Lockdown Two

-Ya escupe. ¿Qué pasó ahora?- Preguntó Rintaro con rostro fastidiado tras cinco minutos en los que no se dijo nada. La tarde estaba por terminar y el crepúsculo iniciaba. Esa noche creyó recordar el alumno, era de luna nueva así que supuso que no habría nada del todo pesado. Pero si probablemente molesto y eso lo hizo arrugar más el gesto.

-Tu entrenamiento está por terminar muchacho.- Anunció Mugen por fin, girándose en su dirección. Con la luz anaranjada de la transición entre el día y la noche sus surcos eran más severos que nunca y su postura, bastante seria. Pero eso era de esperar en ese anciano roñoso. -Hoy tendrás tu prueba final, así que espero que estés listo.-

-¿De verdad?- Inquirió el menor con cara intrigada. Apenas entendía que si algo iniciaba también le tocaba terminar. Era sólo natural supuso. -Bien, supongo que... ¿Sí? Adelante, lo que sea.- Dijo formando una sonrisita idiota, mostrando parte de sus dientes.

-Sí, este es el final.- Exclamó el hombre. A sus espaldas las sombras se elevaron y crearon un muro al mismo tiempo que el sol desaparecía en el oeste; milisegundos después la habitación que había visto centenas de veces durante todos esos años era formada de nuevo.

-¿Otra vez?- Murmuró Rintaro mirando arriba, sin poder evitar hacer el comentario. Pero no, había algo distinto. Afilando la mirada sintió algo distinto a la presión de siempre - el espacio no se contraía sino que mas bien, se expandía de manera irregular. Abriendo de par en par los ojos vio como las sombras modificaban la tela de la realidad, transformando el baldío en una explanada ridículamente extensa con un cielo lejano que no era negro. No, más bien era un degradado que iba del mate hasta un plomizo más tenue en cuyo centro dominaba una luna antinatural. Eso... Eso no era el baldío. Si lo debía definir, diría que lo había llevado a algún otro lugar. -¿Qué estás--- No pudo terminar de hablar pies debió retroceder con rapidez. Delante de si Mugen lo había atacado con un golpe de cuchilla directo al cuello y aunque había evitado lo mas peligroso, sus dedos le habían causado un corte que hizo salpicar sangre. -Geh.-

-Esta es tu prueba final: enfrentarme en una pelea sin cuartel. Si no triunfas, morirás.- Fue lo único que respondió Mugen apareciendo frente a él dando un golpe frontal con toda su fuerza. Arrugando la expresión y retorciéndose del dolor, Rintaro fue mandado a volar en una trayectoria recta, vuelo que Mugen siguió con su paso veloz al tiempo que manifestaba su cosmos.