Zonas de Reposo - Evento de año nuevo: ¡Valhalla de Gala!

-Entiendo- respondió cuando Atem le dijo que estaba de acuerdo con la idea de buscar un sitio menos concurrido. Antes de salir del banquete Yusei tomó una botella.-¿Quieres un trago?- le preguntó a Atem en el pasillo, ofreciéndole la botella para que bebiera de ella mientras buscaba una habitación disponible. Conocía el interior del Vallhalla por las visitas que había realizado a Asgard cuando su maestro seguía vivo. –Hay una habitación al final de este pasillo, es la mejor de todas... la del representante de Asgard- señaló la imponente puerta decorada con una corona navideña que estaba unos metros frente a ellos. En parte era una venganza personal para saldar cuentas con Frey: sus bestias guardianas lo habían perseguido por el bosque, él iba manchar las sábanas de su habitación para estar a mano.

Yusei abrió la puerta y jaló a Atem al interior. Notó que el contenido de la botella estaba casi a la mitad.-Vaya, realmente eres un gran bebedor Atem, deja un poco para mí- le guiñó el ojo y se quitó el saco de su traje, quedándose con el chaleco que llevaba puesto abajo. –Puedes ponerte cómodo si lo deseas. Yo haré lo mismo- sonrió mientras desabotonaba lentamente su chaleco frente a Atem.

Quizá eran las copas que llevaba encima o su deseo desesperado de no pasar las festividades solo, pero tenía la necesidad de estar cerca del caballero de Libra. Su cuerpo ansiaba el calor que sólo podía brindar otro cuerpo humano. Sentó a Atem en la cama y comenzó a besar su cuello, deshaciendo el nudo de su corbata. -No me imagino pasando esta noche con otra persona- también estaba ebrio, de eso no había duda.

—Vaya, tienes buen gusto. Es difícil imaginar algo mejor que esto —comentó Atem recorriendo la habitación con la vista. Dejando la botella en una mesilla permaneció un instante contemplando a Yusei mientras este desabotonaba el chaleco que vestía. Era una atractiva visión—. Creo que eso mismo haré —se quitó la bufanda e hizo lo mismo con el saco de su traje, colgando ambas prendas en un perchero. Después de tanto caminar había entrado en calor y además dentro de la habitación la temperatura era ligeramente más elevada que en el exterior por lo que ya no era necesario tanto abrigo.

La siguiente acción de Yusei lo tomó por sorpresa aunque lo hubiera visto venir, pero no se opuso, se dejó caer en la cama ante la demanda del Santo de Piscis y le permitió acercarse. El tono de la situación había cambiado de repente y Yusei daba un paso más allá de lo que antes hubieron parecido simples insinuaciones a modo de broma, confirmándole que en realidad iba enserio. Sin embargo, en parte impulsado por el alcohol y la curiosidad, Atem supo adaptarse.

Dejó escapar un suspiro ante el roce provocador de los labios de Yusei en su cuello y sin miedo subió una mano encajando los dedos entre los cabellos alborotados de su acompañante, para abandonarse a la extasiante sensación de aquel contacto que en otras circunstancias le habría hecho vacilar. Quizás estando sobrio su respuesta habría sido diferente, pero en ese instante quería dejar sus dudas de lado y entregarse a la tentadora invitación de Piscis con la expectación de saber qué tan lejos podía llegar, aun si tenía que arrepentirse al día siguiente cuando recuperase la razón.

—No planeo soltarte esta noche, Yusei —manifestó Atem con espontaneidad, sin pensarlo dos veces, mientras que de imprevisto le sujetaba la corbata con firmeza a su acompañante—. Ven... más cerca —retrocediendo apenas se dejó caer de espaldas sobre el colchón, arrastrando al caballero de Piscis consigo. Sus manos curiosas no dejaban de explorar aquello que era nuevo para él, aferrándose con vehemencia al cuerpo ajeno y permitiéndole que lo besara a su antojo, porque en ese momento no le importaba que quien estuviera consigo fuese también un hombre y que aquello en otras circunstancias le hubiera parecido una locura; era intrigante lo que el caballero de Piscis le hacía experimentar y quería más de eso.

Se encontraba sobre Libra, dejando que las manos de su compañero lo tocaran sin oposición. Atem le recordaba a sí mismo la primera vez que se encontró en esa situación. No se podía decir que él era el gran experto, ya que había comenzado a relacionarse con personas hacía poco más de un año, aunque desde lo sucedido con su maestro había aprendido a no guardar lo que sentía por otros y no tomaba las cosas con calma, pensando que a veces no había otras oportunidades. Eso aplicaba para esa ocasión: ¿cuándo tendría otra oportunidad de acostarse con el caballero de Libra? Hasta donde sabía éste no se interesaba en chicos, lo tenía confirmado por su mejor amigo, aunque el alcohol siempre terminaba volteando a los chicos heterosexuales.

“voy a sentir remordimiento en la mañana por hacer esto”, pensó su lado racional, considerando que debía alejarse de ese chico para no tener problemas y no tomar el riesgo de perder una amistad por un malentendido, pero al ver a Atem tumbado en la cama, luciendo completamente indefenso no pudo seguir fingiendo que no quería hincarle el colmillo a ese majestuoso ejemplar de hombre. –Tengo que aprovecharte al máximo Atem- se acercó a la boca del ídolo del Santuario, saboreando sus labios empapados en vino. –Fui un chico bueno este año y tengo un deseo que sólo tú puedes concederme- se acostó al lado y acarició su abdomen, bajando lentamente su mano hasta llegar a la entrepierna del caballero de Libra, apretando suavemente.

-Quiero que hagas un striptese para mí- dejó ver una sonrisa de diversión que se complementaba perfectamente con sus ojos que parecían los de un niño viendo un juguete nuevo que era sólo para él, uno que no tenía que compartir con nadie más.-Estoy ansioso por desenvolverte por completo- soltó el primer botón de la camisa de Atem y, con la cabeza apoyada en su mano, lo observó anhelante, deseando ver más de esa linda piel tostada. Envidiaba a los santos femeninos que podían verlo practicar en el coliseo bajo el sol sin camisa y con gotas de sudor recorriendo su piel perfecta. Sólo imaginarlo lo hacía estremecerse.

A los oídos de Atem llegó una frase que lo hizo reaccionar, una petición que, dentro de lo poco que podía procesar su mente en ese estado, fue capaz de comprender casi a la perfección. —¿Un deseo...? —un sutil gemido de sorpresa escapó de la garganta del Santo de Libra; era difícil pensar con claridad cuando a los efectos del alcohol se le sumaban las caricias indiscretas de Yusei. Pero tampoco tuvo mucho tiempo para meditarlo cuando de pronto su acompañante le dejaba claro que hablaba enserio al soltar uno de los botones de la camisa.

Sentándose en la cama lo observó inseguro. Los ojos ambiciosos del caballero de Piscis mirándolo con atención le intimidaban. Tragó saliva, desviando la vista un momento. Debatiéndose entre la inseguridad y el instinto le tomó unos segundos reunir el valor necesario. Ayudaba que su capacidad de razonar no estuviera al cien por cien.

—Bien. Si eso es lo que quieres... —murmuró finalmente, una tímida sonrisa adornándole el rostro—, te lo daré —Ignorando a la razón, como si tuvieran vida propia sus manos se movieron hacia el siguiente botón de la camisa. Mordiéndose el labio instintivamente lo desprendió con lentitud para pasar al próximo, revelando poco a poco su piel bronceada. Pronto la mitad superior de la camisa de Atem estuvo abierta dejando parte del pecho y abdomen al descubierto. El clima no era el ideal para andar desvistiéndose en cualquier parte, pero él se sentía acalorado. De pie frente a Yusei se detuvo a contemplar su expresión antes de proceder a soltar el último tramo que mantenía la prenda unida. Lo hizo lento, adrede, sin apartarle la mirada al caballero de Piscis aun cuando moría de vergüenza al verle mirándolo de ese modo. Su expresión lo delataba, de hecho se sentía tan sofocado que el rostro le ardía como si estuviera en llamas, mas eso no lo detuvo.

Sujetó los bordes de la camisa y la abrió completamente para revelar más de su delgado pero muscular torso, sin embargo no se deshizo de esta aún. Mientras que con la diestra sostenía la tela, la otra descendía lentamente, los dedos extendidos, rozando por encima de su propia piel hasta llegar a la cintura. Sujetando el cinturón se ayudó con la mano derecha para desprenderlo y una vez se deshizo del obstáculo procedió a soltar el botón que mantenía sujeto el pantalón. Bajó la cremallera con una lentitud tortuosa, exponiendo parte de su ajustada ropa interior blanca. Si Yusei estaba ansioso, él demoraría el asunto, lo haría desear tanto como le fuese posible.

Empezaba a tomar confianza.

Sin embargo, cuando el pantalón cayó, amontonándose a sus pies, en su mente Atem volvió a titubear, lo inquietaba el hecho de no saber qué habría en la mente de Yusei en ese momento. Pero guiado por la curiosidad de saber qué tenía este para ofrecerle esa noche siguió con el juego. El sólo hecho de pensarlo lo encendía de deseo. Ya no le importaba nada, sólo sabía que lo disfrutaba. Sin hacerse esperar un instante más avanzó un paso hacia la posición del caballero de Piscis deshaciéndose de la prenda que acababa de quitarse junto a los zapatos.

—Yusei —expresó, arrastrando las palabras en un tono que delataba su estado de embriaguez. Lentamente se soltó de la camisa, dejándola caer por ahí. Llevó su mano a la cintura, jugueteando con el borde elástico de la última pieza de ropa que quedaba cubriendo su desnudez—. ¿Estás ansioso por disfrutar de tu regalo de navidad? —o año nuevo, o lo que fuera. Ya no distinguía las fechas en realidad, ni siquiera era del todo consciente de lo que estaba diciendo. Deslizando los dedos hasta uno de los lados bajó la ropa sólo un poco, revelando parte de la cadera, no más que eso—. Ven, termina de desenvolverlo. —lo invitó.

Desde la cama presenció la sensualidad con la que Atem se retiraba cada pieza de ropa, tentado varias veces a decirle que se apresurara. No podía seguir esperando por verlo, su cuerpo también estaba deseoso de él y entre más lo esperaba la excitación crecía.  Levantó la mitad de su cuerpo y, sentado al borde de la cama miró la mano de Atem tirando del elastico de su ropa interior. Tragó saliva, siguiendo los movimientos de Libra hasta que éste le ofreció deshacerse de esa fastidiosa prenda por sí mismo.

-Será un placer- sonrió, extendiendo sus manos para tomar a Atem por la cintura, tirando de la prenda hacia abajo para que ésta resbalara por sí sola hasta los pies. Yusei se detuvo a admirar el cuerpo desnudo de su compañero.-Eres realmente hermoso- su mirada pasó de los pectorales de Atem hacia su abdomen y terminó el recorrido en su entrepierna.  Se levantó de la cama y besó sus labios, acariciando la espalda baja de Libra, disfrutando de esa piel sedosa antes oculta por la ropa interior.

Yusei se deshizo del chaleco arrojándolo cerca de la puerta y continuó soltando uno a uno los botones de la camisa que llevaba puesta, mostrándole a Atem su torso. Se acercó a él y colocó una de sus manos sobre su pecho, guiandola con su propia mano para que descendiera hasta llegar a la hebilla de su cinturón.

Empujó a Atem a la cama y lo miró desde arriba, lanzándose sobre él y sujetándolo por las muñecas, acercando su rostro al de Atem, dejando sus bocas a unos pocos centimetros de distancia. Lamió los labios ajenos y lo abrazó sin quitarsele de encima, arreglándoselas para llevar su mano derecha hacia abajo metiendola entre su cuerpo y el de Atem.-¿Te gusta esto?- le preguntó al oído mientras su mano traviesa jugueteaba con el miembro de Atem, moviendolo de arriba a abajo y frotándolo contra la tela de su pantalón, percibiendo el calor y húmedad de la piel íntima a través de su mano.

Con las rodillas apoyadas sobre la cama y Atem debajo de su cuerpo se quitó el cinturón. Tomó las manos de Atem y las colocó en su cintura, por encima de su pantalón.-Creo que deberías hacerlo tú. Duele un poco- rió, señalando el bulto que se escondía bajo la tela de su ropa.  El éxtasis que sentía por él no podía ser contenido, lo único que deseaba era ser uno, abrazarlo, anhelaba sentir sus cuerpos tocándose entre sí sin ningún impedimento.

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Nuevamente estaba aprisionado bajo el cuerpo de Yusei y aunque pudiera haberse soltado no lo habría hecho. Su corazón se aceleraba con la proximidad del caballero de Piscis y su respiración se salía de control, jadeando agitado sobre la piel de su compañero. Tras ser liberadas sus manos se habían aferrado a la espalda de Yusei, los dedos temblorosos enterrándose con fuerza en el cuerpo contrario, explorando sin reparos cada centímetro. Aquella mano que se escabullía entre ambos cuerpos le hacía experimentar un placer inigualable y el sentir la respiración cálida en su oído lo hizo estremecerse. —S-Sí... —fue lo único que respondió, sin poder evitar que un débil y ronco gemido escapara entre sus labios.

Si en un principio tuvo dudas sobre si era correcto o no involucrarse con Piscis de ese modo, ahora lo que menos quería era separarse de él. Fue así que cuando sus manos fueron guiadas por el propio Yusei hasta la cintura del pantalón, Atem sujetó la tela con impaciencia, intentando despojarlo de la prenda para quedar en iguales condiciones y sentir el calor del cuerpo ajeno sin obstáculos de por medio. Sin embargo no dejaba de sentirse nervioso, cosa que se reflejaba en su expresión e inseguros movimientos.

Atem se deshizo del estorbo que aquella ropa representaba para liberar a su acompañante de la presión. Por un diminuto instante no pudo evitar posar su vista sobre el miembro ajeno, erecto y palpitante, motivado por la excitación. Aquello le hizo temblar por dentro y de inmediato subió la vista hasta los ojos del caballero de Piscis, mostrando una mirada nerviosa. La verdad era que estaba aterrado por lo incierto de la situación, pero al mismo tiempo deseaba más de Yusei. Y estaba ya demasiado excitado como para haberse detenido a pensar.

—¿Mejor así? —murmuró en tono travieso y con una tenue sonrisa, obligándose a mantenerse firme. Con Yusei encima de él no era mucho lo que podía hacer, pero sí tenía una ventaja y es que podía utilizar sus manos libremente para saciar el deseo de explorar el cuerpo de su acompañante y en el proceso darle placer—. Acércate un poco más... —Con la diestra aferrándose al brazo de este lo invitó a acercarse una vez más mientras los dedos de la otra rozaban su pecho ligeramente, deseoso de probar sus deliciosos labios mientras acariciaba su piel desnuda, mientras sus cuerpos se rozaban sin ningún impedimento.

Pronto volvió a besarlo, invadiendo la boca ajena con su lengua, al tiempo que la mano derecha descendía por la espalda de Yusei, bajando lento hacia aquella zona que antes el pantalón le impedía acceder, explorando con detalle la textura de su piel, cada uno de los duros músculos que lucía. La otra mano mientras tanto, se escabullía entre ambos cuerpos para complacer la desatendida erección de su compañero, tomando el miembro entre sus dedos frotaba contra el propio, esta vez si ninguna ropa que impidiera sentir directamente el calor de su piel.

Aquello no parecía tan malo después de todo, no si lo veía como un simple juego, una forma de sentirse bien. Y Yusei le daba confianza, sumado al grado de alcohol que en su cuerpo se hallaba.

Fundió sus labios con los de Atem, permitiendo que éste tocará su cuerpo con total libertad, dejando que jugara con él todo lo que quisiera, ya que él pensaba hacer lo mismo esa noche. Apartó su boca de la de Libra y se dirigió al cuello, succionando la piel de éste hasta dejar una marca rojiza en la piel morena de su compañero. Lamió su manzana de adán y continuó bajando por su cuello, continuando por su pecho, apretando uno de sus pezones con sus labios. Todo en Atem le resultaba exquisito y fascinante, especialmente su piel acaramelada que no podía dejar de recorrer con sus dedos curiosos.

Un gemido de placer salió de la boca de Yusei cuando Atem sujetó ambos miembros para frotarlos entre sí.-Atem...- masculló mientras su mandíbula temblaba y sus musculos abdominales se contraían por el placer. Dejó caer el peso de su cuerpo a la derecha de Atem, abrazandolo y besando sus labios mientras empujaba su pelvis hacia adelante, frotando su entrepierna con la de Libra.

-Me sentí atraído por ti desde el principio- confesó despacio en su oído mientras presionaba el perineo con los dedos de su mano izquierda, apretando delicadamente ese espacio entre los genitales y el trasero, masajeando el miembro de Atem con la derecha. Como Atem era un primeriso probablemente no conocía del todo los puntos sensibles de su cuerpo, y él estaba encantado con la idea de ser quien le mostrara cada uno de ellos. Entrelazó sus piernas con las de él y comenzó a hacer movimientos circulares con su dedo pulgar sobre el glande, jalando la piel con el resto de su mano.

Sacó la mano que tenía metida entre las piernas de Atem y la desplazó hacia su trasero, aferrándose a una proporción generosa de su glúteo derecho-Me encanta cuando te sonrojas y te pones nervioso- dijo mientras apretaba la cabeza de su miembro contra la del de Atem utilizando la misma mano, sintiendo la viscosidad del líquido preseminal escurriendo sobre sus dedos.

Colocó las manos en los costados del rostro de Atem, acercando su cabeza para darle otro beso apasionado. No podía mantener sus manos quietas con ese chico, buscando todas sus expresiones para coleccionarlas, desde el titubeo nervioso en su boca hasta la ternura que podía ver en sus ojos cuando probaba algo nuevo.

Se movió hacia abajo para depositar un beso a la altura de su ombligo, descendiendo a la zona del pubis. Lamió la cabeza, recorriendo la piel con su pulgar e introduciendo parte en su boca. Miró hacia arriba mientras sus labios se empapan con la humedad del miembro de Atem y se acostumbraban a la temperatura de su glande descubierto. Lo introdujo en su boca con cuidado, acariciando con su lengua mientras deslizaba sus manos por el abdomen y los costados del cuerpo de su chico.

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Las hábiles manos de Yusei seguían jugando con su cuerpo y su boca no se quedaba atrás. Atem buscaba de dónde aferrarse para soportar las enloquecedoras sensaciones que aquel tacto le provocaba, encontrando para su alivio el cuerpo de su compañero. Correspondía sus besos con ansiedad, permitía que lo manipulara a su antojo. De vez en cuando dejaba escapar un suave gemido de placer y otras veces estos eran sofocados por la boca ajena.

La vergüenza le invadió el rostro cuando las palabras del caballero de Piscis llegaron a sus oídos. Su nerviosismo e inseguridad habían sido demasiado evidentes, lo sabía, pero nunca pensó que aquello fuese a resultarle atractivo a su compañero. Sin embargo no prestó demasiada atención; era difícil pensar cuando Yusei estaba besando y tocando los puntos más sensibles de su cuerpo.

Siguió los movimientos de su compañero con la vista, lo observó descender y le invadió la ansiedad. Su respiración se intensificó y su calma se alteró ante la expectación de saber a dónde acabaría su recorrido esa boca tentadora y un deseo interno que no tardó en ser complacido.

Se estremeció ante la primera caricia de esa lengua en la punta de su miembro. Aferrándose a las sábanas sus manos se cerraron en un puño tembloroso cuyo agarre afirmó al sentirse cobijado por la cálida humedad de la boca de Yusei, el suave roce de los labios alrededor de su erección y esa lengua inquieta envolviendo su piel. La visión de Yusei mirándole desde esa posición le resultó tan atractiva que lo hizo sonrojarse. Pensó que moriría ahí mismo.

Embargado por la extasiante sensación de la húmeda caricia de Yusei dejó caer la cabeza hacia atrás, hundiéndose entre las desordenadas sábanas. Entre jadeos y suaves gemidos susurraba dulcemente el nombre de su compañero. Su rostro descompuesto en una expresión de puro placer había apartado los ojos de la posición del caballero de Piscis. Esa lengua ardiente estaba haciéndole perder la razón y las manos recorriendo su cuerpo intensificaban el placer.

—Yusei... no pares —murmuró. Su mano tímida que de pronto se movía para enredarse sus dedos entre los cabellos azabaches de su compañero le avisaba que deseaba que aumentara la intensidad de sus caricias. Atem luchaba por mantener el control de su propio cuerpo pero era demasiado, Yusei sabía lo que hacía y lo hacía demasiado bien; sus acciones lo guiaban peligrosamente al límite de su propia excitación y Atem sólo podía pensar en dejarse llevar sin oposición—. Ah, Yu...Yusei... —el nombre del caballero de Piscis volvió a escapar en un tono más alto, en un deje de súplica cuando sintió que ya no podía más. El agarre de su mano se afianzó cuando un escalofrío lo invadió, nublándose su mente por completo. Sus músculos se contrajeron y su respiración se intensificó, todo en él concentrado en un inminente orgasmo a punto de estallar.