Fuegos artificiales sobre Odín - Evento de año nuevo: ¡Valhalla de Gala!

Terminó de vestirse de prisa, pensando en que no importaba mucho que su camisa estuviera mal fajada o que su corbata no quedara bien alineada: iba a estar oscuro en la estatua de Odín, donde los fuegos artificiales serían los protagonistas, nadie iba a prestar atención al aspecto que tenía. Al llegar notó que las personas apenas estaban llegando al lugar, lo que le parecía excelente ya que así podía buscar un buen lugar para ver los fuegos de colores en compañía del Santo de Libra.-Por aquí- le dijo a Atem, guiándolo detrás de un bloque de piedra en el que reposaba la estatua de un lobo. -Nadie nos verá en este lugar. Sé que te encanta ser el centro de atención, pero te voy a acapar para mí por lo que resta de esta velada- acomodó la corbata de su compañero, abrázandolo. El frío de Asgard no era molestia para Yusei, pero aún así quería compartir su calor con Atem. -Gracias por estar conmigo. No quería estar solo esta noche.- le dijo, pegando su mejilla contra la de Atem, pasando su mano alrededor de la cintura de éste.

Las fuentes de luz artificial fueron apagadas, y el espectáculo de pirotecnia dio inicio, comenzando con tres explosiones de un intenso color rojo.-Nunca me pareció interesante contemplar los fuegos artificiales, pero las cosas son diferentes cuando lo haces con alguien especial- besó a Atem en los labios mientras fuegos artificiales de todos colores llenaban de luz el cielo de Asgard. -Estás un poco frío, ten, tómala- colocó su chaqueta sobre los hombros de Atem y desvió su mirada al frente cuando una explosión dorada mucho más grande que las anteriores lo dejó encandilado.-¡Vaya!, ¿viste eso? Fue asombroso- dijo el Santo de Piscis, mirando el cielo con una sonrisa, esperando que se repitiera.

Llegó a la estatua de Odín mucho antes que los invitados del banqueta. Nadie podía ganarle en velocidad cuando montaba a su confiable amigo hippo. Aterrizó a unos metros de la estatua del dios de Asgard, pensando que con un gorro rojo Odín sería un perfecto Santa Claus. Sacó un micrófono de su sombrero e hizo pruebas de sonido.-1, 2, 3, ¿pueden escucharme? Sí, creo que el volumen está bien- dio un par de golpecitos sobre el micrófono con uno de sus dedos. No podía ver al representante de Odín, así que era su deber como un buen maestro de ceremonias indicar que el evento de año nuevo estaba por finalizar. Lo único que quedaba pendiente era la función de fuegos artificiales que estaba programada para la media noche.

-Los dioses guerreros han tenido algunas dificultades para llegar hasta aquí, pero no se desanimen, tienen a Yuya el enviado de Saturno para cerrar con broche de oro esta noche maravillosa y llena de magia- sonrió, señalándose a sí mismo con su mano libre mientras su Hippo flotaba a sus espaldas sosteniendo una pancarta que decía "Anfitrión No-Oficial" enmarcado por corazones y estrellas.

-Ha sido un año lleno de sorpresas, alegrias y desdichas; momentos buenos y malos. Espero que tengan un próspero año nuevo, y que su dios los conserve con buena salud por mucho tiempo para vernos otra vez el siguiente año. ¿Escuchaste, Odín? Quiero que sigas cuidando a mis amigos de Asgard tan bien como siempre- dijo, hablando con la estatua como si ésta le fuera a responder. Guardó su micrófono y regresó a Hippo de vuelta a su carta. Ya no le quedaba nada más por hacer que buscar a su chica y disfrutar de los fuegos artificiales.

Justo después de proponerle a sus acompañantes que cambiaran  de locación, una persona del staff –que los God Warriors sí habían contratado- se acercó a ella, informándole que se requería de su presencia a la afueras del palacio lo antes posible, por lo que tras disculparse emprendió su camino antes que las demás, dejando a Erza en compañía de sus clones, para que les mostrara el camino, en lo que ella resolvía el problema que se había suscitado en la zona más importante de la fiesta.

Aparentemente un par de personas, con algunas copas encima, habían discutido por uno de los mejores lugares destinados para ver el espectáculo, llegando al grado de agredirse físicamente. Algunos guerreros que aquella noche ayudaban con la seguridad del evento, lograron separarlos, evitando que el problema llegara a mayores, pero no que él enojo de la Goddess Warrior de Grane disminuyera. Retiró delicadamente uno de sus guantes, para propiciarle un buen golpe a cada uno mientras les advertía de lo que podía pasar si no se comportaban por el resto de la noche, esperando que fuera suficiente para asustarlos.

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Después de volver a ponerse su guante en la mano correspondiente- y de asegurarse que las dos personas quedaran lo más separadas posible una de otra- buscó un lugar más tranquilo, para esperar a las otras chicas. Tomando un momento para cerrar los ojos y respirar con profundidad, intentando olvidar que la velada le había resultado un poco más frustrante de lo que ella tenía planeado, optando mejor por pensar en todo lo que había acontecido en ese año para su persona.  

Si ponía una balanza entre las cosas “buenas” y malas, en definitiva los sucesos desafortunados eran superiores en número, pero… un pequeño grupo de personas habían hecho que cada uno de ellos valiera la pena.

Sobre todo cierto joven...a quien no había visto en toda la noche.

Abrió sus ojos al recordarle, buscándolo  con la mirada entre toda la gente que ya se encontraba a la espera del inicio del espectáculo, escuchando también el discurso de quien se había asignado a si mismo el puesto de maestro de ceremonias, antes de que los primeros fuegos artificiales se hicieran presentes en la oscuridad de la noche, marcando el inicio de un nuevo año. Una ligera presión se hizo presente en su pecho al no tener éxito en su búsqueda,  pues mentiría si dijera que no le hubiera gustado haberle visto aunque fuera por un momento antes de comenzar el año. Pero tal vez tenía cosas importantes por hacer, también existía la posibilidad de que la invitación no hubiera llegado a sus manos… o simplemente había decidido no asistir.

A final de cuentas no tenía porque.

Se quedó a observar el espectáculo en el cielo durante unos momentos antes de darse media vuelta, regresando al interior del palacio,  sabía que si se encontraba con Erza ésta la haría regresar a  la fiesta, y no estaba a contra de ello, pero por el momento necesitaba un rato a solas.

El encuentro en el armario de escobas continuó esplendidamente. Sean se había divertido jugando con el espectro de Bennu en la oscuridad, besando y succionando los rincones más escondidos de su anatomía. Subió los pantalones de Bakura cuando dejó de escuchar la música en el salón del karaoke.-Las personas ya deben ir rumbo a la estatua de Odín, seguro quieres ir tú también- cargó a Bakura en brazos sin quitarle la venda de los ojos, saltando por una de las ventanas para aterrizar en el exterior. En cuestión de minutos llegó a la estatua. Lujuria colocó a Bakura en el suelo y le arrancó el pañuelo rojo, dejando que Bennu viera el rostro del hombre que lo había secuestrado en medio de la fiesta para abusar de él en un armario.

-Hola- lo saludó, relamiéndose de los labios. Aún tenía el sabor del cuerpo de Bakura fresco en su boca. No había nada más delicioso para el Lord de la Lujuria que ser la primera vez de un cuerpo virgen. -Estoy seguro de que nadie te había tocado del modo en el que yo lo hice esta noche- sonrió, colocando el pañuelo rojo nuevamente alrededor de su cuello. Tras las palabras del anfitrión de la fiesta, los ansiados fuegos artificiales tomaron su lugar como las estrellas de la noche.

Rodeó a Bakura con su brazo, acercándolo con compañerismo.-Feliz año nuevo, Bakura de Bennu- le dijo al oído, haciendo aparecer un ramo de rosas en su mano izquierda que entregó al peliblanco. Darle un ramo de hermosas flores y ver los fuegos artificiales juntos era lo menos que podía hacer por Bennu por haber hecho su velada más entretenida.

El aire helado los recibió al salir del palacio y Atem sintió frío de inmediato. No le gustaba el frío, pero se volvía soportable estando en compañía de Yusei; el calor del cuerpo de su compañero era suficiente para que se sintiera cómodo y nada más le importaba, ni el clima ni la gente que poco a poco iba llegando.

—Me parece perfecto así —respondió con una cálida sonrisa mientras correspondía al abrazo con la misma intensidad—. No quiero separarme de ti esta noche.  

Miró a Yusei con una chispa de ilusión en sus ojos cuando sus rostros se separaron después del beso, sin lograr hallar las palabras adecuadas para expresar lo que sentía. Quizás el alcohol lo había puesto demasiado sentimental o era simplemente lo que provocaba el santo de Piscis con sus palabras y acciones, pero sentía que podría haberse puesto a llorar de emoción en ese preciso instante. Nunca nadie lo había hecho sentir tan especial como lo hacía Yusei. Era perfecto, tanto que temió que fuera un sueño. Entonces le tomó la mano para asegurarse de que estaba despierto y él era real, para después alzar la vista hacia el cielo oscuro que era iluminado de intensos colores.

—Es lo más fascinante que he visto en mi vida —sonriendo plácidamente se aproximó a su compañero con total confianza y pasando un brazo por detrás de su espalda lo abrazó—. Feliz año nuevo, Yusei. —susurró suavemente, pegándose a su cuerpo y deseando que ese momento fuese eterno. No sabía qué les esperaba al día siguiente, sólo quería disfrutar de ese instante que sentía tan único.

Miró a su acompañante con un ligero gesto de sorpresa cuando este le quitó el pañuelo de los ojos, aunque no le extrañaba para nada que fuese el lord de la Lujuria quien hubiera estado detrás de todo eso. Sin embargo, no podía negar que sí lo había sorprendido con sus inesperadas acciones dentro de aquel armario, pero debía admitir que no lo pasó nada mal. Y en cierto modo agradecía que hubiera ocurrido aquel inesperado encuentro, pues habría sido deprimente pasar el resto de la velada sin compañía y viendo los fuegos artificiales en soledad, incluso para alguien como él, que usualmente acostumbraba a hacer las cosas solo. 

—Debo admitir que sí me has sorprendido —le dijo como respuesta al tiempo que tomaba las rosas que aquel le entregaba, mientras el cielo de Asgard se iluminaba de distintos colores después de las palabras del anfitrión de la fiesta—. Nunca imaginé que acabaría esta fiesta de forma tan agradable. Ha sido un buen regalo de fin de año. Y esto —añadió con media sonrisa en el rostro, observando por un diminuto instante las flores que ahora tenía en sus manos— es un bonito detalle para finalizar —Después alzó la vista para contemplar el espectáculo de fuegos artificiales en el cielo.