Añorando tu regreso [Priv.Osak]

El Santo de Piscis condujo a través de las ruinas del santuario durante horas, recorriendo el circuito de carreras que él mismo había formado durante los años que había permanecido entrenando junto a Akos. El anterior caballero de Piscis conocía la pasión de Yusei por las motocicletas y la velocidad, por lo que siempre había apoyado su pasatiempo. Akos siempre le había dicho que fuera a la ciudad de Atenas a trabajar como mécanico, ya que convivir con las personas era la única manera en la que aprendería a controlar sus poderes. Yusei siempre argumentaba que prefería mantener su distancia. Aislado podía estar tranquilo.

Se detuvo por un momento, quitándose su casco. Su camisa estaba empapada en sudor; era un día realmente caluroso. Se quitó la camisa y la dejó sobre una columna destruida. Estaba sediento, por lo que buscó una botella de agua entre sus cosas. Maldijo en voz baja cuando notó que su bolsa tenía un agujero. Probablemente su botella de agua había caído en alguna parte.

Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, observando el cielo despejado. Recordaba lo mucho que a Akos le agradaba sentarse en el coliseo contemplando el cielo a cualquier hora del día: le agradaban los días soleados porque le daban una razón para sonreír; las tardes rosáceas que lo hacían sentirse melancólico; el cielo nocturno cubierto de estrellas que le recordaba lo pequeño que era.

Extrañaba a Akos todos los días. Odiaba no haber podido confesar sus sentimientos. Si tuviera una nueva oportunidad, le diría todo a su maestro, sin guardarse detalles vergonzosos.  

-¿Re-vivir?- Pronunció entrecortadamente, como si no pudiera creer lo que Akos acababa de decir. ¿Era, realmente posible, revivirlo? Aunque la idea de volver a ver a Akos con vida era tentadora, algo le decía que para conseguirlo el precio a pagar era alto. –Akos… siento que revivirte sería algo malo- dijo con gran tristeza.-Pero, a pesar de que sé que rompería muchas reglas, estoy dispuesto a hacer lo necesario por traerte de nuevo- la mirada del joven se llenó de decisión, y su voz proyectaba esa seguridad que sólo mostraba cuando se proponía superar un reto.

-Solamente si eso es lo que quieres en verdad y no lo dices porque crees que te necesito. No seré egoísta… Quiero que tú me lo pidas. Dime que quieres revivir, así puedo hacer las cosas sabiendo que no te estoy resucitando para satisfacer mis propios deseos. Me odio a mí mismo por haberte matado, pero me odiaría más si te obligara a regresar al mundo sólo para tenerte a mi lado- decir aquellas palabras era difícil para Yusei, pero en el fondo sabía que era lo correcto. Si Akos quería revivir, lo ayudaría, y si prefería quedarse bajo tierra, lo entendería.