Reviviendo Memorias [Yusei]

Era una tarde pacífica, nada inusual. El cielo, parcialmente cubierto, reflejaba un sol que brillaba intermitente puesto que algunas nubes lo cubrían de vez en cuando. El clima, de momento, no se veía muy amenazante, pero algunas personas andaban con cuidado. Aquella zona del pueblo era un lugar bastante concurrido, gente iba y venía sumidos en sus propios asuntos.

Atem, por su parte, estaba sentado frente a una mesa redonda a la intemperie leyendo un pequeño libro mientras esperaba su pedido. Puesto que le agradaba la paz, pero estar encerrado todo el día en casa no era lo suyo, solía acudir a ese bar en particular para beber algo mientras disfrutaba de una buena lectura al aire libre. Era una costumbre que había adoptado y lo hacía con mucha frecuencia. Además le servía para despejarse.

Tras unos minutos de espera que para el joven egipcio, que estaba concentrado en la lectura, pasaron rápido, alzó la vista cuando la mesera se acercó a su puesto con un bandeja en mano.

—Aquí tiene, joven. Que lo disfrute. —Con delicadeza la mujer colocó frente a él una taza humeante y un pequeño plato con galletas.

—Muchas gracias. —Le respondió Atem con una agraciada y contagiosa sonrisa de esas que eran muy típicas de él cuando estaba de buen humor.

La muchacha, tras una sutil reverencia, se retiró al interior del local. Y el chico, dejando a un lado el libro que había estado leyendo, se concentró en su recién llegado pedido que olía delicioso y definitivamente no podía ser desperdiciado.

—Debería vestirme. —susurró Atem despacio. Contrario a sus palabras, el moreno hubiera deseado poder quedarse junto al chico de ojos azules un poco más. El cálido abrazo de su acompañante había logrado relajarlo a tal punto que estuvo cerca de quedarse dormido. Sin embargo, Yusei tenía razón: debía abrigarse si deseaba cuidar su salud.

El egipcio esperó hasta que el pelinegro se retirase de la habitación para salir de la cama. Sumido en sus pensamientos se sonrojó al pensar que había estado pretendiendo que Yusei actuase como si fueran una pareja. Caminó hasta el armario y buscó ropa, vistiéndose con una camisa de manga corta y unos pantalones oscuros. Sentado en la cama estuvo a punto de calzarse los zapatos cuando escuchó un grito desgarrador desde afuera del cuarto. Se detuvo y miró hacia la salida, fue entonces que notó aquel rastro de pétalos de rosa que formaban un camino a través de la puerta. Casi por instinto decidió seguir la pista. No sólo porque las coloridas hojas parecían querer indicarle algo, sino porque había percibido la desesperación en la voz de su invitado como rogando por ayuda.

—Yusei. ¿Qué sucede? —farfulló alarmado al llegar hasta el final del camino. Localizó al pelinegro refugiado en algún rincón de la sala, murmurando, entre lágrimas de angustia, palabras que el egipcio logró escuchar a medias. ¿Era consciente de lo que decía?, ¿o se trataba de otra visión? Estaba asustado, por decir lo menos. Atem se apresuró a su encuentro. Podía jurar que hasta incluso el aire a su alrededor se percibía diferente. No tardó en comprender la situación.

—Tranquilo, Yusei, estoy aquí. Todo está bien —dijo el moreno con voz suave, colocando ambas manos en los hombros del angustiado joven en un intento por hacerle reaccionar. Llevó cuidadosamente la diesta a una de las mejillas ajenas, acariciando aquella zona mientras que su mirada se perdía en esos hermosos ojos azules que tanto había añorado—. Mírame, sé que estás asustado. Comprendo cómo te sientes. Entiendo que debes estar confundido por todo lo que ha ocurrido, pero no permitas que la desesperación te abrume. No temas —con una sutil caricia le limpiaba las lágrimas del rostro—. Te aseguro que nada malo sucederá mientras permanezcas a mi lado. Yo no lo permitiré. Sé que acabamos de conocernos, pero te suplico que confíes en mí.

Hizo una pausa, deteniéndose a observar a Yusei, con una muy leve, casi imperceptible sonrisa, admirando cada detalle de su atractivo rostro. Se fijó en sus labios, deseándolos una vez más, y después volvió a sus ojos.

—Yo… puedo ayudarte a encontrar las respuestas a todas tus dudas. Si me lo permites, por supuesto. Creo que por alguna razón nos hemos encontrado, y nada de lo que ha estado sucediendo ha sido por mera casualidad. —dijo después. Esperaba que Yusei no creyera que intentaba engañarlo, que estaba loco o deliraba. Lo que deseaba era ayudarlo a recuperar las memorias de su vida pasada para que volvieran a estar juntos como antes.

Su corazón latía a un ritmo acelerado, como si quisiera explotar junto con su cerebro. Sus memorias estaban diluidas, desordenadas, como un rompecabezas: esferas de recuerdos que desfilaban frente a sus ojos. Pudo estabilizarse un poco, pero las palabras de su otro yo, la versión de Yusei que recordaba a Atem, brotaban de su boca de manera involuntaria, pero aún así se sentía triste y destruido por la culpabilidad. No le importó no tener control completo de su cuerpo en ese momento. Lo único que quería era despertar de esa pesadilla.

Los pétalos de rosa que aparecieron frente a él crearon un sendero carmesí que fue utilizado por Atem para llegar hasta él, a ese rincón que Yusei estaba utilizando para ocultarse y sostenerse para no caer más en esa locura. La presencia del otro joven hizo que la tormenta de sus pensamientos cesara, recuperando el control total de su persona. Yusei continuó llorando, pero las lágrimas ya no eran de dolor o desesperación, eran lágrimas de felicidad por tener a Atem cerca para abrazarlo y consolarlo en ese momento oscuro.

Los labios de Yusei temblaron al cruzar su mirada con la del Egipcio. Tenía un fuerte deseo de besarlo. Esos labios eran como un oasis en medio del infierno. El pelinegro sólo quería beber de esos labios que le proporcionaban tranquilidad.

Yusei dejó caer el peso de su cuerpo sobre Atem. En ese instante no existían Kalin, ni preocupaciones, tampoco cualquiera cosa que hubiese ocurrido durante ese día. Todo parecía insignificante e irreal, como si hubiese estado viviendo en un sueño profundo del que acababa de despertar. Las manos de Yusei notaron lo familiar que era la piel bronceada que estaba tocando. Podía sentir la temperatura corporal de su amante, a la cual estaba bastante acostumbrado. Parecía como si sólo hubiesen estado separados una noche, cuando en realidad había sido una vida literalmente hablando.

-Atem... solamente necesitaba un beso de mi persona más amada para recuperar la memoria- comentó Yusei, apartándose de Atem.-Cometí un error. Pensé que, sin importar que nuestras vidas cambiaran, mi maldición continuaría persiguiéndome en otras realidades. Tuve miedo y dudé del poder de los dioses... Pensaba que mi destino no podía cambiarse. ¿Por qué los dioses le darían una segunda oportunidad a un ser maldito que mató a tantas personas?- Yusei recostó su cabeza en el regazo de Atem, tal como lo hacía durante las noches en las que ambos se quedaban horas en cama disfrutando de la presencia del otro.

-Le pedí a las Moiras que borraran mi memoria, deseando algo como "¿Cómo sería mi vida sin Atem?". Pero fue algo muy cruel: en el momento en el que me encontré contigo nuevamente, mis recuerdos regresaron, pero no tenía control sobre mi cuerpo. Sólo podía verte mientras la personalidad de mi yo en esta realidad estaba tan cerca... Creí que nunca escaparía, que me quedaría atrapado en ese hechizo por siempre- no podía parar de llorar.-Dime que no me odias por haber pedido ese deseo... lo hice porque no quería causarte más problemas. No quería que volvieras a sufrir por mi culpa- Yusei paró de hablar, secándose el rostro con la camisa de Atem. Le daba pena que su reencuentro fuera de esa forma, con Atem viéndolo en ese estado lamentable.

El moreno se quedó sin habla al oír las primeras palabras de Yusei. No parecía real. No podía creer que sólo bastase un insignificante gesto de afecto como aquel, un simple roce para que su amado recuperase los recuerdos. Sólo pudo dejar que las lágrimas de alivio inundaran sus ojos al tiempo que sostenía al pelinegro con fuerza entre sus brazos.

—No seas tonto, ¿cómo podría odiarte? —fue lo primero que dijo. Quizás se sentía un tanto decepcionado por la decisión que había tomado Yusei, pero no lo odiaba. Por el contrario, no podría haber estado más feliz de tenerlo de vuelta—. No eres un problema, eres la persona de quien me enamoré. E incluso, si tuviera que enfrentarme a los peores males del mundo para estar contigo, lo haría sin quejarme. Lo he hecho antes… y lo volvería a hacer —decía acariciando con suavidad el rostro ajeno mientras descansaba en su regazo. Recordaba con claridad aquella cruel batalla donde estuvo dispuesto a sacrificar su vida por recuperar a Yusei. Se acordaba también de todas las veces que lo había buscado, cuánto había llorado por él. De sus desencuentros y reencuentros. Había sido demasiado, y aún así elegía estar a su lado—. Creo que… de eso se trata querer a alguien, después de todo: estar a su lado incluso en los peores momentos.

Atem sabía que no todo en la vida era felicidad, lo tenía más que claro. De igual manera que el amar a alguien no se trataba sólo de desear ser feliz a su lado, sino también el apoyarse mutuamente incluso en los días más oscuros. Lo había aprendido gracias a Yusei y por todo lo que habían pasado juntos desde el día en que se conocieron. Por lo mismo, lejos estaba de considerarlo una carga o un problema.  

—Lo único que me haría sufrir más que cualquier otra cosa, sería no tenerte —le dijo sin dudarlo. Sentándose al lado del pelinegro sujetó el rostro entre sus manos con suavidad—. Prométeme que jamás volverás a alejarte de mí. Dime que estarás conmigo siempre.

La mirada del moreno descendió lentamente hacia los labios de Yusei. Esta vez no lo dudaría. Simplemente eliminó la distancia que los separaba y lo besó con pasión, transmitiendo la inmensa necesidad que había tenido de volver a sentirlo tan cerca, de apreciar una vez más la calidez que tanto había anhelado.

—Casi había olvidado lo bien que se sentía. No es igual un recuerdo, que volver a experimentarlo personalmente —confesó con una plácida sonrisa cuando sus labios se separaron, pero no se apartó de él ni un centímetro—. No imaginas cuánto extrañaba poder sentirte de esta forma.

Como en el pasado, las palabras de Atem siempre lograban tranquilizarlo. Escuchar a su novio decir que no lo odiaba después de todo por lo que lo hizo pasar era una muestra de que éste lo amaba de verdad. Pensaba que ese tipo de amor no podía existir, que sólo era un invento, pero Atem le demostraba que era posible amar a otro ser humano de forma pura. Su amor era puro. -Atem... yo- no pudo continuar con lo que iba a decir debido a que sintió cómo su rostro era tomado por las manos de Atem, sellando su boca con un beso. Yusei abrazó a Atem, reviviendo las antiguas sensaciones. Su olor era el mismo de la última vez que despertaron juntos en la misma cama.

-Atem, siento que eres muy bueno para ser de verdad- dijo riendo y limpiando las lágrimas de su rostro. Yusei contempló detenidamente el bello rostro del Egipcio.-No puedo prometer que estaré por siempre Atem, pero sí que me gustaría intentarlo. Sin importar los obstáculos que nuestro amor tenga que enfrentar en el futuro, quiero luchar por ti cada día-el pelinegro se levantó del suelo y le ofreció su mano a Atem para ponerse de pie.-¿Sabes qué fue lo que más extrañé?- le preguntó a Atem mientras se dirigía al sofá, recostándose en él. -Poder sentarnos juntos en este sofá sin preocuparnos de nada. Sé que es algo muy tonto, pero antes de conocerte nunca comprendí lo que era la tranquilidad- Yusei se sonrojó al decir eso, pero no le avergonzaba admitirlo. Sin Atem, su vida continuaría siendo ese drama interminable del que ya estaba cansado. Lo único que deseaba era llevar una vida común y corriente, teniendo los mismos problemas y alegrías que cualquier mortal.

Yusei sonrió, sentándose sobre sus rodillas en el sofá, observando a Atem del mismo modo en el que solía hacerlo cuando éste llegaba a casa durante los meses que pasaron juntos en Rodorio viviendo como una pareja feliz-¿Qué tal tu día?- Yusei no pudo contener sus lágrimas, ya que pensó que nunca volvería a preguntarle eso. Cada vez que pensaba en lo cerca que estuvo de perder a Atem para siempre sentía escalofríos en todo su cuerpo.

-Lo siento, lo siento, estoy muy emocional ahora. Si te burlas te golpearé- le advirtió, limpiando sus lágrimas con el cuello de su camisa. -Q-uiero, quiero hacer tantas cosas que solíamos hacer. Comer tu comida, dormir en la misma habitación, recorrer las calles de Rodorio tomados de la mano, bañarnos juntos, todo eso. Prométeme que tendremos muchos días como ese- Yusei abrazó uno de los cojines, aferrándose a él. Aún seguía sin creer que estaba en casa junto a la persona más amada. Contra todo pronóstico, la pareja trágica había demostrado que tenían el poder de cambiar el destino.

Dejándose caer sobre el sofá, Atem se cubrió la boca con una mano soltando una sutil risita tras el comentario de Yusei. No hacía falta que lo dijera, notaba la emoción de su chico en cada una de sus acciones, y no podía decir que no lo comprendía pues estaba seguro que sentía lo mismo que él en ese momento. No le era posible ocultar la alegría de volver a tenerlo a su lado después de lo que sintió como una eternidad. El solo hecho de pensar en todo lo que podrían volver a hacer juntos hacía que las lágrimas de emoción amenazaran con salir.

—Tenemos toda una vida por delante para vivirla juntos —le respondió, mirándolo con una apacible sonrisa. Le causaba un inexplicable sentimiento de ternura el verlo abrazando aquel cojín después de escuchar que declarase de forma tan sincera cuánto extrañaba su vida juntos—. Eso son muchos días, el tiempo suficiente para hacer todo eso y más. Desde hoy empezaremos una nueva vida juntos, ¿qué te parece?

Abandonando su posición en el sofá, mientras hablaba, se escabulló lentamente hacia el pelinegro, le quitó el cojín y lo dejó a un lado para que en su lugar lo abrazase a él.

—Pero… tendré que acompañarte para que busques todas tus cosas y las traigas aquí —dijo en tono suave y un tanto de gracia, riendo un poco. Deseaba que Yusei volviese a vivir en aquella casa juntos como lo habían hecho en el pasado y creía que él comprendería de qué hablaba—. ¿Volverás a casa, verdad? Así tendremos mucho más tiempo para estar juntos —dijo mirándolo a los ojos, tan cerca de él que podía percibir su respiración—. ¿Qué quieres hacer primero…? Es un lindo día y apenas comienza, debemos aprovecharlo al máximo. —preguntó por último, refiriéndose al anterior comentario de Yusei. Atem se encontraba tan feliz de haber recuperado a su amado que cualquier cosa que hicieran juntos para él estaría bien, incluso si sólo pasaban el resto de la mañana abrazados en aquel sofá.

Yusei se quedó pensativo. Había muchas cosas que quería hacer y era un día precioso. Sonrió y besó a Atem en los labios antes de escaparse del sofá, viendo a través de la ventana. En verdad, allí afuera parecía ser un mundo nuevo lleno de posibilidades para los dos. Era tan extraño ver un cielo sin nubes sobre sus cabezas.

-Atem, hay algo que tenemos que hacer primero- comentó Yusei al recordar algo importante. Una persona con la que debía hablar antes de hacer planes a futuro con Atem. Se sentía un poco nervioso ante la idea, pero tendría que hacerlo. Aunque ya había recordado su vida anterior, no se olvidaba que tenía otra vida y responsabilidades con ella. Tenía una familia en esa realidad y tenía un mejor amigo al que le debía una explicación.

Su primera idea fue reunirse con Kalin en Rodorio para decirle de su relación con Atem, pero no le pareció un tema adecuado para la ocasión. -Atem, tengo que irme una última vez. Quisiera que me visitaras en la ciudad, que conocieras a mis padres y presentarte con Kalin como mi novio... ¿Estás de acuerdo?- le preguntó.

Yusei se despidió de Atem, no sin antes darle unas indicaciones detalladas de cómo llegar a su casa en la ciudad de Atenas. Se había separado de sus padres adoptivos desde hacía una buena temporada, pero quería aprovechar la oportunidad para decirles que por fin había encontrado a la persona especial con la que quería pasar el resto de sus días. Le emocionaba la idea de tener padres a los cuales decirles algo como eso.

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1 Semana más tarde

Después de dos días de haber dejado Rodorio, Atem se le unió en Atenas. Había preparado una cena especial para él, Atem, sus padres y Kalin. Quería hacer el anuncio de su relación frente a las personas que más le importaban, y quería que fuera un día perfecto.

-Lamento que mi departamento no sea tan lujoso como tu casa en Rodorio- Yusei se la pasaba diciendo eso desde que Atem se mudó temporalmente con él a su departamento de soltero. Aunque estaba limpio, lucía como un lugar descuidado al que no iban muchas personas. Apenas había muebles y el lugar no parecía acogedor.


Aunque su sitio no era agradable como el que tenía Atem en Rodorio, se había esforzado durante toda la mañana para que ese lugar pareciera un hogar agradable. Yusei escuchó el timbre.-Deben ser ellos. Suerte Atem, aunque no la necesites, sé que les vas a encantar- le dijo a su novio, besándolo antes de correr hacia la puerta. El primero en entrar fue un hombre apuesto con larga cabellera rojiza y ojos violetas. Akos, quien fue su maestro en la otra vida, ahora era uno de sus padres. Yusei abrazó al hombre, casi llorando.-¿Qué sucede hijo? Te comportas como si no me hubieras visto en un largo tiempo- dijo el pelirrojo, revolviendo el cabello de Yusei antes de entrar en el departamento.-Tú debes ser el chico del que tanto hemos escuchado. Un placer conocerte, mi nombre es Akos, soy el padre de Yusei. Bueno, al menos uno de ellos- dijo sonriendo. Detrás de él venía un hombre de cabello negro que era la pareja de Akos.-Son mis padres adoptivos. Mi padre biológico está en Norte america, te lo presentaré algún día- le dijo a Atem después de estrechar la mano del esposo de Akos. Le alegraba ver que en esa nueva vida su maestro también era feliz. El último en aparecer fue Kalin, el único que aún no sabía que Atem era su pareja.

-Ya veo que invitaste al pueblerino a la mesa. Hola Atem- dijo el albino, saludando al Egipcio desde la puerta. Yusei esperó a que todos estuvieran sentados en la mesa para hacer el anuncio.-Ustedes son las personas más importantes para mí. Por eso quiero anunciarles que me iré de Atenas para trasladarme a Rodorio junto a Atem, mi novio- al decir la palabra novio, Kalin escupió la bebida que estaba tomando. Por su parte, Akos y su pareja aplaudieron, felices de ver a su hijo tomar la decisión de compartir su vida con alguien especial.

—Relájate. Te he dicho que eso no me importa. —dijo Atem tras una pequeña risa para después darle un beso a su novio, era lo que repetía siempre que este se disculpaba por el aspecto de su casa. Llevaba algunos días viviendo en el departamento de Yusei y aunque este no era tan espacioso ni lujoso como su casa en Rodorio, al moreno le resultaba acogedor y cómodo por el simple hecho de que se trataba del hogar de su amado y estaba en compañía de él. Y estando en compañía de la persona que más amaba en el mundo, no había momento en el cual no se sintiera seguro y querido.

Aquel día no era como cualquiera. Atem notaba que se trataba de una ocasión muy especial para su chico puesto que se había pasado toda la mañana acondicionando el lugar para recibir a las visitas. Lo notaba emocionado y podía decir que quizás hasta un tanto nervioso, quería que todo saliera bien. Y él también lo estaba, a decir verdad; nervioso y ansioso, pues en verdad deseaba conocer a la familia de su novio y no sabía qué pensarían de él cuando lo viesen. Aunque lo dejaba más tranquilo saber que Yusei les había hablado mucho sobre él y siempre le aseguraba que a sus padres les iba a agradar.

Cuando sonó el timbre Yusei corrió a recibir a los invitados. Atem sonrió enternecido cuando lo vio abrazar al hombre de largos cabellos rojos, le recordaba a su tío, a quien él siempre había visto como un padre. Entonces la atención de los recién llegados se enfocó en él, y de inmediato se sintió nervioso sin saber que decir hasta que este se presentó.

—Así es. El gusto es mío, señor Akos. Soy Atem. Yusei también me ha hablado mucho de sus padres, me alegra al fin poder conocerlos en persona. —respondió a la presentación con un gesto cortés y una apacible y natural sonrisa, saludando a los dos hombres que entraban a la casa a quienes Yusei presentaba como sus padres adoptivos, comentándole que su padre biológico estaba en Norteamérica y que algún día se lo presentaría. Atem lamentó no poder decir lo mismo, no tenía una relación muy cercana con su padre y no sabía qué pensaría de él y la vida que estaba llevando. Pero sí que planeaba presentarle a su tío, quien era su familia allí en Grecia.

Un tanto incómodo saludó a Kalin que llegó después. Atem seguía pensando que su presencia no le agradaba mucho a ese chico, y no sabía cómo mirarlo luego de todo lo que había pasado el día que se conocieron. Pero era el mejor amigo de Yusei y tendría que aceptar que formaría parte de sus vidas. Quizás podrían aceptarse de mejor manera con el paso del tiempo.

Una vez todos se sentaran en la mesa, Yusei dio el esperado anuncio, causando diferentes reacciones entre los presentes. Los padres de Yusei lo tomaron con total naturalidad y hasta se mostraron contentos con la noticia, lo que le decía a Atem que quizás sabían de antes sobre su relación y esperaban que tomase esa decisión. Kalin, en cambio, se mostró tan impresionado que escupió la bebida, lo que causó que Atem tuviera de contener una risa que casi escapaba de sus labios. Seguro no se lo esperaba, se dijo. Tomó la mano de Yusei y buscó su mirada, observándolo con un gesto totalmente enamorado y le sonrió, transmitiéndole con aquella expresión la enorme felicidad que sentía de que estuvieran viviendo aquel momento juntos y sabiendo que una nueva vida empezaba para ellos desde aquel día y jamás volverían a separarse.