¡Es Navidad! [Evento 2018]

-¿Gael? -Fue lo que dijo Yamato. Cuando terminó cayendo sobre el rubio consecuencia del empujón del ebrio joven de cabellos rojizos. Su sonrojo se hizo presente en sus mejillas, como en las del Santo -¿Por qué siempre que nos vemos tenemos que terminar así? –Cuestionó más  también fue escuchada por el rubio. Y su tartamudeo al responderle le pareció adorable.

Quizá era la chaqueta del hombre extraño, que olia a licor del bueno y se sentíacalido por sobre su piel helada.

O Gael seguía luciendo y sintiéndose como el joven humilde de hermoso rostro y ojos azules.

Aunque la voz de Taichi lo hizo tensarse en un santiamén, olvidando lo ruborizado que estaba por volver a caer encima del santo de la balanza.

Sus palabras, no sabía si dolían, o agradaban. El nipón parecía haber pensado en su cuerpo, le atraía, sí. Pero conocía lo suficiente a Taichi para saber que solo quería jugar con él, y probablemente con el pobre de Gael.

Sin embargo al ver la piel tostada del rostro del otro conquer, esa sonrisa y como una de sus brazos se pasaba por sus hombros para ponerlo de pie bastaba para dejar a un lado buena parte de su sentido común. – El plan era venir después, no al levantarme al recibir mi correo y leer la invitación.-  Ante la pregunta de Gael, solo respondió –Si, lo conozco, mi compañero de armas, y amigo, Taichi, conquer de fuego.

Control Yamato, control.

Tenía que seguir levantando sus paredes emocionales.

No iba a poder contra la sonrisa de Tai, sus paredes cedían y sus ansias de querer algo más que una mirada del chico japonés crecía.

-El es Gael, santo de Libra – Dijo por intentar apaciguar la incomodidad que se hacía palpable. Conociendo a ambos guerreros, la incomodidad sería pasajera. Como al mirar hacia abajo , y ver que esos duendes navideños llamaban la atención de los tres ara darle lo que el pelirrojo había prometido.

La voz de Taichi al hacer mención de que lo conocía muy bien, demasiado bien, se tensó.  Se sentía algo mareado por el olor a alcohol y con las piernas congeladas decidió no poner muchos reparos en seguir a los duendes y a Taichi a un lado de Gael.

No se hizo esperar el que Tai trajera bebidas para los tres al igual que el santo dorado no tardo en conseguir algo para comer. –Ya tengo bebida – Dijo mostrando la copa que le había dado el pelirrojo, cuya chaqueta se había retirado al estar en un ambiente más cálido. Pero igual cogió la copa que le dio el castaño–Kanpai –Dijo menos entusiasta que los otros dos y se llevó la copa a los labios.

Taichi siempre le buscaba el trago más fuerte, que no fuera vino por su alta resistencia al mismo –herencia francesa, no lo iba a negar -, pero cuando el líquido atravesó su garganta, sintió calor, especialmente en las mejillas. Tenía que ser vino de Dionisio, y tenía que haber sido lo suficientemente estúpido –culpa de la presencia de aquel asiático amigo/crush suyo (¿?)- para beberlo. Escuchó que algo decía el joven guerrero de la diosa de la sabiduría y cuando lo observó, y no le podía haber parecido más guapo.

Con esa voz, y luego ver a Taichi sonreir por sobre la bebida. –Así que este es tu plan. Idiota de nosotros por hacerte caso – dijo mirando a Taichi, con un gesto resignado, como si supiese el plan perverso del castaño, pero con una sonrisa, el rubio de ojos verdes no se molestaría en complicarle las cosas. -¿Crees que podrás con los dos? –Al momento que decía eso se levantó como si no estuviese ya mareado y se sentó  tan pegado a Gael de libra que, un poco más y se hubiese sentado encima de santo dorado de la balanza.

Un Yamato más arrojado, bebido y sin mayor sentido común que picar al conquer de fuego, cosa que no haría descaradamente, estando sobrio. Tomó el rostro de Gael y lo acercó al suyo –Gael, eso es por el alcohol–Mientras más se acercaba veía por el rabillo del ojo a Taichi, colocando una sonrisa  de esas que siempre traían promesas de noches desatadas -  ¿Crees que él pueda con nosotros, Gael? -Ahora su mirada se posó en los labios del santo, entreabiertos, preciosos.

-Pues al menos no pasaría solo – Dijo interrumpido el su cercanía al otro rubio de la mesa. Era como si se hubiese olvidado de lo que estaba haciendo al escuchar las palabras del castaño, haciendo una cara de como “acabas de arruinar el momento Tai”.

Pero de un momento a otro, con una sonrisa el mismo castaño, los halaba de un brazo a él y a Gaël por los pasillos. Hasta entrar en una habitación  de lujo, donde el castaño se había dejado caer de espaldas, nombrando uno de los pocos sucesos donde en verdad, había estado tan ebrio que, si recordaba los motivos que lo llevaron a usar sus calzoncillos como sombrero…  - Si me acuerdo de ello, era eso o contarte lo que pasaba por mi cabeza en esos días –

Sí, podía sonar al mismo Yamato de siempre, pero su cara sonrojada y el cómo arrastraba la pronuncia de la s y la r cuando estaba ebrio era bastante marcada, era como si el lenguaje francés quisiera salir de sus labios una vez más.

Al escuchar la duda y petición del santo de libra, tan pronto la bufanda cayó al suelo, solo se ubicó detrás de él abrazándole y colocando sus brazos por sobre los suyos, como si fuesen uno solo, dando primero una mirada juguetona a Taichi –No tenemos dudas de que aprendas rápido – mencionó al acercarse a su oído, posando sus labios en el lóbulo de la oreja puntiaguda mientras tomaba una de las manos del santo para llevarle hasta la prenda que llevaba puesta.

Era delicioso el contraste, su propia piel aún estaba helada en comparación a la del guerrero de Athena, que estaba cálida, se sentía bien.  – Por dónde empezar… -Sus labios bajaron por el cuello de Gaël, ahora si moviendo sus labios, besos que parecían pedir permiso para continuar,  pero disfrutando de lo que podía probar –… Es la pregunta que deberías hacernos-. Y un pequeño mordisco juguetón podría asegurar el primer gemido de la noche.