Rewind me to those times

Era el amanecer de un nuevo día, para cuando los primeros rayos del sol penetraron a través de la ventaba e iluminaron toda la habitación, la joven ya se había despertado. No era su costumbre quedarse largas horas en su cuarto, siempre intentaba ganarle al alba y comenzar con sus actividades desde temprano y esta vez no fue la excepción.

Tomar una ducha, elegir el atuendo del día, tomar un desayuno y terminar de alistarse para salir. Esa mañana estaba siguiendo un ritmo cotidiano. Ya estando lista salió de su caso y se dirigió al centro de la ciudad. Aquella mañana se sentía agradable, el cielo despejado y sin señal de alguna nube de tormenta a la redonda.

Antes de ir a hacer sus actividades de día, hizo una pequeña desviación, hacia un parque que estaba cerca. Tenía por costumbre pasar por ahí todas las mañana.  Era un lugar tranquilo., aunque su espacio fuera hasta cierto punto reducido. Dividido en una plazoleta central,  cuatro caminos para llegar al centro y un conjunto singular de plantas y árboles frondosos. Ahí habitaban algunas especies de aves originarias de las zonas y desde tiempo recientes una pequeña comunidad de ardillas se acento en ese parque.

Siempre que su horario se lo permitiera le agradaba hacer ese paseo matutino y para su buena suerte esa mañana no fue la excepción. Caminar a esas horas por las calles aún era tranquilo, ya que no estaban atestadas de transeúntes y era posible avanzar con calma. Lo cual agradecía en cierta forma.

Aunque no era un lugar completamente solitario, no era la única que ahí se encontraba, siendo punto de paso para cierto número de personas, aunque al ir transcurriendo las horas el número iría en amento.

Se detuvo al chocar de frente con otra persona. No podía culparlo, ella se encontraba distraída en sus propios pensamientos y por un momento dejo de prestar la debida atención al caminar. Alzó la vista y grande fue su asombro al ver quien era la persona que tenía ante sus ojos. Su aspecto ya no era el de antaño, pero lo tenía bien identificado y al parecer él también la recordaba.

Antes que pudiera decir algo ya estaba por los aires y después fue arrastrada por la euforia de la otra persona. Un momento de emoción delirante producto de ese inesperado encentro.

De entre todas las cosas que pudieron pasarle ese día, el encontrarse con Cesar Rothbell era lo último que se hubiera imaginado.  Eso volvía ese día completamente incalculable. –Cesar espera, dame un respiro– no quería matar el momento, pero realmente necesitaba un momento para similar todo lo sucedido. Una vez que estuvo ya en el suelo, lo primero que hizo fue respirar hondo para recuperar el aliento.

Aunque aquello no se estabilizo en ese momento. Ya que no tuvo alternativa de seguirle el paso a su interlocutor, quien conociéndolo no desistiría hasta llegar a su destino establecido. –A veces puedes llegar a comportarte como un niño– suspiró recordando viejos tiempos. No lo podía culparlo, siempre fue de una actitud alegre y efusiva, así que era de esperarse que reaccionara de esa forma.

–Y si, también me alegro de verte, no pensé encontrarme contigo de esa forma– se dibujó una sonrisa sincera en su rostro al decir eso.  Aunque no lo pareciera, le alegraba verlo después de tanto tiempo, pero no lo expresó con la misma intensidad.

–Ya tiene algún tiempo que me mude a esta ciudad. Sí, mi familia es de más al sur, pero por cuestiones que me favorecen por el momento aquí radico. Lo último que supe es que estabas de gira con tu banda ¿Qué andas haciendo en un lugar como este?–

En ese momento guardo silencio y miró mas detalladamente a Cesar. Tratando de recordar cómo era la última vez que se vieron y analizando que tanto había cambiado físicamente. –Alguien te lo tiene que decir. Sé que como metalero puede que así te sientas a gusto, pero deberías reconsiderar seriamente llevar una mejor dieta y hacer más ejercicio. ¿Cuándo fue la última vez que calculaste tu Índice de Masa Corporal?–  dijo con un tono mas serio y sin apartar la mirada de su rostro esperando su respuesta.

Lo primero que se le vendría a la cabeza s muchos al escuchar la palabra "metalero" diferida enormemente de lo que reflejaba Cesar, quien se alejaba abruptamente de esa línea. Siguió caminando a su paso, escuchando todo lo que él le decía.

–Ustedes no son del tipo de banda que se dedique a hacer música comercial. Otras agrupaciones se centran en que sus conciertos sean lo más rentables posibles pero ustedes no tienen eso como objetivo primario– respondió como comentario antes de detenerse a esperar la indicación del semáforo y continuar avanzando.

–Todo depende si estás dispuesto a dar ese paso–comentó con una sonrisa a la propuesta s futuro de Cesar.

–Sabes a qué me refiero– indicó al oír su respuesta. No podía quitarle puntos en ingenio para librar la bala, otros se hubieran ofendido o fingido demencia, pero el aceptó el reto de responder y se mostró a la altura, le daba créditos por eso pero no quitaría el dedo del renglón que necesitaba actividad física.

Y así llegaron hasta un retiro de ancianos. Revelando así que ese día se dedicaría a hacer labor altruista.

–Tú no pierdes ese toque para dejar asombrados a los demás– si esa actitud era de admirar.  –Comparado con lo que harás son cosas intrascendentes los pendientes que tengo el día de hoy–  no estaba dándole por su lado, la chica solo tenía cosas personales que hacer esa mañana, solo unos pagos y tramites que hacer, terminado eso contaría con todo el tiempo libre que quisiera.

Antes de continuar hablando guardó un momento de silencio. – ¿Necesitaras algo de ayuda con eso?– preguntó de forma sincera. –De ser así, no tengo ningún inconveniente en apoyarte el día de hoy–  agregó al ofrecimiento.

No era mayor problema hacer esa parada y desviarse del cronograma de actividades, solo eran algunos ajustes y eso se solucionaba. Ahora solo espero la respuesta de Cesar, igual de no ser afirmativa tenía en mente pasar con el de todas formas, no todos los días se daba la oportunidad de verlo haciendo ese tipo de labor social, además no estaba de más un poco de apoyo extra.

–Solo es cuestión de ajustar horarios– expresó antes de ser conducida por Cesar hacia la entrada de la casa de ancianos. Ahora que lo pensaba detenidamente esa sería la primera vez que prestara servicio social en ese lugar, no sabía exactamente como saldría todo aquello, pero era tarde para reflexionar en todo aquello, unos pasos más y atravesaron el umbral de la puerta y se detuvieron justo enfrente de la recepción.  

Lo primero que notó fue la familiaridad con la que la recepcionista conversó con Cesar, así que rápidamente se podía inferir que estaba acostumbrado a sus visitas y por ende era frecuente que prestara labor en su tiempo libres. Una situación un tanto peculiar para ese día que pintaba de lo más rutinaria, el estar viviendo todo eso. La mujer llenó el formulario de entrada, marcando la visita de Cesar en sus registros, como dictaba la normatividad de control.

Lo siguiente fue que la mujer se dirigió hacia Elania, pensando que venía a visitar a algún familias -De las que muchas veces jamás suceden- sacó la bitácora de registro y espero su respuesta.

–Lo siento, no es mi intención visitar a algún familiar, si no que ofrecí mi ayuda a Cesar como voluntaria y él aceptó que lo acompañara el día de hoy –

La mujer por un momento se mostró algo impresionada y contestó con una sonrisa, para después dirigir la mirada hacia Cesar, se notaba claramente que no era muy frecuente la visita de nuevo voluntarios y ahora el traía una nueva acompañándolo.

–Perfecto haré el papeleo correspondiente, me podría llenar este formulario con sus datos personales y proporcionar una identificación para corroborarlos y anexar una copia en nuestros registros– dándole una hoja en donde debía de completar cada uno de sus apartados.

–Bien señorita Elania Cruz, ya está registrada como una de nuestras voluntarias–  dijo de forma amable y devolviéndole su carnet de identificación. –¿Cesar seria mucha molestia que le indicaras los pormenores de las actividades a realizar? – dijo con un tono afable.

–Entonces Cesar te toca indicarme por donde vamos a comenzar– expresó la joven esperando la respuesta de su compañero para iniciar con las actividades que les correspondía hacer.

Caminó junto a Cesar por los pasillos de la Casa de Ancianos, escuchando con atención las palabras que decía acerca de ayudar en ese lugar. Lo que él decía acerca de los ancianos era verdad, personas  que tienen años de experiencias por sus longevas vidas, demasiadas anécdotas que contar, historias que solo ellos fueron capaces de ver en otras épocas, a distantes y que uno no se imaginaria ni por asomo. En cierta forma era triste que no se siguiera el orden natural de las cosas, en otros tiempos los ancianos tenían un lugar más privilegiado dentro de las familias, lo hijos se hacían cargo de ellos en su senectud y  los abuelos compartían sus historias con sus nietos, traspasando esas anécdotas a las nuevas generaciones. Ahora esas costumbres se iban perdiendo, sobre todo en las grandes ciudades.


Así llegaron hasta la sala común, no era un lugar tan concurrido como se imaginó Elania y lo primero que noto es que los ancianos que ahí estaban no habían perdido por completo el ánimo y  a decir verdad algunos no eran el típico anciano con una actitud aparentemente “frágil y desprotegida” que uno se esperaría ver.  Algo que corroboro rápidamente al detenerse a conversar con la primera pareja de ancianos que encontraron.


Cesar hizo las presentaciones de rigor, aunque la joven pensó que este dio demasiada información o por lo menos más de la necesaria.  Aquello no pasó desapercibido pro uno de los ancianos que hizo el primer movimiento, siendo rápidamente amonestado por su compañero de juego.  Así Elania se vio rápidamente envuelta en una situación no tan sencilla.  Giro un momento la vista hacia Cesar, percatándose que la observaba detenidamente, en claro reflejo que estaba al pendiente para ver como reaccionaba y resolvía aquel asunto. Su primera prueba de fuego había hecho aparición.

–Lo lamento señor, la recomendación es evitar que ustedes tengan emociones fuertes– expresó señalando uno de los letreros que estaban en una pared donde venían algunas indicaciones que el personal debían seguir. –Lo mejor para usted es que siga siendo acompañado por Cesar, además algo me dice que se sentirá más cómodo siendo asistido por el–  se detuvo un momento observando  antes de proseguir. –Él tiene más experiencia y por lo tanto es el más indicado para esas tareas–