El sendero que lleva al Oeste [X]

-Sí, habla Yusei. Me encuentro en Crash Town, el pequeño pueblo escondido entre las montañas de ciudad Kaus. Solamente hablaba para reportar que he llegado al lugar de mi misión. Mi compañero no ha aparecido, por cierto- Yusei se despidió y guardó su teléfono. El Santo de Piscis era de los pocos caballeros que confiaba en la tecnología y sus habilidades eran muy útiles cuando se trataba de entrar en sistemas computacionales para obtener datos. Estaba vestido con su ropa casual: camisa negra, chaqueta azul, guantes y botas cafés, un pantalón oscuro y la mochila en la que guardaba su computadora portátil y otros dispositivos, contrario a los caballeros que cargaban una pesada Pandora Box en la espalda. Su armadura se encontraban escondida entre unas mantas, atada a su motocicleta. Aunque los caballeros podían moverse a grandes velocidades para ir de un lugar a otro sin depender de medios de transporte, a Yusei le encantaba la sensación de poder viajar a través de la carretera en su querida moto.

Mientras esperaba a que el Santo de Géminis apareciera decidió entrar en una cantina. El pueblo parecía uno de esos lugares con temática del viejo Oeste, como en las películas norteamericanas sobre vaqueros. Al principio pensó que el lugar era en verdad un sitio que había permanecido intacto con el paso del tiempo, pero al ver un gran televisor que estaba fijo a una pared esa idea quedó desechada. Tomó asiento en una mesa vacía y comenzó a leer la información que había recopilado. El asunto que llevaba al Santuario a esa zona de Kaus en particular eran los rumores sobre unos extraños guerreros que vestían armaduras negras. Yusei pensaba que se trataba de una banda de caballeros negros: guerreros renegados que habían obtenido una versión corrupta de las armaduras del ejército de Athena. Era muy temprano para comenzar a especular, ya que sólo eran rumores. Hasta donde él sabía esos rumores pudieron haber sido plantados por enemigos del santuario para despistarlos y así poder atacar la ciudad.

-Comprendo- fue lo único que dijo. Al parecer la imagen que proyectaba ese hombre no estaba muy alejada de la realidad. Yusei tampoco se consideraba a sí mismo un santo modelo. Sí, creía en la justicia y en hacer el bien, pero a veces no estaba de acuerdo con las maneras en las que el Patriarca y Athena lidiaban con las situaciones. –En mi caso es porque no tengo otro lugar en el que me sienta en casa. Desde una edad temprana me dijeron que mi destino estaba escrito en las estrellas y que era imposible cambiarlo, así que decidí continuar con el plan que tenían para mí- había algo de tristeza en las palabras de Yusei. Aunque no era algo nuevo resultaba doloroso pensar en la idea de sentirse encerrado en un destino que no eligió.

Dio unos cuantos pasos al frente, observando la montaña escarpada de la que desembocaba un río de agua cristalina que era iluminado por los rayos del sol. –Pero decidí hacer lo que estuviera en mis manos como santo de Athena para cumplir con mis metas y sueños. No me daré por vencido y mucho menos voy a darme el lujo de morir en una batalla- El santo de piscis se internó más y más en el bosque. Al acercarse más a las montañas pudo ver detalles que no eran tan claros en un principio como cabañas y una nube de humo que se asomaba entre los árboles.-¿Crees que eso sea un campamento enemigo? Me parece demasiado obvio- le preguntó Yusei a su compañero.

-Vaya, al menos eres un hombre honesto. Algunos inventarían un propósito heroico para responder- Yusei había conocido a muchos santos presuntuosos que se sentían elegidos por las deidades y otros que pensaban que por derrotar a algunos enemigos debiluchos eran grandes guerreros. Para Yusei lo único que debía importar en un guerrero era el sentido del deber, proteger a los que no se podían defender y también su habilidad para resolver los problemas que acongojaban a las personas.

Al acercarse más al campamento pudo ver a un guerrero vestido con ropa de entrenamiento, muy similar a las ropas que utilizaban los aspirantes a santo en Grecia. -¿Qué hace un aprendiz en un lugar como ese?- Yusei se escondió entre los matorrales para poder ver su rostro con mayor claridad. Conocía a ese chico. Quería ver más de cerca, pero al ver a un caballero con armadura negra acercarse al aprendiz tuvo que retroceder para no ser descubierto. Regresó con X y lo empujó detrás de un árbol.-Hay un aprendiz de santo y un caballero con una armadura negra, no parecen ser muy fuertes- comentó el santo de piscis, preparando una de sus rosas mortíferas cargadas con cosmos.

Estaba por derribar al caballero negro cuando sintió una presencia a sus espaldas. Un caballero negro que portaba una versión oscura de la armadura de cuervo los estaba observando. El guerrero de negra armadura lanzó una pluma giratoria hacia la mano en la que Yusei sostenía la rosa sin darle tiempo de esquivar, lastimando sus dedos.-Miserable- había sido muy descuidado al no tomar en cuenta los ataques cobardes por la espalda.

-Muy bien X- fue lo único que el santo de Piscis pudo decir antes de moverse a gran velocidad para materializarse detrás del aprendiz. Tomó por sorpresa al joven, el cual intentó atacarlo, aunque esto fue imposible debido a que Yusei hizo gala de la rapidez que distinguía a los caballeros dorados del resto de los guerreros de Athena, esquivando todos los ataques del chico. Yusei sujetó la mano del aspirante con la mano que no había sido dañada por la pluma del cuervo. Aunque no fue un gran ataque Yusei no se había preparado para recibirlo, por lo que terminó haciéndose  una estúpida herida menor.

-Suéltame…- reclamó el chico con un gesto de enojo en el rostro.-No quiero volver al santuario. Ahí no soy reconocido, y el caballero negro prometió darme una de sus armaduras- Yusei lo empujó contra un árbol y lo detuvo haciendo presión sobre su pecho utilizando su mano sana, demostrando nuevamente la gran diferencia de poder que existía.-Ni siquiera puedes liberarte de esto, no mereces portar ninguna clase de armadura- Yusei atacó al chico con algo que él no estaba preparado para recibir: una mirada incisiva que lo hacía pensar en sus malas decisiones. Cuando parecía que el chico estaba a punto de ceder por la razón que le había dado Yusei, un hombre encapuchado apareció de la nada, creando una nube de tinieblas que invadió el campo. Ni siquiera la luz del sol podía penetrar en esa oscuridad.


Cuando la niebla se disipó no había rastro de los enemigos o del chico. Lo único que encontró fueron los restos de la fogata y del campamento improvisado. Regresó junto a X.-Al parecer sólo era un aprendiz frustrado que buscaba obtener una armadura sin importarle traicionar a Athena en el proceso- no quiso indagar más en ese tema por lo que pasó al siguiente de inmediato.-Huyeron, pero dejaron sus cosas. Quizá haya alguna pista en su tienda de campaña- el santo de Piscis sostuvo la mano en la que había recibido el golpe. Estaría bien dentro de un par de horas, pero hasta entonces tendría que depender de su mano izquierda para realizar ataques.  

-Supongo que eso es inevitable, no es el primer traidor que hay- dijo Yusei, rememorando a toda la lista que caballeros que le habían dado la espalda a sus principios para dejarse seducir por la oscuridad que había en sus corazones con tal de obtener poder. Esperaba tener tiempo para salvar a ese mocoso antes de que se metiera en más problemas, pero tendría que hacerlo sin que X se diera cuenta. No necesitaba que alguien le contara al Patriarca sobre ese asunto. Yusei comenzó a hurgar entre las cosas que habían dejado atrás, encontrando una mochila con un cambio de ropa y un mapa igual al que ellos tenían, con la diferencia de que el mapa de los caballeros negros tenía una de las montañas, la más grande de todas, encerrada en un círculo negro, como si estuviese marcando algo importante.

-Echa un vistazo a esto X- el caballero de Piscis colocó el mapa frente al santo de Géminis, mostrándole la montaña y la ruta que sus enemigos habían tomado para llegar ahí. Quizá estaban divididos y la montaña era la base real.-Es posible que ellos solo hayan sido un señuelo y que los demás nos estén esperando en la montaña. Sigo sin creer que sean tan descuidados como para no cubrir mejor sus huellas. Ellos quieren ser encontrados. - a Yusei no le gustaba dejar las cosas al azar: siempre contemplaba todas las posibilidades aunque pareciera algo sencillo. Decidió tomar el rol del líder, guiando a su compañero por el camino en medio del bosque. A lo lejos se podía ver la montaña principal, la montaña que recibía el nombre de Colmillo Blanco por sus residentes debido a su forma de cono.

-Disculpa- dijo Yusei, apenado por su forma de actuar. Durante toda la misión se la había pasado haciendo suposiciones, especulando e intentando mantener el control de las cosas; probablemente X se sentía agobiado por escucharlo hablar de las probabilidades de un ataque sorpresa y ese tipo de cosas.-Mi maestro me enseñó a ser sumamente precavido y a aprovechar toda la información. No era un guerrero tradicional, él era más de usar la cabeza antes que sus puños o técnicas especiales, y creo que logró transmitirme su modo de encarar problemas, aunque lamentablemente no lo hago con la misma frescura con la que él se desenvolvía. Parecía que él podía desarrollar un plan sobre la marcha sin preocupaciones y yo necesito ir un paso delante de mis enemigos para poder tener la ventaja estratégica- no creía que lo estuviera escuchando. A veces sentía que no tenía facilidad de palabras cuando se trataba de hablar con sus pares dorados. Era un chico nuevo que había obtenido su armadura dorada, y todavía no se ganaba el respeto de nadie para ser llamado “Santo Dorado”.

Entró en el portal abierto por Géminis, dejando que éste lo guiara. Era ciertamente impresionante.-Había escuchado que los Santos de Géminis podían manipular el espacio y las dimensiones, pero nunca creí que podría verlo- estaba asombrado. Se preguntaba qué más podían hacer los caballeros protegidos por la constelación de los gemelos.