Después de clases [En-Chan]

Estaba un poco decepcionado porque no podría estar con En-Chan durante la hora del almuerzo. Tenía miedo de salir del aula de clases porque un grandullón con cara de pandillero estaba haciendo guardia en el pasillo, pensando que estaba ahí para golpearlo. Tuvo que salir por la ventana, teniendo cuidado de no resbalar. La Diosa del amor le dijo que no debía preocuparse por las heridas y el dolor mientras tuviera su Emblem cerca, pero a Atsushi le costaba creer que el usar un brazalete le diera la resistencia de un superheroe. Prefería ser precavido.

Aterrizó sobre unos arbustos, perdiendo sus lentes y llenándose la boca con hojas. Cuando Finalmente encontró sus gafas la hora del almuerzo terminó y tuvo que regresar al aula, sorprendiéndose al ver que el chico grande que vigilaba la entrada lo había ignorado por completo. Más tarde descubrió que sólo estaba ahí porque el profesor le prohibió salir por no haber entregado la tarea del martes.

Al terminar la última lección esperó a En-Chan junto a la puerta del salón. Le daba vergüenza acercarse a En durante las clases, porque sentía que las miradas de sus compañeros siempre estaban sobre el ojiazul al ser un chico popular. Un chico popular que siempre estaba junto al nerd odiado del salón. Muchas veces había recibido cartas de odio en su casillero de parte de admiradoras secretas de En-Chan, algunas incluso lo habían amenazado de muerte.

Por mucho que En se esforzara en pasar inadvertido, a veces le resultaba imposible no llamar la atención, quizás por su forma natural de actuar o por su atractivo aspecto. Las chicas le decían que era encantador y nunca faltaban los que querían sentarse en su mesa a la hora del almuerzo. Tanto alboroto a veces le impedía pasar tiempo tranquilo junto a su mejor amigo, porque cuando estaba con él, los demás no dejaban de mirarlos como si fuese el dúo más extraño de la escuela.

Terminando la última lección del día En se dirigió al encuentro de Atsushi que estaba esperándolo solitario junto a la puerta del salón.

—Atsushi —se acercó a él— ¿Dónde te habías metido? No te he visto durante la hora del almuerzo. —le preguntó intrigado mientras caminaban por el pasillo. Solían almorzar juntos pero en esa ocasión Atsushi simplemente había desaparecido de su vista.

En su momento le preocupó la posibilidad de que alguno de los bravucones que siempre lo molestaban lo hubiera encerrado en algún lado, pero se sintió mejor después de haberlo visto en clases. Sin embargo le causaba curiosidad el motivo de su ausencia.

—De cualquier modo ya estamos libres de la escuela. Al menos por hoy —gracias al cielo, se dijo para sus adentros—. Aunque, ahora que lo recuerdo, no hay nadie en casa y estaré solo toda la tarde. ¿Tú tienes algo que hacer hoy? Sino podemos salir a algún lado para pasar el rato. Es un día agradable, ¿no lo crees? —le propuso mirando hacia él un momento.

-Me quedé dormido en la biblioteca y olvidé almorzar, de nuevo- respondió con una sonrisa. No deseaba que En-Chan se preocupara por él cuando no había sucedido nada. Tenía que comenzar a pensar en mejores excusas, ya era la tercera vez en el mes que utilizaba el quedarse dormido en la biblioteca para mentirle a En. Estaba entusiasmado porque podría pasar el día junto a su mejor amigo.-Podríamos ir al cine o a los baños termales- el joven de las gafas estaba realmente feliz. Caminó junto a su amigo hasta la entrada principal, donde un grupo de chicas no dejaban de mirarlo de forma acusadora. Podía sentir el peso de las miradas ajenas sobre él, haciendolo sentir como si él estuviera sobrando en la escena. Atsushi se acercó más a En-Chan, recordando que ellas no podían decirle nada mientras él estuviera cerca. No querrían comportarse como unas bravuconas cuando el chico al que admiraban estaba presenciando todo.

-Eres muy popular con las mujeres En-Chan.

Tomó la mano de En-Chan, entrelazando sus dedos con los de su amigo para sacarlo de ese lugar, fue entonces cuando su pulsera y la de su compañero brillaron intermitentemente. Era un mensaje del Olimpo.-Me ha salvado el pellejo- dijo Atsushi aliviado, corriendo junto al Conquer del agua y esquivando a las chicas en la entrada del edificio. Se ocultó detrás de una máquina de dulces junto a En antes de presionar el botón de su pulsera. Un holograma de treinta por treinta centímetros se proyectó a escasos centímetros de sus rostros. En la pantalla apareció una mujer de largo cabello rubio con un par de alas a los costados de su cabeza y un vestido blanco con los hombros descubiertos. Atsushi se puso increíblemente nervioso, y eso podía apreciarse porque su muñeca no dejaba de temblar, causando que la imagen de Afrodita se moviera.

-Eres un chico adorable Atsushi- dijo la diosa del amor, cubriendo su dulce sonrisa con la mano. -G-Gracias. No esperaba que usted fuera a llamar personalmente. ¿Qué ocurrió con Won-san? Creí que él se encargaría de nosotros- sólo habían mantenido comunicación con uno de los asistentes de la diosa del amor: uno de los animales parlantes que vivían en los jardines del olimpo y que les había dado una introducción respecto a su misión y sus nuevos poderes. Se podía decir que era como su maestro.

-Está ocupándose de otro asunto- Afrodita observó Atsushi antes de posar su mirada en En.-Sólo quería saber cómo se encontraban. La última vez que hablé con ambos parecía que no podían creer que eran mis nuevos guerreros. ¿Ya lo han procesado todo?- preguntó tranquilamente, utilizando una voz comprensiva, como si quisiera darles a entender, especialmente a Atsushi, que no debían estar nerviosos.

-Sí, me encuentro bien. Wom-san ha sido paciente conmigo. En-Chan ha sido sorprendente en los entrenamientos, puede hacer cualquier cosa cuando se lo propone- Atsushi parecía admirar demasiado a En-Chan, algo que no pasó desapercibido para la diosa del amor. -Esas son buenas noticias. La próxima vez tenemos que reunirnos en persona para conversar, su historia juntos me causa gran interés.- La transmisión se cortó y seguidamente su pulsera se apagó.

Siguió a su compañero hacia afuera del edificio cuando las pulseras brillaron. Debía tratarse de un mensaje del Olimpo, pensó. Cuando finalmente se alejaron de todas las miradas y atendieron la llamada, En no pudo evitar sorprenderse al ver que se trataba de la propia Afrodita, que deseaba saber como se encontraban.

Cuando Atsushi habló, lo miró por un momento. Se veía nervioso, En lo notó y no pudo evitar sonreir sutilmente, para después volver a observar al holograma de la diosa. Afrodita tenía razón, Atsushi era un chico adorable, y aunque quizás él no lo hubiera notado, para En nunca pasaba inadvertida la forma en que su compañero actuaba cuando se trataba de él. Pequeños pero significativos detalles que antes, cuando eran más jóvenes, no se había detenido a observar.

—Así es, nos encontramos bien —asintió, confirmando las palabras de Atsushi—. Fue extraño al principio, pero con la práctica ya empezamos a acostumbrarnos. Atsushi lo está haciendo muy bien también.

La diosa del amor se mostraba interesada en ambos chicos, tanto así que antes de despedirse les propuso reunirse con ellos para conocerlos mejor. A En no le parecía mala idea, de hecho, que Afrodita se mostrase tan amable y comprensiva le daba confianza. Entonces volvió hacia su compañero.

—Me pregunto en qué clase de asunto estará ocupado Wom-san —dijo más para sí mismo, le causaba un poco de curiosidad. Aunque enseguida le restó importancia al pensamiento—. No esperaba que Afrodita-sama nos llamara personalmente. Pero debo admitirlo, cada vez me acostumbro más a esto. Ella es muy comprensiva, eso lo hace todo más agradable.

Hizo silencio, volviendo a caminar junto a su amigo recordó en qué estaban antes de que recibieran la llamada de Afrodita.

—Bien entonces, ¿a donde iremos? Te toca elegir —le dijo con gracia. Le costaba bastante decidirse y para él estaba bien ir a donde prefiriera Atsushi. Sin embargo, siendo sincero consigo mismo, ya tenía una idea en mente—. Aunque, me gusta la idea de los baños termales. Nos vendría bien relajarnos un poco después de un largo día de clases. —y es que la sola idea de imaginar las relajantes aguas termales le hacía desear estar allí en ese momento. Además, era uno de sus lugares favoritos.

Al terminar la llamada Atsushi sonrió al escuchar que En-Chan también le gustaba la idea de visitar los baños termales de Kurotama. -Sí, ha sido un día largo y agotador- le respondió con una sonrisa, tomando el camino usual que siempre usaban para llegar a los balnearios pese a las protestas de En. Yufuin solía quejarse de que Atsushi siempre tomaba el camino más largo. La única razón por la que lo hacía era para pasar más tiempo al lado de su amigo. Al llegar a los balnearios fueron recibidos por el dueño de los baños, Gora-San. Desde que su hermanito menor había salido fuera de Japón él se encargaba sólo del mantenimiento de los baños.

-Buenas tardes, Gora-San- Atsushi lo saludó con una leve reverencia. El hombre a veces le daba miedo debido a su aspecto rudo y porque siempre tenía cerca el hacha con la que cortaba madera. A la fecha continuaba preguntándose el motivo de por qué cortaba toda esa madera debido a que Kurotama poseía aguas termales naturales. Comenzó a desvestirse, siguiendo el procedimiento que hacía desde que visitaba los baños con En-Chan: se quitaba una prenda y miraba discretamente a su amigo mientras se desvestía. Se sentía culpable por abusar de esa forma de la confianza de En, pero no podía evitar espiarlo.

Enrolló una toalla en su cintura y se sentó para lavarse antes de entrar en el agua. -¿Quieres que te enjabone la espalda, En-Chan?- le preguntó de forma inocente. Cinco segundos después se arrepintió. Lo más prudente era evitar el contacto físico y pensar en En sólo como su amigo para no tener un incidente vergonzoso bajo la toalla.-En-Chan.... ¿Afrodita te parece una mujer atractiva?- la pregunta había salido de la nada. De pronto le causaba curiosidad saber qué era lo que pensaba de esa mujer y, más importante, si se sentía atraído por ella.

—¿Por qué siempre tenemos que tomar este camino? —había sido la pregunta de En mientras se encaminaban a los baños termales. Sin embargo, no importaba cuanto que se quejara, Atsushi siempre terminaba ganando.

Entraron al lugar y comenzaron a desvestirse. En determinado momento a En le pareció que su compañero lo estaba observando. Estuvo a punto de preguntarle si sucedía algo pero no lo creyó importante y continuó con lo suyo. Luego se sentó a un lado de su amigo para comenzar a lavarse antes de entrar al agua.

—Claro, si no te molesta. —respondió en tono casual a la primera pregunta de Atsushi, completamente ignorante de los pensamientos de su amigo en aquel momento. Para En no había nada fuera de lugar ni extraño con la situación.

Al menos no hasta que volvió a escuchar a su compañero.

Dejó lo que estaba haciendo y alzó la vista, observándolo ligeramente asombrado por un breve instante. No iba a negar que le había sorprendido. No esperaba esa clase de pregunta y mucho menos en aquel momento. Además, ¿por qué querría saberlo? Para En, era claro que había algo detrás de esa interrogante.

—Pues... no puedo decir que no. Afrodita es una mujer muy bella y agradable —de hecho, debía ser la mujer más bella del mundo. No por nada era la diosa de la belleza. Seguramente él no era el único que la encontraba atractiva, sin embargo...—. Pero, no es que esté interesado en ella o algo así. Es nuestra diosa después de todo, y la respeto como un guerrero —por alguna razón tuvo la necesidad de aclararlo. No obstante, había algo que le interesaba saber más que nada, y no tardó en expresarlo—. ¿Por qué tanto interés en saberlo, Atsushi? —le preguntó lentamente, mirándolo con suspicacia. No podía disimular la curiosidad que sentía—. ¿Acaso a ti... te interesa Afrodita de algún modo que no me has dicho? Puedes contármelo, no se lo diré a nadie.

Por algún motivo pensaba que no se trataba de eso, pero de algún modo tenía que averiguar qué era lo que estaba pensando Atsushi.

Hablo - Pienso

-¡No se trata de eso!- exclamó, levántandose para meterse en el agua caliente. Se sentía molesto de pronto con En-Chan, como si éste le hubiese dicho algo inadecuado. Tras meditarlo por unos momentos se dio cuenta de que había actuado como un idiota por haber reaccionado así. En-Chan era muy despistado, probablemente su forma de actuar le había parecido extraña.

Tenía que ir a disculparse pero, en esos momentos parecía algo imposible. Su orgullo le impedía correr con En-Chan para disculparse al sentir que había sido su culpa por haber insinuado que gustaba de Afrodita, pero al mismo tiempo sabía que era una tontería estar enfadado por algo así.

-Él no sabe que te gusta. Fuiste muy tonto. Ahora no va a querer hablarte- pensó mientras se sumergía en el agua. Lo único que esperaba era que En-Chan no estuviera muy molesto por lo sucedido. -Sí el sintiera algo como lo que yo siento por él lo habría notado... Eso es lo que me enfada- amaba que En no prestara atención a los detalles, su actitud despreocupada era muy linda en ocasiones y era una de las cosas por las que lo amaba, pero a veces deseaba golpearlo por ignorar señales tan obvias.

-El muy tonto ni siquiera entiende que siempre tomamos la ruta larga para pasar más tiempo juntos- murmurró en voz baja, sin importarle que alguien lo escuchara. Estaba muy molesto como para comportarse de modo racional.

Tendría que hacer algo muy bueno para que En-Chan perdonara su modo grosero de responder. Iba a invitarle uno de esos helados que tanto le gustaban, o mejor aún, le prepararía ese curry que tanto le gustaba y se lo llevaría como almuerzo mañana.  

Más que molestarse por la respuesta de Atsushi, se vio sorprendido. No era como si nunca lo hubiera visto enojado, pero no esperaba una reacción tan violenta ante una pregunta inocente. Cabía la posibilidad de que su amigo sí estuviera interesado en Afrodita pero le avergonzara admitirlo. Aunque, si se hubiera tratado de eso, su contestación habría sido diferente. Atsushi realmente parecía haberse ofendido. Tal vez no se trataba de Afrodita...

En podía ser alguien muy distraído, pero no lo suficiente como para ignorar que había algo extraño con el comportamiento de su compañero. De hecho, no era la primera vez que lo notaba. A veces le daba la impresión de que Atsushi lo admiraba más de lo que el propio En sentía que merecía. Tampoco podía olvidar lo feliz que se veía cada vez que estaban juntos. ¿Podría ser que realmente pensara en él como algo más que un amigo...? Más de una vez le había hecho creer eso, pero pensando que quizás estaba alucinando, lo dejó pasar. Ahora esa idea volvía a su mente.

Alzó la vista en dirección de Atsushi cuando escuchó su voz en un murmullo. Apenas pudo oírlo con claridad, pero se escuchaba molesto. Eso lo confirmó: no se trataba de Afrodita. Después de unos segundos se levantó y se metió al agua caliente, colocándose a un lado de su amigo. Permaneció en silencio algunos segundos hasta que decidió hablar.

—¿Qué fue eso, Atsushi? Te conozco muy bien y no sueles actuar de esa forma —le cuestionó sin mirarlo, sonaba un poco molesto. Otro prolongado silencio surgió de parte de En hasta que un suspiro salió de su boca. No podía seguir pretendiendo estar enojado con Atsushi. Lo último que quería era pelearse con él—. Aunque, creo que ya lo sé. A veces eres muy transparente, Atsushi —o quizás lo conocía hacía tanto tiempo que entendía cada uno de sus gestos. Esbozó una sonrisa apenas visible, y acto seguido miró a los ojos de su amigo. Su mirada, tanto como su tono de voz se habían suavizado—. Tengo la impresión de que algo te sucede y temes contármelo. ¿Es eso? Y no se trata de Afrodita, ¿verdad? Es sobre nosotros —hizo una pequeña pausa, sonaba bastante calmo a pesar de la situación—. Si hay algo que quieras decirme, puedes hacerlo ahora, te escucharé.

Atsushi se sintió algo más tranquilo al ver que En-Chan se estaba acercando, eso significaba que no estaba molesto por su reacción. Mantuvo su mirada en el agua sin verlo directamente a la cara mientras éste hablaba. Quería disculparse con él, pero no encontraba las palabras adecuadas para hacerlo. Su cabeza tampoco conseguía las palabras que necesitaba para decirle que le gustaba, y eso lo hacía sentir frustrado. Miró a En-Chan, pero, en lugar de verlo a los ojos, su mirada se desvió al resto de su cuerpo. -Tonto, ¡no te me acerques así de la nada! Quiero estar lejos de ti- Atsushi se sonrojó y salió corriendo de los baños, cerrando la puerta tras de sí a toda prisa. Se apresuró en vestirse, ignorando que estaba empapado y huyó de los baños sin dejar pista.

Para el joven de las gafas era demasiado complicado lidiar con una persona que no solamente lo atraía sentimentalmente, también se sentía fuertemente atraído por su físico. Todo En-Chan era como el conjunto de cualidades que buscaba en ese príncipe con el que había soñado muchas veces para que fuera su pareja. Atsushi había dejado de creer en esas cosas cuando era pequeño, pero al conocer a En-Chan pensó que los hombres así no eran ficción del todo.

Llegó a un parque solitario, a unas calles de distancia de los baños termales. Recordaba ese parque porque lo había visitado antes con su mejor amigo. Se sentó bajo un árbol. El atardecer le daba una coloración naranja a todo lo que había a su alrededor, y comenzaba a sentir un poco de frío por estar empapado.-¿Cómo le voy a explicar esto a En-Chan?... Me siento muy enfadado, y lo peor es que no entiendo el motivo....- abrazó sus piernas, apoyando la frente en sus rodillas. Sentía una fuerte opresión en el pecho.

Deseaba que esas palabras que estaban atrapadas en su interior fluyeran con la misma facilidad que esas lágrimas que llenaban sus ojos. -Seguro le gustan las chicas. Yo no tengo oportunidad de competir por su corazón. No puedo hacer nada al respecto- decir esas palabras en su cabeza sólo lo hacía sentir peor y más miserable.

Aunque lo intentó, En no logró detener a su compañero, quien después de gritarle que no lo quería cerca, huyó de los baños a toda prisa. Era evidente que aún estaba enojado, pero ¿por qué? Eso se preguntaba mientras salía del agua, confundido. Atsushi estaba actuando muy extraño y no lograba comprender lo que le pasaba.

Pensaba que si tan solo pudiera hablar con él, podría saber la respuesta, pero Atsushi parecía reacio a la opción de hablar acerca de eso. Con la idea en mente de que debía dialogar con él para convencerlo, En salió en su búsqueda, pero no lo encontró. Atsushi ya se había marchado. En suspiró. —¿Adónde podría haber ido? —Pensaba en muchas posibilidades de lugares donde podría haber ido Atsushi, pero una cosa era segura: si su amigo se había marchado, no debía estar muy lejos. Tomó una toalla para secarse rápido, se vistió y se dirigió a la salida siguiendo el rastro de agua.

Caminó y caminó hasta llegar a un parque donde a veces solía ir con su amigo. A esas horas de la tarde no había demasiadas personas en la calle y el silencio se hacía notable, pero vio a alguien allí y no dudó de que era Atsushi.

—¿Atsushi? —preguntó mientras caminaba en esa dirección, comprobando que efectivamente se trataba de su compañero. Estaba sentado bajo la sombra de un árbol, acurrucado y cabizbajo. Lucía ¿deprimido? Se acercó a él con cautela— Oye, ¿te encuentras bien? Sé que dijiste que no quieres estar cerca de mí, pero no puedo evitar pensar que has estado actuando extraño, y estoy un poco confundido —admitió ligeramente apenado—. ¿Por qué intentas evitarme? —si había hecho algo malo para que Atsushi se enojara, aún no lograba descifrarlo— ¿Estás molesto por algo que dije?