Cielo, estrellas y peces voladores ¡Un encuentro predestinado!

Recuerdo del primer mensaje :

Cansada ya, dejo que sus ojos se cerraran, despacio muy despacio. Se dejó caer sobre la fría arena de la playa, mientras su mirada se perdía en los luceros titilantes en el cielo, la noche nuevamente le brindaba un maravilloso espectáculo, mientras el sonido de las olas chocando unas con otras le arrullaba, como si de un canto de cuna fuera.  Y así, finalmente cayó en un profundo sueño  del que no despertó hasta horas más tardes…o eso creyó. Sus orbes que apenas dejaban verse repasaron el lugar, estaba tan adormilada que le tomo un par de minutos darse cuenta de que ya no estaba en la playa, que el mar había desaparecido junto con la brisa salada.

Yo… ¿en dónde estoy?

Se levantó despacio perpleja por lo que sus ojos le mostraban, algunos cuantos mechones de su cabello se removieron y cayeron sobre sus hombros, otros simplemente se deslizaron hasta el suelo. Curiosamente no vestía su armadura, portaba ropas normales y se preguntaran ¿Qué es lo extraño? Pues, ella no recordaba vestir aquello que ahora la cubría…estaba segura ¡cómo iba olvidar algo así! Contemplo las raras ropas que usaba y finalmente decidió ponerse de pie. La arena de la playa ya no estaba, había desaparecido completamente y en su lugar estaba el más fino mármol, que extendía a lo largo de la enorme sala en la que se encontraba, casi parecía que caminara sobre un espejo pues podía ver claramente su reflejo sobre el suelo – Increíble – tal paresia estaba dentro de un castillo, aunque eso ella lo desconocía completamente.

La sala estaba decorada con muchos jarrones y flores, había grandes cortinas y bordados adornando las paredes – Huele bien – la sirena dejo que la dulce fragancia de las rosas la embriagara y de pronto, cuando vio por uno de los enormes ventanales hacia afuera sus ojos se abrieron como platos ante el extraño avistamiento – ¡¿Eh?! – corrió a tropezones hasta la ventana y se pegó en el cristal ¡habían peces, peces volando! Y no eran los típicos peces voladores normales, no, estos literalmente flotaban en la nada, pero se movían con la misma gracia que un pez en el agua. Sabía que no estaba bajo el mar porque podía ver claramente las estrellas, un cielo nocturno,  el más hermoso que jamás hubiera visto…era igual que el espacio exterior, era tan hermoso.

- No es momento para esto –comento mientras se alejaba unos cuantos pasos del ventanal, como no queriendo irse realmente – Debo averiguar en donde estoy – se encamino nuevamente hacia el centro de la sala observando en ambas direcciones, pudo ver un corredor largo con una gran puerta al final  - ¡la salida! - Corrió hasta ella con todas sus fuerzas  y tomando la perilla con ambas manos halo de ella solo para toparse que del otro lado no había nada, la enorme construcción flotaba como un globo lleno de aire caliente sobre el  vacío, en la misma nada – supongo que…tendré mucho tiempo para pensar – retrocedió muy despacio y cerró la puerta.

-¡Serena! ¡Yurika! - Chilló la pelirrosa casi a la vez que Rin también lo hacía, había colocado sus brazos para cubrirse el rostro. Más la gran ola se había llevado a las otras dos, casi como el cuento de la sirenita al transformarse en espuma de mar. - Si, también lo vi. -Respondio al primer cuestionamiento de la peliverde - ¿Las pulseras? - Bajó su mirada azul sobre su muñeca derecha, donde se encontraba aquella pulsera que ya no titilaba, y de forma inconsiente terminó caminado hasta estar a un lado de Rin.

-¿Que podría ser? O ya se levantarón de sus sueños o puede que alguién o algo no nos quieren en un solo lugar a las cuatro ...- Dijo ahora mirando a Rin - Sería mejor sentarnos y pensar - Y al instante había dos banquitos con un parasol cerca de ambas, Yuzu tomo a Rin delicadamente del brazo, si la de ojos dorados aun no salía de su estupefacción, la pelirrosa tenía su cerebro funcionando a toda máquina, descartando posibilidades. -Sé que hemos terminado aquí antes, hemos estado aquí antes. Más nunca recordamos nada de lo que hacemos o conversamos aquí - No sabía como abordar el tema... Pero mejor empezar a ver qué salía.

-Serena, Yurika y yo servimos un dios cada una. Pertenecemos a distintas órdenes, aunque Yurika y yo servimos a dos dioses del panteón griego, Serena sirve al panteón de Asgard de las tierras del norte. -Soltó un suspiro, y sacó parte de sus sospechas a confirmar - Si estas aquí y luces como nosotros, y no te sorprendes mucho con las cosas inverosímiles que podemos hacer aquí, deduzco que también sirves a un dios o tienes entrenamiento de una guerrera.

Se hizo un silencio, antes de proseguir - A Yurika y a Serena las conozco en persona, nos hemos visto antes, por eso lo recuedo, más nunca hemos tenido el tiempo suficiente para preguntarnos más cosas como las de hoy -De ahi sonrió un momento, pensaba que estaba hablando mucho, pero tenía tantas ideas intentando encontrar una conexión pero necesitaba exteriorizar el "contexto" que creía con Rin - Es decir, apuesto mi brazalete a que al menos, Serena, como yo, no tenemos una fecha de nacimiento verídica y adoptamos la que nos han impuesto nuestros responsables... Aunque yo recien vengo a ponerle fecha hace un par de años -Dijo recordando cuando Yuya en los primeros días después de salvarla del Santuario,

El joven de cabello bicolor había pegado un grito bastante fuerte de que n era posible que ella no tuviese una fecha de cumpleaños, y la idea que se le había ocurrido era conmemorar ese día como su cumpleaños oficial.  -Llegando al asunto de los brazaletes otra vez... ¿Qué conexion podemos tener las cuatro para que incluso tengamos unas joyas en el mismo brazo? - Y un par de cuadros flotantes, cubiertos por una cortina  gruesa cada uno aparecieron delante de ambas.