Gran Salón de la Oscuridad

Recuerdo del primer mensaje :

Gran Salón de la Oscuridad:

Un salón indeterminado en el que no se pueden ver paredes y a veces, ni siquiera el mismo suelo. Para guiar a las almas sólo existen linternas, colgadas en el éter. Custodiado por Viktor de Benetsnatch, su melodía se escucha en este salón sumido en la calma.

Dado random de Viktor:

1- Tu Zafiro aumenta el alcance de tus cuerdas. Aumenta en 2 tu stat Fuerza.
2- Usas las linternas como guías en la oscuridad. Aumenta en 2 tu stat Resistencia.
3- Tocas notas sublimes. Aumenta en 2 tu dado Acción más alto.
4- El Zafiro carcome tu alma y te vuelve un demonio que toca con la gracia de un ángel. Aumenta en 1 todos tus stats y reduce en 2 tu HP ese turno.

-Eso no suena bien. Veamos. Iolelehiuuuyu.- dijo aquel haciendo su llamado yoddel, aclarando la garganta poco a poco. -Y así está mejor. Que voz tan horrible tenía Rintaro por amor a todo lo estéticamente pasable.- concluyó tras ajustarse la garganta, asiendo su laringe con la derecha un poco.

Luego se acercó donde yacía el dios guerrero.

-Vaya vaya, que tenemos aquí. Un regalo por haber forzado la matanza doble.- dijo con voz cantarina, tomando el zafiro de Odín. Rodándolo entre los dedos, levantó una ceja antes de mirar abajo y encogerse de hombros. -Eso sí, te diste tu tiempo en matar a este idiota. Supongo no se le puede pedir mucho a los dioses guerreros, siempre andan con esa cosa del honor y la justicia. Oh bueno, gracias de todos modo rubio, me hiciste un sólido.- agregó, metiendo la joya en el bolsillo de una chaqueta de cuero recién materializada, salida de la nada misma. -Diría más pero estás durmiendo y a mi la jefa me apresura, así que ahí nos vemos. Cuidado con las ETS. Usa protección.-

Sin más adendos o cosas que agregar, se levantó, dio la vuelta y salió de allí. En su único ojo abierto, el izquierdo, las venas palpitaton - ennegreciéndose por un instante mientras el color coagulado de la sangre en la esclerótica solo se solidificaba más.

Decir que Rangvald había aprendido a prescindir de su sentido de la vista sería una afirmación inexacta y poco precisa. Ciertamente había aprendido a afinar un poco más sus otros sentidos y a guiarse cmás por su instinto, pero eso no cambiaba el hecho que todo sendero que recorriera estaría lleno de tinieblas y penumbra absoluta, por lo que conforme trataba de arribar al gran salón que aludía dicho concepto, no podía evitar tropezarse con muros, columnas y escalones, tanto por su ceguera como por la prisa que llevaba.

Rangvald: "¡Espero que no sea muy tarde!"

Pensaba para sí mismo pese a que sus sentidos le decían que si lo era. Poco a poco el cosmos de Viktor se sentía más débil, pese a que hacía unos momentos percibía que tenía ventaja sobre su adversario. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Qué fue ese abrupto incremento de poder por parte del enemigo de Viktor? ¿Era acaso lo que se le conocía como séptimo sentido? Independientemente de lo que haya sido o la identidad del enemigo, lo importante ahora era asistir a su compañero en armas, tal y como el lo había hecho con él en aquella fallida invasión al santuario.

Eventualmente, el portador del ropaje de Phecda Gamma arribó al salón de la oscuridad, cosa que intuyó por que era lo más cerca que se encontraba del cuerpo de Viktor, fuente de la tenue cosmoenergía que lo había guiado hasta allí en primer lugar. Si bien pudo haber optado por ir a dar caza al portador de la presencia mucho más fuerte y amenazante, prefirió primero que nada asistir a su aliado. No se perdonaría si no era capaz de devolverle el favor que le debía.

Rangvald: ¡Viktor! ¿Te encuentras bien? Dime algo.

Solicitó mientras con cuidado se arrodillaba junto a donde percibía estaba el cuerpo de su compañero para tratar de ayudarle a reincorporarse, esperando que en efecto aún presentara signos vitales y que no hubiera ya pasado lo peor. De levantarse, le preguntaría que era lo que había sucedido y quien lo había dejado en tal estado.

Desde que había llegado a Asgard con su adorada madre, contadas veces se había quejado del frío de aquellas tierras heladas. Un par de veces en su etapa de entrenamiento para obtener el ropaje de Benetnasch Eta, cuando estuvo enfermo hace unos cuantos años, y cuando Frey, el representante de Odín se retiraba de su cama o le hacía de retirarse de la misma.

Pero este era una nueva clase de frío, el frío de una vida apagándose, su vida apagándose.

El cosmos del Santo dorado había cambiado completamente, ya no era el mismo enemigo que tenía desde la pelea en el Santuario, ni en la pelea reciente en el Salón. Hasta su timbre de voz había cambiado, era diferente, más... ¿Amigable y agradable? pero a su vez con un tinte de peligro aún marcado. Ahora sí concordaba con el nuevo Rintaro, su timbre de voz anterior era demasiado horrorosa para algo pasable estética y auditivamente. Tomó el zafiro de su God Robe y se marchó. Se encontraba demasiado cansado para hablar y su habilidad, si estaba funcionando... Demasiado lento para su gusto, pero al menos no se desangraría más a morir... O quizá sí... El frío no se iba y se hacía más presente, y las pocas luces de la estancia ya parecían manchas difusas en medio de un lienzo negro.

-!Vik... Bien?... Algo - Si su audición  aun no fallaba completamente. Ese debía ser su compañero, Rangvald, de lo poco que entendió debía estar preocupado por él.

-¡Ah! Por eso adoro a mis compañeros -Pensó para sí al intentar abrir los ojos otra vez e intentar acomodar su semblante, sin mucho éxito.

-Rang... Lo lamento -Si cada palabra le estaba costando más de lo que imaginó. Ya casi podía escuchar  a Frey increparle por fallar y/o bromear amargamente de encontrar una forma de hacerle callar . -No pude detener a Escorpio... Él... -Tomó un respiro llevando su mano a su estómago casi no sintiendo que su sangre había empapado las cuerdas de su lira que evitaban que esta saliera a borbotones de la herida -... Ha cambiado, no es el mismo guerrero con quien peleaste antes... -Y el rostro de Frey regresó a su mente... El representante del dios líder de su Panteón debía ser la prioridad de ambos - Necesito verle... Frey... Ve con Frey... -No sabía si el resto de guerreros sabía de su relación con el guerrero de Alcor, pero sentía la necesidad de dejar constancia de algo... No sabía de qué...

La cabeza le daba vueltas y volvía a cerrar los ojos, así como su cosmos se iba apagando más...

Rangvald: Tsch... el santo de escorpión... Aparentemente es un oponente más formidable de lo que pensábamos.

Escuchar oraciones completas de la boca de su compañero era ciertamente un alivio para el Dios guerrero de Phecda Gamma, puesto que si bien no podía atestiguar una imagen de su condición, al menos podía concluir que estaba en las condiciones para salvarse de las terribles fauces de la muerte, aunque recordando su propio encuentro con aquel enemigo, se imaginaba que la condición de Viktor no podía ser la óptima para sostener otro combate.

Rangvald: Por mi parte, he derrotado a quien se hacía proclamar a sí mismo el patriarca de los santos, aparentemente tenía toda la intención de destruir Asgard, no solamente acabar con nosotros... Pero él ya no será un problema.  

Esperaba que la noticia reconfortara a su compañero al saber que ahora había menos invasores con los cuales lidiar, aunque lamentablemente aquel que restaba había sido aquel que ya había vencido a ambos dioses guerreros, lo que hacía la situación bastante desfavorable, especialmente por el hecho que ahora tenía en su posesión un zafiro de Odín, y si el sujeto no era tan bruto como recordaba era su apariencia, seguramente descubriría su función en poco tiempo.

Aunque hubiera preferido asistir a su compañero a retirarse a un lugar más seguro, este parecía insistirle a Rangvald que se retirara y se marchara hacia los aposentos con Frey. Quería decirle que tras su combate con el patriarca, cierta sospechas respecto a si el liderazgo de su pontífice había sido el correcto durante esta situación, pero sintiendo que eso solo agravaría la condición de su compañero, decidió que esos cuestionamientos se los guardaría para el mismo hasta que llegara el momento de encontrarse de nuevo con el representante de Odín en la tierra.

Rangvald: Está bien Viktor, me encaminaré hacia donde Frey... En cuanto puedas incoporarte de nuevo, trata de dirigirte a un lugar seguro, temo que haya más enemigos de los que no nos hayamos percatado. Y si encuentro de nuevo al guerrero de escorpión, me aseguraré de que tenga su merecido. Esta vez no solo por mi, sino por ambos.  


El guerrero de Phecda ayudó a su compañero a recostarse junto a una pared cercana, esperando que sus heridas no se agravaran. Le molestaba el hecho de no tener una habilidad curativa con la cual ayudar al representante de Benetasch, y llevarlo a algún lugar donde pudieran atenderlo le restaría tiempo valioso al que sus enemigos le podrían sacar provecho. No obstante, una vez que terminara con todo este asunto, volvería por él. No era un adiós, era solo un hasta pronto. O al menos esperaba que lo fuera.

-Que Odín y Thor te acompañen compañero... Regresa vivo, por favor - Dijo al ser recostado en una de las paredes del recinto oscuro por su compañero de armas. No podría ingresar al área donde se hallaba Frey debido a que no tenía más consigo su zafiro y escuchando los pasos del guerrero de Phecda alejarse de su sitio le hizo sentir algo seguro por el bien de Frey. No quitaba que era en parte una desventaja para Rangvald el haber perdido su visión, pero se había hecho más fuerte, un digno guerrero de los hielos nórdicos.

Al menos como le había comentado Rang, el patriarca actual del Santuario de Athena había sido vencido, más al parecer el cosmos de Ivan ya no era percibible -¿Significa que también fue vencido? - Dijo al vacío, un vacío que de a poco se estaba tornando demasidado familiar para su gusto. El frío y la herida que por fin había empezado a cerrar y no manar borbotones de sangre le daba algo más de calma. Pero esta se esfumaba cuando se imaginaba la batalla  de Frey y Rangvald contra los dos Santos dorados restantes. La jaqueca y el dolor punzante al abrir los ojos y ver todo borroso, oscuro, lograba hacer que ya no sintiese sus extremidades, a tal punto que la lira roja se deslizó de sus manos luego de todo ese tiempo.

Si, quizá debía cerrar los ojos un momento ...  Solo serían para reponer fuerzas de todas formas

O despertar de una pesadilla, si de esas que atormentan a cualquier guerrero o persona en ocasiones inesperadas, casi siempre en el peor momento posible.

Debía esperar que, al abrir los ojos nuevamente, se encontrase con el rostro del rubio dormitando en su cama, a su lado en esas noches. Que al fin Poko pudiese conocer a Frey de frente...

Si, había hecho bien en dejar a Poko lejos del Valhalla antes de empezar la pelea, en casa de su madre.

Cuando les viese otra vez a los tres... -No sabría que hacer...-

Y así el guerrero de Benetnasch perdió la conciencia completamente.

-Viktor… Vikto… Erte… -  Viktor sentía como lo llamaban a lo lejos,  el frío ya no era palpable, pero una mano cálida tiraba de él, firme y amplia, ya había sentido ese tacto antes, y esa voz también –Levántate, tienes que salir de aquí –Abriendo los ojos vio la imagen de Throvald tirando de su mano para ponerlo de pie. Lo hizo sin mayor dificultad, los hilos de su lira habían cerrado sus heridas, pero ¿O aún no estaba sintiéndose mal o algo estaba pasando? – No te fuerces Viktor, debes salir de Valhala, ahora – Y ya no se encontraban en el Salón de Oscuridad, estaban  dirigiéndose al recinto del curandero dentro del palacio.

 – Espera… Throvald – y la mirada de Throvald se dirigió al peliplata, revelando una mirada vacía y helada, llena de sabiduría, un cosmos  puro y vigoroso se hizo presente alrededor de este, uno que reconocía al recién envestirse con la robe de Benetnasch… -Hay muchas cosas que quisiera contarte, pero hay poco tiempo –dijo el curandero retomando camino halando a Viktor consigo – Pero, tengo que ayudar a los demás –Dijo, y solo hizo que el cosmos que refuljía hace unos momentos se empezase a apagar de a poco… -Me gustaría ayudar, pero poco puedo hacer Viktor, mis fuerzas menguan y casi nada puedo hacer ahora – este abrió una puerta y lanzó a Viktor adentro con una fuerza que ese cuerpo en circunstancias normales no podría moverle –Doy gracias que tu habilidad curara tu cuerpo a pesar de la intervención de esa diosa griega, van a ver verdades que te dolerán cientos, no, miles de veces, pero deberás sobreponerte. Ayúdales, y no guardes resentimientos y culpas de las cosas que estuvieron y aun están fuera de tu control. – Throvald se acercó a él, y le dio un beso en su frente, como si fuese un padre amoroso consolando a su hijo –Incluso Loki ha logrado engañarme muchas veces. Sé con los que queden, quienes puedan llevar algo de Asgard al mundo. Vive Vytia. -Y casi como una bruma, en medio del humo y el fuego que entró a esa estancia del castillo, Viktor pudo sentir la nieve helada en sus manos, el cuerpo inconsiente del médico sobre su cuerpo y la visión a la distancia de Asgard convirtiéndose en cenizas.