a su lado al despertar. El mero pensamiento lo hizo sentirse aún más avergonzado. No había visto a ese hombre jamás en su vida y ya estaba pensándolo de una forma que no debía. Pero no podía evitarlo, lo sentía demasiado familiar. Se preguntaba si sólo eran ideas suyas, pero si era así, ¿por qué se sentía tan real? Hasta incluso podía decir que lo extrañaba. Era una sensación insólita que nunca había experimentado.

Agradeció a los dioses que ambos se retiraran para que así pudiera tranquilizarse. Siguió con la vista el chico de cabello negro por un instante mientras no estaba mirándolo, para después volver a lo suyo, todavía pensativo, aún confuso. No obstante, la voz del escandaloso acompañante de aquel joven pronto se oyó nuevamente dirigiéndose a él y a su vez atrayendo todas las miradas. Atem se sintió incómodo, pero decidió que debía guardar la compostura. Sólo se le ocurrió una cosa para zafarse de la situación.

—¿Les gustaría acompañarme? Hay suficiente espacio para los tres —dijo de forma discreta dándole un par de sutiles palmadas a la mesa. Aquello sirvió para distender el ambiente, pronto los curiosos volvieron a sus asuntos—. Mi nombre es Atem, por cierto. ¿Vienen de muy lejos? Si se lo preguntaban, yo soy de aquí, llevo algunos años viviendo en este lugar. Puedo enseñarles el pueblo si lo desean, no es un sitio demasiado lujoso, pero hay lugares interesantes para visitar —sonriendo suavemente, sin darse cuenta se había distraído en la mirada del moreno demasiado tiempo, como si aquella invitación fuese especialmente para él.

-Vaya, parece que es nuestro día de suerte- Dijo Kalin, sonriendo de forma pícara mientras picaba la mejilla del chico de cabellos negros. Le encantaba molestar a Yusei para ver sus reacciones, aunque en esa ocasión su amigo parecía estar más distraído revisando un pequeño cuaderno de anotaciones, dándole poca importancia a Kalin o al chico que había aparecido para ofrecerles su ayuda.-Me parece bien... .- contestó secamente, absorto,  ignorando que el chico de los ojos violetas no dejaba de mirarlo.

-Oh, disculpa a mi amigo. Él siempre tiene cara de estar perdido en su propio mundo, pero ha escuchado tu gentil ofrecimiento. Mi nombre es Kalin y él se llama Yusei. Nos encanta conocerte.- dijo, picando el pecho del joven de piel tostada.-Pero qué te parece, alguien hace mucho ejercicio. Tu cuerpo debe verse muy lindo bajo esas ropas- para el albino no había pasado desapercibido el tono muscular de ese chico llamado Atem.-Atem, no suena como un nombre griego. Ya sabes, esperaba conocer típicos chicos de pueblo- comentó de manera algo grosera, como si le decepcionara el aspecto de Atem al no cumplir su expectativa de un hombre con aspecto de dios griego.

Yusei frunció el ceño, fulminando a su compañero con la mirada.-Al menos puedo ser discreto. Mi amigo es muy sincero. Dice lo que piensa sin pensar en herir sensibilidades- Yusei contempló el rostro de Atem, teniendo la sensación de que había algo familiar en sus ojos, como si ya lo hubiese conocido antes.

La mesera interrumpió los pensamientos de Yusei, dejando la taza de café, el jugo y las galletas ordenadas por Kalin.-Deberías ser un poco más amable con Atem. No está obligado a acompañarnos- el chico de cabello negro tomó una galleta y la mordió, acercando el plato a Atem con su mano libre para que él también comiera una.

-Pero Yusei, yo sólo quería hacerle un favor a nuestro nuevo amigo Atem. No ha dejado de mirarte con esos ojos de enamorado desde que te vio- el comentario de Kalin hizo que Yusei se atragantara con la galleta, bebiendo rápidamente de su jugo. Golpeó a Kalin en el hombro sin decir una palabra, molesto por lo sucedido.-Ya ya hombre, no es para tanto- dijo el albino con una sonrisa bribona, frotándose el lugar en el que había sido golpeado por su amigo.

—¿Es un cumplido? —preguntó vacilante el moreno al comentario atrevido del albino, no estaba seguro si hablaba enserio o sólo intentaba molestarlo—. Supongo que... gracias.

El egipcio trataba de sobrellevar la situación, pero sus gestos inconscientes hacían ver que se sentía un tanto incómodo. Atem lo había notado; el chico de ojos azules estaba tan enfocado en sus propios asuntos que no se había percatado de su interés. En cambio, era su amigo quien se dirigía a él con demasiada confianza, quizás más de la que a Atem le hubiera gustado.

—Bueno, es que en realidad no soy originario de Grecia. Vengo de Egipto, pero me he mudado aquí hace algunos años por asuntos personales —Tampoco era un chico de pueblo. Toda su vida había vivido en la ciudad, entre lujos y comodidades. Le había costado acostumbrarse a la vida rural de Rodorio e incluso podía decirse que aún conservaba ciertas costumbres de su estancia en su país natal. De hecho, estaba allí porque no tenía otro lugar a donde ir, y no deseaba volver a Egipto con su padre—. Aún así les aseguro que conozco este sitio tan bien como cualquiera de sus habitantes.

Atem no pudo evitar sonreír encantado cuando el chico de ojos azules le ofreció el plato, y extendió la mano para tomar una galleta. Yusei se había percatado del comportamiento inapropiado de su amigo y lo reprendía por eso, pero Kalin parecía estar disfrutando hacerle sentirse incómodo puesto que no se detuvo. El siguiente comentario hizo que los colores volvieran a invadir el rostro del egipcio.

—N-No... No es lo que crees —se apresuró a decir Atem ante la reacción de Yusei por el comentario. Después miró al moreno—. Lo lamento si ha dado esa impresión, es sólo que me pareció haberte visto en alguna otra parte y no dejaba de pensar que quizás nos conocemos de antes. —mintió en un intento por salir del apuro pero era evidente que se había puesto nervioso.

Bajó la vista avergonzado. Podía intentar engañar a los demás pero no a sí mismo, la verdad era que moría por besar esos labios y revivir los recuerdos borrosos que albergaba en su mente, pero no quería espantar al chico al mostrarse tan interesado cuando él no parecía sentir lo mismo. Kalin lo estaba haciendo más difícil.

Volvió a levantar la cabeza, perdiéndose en la mirada de Yusei como si quisiera decirle algo más. Pensaba en arrepentirse de lo que había dicho y confesar la verdad, pero no se atrevió. Era muy pronto y Atem solía tomarse su tiempo para esas cosas. Además, no estaba seguro de si el chico de ojos azules lo consideraba siquiera alguien interesante.

—Lo siento —le habló finalmente, disculpándose pero sin estar seguro de por qué, con un tono de voz más calmo, bajando el rostro una vez más. Tal vez Kalin sólo estuviera bromeando, pero Atem era consciente de que sí había estado viendo a Yusei de esa forma, y creyó que el albino lo había notado—, no quisiera que pensaras mal de mi. —Esperaba no haberlo arruinado, no quería perder la oportunidad de acercarse a Yusei—. ¿Todavía les interesa que los acompañe?

Yusei de recuperó un poco después del incidente vergonzoso. Las insinuaciones de Kalin sobre el comportamiento de Atem. Él chico de cabello negro no sabía diferenciar las simples miradas de miradas de enamorado, pero Kalin era muy perceptivo en esos asuntos, por lo que acostumbraba confiar en él para esa clase de situaciones. Por su mente pasó que podía tratarse de otra broma de mal gusto cortesía de su amigo para hacerles pasar un mal rato. A veces odiaba su sentido del humor retorcido.- Ignora a Kalin de ahora en adelante, por favor-dijo Yusei tras dejar su asiento, saliendo del bar con cara de pocos amigos por el mal rato que le hizo pasar su amigo.

-Qué carácter. Sólo fue una broma, no tienen que tomárselo tan en serio. Par de aburridos- Kalin salió detrás de Yusei, no sin antes pagarle a una de las camareras. -Entonces, ¿qué es lo primero que debemos visitar?- preguntó Yusei a su guía turístico improvisado, esperando que visitar algún lugar concurrido los hiciera olvidarse de la experiencia bochornosa en el bar.

Lo cierto era que a Yusei no le desagradaba Atem, pensando que era un chico con un rostro atractivo, pero él no estaba interesado en un romance con un hombre que acababa de conocer. Él no creía en esas cosas del amor a primera vista, pensando que sólo era algo que las personas decían para conseguir encuentros casuales con otros desesperados.

-Yusei, recuerda ser amable- dijo Kalin, repitiendo con tono bromista lo mismo que Yusei le había dicho cuando él se burló del peinado extraño del egipcio. El pelinegro se mostró apenado porque Kalin tenía toda la razón; no estaba comportándose amablemente al pedir las cosas de esa forma confianzuda.

-¿Y cómo es egipto Atem? ¿Hay momias que te persiguen durante las noche en el desierto? Eso explicaría por qué tienes esos músculos, como el cazador de zombies. ¿Recuerdas esa película Yusei?- le preguntó al pelinegro, quien hizo un intento por recordar de lo que estaba hablándole. Dio un golpecito en la palma de su mano con el puño cerrado al recordar al personaje del que estaba hablando.-La recuerdo, pero Atem no se parece en nada a él. Le faltan los músculos y la barba- Kalin rió, tomando a Atem por los hombros.-Lo siento Atem, no puedes ser el novio de Yusei. Él sueña con un hombre alto, músculoso y varonil como el cazador de zombies... Le gusta que lo dominen- el rostro de Yusei se puso colorado por lo que había dicho Kalin, quien además de ponerlo en una situación embarazosa con Atem también se había encargado de atraer las miradas hacia él otra vez al decir esa tontería en voz alta. Yusei pisó el pie de Kalin antes de apartarse de los dos.

El peliblanco frunció el entrecejo, pensando en que Yusei estaba más sensible de lo usual ese día.  

Tras dejar pasar unos segundos después de haber pagado a la mesera Atem suspiró, poniéndose en pie con su libro en mano. No estaba pasando un buen rato, pero tenía que soportarlo si lo que quería era recuperar a Yusei.

—Eso depende de qué es lo que les interese —le respondió al moreno que le preguntaba qué lugar debían visitar primero—. Puedo enseñarles la biblioteca si gustan, es uno de mis lugares favoritos. Es grande y hay una gran variedad de libros y temas de donde elegir —explicaba realmente interesado mientras caminaban por las calles pedregosas del pueblo. De hecho, uno de sus planes antes de toparse con los dos amigos era ir a la biblioteca para devolver ese libro que llevaba consigo. Sin embargo, sus acompañantes no parecían ser de los que disfrutaban la lectura tanto como él—. ¿Cuál es tu pasatiempos, Yusei? Luces más como la clase de chico que prefiere la acción, antes que los libros. En ese caso quizás te interese conocer las ruinas. O tal vez la plaza central. O la zona comercial del pueblo.

No dejaba de intentar acercarse al chico de ojos azules, pero Kalin no tardó en dirigirse de nuevo a él con su peculiar sentido del humor. Esta vez Atem no pudo evitar reír por el comentario sobre las momias.

—Pues, no todo es como muestran en las películas, aunque las pirámides sí son reales. —explicó con cierta gracia. Pero la diversión duró poco, fue hasta el siguiente comentario del moreno, del cual surgió otra broma de Kalin. No es que Atem pudiera pensar mal de Yusei por eso; lo conocía más de lo que él imaginaba. Sin embargo este igual se molestó, adelantándose y apartándose de ambos poco después de mostrar su molestia con el albino.  

—Sólo intento ser su amigo... —avergonzado, mintió otra vez para salir de aquella incómoda situación. Atem intentó mantener la compostura, tratando de ignorar las miradas sobre ellos y ocultando la amargura tras un gesto neutral. Empezaba a creer que Kalin tenía algo contra su persona, de otro modo no podía explicar ese comportamiento. Sin embargo, más le dolía la indiferencia de Yusei.  

—Tú que eres su amigo, debes conocerlo mejor que yo —aprovechando la distancia del chico de ojos azules comentó aquello cabizbajo con una expresión melancólica, recordando aquellos tiempos en que él lo conocía perfectamente bien. Pero Yusei ya no era el mismo, ni siquiera le permitía acercarse. Entonces pensó que quizás podía recurrir a su amigo, quien al parecer se había percatado ya de su interés—. ¿Qué puedo hacer para tener su atención? Es que... no parece sentirse muy cómodo.  

Kalin miró a Atem con una sonrisa algo perturbadora.-Tal vez es porque no le interesas para nada, pequeño Atem- dijo finalmente, tomando a Atem por el brazo y gritándole a Yusei para que lo escuchara.-Hey, tengo que hablar con Atem de algo en privado... procura no perderte- Yusei sólo respondió sin voltear a verlos, levantando su dedo pulgar para indicarles que captó el mensaje. Kalin arrastró a Atem a un callejón. -De acuerdo, ya puedes dejar de fingir. Sé que ya conocías a Yusei de antes, Atem de Libra- Kalin acorraló a Atem, bloqueando la salida con su cuerpo.

-Te tengo noticias: Yusei decidió olvidarte voluntariamente. Él ya no quería ser una carga para ti, así que utilizó su segunda oportunidad para cortar los lazos que los ataban a los dos- Kalin estaba mintiendo, por supuesto. Aunque Yusei no recordara a Atem, su alma lo había conducido hasta Rodorio y el mismo Kalin no pudo hacer nada para detenerlo. Ni siquiera averiando él mismo la motocicleta pudo hacer que Yusei desistiera de llegar a ese pueblucho. Era como si una brújula sobrenatural apuntara directamente a Atem.

-Pero estás de suerte, pequeño Atem, porque me resultas muy atractivo y no me molestaría sustituir a Yusei. ¿Qué dices? Yo soy mucho mejor.- en el momento de decir eso, Kalin tomó a Atem por las manos y quiso forzarlo para que lo besara.

Yusei decidió ir a buscar a Kalin y a Atem al callejón. Sabía que estaba teniendo una conversación privada, pero le preocupaba que Kalin terminara de asustar a ese pobre chico. Lo que vio le sorprendió mucho, actuando instintivamente. Tomó a Kalin por el hombro y lo arrojó al suelo, alejándolo de Atem. Corrió hacia el chico de piel morena.-¿Te encuentras bien? Lo siento de verdad. Le daré una paliza si te hizo sentir incómodo.- Kalin miró a Yusei desde el suelo, sacudiéndose la tierra de los hombros.-Calma Yusei, Atem estaba a punto de besarme, no lo obligué- Kalin sonrió, mirando nuevamente a Atem. Usando telepatía, Kalin le dio un mensaje a Atem.-Si dices una sola palabra para hacerme quedar mal, arruinaré tu intento de acercarte a Yusei- lo amenazó, convencido de que el chico de piel bronceada le seguiría el juego para no estropear su "misión" de reconquistar al amor de su otra vida.

—¿Qué es lo que pretendes? —cuestionó molesto el egipcio frente a la malintencionada contestación de Kalin, quien de pronto lo arrastró hacia un solitario callejón. Atem se vio obligado a retroceder hasta chocar contra una pared. Pese a que estaba acorralado no quiso mostrar debilidad, observaba al albino con una mirada de precaución: entrecejo arrugado y mirada firme. Permanecía a la defensiva; la proximidad de Kalin era alarmante, no estaba seguro si sólo intentaba intimidarlo o si efectivamente planeaba hacerle daño.

Desde el inicio Atem notó cierta hostilidad de parte del albino hacía su persona; entonces no entendía el por qué, pero todo hizo sentido después de sus amenazantes palabras. No cabía duda, por su actuar y sus gestos, que ese sujeto no tenía buenas intenciones.

—No es cierto, eso no puede ser verdad —replicó. Y de pronto el libro que llevaba consigo cayó cuando Kalin le aprisionó las manos, en ese momento supo cuáles eran sus intenciones pero era tarde para escaparse—. No… Suéltame… —El moreno se negó ante aquella “propuesta”. Ese sujeto no le causaba ningún sentimiento positivo, no quería nada con él y mucho menos que lo tocara de esa forma.

Intentó zafarse sin mucho éxito, y cuando creyó que no podría hacer nada para evitarlo, llegó su salvación. Alguien había apartado a Kalin de encima de él. Cuando Atem pudo reaccionar abrió los ojos y se encontró enfrente a Yusei, que le preguntaba si estaba bien. Por más que el albino, desde el suelo a unos metros, negara los hechos, el rostro del egipcio podía notarse conmocionado. En ese instante una imagen del pasado llegó a la mente de Atem. En sus “visiones”, Yusei solía ser muy sobreprotector y celoso con él, y lo defendía de esa clase de tratos, de personas como Kalin. Pero las cosas eran diferentes ahora. ¿Cómo iba a decirle que su amigo lo había atacado? Quizás ni siquiera le importara demasiado, después de todo él no era más que un extraño para el joven de cabello negro. Y claramente, al menos en su mente, la palabra de un amigo siempre iba a tener más valor que la de un extraño.

—Yo no… —Quiso negar al comentario de Kalin, pero la voz del albino en su mente lo detuvo con una cruel amenaza. Lo observó un momento, y la perturbadora sonrisa que vio en su rostro lo horrorizó. Era aterradora la forma en que parecía divertirle todo aquello mientras que él, Atem, no lo estaba pasando nada bien. ¿Qué debía hacer? Estaba atrapado, en una situación de la cual, de un modo u otro, saldría perdiendo.

Miró otra vez a Yusei y deseó poder abrazarlo, refugiarse en sus brazos y decirle todo lo que había en su mente como alguna vez —sentía— lo había hecho. Pero no podía, no quería asustarlo con un comportamiento inapropiado. De pronto sintió que sus ojos se humedecían y giró el rostro a un lado, cerrando con fuerza los párpados.

—…no necesito ayuda. Estoy bien. —Pero no era cierto. En verdad no estaba bien. Se escabulló de la mirada de Yusei para que este no notara la expresión penosa de su rostro y le dio la espalda. Después de un momento de silencio, agregó:—. Disculpa. Necesito un poco de aire, no me siento muy bien.

Se alejó del callejón a paso rápido, ignorando que había dejado su libro allí tirado. Necesitaba un respiro, precisaba relajarse un momento para componerse y pensar, y no creía que pudiera lograrlo estando frente a Yusei que le traía tantos recuerdos pero a la vez lo observaba con una mirada muy diferente a la que recordaba. Y menos aún con la presencia amenazante de Kalin, no deseaba que lo humillara frente al chico de ojos azules.

Llegó al final de la calle y giró en una esquina; refugiándose tras un muro de un local cerrado, reposó su espalda contra la pared y se llevó una mano a la cabeza que empezaba a doler por toda la presión de la situación. Era incapaz de detener las lágrimas que se deslizaban por su rostro. Todo había sido repentino y era demasiado para que pudiera soportarlo. Era difícil sobrellevar la situación sin desesperar cuando tenía recuerdos de una vida pasada que lo atormentaban más y más a cada momento, sentía amar a alguien que ni siquiera lo notaba, amarlo como si lo hubiese hecho desde siempre, como si hubiese pasado toda una vida a su lado… Y la única persona que lo sabía quería estropearlo; y no sólo eso, tenía intenciones para nada buenas con él.

«Relájate», se decía en sus pensamientos. «No es tan malo como parece». Trataba de darse ánimos pero sin mucho éxito. Mientras más lo intentaba más pensaba y más impaciente se sentía. ¿Qué debía hacer frente a esa situación?, se preguntaba una y otra vez.

Kalin fue a buscar a Atem después de que salió corriendo, pero fue detenido por Yusei.-Deberíamos separarnos un rato- dijo el joven de cabello negro, quien no sabía qué pensar después de ver a su amigo insinuarse de forma tan agresiva a un chico que apenas conocía. Comenzó a pensar que los dos no estaban siendo completamente honestos con él. Yusei recogió el libro que Atem dejó caer al suelo, abriéndolo por curiosidad. La expresión en el rostro de Yusei se modificó totalmente,pasando de la seriedad a la sorpresa al ver que no se trataba de cualquier clase de libro.

Kalin se alejó de Yusei con una sonrisa, como si ya no le interesara ese chico de piel morena. El albino desapareció en el interior de una taberna, dejando que su amigo continuara buscando solo.

-¿Un libro para adultos?- se preguntó Yusei, viendo lo que hacían los personajes en las ilustraciones del libro. Parecía una historia de amor subida de tono. Decidió cerrar el libro, pensando que debía entregárselo a Atem. Buscó al chico de piel bronceada por todas partes sin éxito hasta que pudo distinguir el peinado del joven egipcio. Yusei dudó en acercarse. Sostuvo el libro en sus manos, pensando en dejarlo en el suelo y huir, pero no quería que las cosas se quedaran así. Ese libro se convirtió en una excusa para acercarse.

-Atem, no quiero molestarte en tu momento de soledad pero, dejaste caer tu libro porno cuando huiste de nosotros. Te lo devuelvo- dijo el joven, aún sonrojado por lo que había visto.-Creí que sólo eran bromas de Kalin, pero ya veo que te gustan ese tipo de cosas... ¿Ya se conocían? Parece que ambos se sienten cómodos juntos- dijo Yusei al recordar lo que dijo Kalin sobre que Atem había consentido ese acercamiento físico aunque no lo pareciera. Desde los ojos de Yusei, Kalin había atacado a ese joven, pero Atem no lo había desmentido, suponiendo que en verdad le había dado permiso de besarlo.

-Atem... ¿Kalin y tu hacen las cosas del libro?- Preguntó curioso, señalando una imagen de dos jóvenes desnudos abrazados en una cama. Sabía que era una pregunta delicada, pero en su mente apareció la imagen de Atem y Kalin tocándose como lo hacían los dos chicos del libro, dejando a Yusei bastante.... ¿Excitado? El pelinegro comenzó a sudar, intentando disimular su nerviosismo dándole la espalda a Atem.