Varias lineas temporales, un mismo Río Styx. V1 (Yhazid vs Yusei)

por Invitado Jue Nov 24, 2016 1:42 am

Río Styx, a altas horas de la noche. A orillas del río se ven dos siluetas. Dos hombres con un parecido excepcional parece que están hablando... o discutiendo. ¿Gemelos? No, son demasiado parecidos, incluso para ser gemelos. Son altos, delgados, no aparentan más de 21 o 22 años, tienen el pelo plateado con exactamente el mismo peinado, ambos poseen el mismo traje negro y violeta, pegado al cuerpo, hecho de un material desconocido. Unos artefactos desconocidos orbitan alrededor de ellos, sin embargo no parece molestarles, es más, pasan su mirada sobre ellos, ignorándolos, como si se camuflaran con el entorno, o como si fuesen una extremidad más de su cuerpo. Uno de ellos esta acostado a orillas del río, parece ser que tiene los ojos cerrados, pero no duerme, ya que sigue hablando con el otro sujeto el cual está sentado a su lado, a unos 2 metros.

-Lárgate ¿quieres? -dijo el que estaba acostado- aquí no haces más que molestar -le espetó-. Al oír esto, el sujeto que estaba sentado a su lado soltó una estrepitosa carcajada. -No tiene sentido hablar hablar con vos -dijo resignado y volvió a cerrar los ojos intentando dormir. El otro joven volvió a reír.
-Vamos, admítelo, sabes que tengo razón -dijo con un tono burlón bastante molesto. El joven acostado ignoró el comentario y le preguntó -¿No deberías estar en otro lugar? -abrió los ojos y miró al otro con cara de fastidio-. En otro lugar no, en otro tiempo quizá -le respondió sonriendo- hasta hace unos minutos le estaba dando una paliza inolvidable a un santo de hace un par de siglos. Me sorprende que no lo recuerdes -miro al joven acostado con cara de reproche-. Al oír tal queja, el que estaba acostado rió, lo que sorprendió al otro joven, y su cara no lo disimuló, ya que era una gran proeza hacerlo reír.
-Ten cuidado, talvez el también te sorprenda... o talvez no-. Volvió a reír. El otro joven no supo como interpretar aquella respuesta, por lo que la ignoró.
-Bueno, ya descanse suficiente -dijo el joven, y luego se paró, a la vez que sus artefactos dejaron de orbitar alrededor de él, y en cambio empezaron a girar en el aire, un par de metros mas allá de donde el joven se encontraba. -Voy a terminar lo que empecé, ese santo no se librará tan fácil de mí -continuó.
-Pero no lo mates -le respondió con un tono de voz que denotaba autoridad.
-¿Y eso porque? -le pregunto desafiante.
-No lo mates -le repitió con incluso más autoridad que antes- Ya lo entenderás en un par de... siglos -esto ultimo lo dijo con un tono burlón y luego sonrió. El otro joven hizo una mueca en su rostro indicando fastidio, pero desapareció rápidamente.-Esta bien, me conformare con arrancarle una o dos extremidades... y talvez lo deje sin ojos -en su rostro se dibujo una sonrisa macabra, pero el otro joven se la quitó fulminándolo con la mirada. -Que fastidio -dijo, y luego de una pausa prosiguió- esta bien, tampoco haré eso, pero más te vale que sea por una buena razón.
Los artefactos que hace momentos empezaron a girar formando un circulo comenzaron a zumbar y a emitir chispazos violetas, y al cabo de un momento se escuchó un ruido ensordecedor, como cientos, miles de cristales estrellándose al mismo tiempo. Frente al joven había aparecido una especie de grieta, o rajadura en el mismo aire, cuyos bordes parecían estar formados por cientos de cristales rotos, o por uno solo enorme, cuyo centro había sido destrozado. Desde la grieta se producía un sonido indescriptible, si bien no era ensordecedor, más bien lo contrario, era bastante bajo, molestaba tanto como si lo fuera.
-Nos vemos -levantó la mano indicando saludo mientras avanzaba hacia la grieta, pero antes de entrar en ella le dirigió unas ultimas palabras al joven que trataba dormir- intenta hacer algo con esa cara de atontado que tienes ¿quieres? -dio una carcajada y luego se metió en la grieta.
El viaje solía tardar uno o dos minutos. Si fuese su primera vez estaría maravillado por todo lo que se siente durante ese corto periodo de tiempo. Pero no, el ya había realizado cientos, miles de viajes como ese, por lo que estaba concentrado en otra cosa. Se preguntaba si le había alcanzado al santo de oro el tiempo que le había dado para que descanse. Al salir por el otro extremo de la grieta supo la respuesta al instante, el santo de oro se veía igual, o incluso mejor, a como estaba antes de comenzar la batalla un par de horas antes. Se encontraba sentado a la orilla del río Styx, en el mismo lugar en donde minutos atrás, o mejor dicho, siglos adelante se encontraría con una versión de él mismo de una linea temporal distinta. El santo noto su presencia al instante, por lo que se paró y se puso en guardia. Al ver su reacción Yhazid rió y dijo con tono burlón:

-¿Me extrañaste?